Pogled

altMixtura de teatro documental, conferencia teórica, performance audiovisual y recital de rock con banda sonando en vivo, POGLED aparece como un eco contemporáneo sobre el derrumbe. Dormirse dulcemente en un mundo y despertarse brutalmente en otro. Como una estatua de Lenin partida en cuatro pedazos, cruzando el Danubio. Un hombre atraviesa la guerra, los Balcanes, la tierra. Y regresa. Pero ya es otro.

Todo es contado a través de la mirada, tan subjetiva, del que cuenta la historia. Pero ¿qué pasa cuando esas miradas a su vez son creadas de historias contadas y de otras miradas subjetivas que tal cual un crisol van construyendo una historia y una cultura al parecer muy objetiva?

Pogled, mirada en yugoslavo, narra la historia de la dictadura en Uruguay y trata de definir la palabra comunismo desde la visión de un hijo de activistas de izquierda durante la época de la dictadura provenientes de Europa, sobrevivientes de la dictadura comunista de Yugoslavia, su país natal. ¿Cómo se podría definir el comunismo desde estas miradas, desde estas historias? ¿Cuál es la herencia en la sociedad y en la cultura de nuestro país de hoy? ¿Cuánto hay de poesía y cuánto hay de realidad?

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Entre los malos conocidos y los buenos por conocer

altLa caída del régimen del líder libio Muamar el Kaddhafi es un motivo de fiesta. En casi 42 años de gobierno , el “nuevo amanecer” que prometió al derrocar al entonces Rey Idris, estuvo lleno de sangre y opresión. La crueldad con la que intentó reprimir el levantamiento en su contra, costó la vida de entre 15.000 y 20.000 ciudadanos libios.  La gran pregunta es si acaso el fin de su dictadura, significa automáticamente la llegada de la democracia.

Y la duda no se refiere a si mañana por la mañana se va a las urnas o se demora unos meses más, sino a si acaso es posible pensar en un escenario radicalmente diferente en Libia y en cualquiera de los otros países en los que la población logró derrocar a gobernantes autoritarios y no democráticos.

El primero en caer fue Zein Abadin Bin Ali, de Túnez, que gobernó desde 1987 hasta el 17 de enero del 2011, cuando se vio obligado a abandonar el país y huir a Arabia Saudita  a raíz de los disturbios que estallaron contra el régimen, en solidaridad con el joven que se prendió fuego tras haber sido abofeteado por una policía. Un gobierno interino gobierna hoy el país.

Luego llegó el turno de Husni Mubarak en Egipto, que menos de un mes después de las aglomeraciones en la plaza  Tahrir de El Cairo iniciadas el 25 de enero, dimitió a través de un anuncio del Vice Presidente Omar Suleiman. Hoy está en juicio. El Consejo Militar Supremo gobierna el país por ahora y claro está que un proceder democrático no ha sido su característica principal.

En Yemen, el 3 de junio el Presidente Ali Abdallah Saleh resultó gravemente herido en un ataque a su palacio, sufrió heridas en el 40% de su cuerpo y fue trasladado a Arabia Saudita. Rehusa dimitir y dice que volverá al país. Pero por ahora, Yemen está sumido en anarquía total.

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La comunidad sefaradí de Nueva Ámsterdam

altLa comunidad sefaradí de Nueva Ámsterdam, formada a mediados del siglo XVIII, albergó el primer núcleo hispano hablante de Norteamérica. La lengua española se desarrolló a mediado del siglo XVII de la mano de un pequeño grupo de colonos hispano hablantes, descendientes de los expulsados por la diáspora que marcharon de Sefarad y Portugal hacia Holanda en busca de refugio. El primer grupo judío-español llegó a Nueva Ámsterdam en 1654, oriundo de Brasil (Recife). Los judíos comenzaron a establecerse en Recife a partir de 1500. En esos tiempos la ciudad era la capital del estado de Pernambuco, en la colonia portuguesa de Brasil. Los recién llegados no tardaron en constituir la primera comunidad de judíos que existió en Norteamérica aun dominada por los holandeses.

