Impresiones sobre las protestas israelíes

altEn Israel no falla el sistema democratico, no hay carencias en el sistema. Hay carencias en el liderazgo. El problema es Netaniahu y esta protesta que empezó como una quijotada de nenes mimados que quieren vivir en Tel Aviv y que prendió en la clase media que se siente decepcionada. En realidad pienso que están decepcionados con el gobierno actual que logró aislarnos del mundo difundiendo una imagen que va a costar años rehabilitar. Decepcionados con la oposicion que no tiene ni partido ni propuesta.
 
Los que manifestamos y nos quejamos somos la clase media; no son manifestaciones obreras de reivindicaciones salariales. Aquí se usa el slogan "justicia social" (tzedek jevrati) pero en el fondo lo que se pide es que dejen de ordeñarnos con impuestos en haras de bancar una coalición politica estable. Porque esa coalición es el logro más grande de Netaniahu, sino el único. El orden de prioridades, después de la seguridad, es soportar económicamente a los religiosos que cada vez son más. En Israel con tener siete hijos ya no necesitas trabajar, alcanza con la asignación familiar. Por otro lado, en lugar de preocuparse por avanzar en el proceso de paz, se construye en los territorios en vez de construir en todo el país. Y esa es una (no la única) de las razones de los altos precios de la vivienda.
 
La dirigencia de la protesta es amorfa y sin experiencia. Lo único que tienen claro es que no quieren que ningún partido ni sindicato se suba al carro del éxito. Pero a la hora de las propuestas se quedan sin argumentos, o mejor dicho con todos los argumentos que se pueden escuchar por ahí. Es decir, reparten todo a diestra y siniestra sin responsabilidad.

Lo mejor que podría pasar es que la situación se tranquilice y si alguien tiene conciencia en el gobierno llame a elecciones para intentar poner un poco de orden en las prioridades. No hay en el horizonte ni gente en el gobierno y menos en la oposición que parezca importarle mucho. El nombrar una comisión con 22 miembros es una burla y una forma de ganar 30 dias para que se enfríe (esperemos) el tema.
 
En mi opinión se deberían bajar los impuestos, achicar los ministerios y obligar a los religiosos a trabajar. Con eso empezaríamos a cambiar para bien. No puede haber soluciones mágicas y populistas que lleven al país hacia atrás como Grecia, España o Portugal.
Por el bien de la democracia, espero que no haya desbordes. Desde el gobierno todo es comprensión y reconocimiento pero de hecho no pasa nada. Ahora son las reglas de juego democrático, los gobiernos se pueden criticar, se puede reclamar, se puede manifestar pero se cambian en las urnas. No hay otro sistema mejor. Faltan líderes que puedan dirigir esto. 

Una ventana a un futuro diferente

altEl escritor israelí considera que el movimiento de protesta es una ocasión única para la refundación de un país que necesita como pocos la cohesión social.

El sábado 30 de julio por la tarde, mientras nos manifestábamos en Jerusalén, miré a mi alrededor y vi un río de gente que recorría las calles. Había miles de personas que llevaban años sin hacer oír sus voces, que habían abandonado toda esperanza de cambio, que se habían encerrado en sus problemas y su desesperación.

 "Por primera vez en decenios hay un programa común humano y cívico"

"La ocupación es lo que más ayuda al fracaso del sistema de alerta social"

"Hace tiempo que no hablamos entre nosotros, y más aún que no escuchamos"

No les resultó fácil unirse a los jóvenes ruidosos provistos de altavoces. Quizá por la timidez propia de unas personas poco acostumbradas a levantar la voz, sobre todo en medio de un coro de gritos. A veces, tenía la impresión de que nos mirábamos asombrados e incrédulos, sin creernos del todo lo que salía de nuestras bocas. ¿De verdad éramos aquella turba, aquella muchedumbre indignada, que levantaba el puño como habíamos visto hacer en Túnez y Egipto, en Siria y Grecia? ¿Queríamos serlo? ¿Hablábamos en serio cuando gritábamos "¡revolución!"? ¿Qué ocurriría si lo conseguíamos y los lazos que mantenían unida nuestra frágil nación se deshacían? ¿Y si las protestas y las pasiones se transformaban en anarquía?

