Las protestas de las ciudades de carpas en Israel son un maravilloso renacer de la fraternidad mutua

Las protestas de las ciudades de carpas en Israel son un maravilloso renacer de la fraternidad mutua.

Israel nunca ha sido un estado igualitario.  Pero en su apogeo, era más igualitario que la mayoría de los estados del mundo.  La pobreza no era un problema agudo y la riqueza no era ostentosa, y la responsabilidad social hacia los pobres y los necesitados se demostraba no sólo a nivel económico sino también a nivel emocional.

En los primeros tiempos todos los que trabajaban – y casi todas las mujeres y hombres trabajaban muy duro – ganaban lo suficiente para que ellos y sus familias pudieran llevar una vida modesta pero respetable.  Los nuevos inmigrantes, los refugiados los inmigrantes que vivían en campamentos, todos recibían una educación pública, servicios de salud y viviendas.  El joven y pobre Israel era un maestro del bienestar social. 

Pero todo eso ha sido destruido en los últimos 30 años, a medida que los gobiernos capitalistas alentaron e inflamaron las leyes de la jungla económica;  tomar todo lo que se pueda.

La ola de protestas que está inundando las calles y plazas de Israel hoy en día hace tiempo que ha cesado de ser meramente una protesta acerca del precio y escasez de las viviendas.  El corazón de esta protesta es la afrenta y el atropello debido a la indiferencia del gobierno frente al sufrimiento del pueblo, el doble estándar contra la población trabajadora y la destrucción de la solidaridad social.  Las reconfortantes vistas de las ciudades de carpas extendiéndose  a través de las ciudades israelíes, de los doctores marchando por sus pacientes, de las manifestaciones y concentraciones son en sí mismas un maravilloso renacimiento de la fraternidad y el compromiso.
Después de todo lo primero que estas manifestaciones están diciendo, aún antes que “justicia social” y “abajo el gobierno,” es “somos hermanos.”

Los recursos que se requieren para establecer justicia social en Israel se encuentran en tres lugares:

Primeramente los miles de millones que Israel ha invertido en los asentamientos, que son el mayor error en la historia del estado, como también la mayor injusticia. 

En segundo lugar, las gigantescas sumas canalizadas hacia las ieshivas ultra ortodoxas, donde generaciones de vagos ignorantes crecen, llenos de desprecio hacia el estado, su gente y la realidad del Siglo XXI.  Y en tercer lugar, y quizás lo principal, el apasionado apoyo del gobierno de Netanyahu y sus predecesores al enriquecimiento desenfrenado de varios magnates y sus compinches, a expensas de la clase media y los pobres.

No olvidemos de dónde proviene la riqueza que se invierte a raudales en los asentamientos, las ieshivas y las cuentas de los magnates.  Proviene del trabajo y los talentos creativos de millones de israelíes que están cargando sobre sus espaldas la maravilla económica única de un estado pobre en recursos naturales (aún no hemos empezado a contar el gas natural), y rico en recursos humanos.

Ni los partidos, ni la veterana organización de oposición generaron esta protesta.  Nació de la dedicación y entusiasmo de cientos y miles de gente joven que arrastró tras sí a la mejor gente del país.

Es muy emocionante ver a los veteranos de la protesta de todas las generaciones, que durante años fueron una voz clamando en el desierto, pasando su tiempo en las carpas de los jóvenes, quienes están sabiamente liderando la nueva protesta.


Gente como yo que ha protestado durante muchos años contra la política de los gobiernos de Israel, abraza a esta nueva generación, que supera a las anteriores, con amor y asombro.

Fuente: www.haaretz.com
Traducido por Ría Okret



· Más leídos ·

Consola de depuración de Joomla!

Sesión

Información del perfil

Uso de la memoria

Consultas de la base de datos