El 7 de septiembre de 1654 atracó en el puerto de Nueva Ámsterdam el buque francés “Saint Charles”, llevando entre su pasaje a veintitrés judíos. Tras una penosa y larga travesía, tanto los pasajeros como la tripulación llegaron en un estado exhausto. Se ha debatido largamente, sin llegarse a un acuerdo, sobre la singladura seguida por la embarcación, pero no cabe duda de que los judíos que llevaba a bordo eran sefaradíes, y entre ellos, varios refugiados huidos de Recife. Los nuevos habitantes hallaron en la pequeña villa a otro correligionario, Jacob Barsimson, que había tocado tierra dos semanas antes en otra nave. Éste les transmitió las novedades sobre el talante hostil que manifestaba el gobernador local con los judíos de la colonia, informacion que no tardarían en comprobar por ellos mismos.

Este holandés, calvinista radical con cosechada popularidad antijudía, se había ganado esa reputación por haber obstaculizado con anterioridad el desembarque de un grupo de judíos de Curaçâo en Nueva Ámsterdam y otro, en un punto distinto en la isla de Manhattan. Al no alcanzar su objetivo, dispuso el encarcelamiento del grupo en tanto llegaban instrucciones de la superioridad, a la que había instruido de la arribada de aquel pelotón de “enemigos de Cristo”, gente indeseable por suponerles usureros en potencia, y perfectamente inútiles para la colonia por estar privado de dinero y otros bienes.

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Tres estados para dos pueblos

Cuando los países miembros de las Naciones Unidas-también el nuestro por cierto-se dispongan a votar en  setiembre la iniciativa unilateral que presentarán los palestinos de reconocimento de un Estado palestino independiente (que no es producto de negociaciones bilaterales con Israel) y su aceptación como miembro pleno del organismo internacional,  nos parece conveniente que recuerden: con eso no estarían aportando a una solución pacífica para israelíes y palestinos en el marco de la fórmula “dos Estados para dos pueblos” (que nos parece lógica), sino a la eternización en el terreno de otra fórmula diferente (que nos resulta peligrosa): tres Estados para dos pueblos. ¿Cuáles? Israel que ya existe, el Estado palestino gobernado  por la Autoridad Palestina con control parcial en Cisjordania y el Estado islamista de Hamas en toda la Franja de Gaza.

La reciente ola de violencia iniciada con el atentado terrorista del jueves en una carretera conducente a Eilat (que terminó con ocho israelíes muertos y más de 30 heridos)  y continuada con el disparo de 150 misiles hacia Beer Sheba, Ashdod, Ashkelon, Ofakim, Beer Tuvia , Sderot y las localidades de toda la franja del sur israelí adyacente a Gaza,-violencia que no ha terminado ya que a pesar de la declaración de un alto el fuego los misiles continúan cayendo- no debe ser analizada únicamente como otro exabrupto de los terroristas .  Esta vez, faltando tan poco para la votación mencionada en la ONU, es imperioso analizarla desde una óptica política con visión de futuro, preguntándonos qué significa en términos de control palestino del terreno.

Justamente desde la postura de apoyo a la creación de un Estado palestino independiente que viva en paz con Israel, no podemos menos que ver con gran preocupación el significado de los sucesos de los últimos días.
Claro está que una de las razones por las cuales la Autoridad Nacional Palestina firmó hace dos meses un acuerdo de reconciliación interna con Hamas, es poder alegar ante el mundo que cumple con el requisito exigido por el Derecho internacional, de control efectivo del territorio, uno de los atributos de un Estado independiente. El argumento es engañoso por cierto, ya que la Autoridad Palestina no controla Gaza y nada indica que volverá a controlarla en ningún momento y ni siquiera consigue que Hamas acepte que el actual Primer Ministro Salam Fayyad pueda encabezar un gabinete conjunto . Tampoco controla plenamente Cisjordania, donde dado que aún no se llegó a un acuerdo negociado con Israel, el estatuto de la ANP no es el de un soberano independiente.

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Biografía de Tadeo Isidoro Cruz

I'm looking for the face I had
Before the world was made.
Yeats: “The winding stair”.