Sin embargo, después de un rato de desfilar, algo empezó a recorrer nuestras venas: el ritmo, la energía, el sentimiento de unidad. No una unidad que nos intimidase y nos aplastara, sino una unidad heterogénea, abigarrada, familiar e individual al mismo tiempo, una unidad que nos proporcionaba un fuerte sentimiento: aquí estamos, haciendo lo que es debido. Por fin.

Pero entonces llegó la desolación: ¿dónde estábamos hasta ahora? ¿Cómo hemos permitido todo esto?

¿Cómo pudimos resignarnos a que el Gobierno elegido por nosotros convirtiera nuestros sistemas de educación y de salud en un lujo? ¿Por qué no gritamos y protestamos cuando el Ministerio de Economía aplastó a los trabajadores sociales en huelga, y antes de ellos a los discapacitados, a los supervivientes del Holocausto, los ancianos y los jubilados? ¿Cómo es posible que durante años empujáramos a los pobres y los hambrientos a una vida de humillaciones sin fin, en comedores sociales y otras instituciones de beneficencia? ¿Cómo es posible que abandonásemos a los trabajadores extranjeros a merced de personas que les perseguían y les vendían como esclavos de todo tipo, incluso sexuales? ¿Por qué nos acostumbramos a la rapiña de las privatizaciones, que provocó la pérdida de la solidaridad, la responsabilidad, la ayuda mutua, el sentimiento de pertenecer a una misma nación?

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Las protestas de las ciudades de carpas en Israel son un maravilloso renacer de la fraternidad mutua

Las protestas de las ciudades de carpas en Israel son un maravilloso renacer de la fraternidad mutua.

Israel nunca ha sido un estado igualitario.  Pero en su apogeo, era más igualitario que la mayoría de los estados del mundo.  La pobreza no era un problema agudo y la riqueza no era ostentosa, y la responsabilidad social hacia los pobres y los necesitados se demostraba no sólo a nivel económico sino también a nivel emocional.

En los primeros tiempos todos los que trabajaban – y casi todas las mujeres y hombres trabajaban muy duro – ganaban lo suficiente para que ellos y sus familias pudieran llevar una vida modesta pero respetable.  Los nuevos inmigrantes, los refugiados los inmigrantes que vivían en campamentos, todos recibían una educación pública, servicios de salud y viviendas.  El joven y pobre Israel era un maestro del bienestar social. 

Pero todo eso ha sido destruido en los últimos 30 años, a medida que los gobiernos capitalistas alentaron e inflamaron las leyes de la jungla económica;  tomar todo lo que se pueda.

La ola de protestas que está inundando las calles y plazas de Israel hoy en día hace tiempo que ha cesado de ser meramente una protesta acerca del precio y escasez de las viviendas.  El corazón de esta protesta es la afrenta y el atropello debido a la indiferencia del gobierno frente al sufrimiento del pueblo, el doble estándar contra la población trabajadora y la destrucción de la solidaridad social.  Las reconfortantes vistas de las ciudades de carpas extendiéndose  a través de las ciudades israelíes, de los doctores marchando por sus pacientes, de las manifestaciones y concentraciones son en sí mismas un maravilloso renacimiento de la fraternidad y el compromiso.

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El error de Amos Oz

La nostalgia tiene un efecto adverso en la memoria de Oz; coloreando el pasado económico de Israel con matices de rosado a pesar del hecho que el color prevaleciente era gris oscuro.

Hasta esta semana no sabía que Israel fue una vez un paraíso.  Eso fue durante los primeros 30 años en que fue establecida.  “La pobreza no era un problema agudo… Los que trabajaban ganaban lo suficiente para que ellos y sus familias pudieran llevar una vida modesta pero respetable”, el escritor Amos Oz afirmó en el Haaretz del martes.  Oz continuó hablando nostálgicamente del magnífico pasado, agregando que ésta fue una sociedad igualitaria en la cual los nuevos inmigrantes, los refugiados y aquellos que vivían en los campamentos de tránsito recibieron educación, asistencia para su salud y viviendas estatales.  Sin embargo, afirmó, “todo eso ha sido destruido en los últimos 30 años, a medida que los gobiernos capitalistas alentaron e inflamaron las leyes de la jungla económica”.