El seis de febrero de 1829, los montoneros que, hostigados ya por Lavalle, marchaban desde el Sur para incorporarse a las divisiones de López, hicieron alto en una estancia cuyo nombre ignoraban, a tres o cuatro leguas del Pergamino; hacia el alba, uno de los hombres tuvo una pesadilla tenaz: en la penumbra del galpón, el confuso grito despertó a la mujer que dormía con él. Nadie sabe lo que soñó, pues al otro día, a las cuatro, los montoneros fueron desbaratados por la caballería de Suárez y la persecución duró nueve leguas, hasta los pajonales ya lóbregos, y el hombre pereció en una zanja, partido el cráneo por un sable de las guerras del Perú y del Brasil. La mujer se llamaba Isidora Cruz; el hijo que tuvo recibió el nombre de Tadeo Isidoro.

Mi propósito no es repetir su historia. De los días y noches que la componen, sólo me interesa una noche; del resto no referiré sino lo indispensable para que esa noche se entienda. La aventura consta en un libro insigne; es decir, en un libro cuya materia puede ser todo para todos (1 Corintios 9:22), pues es capaz de casi inagotables repeticiones, versiones, perversiones. Quienes han comentado, y son muchos, la historia de Tadeo Isidoro, destacan el influjo de la llanura sobre su formación, pero gauchos idénticos a él nacieron y murieron en las selváticas riberas del Paraná y en las cuchillas orientales. Vivió, eso sí, en un mundo de barbarie monótona. Cuando, en 1874, murió de una viruela negra, no había visto jamás una montaña ni un pico de gas ni un molino. Tampoco una ciudad. En 1849, fue a Buenos Aires con una tropa del establecimiento de Francisco Xavier Acevedo; los troperos entraron en la ciudad para vaciar el cinto: Cruz, receloso, no salió de una fonda en el vecindario de los corrales. Pasó ahí muchos días, taciturno, durmiendo en la tierra, mateando, levantándose al alba y recogiéndose a la oración. Comprendió (más allá de las palabras y aun del entendimiento) que nada tenía que ver con él la ciudad. Uno de los peones, borracho, se burló de él. Cruz no le replicó, pero en las noches del regreso, junto al fogón, el otro menudeaba las burlas, y entonces Cruz (que antes no había demostrado rencor, ni siquiera disgusto) lo tendió de una puñalada.
Prófugo, hubo de guarecerse en un fachinal: noches después, el grito de un chajá le advirtió que lo había cercado la policía. Probó el cuchillo en una mata: para que no le estorbaran en la de a pie, se quitó las espuelas. Prefirió pelear a entregarse. Fue herido en el antebrazo, en el hombro, en la mano izquierda; malhirió a los más bravos de la partida; cuando la sangre le corrió entre los dedos, peleó con más coraje que nunca; hacia el alba, mareado por la pérdida de sangre, lo desarmaron. El ejército, entonces, desempeñaba una función penal; Cruz fue destinado a un fortín de la frontera Norte. Como soldado raso, participó en las guerras civiles; a veces combatió por su provincia natal, a veces en contra. El veintitrés de enero de 1856, en las Lagunas de Cardoso, fue uno de los treinta cristianos que, al mando del sargento mayor Eusebio Laprida, pelearon contra doscientos indios. En esa acción recibió una herida de lanza.

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Una maratón que pone a prueba nuestra fuerza y sabiduría

La historia judía ha sido siempre una amalgama de dos temas bien diferenciados que compiten por nuestra atención, la lealtad y la preocupación por el prójimo.  La riqueza de nuestra historia es debida en gran medida a que no estamos dispuestos a permitir la victoria de una de las posiciones.

La idea de que nuestro destino sería construido en torno a dos temas ya se encuentra en el Libro de Génesis, en el cual se ofrecen imágenes muy distintas de nuestro pueblo.  En una, se nos compara con la arena en la orilla del mar, y en la otra, a las estrellas en el cielo.

Desde el momento en que Abraham comenzó su viaje, un viaje muy distinto al de las culturas que lo rodeaban, la supervivencia judía se convirtió en un problema.  Requirió que los judíos a lo largo de nuestra historia tuviéramos una fuerza de carácter y una voluntad férrea para resistir las presiones, dificultades y peligros que parecían acecharnos perpetuamente.

Para sobrevivir, tuvimos que ser como la arena, que a veces puede ser avasallada pero al final es capaz de desviar las olas del peligro y la crisis. Como arena no podemos permitirnos el lujo de la ingenuidad.  Aún en momentos de calma, cuando todo parece sereno y en paz, sabemos que en alguna parte y alguna vez, las olas volverán.  Y aún si cada uno de nosotros por sí solo es insignificante como un grano de arena, juntos constituimos una fuerza que no cede.

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Reflexiones sobre la película Pies de Acero de David Gow por Jaime Clara.

Nacido en San José, es licenciado en Comunicación Social egresado de la Universidad Católica del Uruguay, Jaime Clara es una de las voces más escuchadas en los receptores radiales de los uruguayos. Desde los micrófonos de Sarandí, Clara conduce su programa cultural sabatino, participando durante la semana en diferentes espacios de la grilla radial, tanto de interés general, cultural o de política, actividad esta última de la que se confiesa entusiasta seguidor.

¿Cómo podrías definir la palabra discriminación?

Antes que nada, habiendo diccionarios, recurramos a él. Según la Real Academia Española,  discriminar es, 1) seleccionar excluyendo y 2) dar trato de inferioridad a una persona o colectividad por motivos raciales, religiosos, políticos, etc.

Como definición está muy claro lo que quiere decir el concepto. En la medida en que siempre en la vida estamos seleccionando, eligiendo, hay cierta discriminación. Creo que en la vida cotidiana entendemos discriminar como minimizar, subestimar, negar a otra persona por alguna característica, que puede ser desde su color de piel, su trabajo, su  condición económica, su opción sexual, su religión o su club de fútbol. Siempre tenemos algo que nos diferencia de la otra persona –somos todos distintos- y si a esa diferenciación, le cargamos un componente subjetivo y de valoración negativa, estamos discriminando. Que está muy mal, pero existe.

La película Pies de Acero narra la historia de un inmigrante indio en Canadá que es brutalmente asesinado por motivos raciales por un skinhead que sigue la ideología nazi. Lo asombroso es que al acusado se le asignará un abogado de oficio que es judío (David Strathairn). La película crece en tensión al irse intensificando la relación entre abogado y cliente, necesariamente difícil. Esta película pone en perspectiva como la discriminación es una cadena de acciones y acontecimientos. ¿Qué opinión de merece esto?

La película tiene el mérito de poner muchos temas sobre la mesa y que nos lleva a la reflexión. Desde el dilema moral y ético del abogado para ver si defiende al skinhead, su compromiso con la causa, hasta los argumentos de cada uno de los protagonistas, sobre su forma de actuar en cada circunstancia. La pieza es muy interesante porque va in crescendo justamente en la tensión entre ambos, en un juego de cambio de roles donde todo se transforma en un espiral, donde quedan en evidencia los sentimientos discriminatorios que todos tenemos, incluso los que defienden causas justas, como el abogado, magistralmente interpretado por David Strathairn. Durante la mesa redonda, luego de la película, en el Festival de Cine Judío, yo decía que el juego de protagonista/antagonista, uno u otro indistintamente, tiene un desarrollo inteligente por parte del director del filme, en la medida en que rápidamente, una vez que nos muestra los hechos, el disparador de la historia que es el ataque al inmigrante, comienza a dar señales de lo que va pasando en cada uno de ellos dos (el abogado y el neonazi). Como si fuera un juego de ping pong, cada uno se va pasando el conflicto del momento: primero el abogado que tiene que defender a un nazi, luego el nazi que tiene que aceptarlo, el juego de poder que se da en la primera entrevista, donde cada uno quiere marcar territorio para hacer notar quién manda allí, pero que a la larga, luego nos damos cuenta que ninguno de los dos es lo suficientemente firme y demuestran una gran vulnerabilidad a medida que avanza la historia. Esa firmeza aparente que cada uno tiene vinculada a sus convicciones, es ficticia. Da la sensación que cada vez que se ven o cada vez que uno piensa en lo que está embarcado, están con las defensas bajas, y ese sistema de ideas que cada uno tiene cruje, se viene abajo, justamente en función de la interacción con el otro, que a priori, suponíamos, como los personajes también suponían, que eran enemigos. Es un juego muy interesante.