El único problema de esta descripción idílica es que no es correcta.  Porque la nostalgia es mala consejera. Colorea el pasado con fuertes líneas de rosado a pesar del hecho que el color prevaleciente era el gris oscuro.  Los primero 30 años después del establecimiento del estado fueron años difíciles, años de pobreza y escasez, discriminación étnica y un estándar de vida bajo.  Es una suerte que ya no estemos ahí. 

Hasta hoy en día recuerdo cómo cada mañana nuestro vecino iba en bicicleta desde del norte de la calle Ibn Gvirol en Tel Aviv a su lugar de trabajo en Iafo porque no tenía tan siquiera dinero para el ómnibus.   ¿Quién tenía un auto entonces? ¿Quién salía a comer a un restaurante? ¿Quién soñaba con viajar al exterior? Solamente los activistas políticos.  En una etapa posterior, cuando comenzaron los viajes al exterior, el tour más asombroso no era el del Louvre sino un supermercado local para ver la abundancia de comida, la diversidad de colores –mientras que nosotros solamente teníamos pasta de dientes Shenhav, café instantáneo Elite y fideos Osem en nuestros estantes.

Oz escribe: “y casi todas las mujeres y hombres trabajaban”.  ¡Ni siquiera eso es correcto! Porque para poder trabajar durante esos felices años, había que tener un libro rojo de membresía de la federación de trabajo de la Histadrut.  Y la sociedad igualitaria de Oz distribuía hermosos apartamentos a mitad de precio sólo a “aquéllos cercanos a nosotros” mientras que en los vecindarios de bajos ingresos la gente vivía en condiciones terribles.

¿Educación para todos? ¿De dónde sacó eso? Había educación excelente con buenos maestros para la elite ashkenazi, pero las “maestras” que eran enviadas a los barrios pobres y las ciudades en desarrollo no eran nada más que soldados femeninos que habían completado el liceo y que no podían mantener una clase en silencio por más de cinco minutos aunque su vida dependiera de ello.

¿Asistencia para la salud? Eso también es un mito.  Después de todo hasta que fue introducida una reforma por uno de los  anteriores presidentes de la Histadrut, Jaim Ramon, a comienzos de los ’90, había alrededor de 250.000 personas que no tenían un seguro de salud porque no eran miembros de la Histadrut.  Sólo en 1994 recibimos una ley nacional de salud y ahora todos pueden recibir atención médica aún si no trabajan en absoluto, no pagan un céntimo y tienen 10 hijos.  Y esto sucedió en los últimos 30 años, no en los primeros. 

Una vez, hace tiempo, podías consumirte en la pobreza y entonces un representante de las autoridades de bienestar con una expresión grave vendría a visitarte y quizás te dejaría unos céntimos.  Pero en los últimos 30 años ha habido subvenciones para niños que todos reciben y también hay un seguro suplementario para aquéllos que no ganan lo suficiente – algo que no existía en absoluto en el paraíso de Oz.  Es inconcebible que Oz no recuerde la revuelta de los Panteras Negras al comienzo de los ‘70.

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Primavera árabe al estilo europeo

altNo es la plaza de la Liberación o Tahrir de Egipto, tampoco es la Puerta del Sol en Madrid sino el Boulevard de Rothschild en Tel Aviv, donde se agolpan tiendas de campañas con cientos de jóvenes israelíes indignados con la política de “Bibi”, como se conoce a Netanyahu. Aproximadamente unas 100.000 personas tomaron las calles de todo el país en protesta por un cambio en la política social y económica que está llevando a cabo el Ejecutivo del país. La gota que ha colmado el vaso se formó por Facebook, donde una joven estudiante desahuciada de su vivienda llamó la atención para organizar este quebradero de cabeza tanto para el gobierno en el poder como para la oposición.

En todo el país, por lo tanto se han creado campamentos, donde los activistas quieren llamar la atención sobre la situación extrema que se vive con las viviendas. "No podemos alquilar casas a los precios que hay actualmente. La mayoría están en manos de los ricos", dice Rona, acampada en una de las tiendas que varias decenas de jóvenes han montado. La mayoría de los indignados son estudiantes universitarios y jóvenes profesionales de la clase media que no pueden conseguir una vivienda en sus ciudades de trabajo, como Tel Aviv o Jerusalén por el precio tan elevado, que se ha disparado en los últimos tres años. Este domingo salieron 30.000 manifestantes por las calles de Tel Aviv, pidiendo el cese del primer ministro Netanyahu. Entre las consignas que jaleaban se podía oír, “Mubarak, Netanyahu”.