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Hamas, Israel y el Estado Palestino, una verdad que hay que leer

altSon numerosos los temas relacionados al conflicto entre Israel y los palestinos, que desatan discrepancias y agudas discusiones, no sólo entre las propias partes enemistadas sino dentro de cada uno de los pueblos. No todos los israelíes piensan igual ni tampoco los palestinos.
Pero hay temas en los que no nos parece que haya lugar para variadas interpretaciones, a menos que uno se deje llevar por quienes intentan engañarlo con frases efectistas, sin profundizar en su análisis y trasfondo.

Un ejemplo de ello es la actitud de la organización integrista islámica Hamas, que algunos analistas o simples lectores de información internacional pueden creer se ha “moderado” porque habla de un Estado palestino en las “fronteras del '67”. Si Hamas ya no habla de tener la totalidad de la Palestina histórica (aunque nunca fue de los palestinos) y se “contenta” con Cisjordania y la Franja de Gaza ¿acaso eso no significa que ha dejado de ser tan extremista como antes y que ahora está dispuesto a transar y aceptar algún término medio? Pues no. Significaría eso, si declaraciones en defensa de un Estado “en las líneas del '67” fueran equivalentes de una aceptación del fin del conflicto con Israel y su reconocimiento. Pero no lo son.

Antes de seguir con el análisis de por qué una cosa es lo que dicen y otra lo que esconden o planean, una aclaración clave: la posición de Hamas es sumamente importante  por más que el líder oficial de los palestinos ante el mundo sea el Presidente Mahmud Abbas (Abu Mazen), dado que Abbas busca la reconciliación con Hamas en el marco de un gobierno de unidad nacional .Pero lo es también porque Hamas, que puede determinar lo que pasa en la  Franja de Gaza que gobierna desde el golpe de junio del 2007, aspira a determinar lo que sucede también en Cisjordania.
Hoy no lo logra, debido a que Israel sigue controlando ese territorio y a que los servicios de seguridad palestinos mantienen coordinación de seguridad con Israel  y juntos, indudablemente, frenan a Hamas, que no ha logrado levantar cabeza allí como quisiera. Dado que un acuerdo futuro incluiría retiradas israelíes en dicha zona, aunque no a las líneas del '67, el rol de Hamas en los territorios que Israel dejaría podría cambiar.
Por ende, comprender lo que Hamas piensa y desearía concretar, es clave para el futuro de la paz de cara a un acuerdo; no es un mero ejercicio  deprimir  a nadie.

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¿Por qué el antijudaismo no es un prejuicio más entre otros?

alt1) ¿Por qué el antijudaismo no es un prejuicio más entre otros? ¿Qué lo vuelve particular?

Las actitudes prejuiciosas hacia minorías étnicas, religiosas, políticas o sexuales son repudiables en todos los casos. No obstante, el antisemitismo se encuentra investido de un plus en relación a otras variantes de prejuicio. Por la estructura interna de la ideación, el antisemitismo no es equiparable en su forma al prejuicio y discriminación que en nuestro país sufren paraguayos, bolivianos, coreanos u otras minorías étnico-nacionales. El antisemitismo no debería ser comprendido únicamente como una modalidad de xenofobia, de hostilidad hacia lo extranjero o lo culturalmente inasimilable (aunque este puede ser un aspecto adicional en la ideación antisemita).

Lo particular del antijudaismo, aquello que lo distingue de otras variantes de prejuicio, es que, basándose en la mitología de la conspiración judía mundial, pretende erigirse en una clave interpretativa del todo social. Sobre la figura del judío se representa la incapacidad de una comunidad atravesada por conflictos de alcanzar su cierre armónico, su unidad orgánica. Cuando el antisemitismo penetra un aparato estatal de propaganda, el judío es vuelto la encarnación misma del Mal; es responsabilizado por la variedad de desajustes supuestos en la dinámica social: las crisis económicas y financieras, la inestabilidad política, el desempleo etc. Según este razonamiento, el judaísmo internacional urde oscuras conspiraciones para apoderarse del control de los Estados y ponerlos a trabajar a su beneficio. Dichas operaciones permanecen en las penumbras fuera de la visión del público, y su denuncia se vuelve un compromiso ético y una aventura nacional.