La situación económica del país no está tan castigada como la de los restantes países europeos o incluso americano, sin embargo el Ejecutivo no cumplió su promesa de construir 10.000 nuevas viviendas para los estudiantes y últimamente se ha experimentado un incremento de precio en los alimentos lácteos, la gasolina y la vivienda, cuyo coste se ha disparado en un 250% en ciudades como Tel Aviv. La atención sanitaria también ha ido perdiendo en calidad, por ese mismo motivo se manifestaban junto a los jóvenes universitarios, los médicos. ¿Es esto un contagio por imitación o realmente se enfrenta Israel a una crisis como ya estamos acostumbrados a ver en otros países?

El peor escenario lo plantean los dos tercio de la población pobre, que aun teniendo un buen trabajo se sitúan en el umbral de la pobreza. Un ejemplo de ello es un matrimonio ambos con empleo (diseñador grafico e ingeniero) con un hijo, que no pueden subsistir en Tel Aviv, tanto por los precios del mercado inmobiliario como de alimentación. A los recortes sociales se les ha unido un incremento de los impuestos que imposibilitan a la población continuar tal como lo hacían hace unos años atrás. Las acciones que se hacen denominar “movimiento de la ciudad de las tiendas o carpas”, se ubicaron a lo largo del Boulevard de Rothschild, frente al Museo de Tel Aviv, donde se concentraron para leer algunos manifiestos, en busca de una solución a la escasez de viviendas. Entre las peticiones que formularon se pedía la dimisión del primer Ministro.

La clase media está remitiendo a un paso acelerado y en este caso no se trata de jóvenes sin estudios o trabajo, es decir, no es el caso como por ejemplo en España, donde muchos jóvenes abandonaron sus estudios, para irse a trabajar a la construcción mientras duró el boom inmobiliario. Al finalizar este, se vieron sin empleo, sin estudios, sin dinero y algunos con unas deudas a las que no pueden hacer frente. El caso israelí es distinto, vemos a jóvenes universitarios, que cumplieron con su servicio militar obligatorio, sus estudios, y que tienen un trabajo con unos sueldos mediocres que no les permiten vivir dignamente. ¿Podría la clase media israelí liderar una revolución nacional?

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Nueva normalidad de Israel

altEn los últimos meses Israel se ha estado sintiendo como un país normal. Los ciudadanos boicotearon el queso cottage, los médicos hicieron huelga por la reestructura de sus salarios, y ahora  se están levantando campamentos en todo el país en protesta por la falta de viviendas accesibles. En todo este tiempo cayeron algunos misiles Kassam, y aún falta el “asunto menor” de setiembre y el  voto en la ONU por un estado palestino. Incluso se ha reportado que el presidente de Irán, Ahmadinejad, está debatiendo una norma para reivindicar públicamente el armamento nuclear.

Lo  sorprendente es que en el medio de estos desafíos existenciales “menores”, los israelíes encontraron espacio para preocuparse no solo por la cuestión de si seremos, sino de si queremos ser y qué tipo de sociedad queremos tener. Estos últimos meses son la señal más fuerte del poder y el éxito de Israel. Mientras nuestro barrio milagrosamente no se trasladó a Norteamérica o Europa Occidental, y sigue siendo un lugar profundamente peligroso, los israelíes están empezando a ir más allá de una preocupación singular por la crisis de supervivencia. Estos son los precursores de una nueva normalidad.

La soberanía judía no se expresa meramente con al independencia nacional del pueblo judío, sino con la oportunidad que tenemos de dar forma a nuestra propia sociedad en concordancia con los valores e ideales de nuestro pueblo y sus tradiciones. Se trata de crear una sociedad de valor, que su política esté fundada sobre valores. Se trata de las aspiraciones morales confluyendo con el mercado público e inspirando a la creación de una realidad nueva.