En pocas palabras, a diferencia de otras formas de prejuicio, el antisemitismo tiene la capacidad de trascender su estatuto de componente de una ideología más amplia para -apuntando a explicar el todo- tomar impulso como una ideología por sí misma, una ideología con mérito propio, o, al menos, el sustituto de una formulación política. Se vuelve entonces un esquema con el que se pretende explicar distintas esferas de la vida social (la economía, la política, la producción, las relaciones internacionales etc.). Como decía el socialdemócrata alemán August Bebel: “El antisemitismo es el socialismo de los imbéciles”.

Otra particularidad del antisemitismo es que construye su objeto a partir de la fórmula del “secreto”, de lo no visible. En cuanto que el Mal permanece fuera de la vista del público, en el terreno de oscuras intrigas internacionales (recordemos la acusación de D’elia en relación al vínculo “secreto” entre Shocklender y la Mossad), la sospecha puede extenderse hacia cualquier judío. La estigmatización del judío no se sostiene en rasgos externos o actitudes observables o adjudicadas (como sucede con otros tipos de prejuicios) sino en la sospecha sobre lo que no se conoce, en el misterio fantasmático que envuelve a la figura del “judaismo internacional” o su sustituto contemporáneo: el “sionismo”. Recordemos lo que decía Zizek (1) en relación al funcionamiento de la fantasía ideológica antisemita: la brecha que encuentra un ciudadano alemán de la década de 1930 entre el estereotipo del judío promovido por la propaganda nazi (maquinador, intrigador, explotador) y su vivencia personal de su vecino Stern, un hombre honesto y sencillo, puede ser la marca misma de la efectividad de la argumentación antisemita. La esencia maléfica del judío se encuentra en su capacidad de ocultar su esencia, esto lo vuelve peligroso.

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Las bendiciones del vicario de Cristo al Tercer Reich

alt“La responsabilidad recae también en los que callan.” (Edith Stein)

Pío XII manifestó una nula intención de prestar alguna declaración publica, que hiciera referencia a la masacre que se estaba generando con el pueblo judío en Europa durante la Segunda Guerra Mundial, sin embargo sí se ocupó por extensión, de la política vaticana hacia el Tercer Reich. Hasta este momento, la Santa Sede no se ha manifestado en contra de la inexistencia informativa, de la que poseía el pontífice, sobre las deportaciones y reinstalaciones de los judíos por parte del régimen nazi. Es decir, el Papa Pio XII era conciente de lo que estaba sucediendo, incluso no alzó su voz en contra de los sucesos, una vez que se produjo la ocupación alemana de Roma, cuando se produjeron redadas de judíos en la propia plaza de San Pedro. Entre los detenidos figuraban judíos conversos, que iban de camino a consumar el pacto de Wannsee (la solución final).

El Papa era en Europa el único hombre libre de toda contaminación propagandística. Como la generalidad de los gobernantes seculares, optó por una postura mayoritaria entre los gobernantes, acomodarse “a cualquier régimen que afirme estar dispuesto a respetar las propiedades y prerrogativas de la Iglesia en un inamovible lugar común de la filosofía política católica” como señala el destacado sociólogo católico Gordon Zahn. Habiendo sido advertido de los sucesos que se estaban generando, por diversos miembros de la Iglesia, entre ellos Santa Edith Stein o San Freidick Muckerman, avisos que se realizaron incluso antes de que el cardenal Pacelli se convirtiera en el papa Pio XII.  

La elección del cardenal Pacelli no fue aceptada favorablemente por Alemania, porque el futuro Papa siempre se había opuesto al nacional–socialismo. El gobierno alemán fue el único que no envió una delegación oficial con motivo de la coronación del Pontífice. Pio XII se movió diplomáticamente contra Hitler y habló fuertemente contra todas las persecuciones; intervino para que Roma no fuera afectada por las persecuciones, permitiendo así que muchos hebreos encontraran refugio. ¿Fue Pio XII un obstáculo o una ayuda para Hitler?

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