El gobierno israelí no puede tomar las varias protestas cívicas de los últimos meses como desafíos localizados que necesitan soluciones específicas. Debería incluso conducirlo a la “solución del problema” despidiendo al ministro financiero, o el ministro encargado del queso cottage. Una vez que sabemos a quién culpar, podemos seguir por nuestro camino feliz. O podemos preguntarnos qué desafíos morales están saliendo a la luz y cómo responder a ellos sistemáticamente.

Gran parte del éxito económico y militar de Israel en la última década resultó de la descentralización de nuestra estructura económica, y permitiendo un sistema menos regulado y guiado más libremente por las fuerzas del mercado. En un sentido, todos ganaron porque el estándar de vida subió dramáticamente. Sin embargo, al mismo tiempo ha creado un nuevo pobre, un pobre que en dólares y centavos no está peor que antes, pero que en términos psicológicos se siente incapaz de conseguir y mantener el nuevo estándar al que nuestra sociedad se acostumbró.
La prosperidad de Israel necesita tanto como nos permite el lujo de hacernos nuevamente preguntas acerca de los derechos individuales, las necesidades y el rol de la sociedad en ese respecto. Una de las lecciones más importantes de nuestra tradición es que cada uno tiene que tener en cuenta las necesidades tanto objetivas como subjetivas. Como aprendemos del Talmud, las necesidades objetivas incluyen el alimento, el refugio, la vestimenta y la capacidad para darle sustento a la familia. También incluyen el derecho a la dignidad. Sin embargo, las necesidades y la dignidad también son subjetivas, y es de incumbencia de la sociedad que se haga lugar para esta subjetividad con la aspiración de fijar una distribución justa de sus recursos. (Tractate Ktubot 67b.)

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Medianoche en París

¿Qué hay de nuevo en Woody Allen? A esta altura de su vida, trayectoria, y obra, probablemente muy poco. Sin embargo, cada nueva película genera una enorme expectativa, resulta un éxito de taquilla, y asegura buen – conocido y esperado – cine. Para quienes nos gusta, en mayor o menor grado, es un viejo conocido que esperamos año a año. Como sucede con las películas de James Bond para los fanáticos: conocemos todos los mecanismos, todos los giros, sabemos qué esperar, pero no podemos resistir un nuevo estreno. Supongo que algo similar sucede con la saga de Harry Potter en el mundo de los niños, adolescentes, y jóvenes.

Por lo tanto es muy fácil enumerar todo aquello que se repite en el cine de Woody Allen, su concisa pero no menor lista de recursos cinematográficos y artísticos en general que despliega obra a obra; pero no caeremos en esa fácil tentación. Sucede que hay películas buenas, otras muy buenas, y otras mediocres. Casi con los mismos argumentos, los mismos dramas humanos, personajes similares, paisajes paralelos, a veces Allen consigue un resultado y otras veces, otro. ¿Qué hace que “Medianoche en París” funcione y nos deleite, que perdonemos y hasta aplaudamos la repetición de recursos de la que abusa el director, mientras que “You’ll meet a tall, dark stranger” resultó aburrida, repetida, e intrascendente? Si entonces sentimos la necesidad de compartir esa sensación de tedio y falta de magia, hoy, nobleza obliga, la idea es compartir la magia que desprende su “París”.

La película se desarrolla en dos ejes: el diacrónico, vale decir, el desarrollo en el correr del tiempo, y el sincrónico, el corte en un momento dado. En este último eje tenemos a los personajes, sus relaciones y conflictos, todos los condimentos clásicos del cine de Woody Allen. En el eje diacrónico, jugando a su vez sobre el tiempo real que avanza (única opción en los “tiempos reales”) se contrapone el tiempo imaginario que retrocede. También el juego con los tiempos,  las realidades, y lo sobrenatural es un viejo recurso de Allen desde “Zelig” en adelante. Otra vez: nada nuevo bajo el sol. Sin embargo, lo que funciona son los recursos que incorpora esta película.

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El atrevimiento del embajador iraní

El mundo parece casi haberse acostumbrado a oir barbaridades  y tergiversaciones históricas de boca del Presidente de Irán Mahmud Ahmadinejad, que ha convertido en parte de su discurso público el desmentido del Holocausto,  aunque  fue una de las maldades humanas más documentadas de la historia  .  Hay sin duda quienes dicen “está loco” y con eso resuelven el problema de cómo lidiar con un dictador  que habla de esa forma. También  de Hitler decían que era loco
Pero las declaraciones de su embajador en Montevideo Hojjatollaj Soltani, demuestran que lo que hay de por medio no es una excentricidad del Presidente sino una política oficial. “Tal vez murieron, asesinaron, a unos, no sé, miles de judíos,  2 millones, 4 millones, 6 millones, eso es una mentira", dijo el embajador iraní. Como si un millón no hubiese sido suficiente…Lamentablemente, hay demasiadas pruebas históricas que confirman que fueron seis. Y el que haya  osado desmentir el Holocausto   estando en suelo uruguayo como su huésped  es no sólo una ofensa a la colectividad judía local-muchos de cuyos miembros perdieron familiares en el Holocausto y son hijos o nietos de sobrevivientes de aquel infierno-sino que es también una afrenta al Estado y pueblo  de Uruguay que son sus anfitriones.

Es que aquí viene un diplomático extranjero y se atreve, amparado en la democracia uruguaya-régimen que , dicho sea de paso, no existe  en su país-a violar  la resolución 60/7 de las Naciones Unidas adoptada por la Asamblea General el 21 de noviembre del 2005, rechazando toda negación, sea parcial o total, del Holocausto como hecho histórico.
Lo que hay de por medio no es, por supuesto, un debate histórico, sino una intención política. No precisamos a Irán para saber que el Holocausto fue perpetrado, matando a seis millones de judíos , entre ellos un millón y medio  de niños. No necesitamos a Irán para tener presente el horror de las imágenes que los propios asesinos nazis, perpetuaron en celuloide y en millones de documentos, de los presos en los campos, esqueletos andantes…de las pilas de cabello, lentes, zapatos..que quedaron como prueba material de sus otrora dueños, los judíos muertos en las cámaras de gas.

No precisamos la confirmación de nadie en Teherán para recordar a la uruguaya polaca Ana Vinocur, que logró sobrevivir aquel horror, y llegó a suelo uruguayo para empezar a vivir de nuevo, con el digno mensaje de no olvidar jamás, pero de no permitir que la vida esté dominada por el odio. Ni el de la uruguaya Ana Balog que murió de niña en Auschwitz porque sus padres volvieron a la Europa en la que habían nacido,  sin saber que la tormenta estaba por comenzar.

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Uruguay, por todos lados

altEste martes de mañana participé, junto a otros colegas periodistas, en una recorrida por diferentes instalaciones que son escenario de cooperación israelo-palestina, tanto en la parte económica como en la humanitaria. Ya escribiremos sobre eso por separado. Pero lo comento como introducción a lo que nos interesa hoy aquí.

La primera parada en la recorrida fue el pasaje de Tarkumía, aledaño a Hebron en Cisjordania, por donde pasa aproximadamente la tercera parte de la exportación palestina a Israel -en su gran mayoría agrícola- y a través de Israel, al exterior. Los camiones iban y venían, vimos los sistemas avanzados de revisación de seguridad que permiten que la mercadería sea escaneada en no más de 12 minutos y sin siquiera bajarla del camión. Y entre otros, nos reunimos con Samir Muadi, ciudadano israelí miembro de la comunidad drusa, que reside en Haifa, y es un civil que tiene a su cargo la coordinación del tema agrícola con la Autoridad Palestina.

Al finalizar la recorrida, me puse a conversar con Samir, preguntando más en detalle sobre algunos puntos que había comentado ante el grupo todo. Como es natural en este tipo de situaciones, Samir me preguntó de dónde soy y para dónde escribo y transmito. No pude entrar demasiado en detalles sobre los medios a los que represento porque apenas dije “de Uruguay”, Samir saltó. “¡Uruguay! Ahora estarás contenta entonces con la Copa América!”. Ya éramos dos por cierto los que sonreíamos…y Samir siguió: “Forlán…qué buen jugador…estuvo muy bien en el partido…”.

Se ve que en Tarkumía trabaja gente muy bien informada…

La victoria de la Celeste tuvo gran repercusión en los medios israelíes. Lo más notorio fue en el periódico Yediot Ahronot, el de mayor tiraje, que publicó varios artículos sobre Uruguay.

Con un buen juego de palabras que quien domina el hebreo capta de inmediato, el suplemento deportivo del diario  abrió su edición del lunes, adornada con una foto de Diego Forlán besándose la insignia en su camiseta. “Aluf pikud darom”, dice la frase en hebreo, que significa en su traducción más inmediata “General del Comando sur”, pero que de hecho también puede ser interpretado como “Campeón del sur”.

“En el último Mundial, Uruguay fue el seleccionado más exitoso de Sudamérica y Diego Forlán resultó electo como el jugador sobresaliente”- dice el texto en la portada del suplemento. “Anoche, demostraron que aquello no había sido casualidad, al  batir el récord de Copas América ganadas, tras la victoria 3 a 0 ante Paraguay en la final”.

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Los fantasmas de setiembre

altEn el imaginario popular israelí, el próximo mes de setiembre se ve cada vez más como un punto de inflexión de la historia moderna, un tiempo en el que una etapa relativamente cómoda, un tranquilo intervalo de prosperidad, en el conflicto con nuestros vecinos se acaba, y comienza una nueva ronda de amenazas aún no claras, que ascienden en la especulación hasta la propia conflagración nuclear con Irán.

Poco ayuda a tranquilizar el que el gobierno se demuestre incapaz de evitar un acontecimiento que él mismo califica de catastrófico, ni de neutralizar o por lo menos paliar las graves consecuencias que pronostica.

Es comúnmente aceptado que si el reconocimiento del Estado Palestino por las Naciones Unidas se hace de modo unilateral, solamente el extremismo y la intransigencia se fortalecerán, lo cual inevitablemente conducirá a una nueva ronda de violencia y, paradójicamente, postergará nuevamente no sólo la pacificación de la región, sino incluso la concreción de la independencia palestina.

Tiene razón Benjamín Netanyahu cuando postula que dicha independencia podrá alcanzarse solamente mediante la negociación directa con Israel, excepto que es claro para todos, dentro y fuera de Israel, que Netanyahu no está dispuesto a negociar nada que avance dicha independencia. Si bien bajo presión de la Administración Obama ha enunciado Netanyahu que la pacificación de la región incluirá el concepto de “dos estados para dos pueblos” el que él ahora acepta, sus socios en la coalición de gobierno, incluyendo grandes partes de su propio partido, el Likud, dicen en voz alta y clara que en el mismo momento en que se comiencen a negociar retiradas sustanciales que incluyan el desmantelamiento de  colonias judías en la Cisjordania, el gobierno de Netanyahu llegará a su fin.

Benjamín Netanyahu no es un estadista de envergadura histórica, y en compromisos cotidianos y de mucho menor envergadura ha demostrado reiteradamente que carece de la voluntad de adoptar decisiones dramáticas, que alienen a grupos de poder o a sectores considerables de su electorado.
Pero aún si quisiera sorprendernos y tomar la decisión de negociar realmente un compromiso histórico que ponga fin al conflicto entre israelíes y palestinos y le permita a ambos pueblos realizar sus aspiraciones nacionales en vecindad, y no uno a costa del otro, vuelve a tener razón Netanyahu cuando explica frustrado que no tiene una contraparte palestina para ello.

La creación de un Estado Palestino independiente junto a Israel será el resultado de la decisión de finalizar del conflicto, y no un acto aislado en sí mismo.
Como hemos manifestado, la solución pasa por el que ambas partes acepten el principio de “dos estados para dos pueblos” y más allá de las peliagudas cuestiones sobre las que no hay aún acuerdo: territorios, fronteras, acuerdos de seguridad, refugiados, economía y Jerusalén, entre otras, nadie ha podido escuchar de la dirigencia palestina el reconocimiento de que “el otro pueblo” es el pueblo judío. Todo lo contrario, Mahmoud Abbas se niega rotundamente a cualquier fórmula que pueda interpretarse de tal manera y su aceptación se limita a un “estado independiente para el pueblo israelí”, lo que deja abierta la puerta a la continuación de la lucha por la transformación de Israel en un estado “laico para todos sus habitantes” contando con que la presión demográfica conjugada de la minoría árabe y de los descendientes de refugiados que exijan volver a sus lugares históricos dentro de lo que es hoy Israel, hagan el trabajo de eliminar el carácter judío de ésta, aún sin necesidad de las armas.

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