Antisemitismo español: La dirección del colegio es calle Molí S/N Albalat dels Sorells en Valencia

Si usted prefiere demostrar su disgusto por teléfono, disque +34- 961 480 159. La carta de protesta puede ser dirigida a un individuo llamado Joan Baptista Malonda, el director del instituto que educa hacia el antisemitismo. Este impresentable educador estuvo a punto de ser cesado por un expediente disciplinario aunque, finalmente, y gracias a la presión popular de 4000 padres, fue reasignado en ese establecimiento para el periodo 2009-2013. Desde este, el colegio El Castell de Almoines en Valencia (España) partieron las cartas antisemitas preparadas por niños 5 a 9 años, sendas loas a la judeofobia medieval y que rechazan el derecho judío la existencia y a un estado propio.

   
La actividad educativa, manipulada y orquestada por los docentes, combinaba “creatividad” con una serie de contenidos educativos universales y altruistas. Creatividad para traducir en dibujos lo que aprendimos gracias a nuestros docentes. Una receta perfecta aderezada por el arraigado odio a los judíos MADE in SPAIN. ¡No, señor Zapatero! El antisemitismo español no es obra del Franquismo, ¡es obra suya también, de su gobierno, de su sociedad y de sus medios de comunicación!

Desde el citado instituto educativo de Valencia partieron las postales y cartas que llegaron a la Embajada de Israel en Madrid. Las cartas contenían mensajes tales como “ir a algún lugar donde alguien esté dispuesto a aceptaros”, “los judíos matan por dinero” y “evacuar el país para los palestinos”. El genial periodista Jorge Marirrodriga ha optado por tomarse el asunto con cinismo. “En España ningún niño utiliza el verbo “evacuar”. Ni por casualidad. Si acaso “te vas”, “que te pires” o “fuera, joeeeeee”. Es decir; según Marirrodriga; los chiquilines han sido adoctrinados en el mensaje correcto. “De las tres frases, dos contienen errores gramaticales. Se dice “iros” y “evacuad”. Y además “evacuar para” es una patada al castellano, señal inequívoca de que los niños fueron aleccionados por un profesor también víctima de la LOGSE”, agrega para luego rematar “… y es que en nuestro sistema educativo, desde hace tiempo, la gramática se ha puesto al servicio de la ideología. Y en este caso concreto de la ideología antisemita porque, a la vista de las frases, no cabe duda de que no se trata “de una crítica legítima a la política de Gobierno israelí”, como dicen los cursis. Cursis antisemitas”.

Leer más...

100 años de presencia institucional judía en Uruguay II.

Artículo cedido por el Departamento de Estudios Judaicos de Universidad ORT.


La inmigración judía en general presenta una particularidad que la diferencia del resto de los contingentes migratorios en el mundo. Los judíos tenemos lo que hace algunos años se denominó como: “experiencia previa de emigración” (Bouret, Martínez, Telias, 1997), producto de los casi 2000 años de vida diaspórica, durante los cuales las circunstancias históricas nos obligaron a mudarnos reiteradas veces de lugar.

Desde el Medio Oriente hacia la Europa Mediterránea. Desde allí a la Europa Central y nuevamente al Medio Oriente y el Norte de África, y desde todos esos lugares hacia América del Sur, del Norte, a la América toda y, por último, de regreso a Israel. Siempre dejando comunidades formadas en cada uno de los lugares..

Como dice Nemirovsky (1987), “Llevando consigo los elementos más imprescindibles, con gran dolor en sus  corazones y mientras amargas lágrimas rodaban por sus mejillas, se despidieron de sus hogares y de las comarcas en las cuales habían vivido tantas generaciones de judíos y renovaron una vez más el mandato bíblico “Lej Lejá meartzejá umimoladetejá…” (Vete de tu tierra y de tu parentela y de la casa de tu padre…) (Génesis, 12.1).” Tal parece que los judíos estaban condenados a ser emigrantes desde su propio origen.

Los judíos que llegaron al Uruguay no fueron la excepción. Comenzaron llegando desde la cuenca del Mediterráneo Oriental. Se sabe de judíos llegados por lo menos desde: Siria, Líbano, Palestina, Turquía, Marruecos, Egipto, Grecia, Persia, Argelia, Túnez, Yemen, Chipre, Malta, Rodas y quizás algún lugar más de la región que involuntariamente podemos estar omitiendo. De esta corriente, nació en 1932 la Comunidad Israelita Sefaradí del Uruguay.

Casi al mismo tiempo, pero intensificándose notoriamente tras el fin de la Gran Guerra (o Primera Guerra Mundial), llegaron los judíos generalmente denominados Ashkenazim o Ashkenazíes. Rusia, Letonia, Lituania, Polonia, Estonia, Rumania y Checoslovaquia, son los países que aportaron al Uruguay el mayor número. Ellos crearon en 1932 la Kehilá, a la que pusieron el nombre de Comunidad Israelita del Uruguay.

Leer más...

¿Y de Mabhuh nadie dice nada?

El reciente asesinato, en Dubai, de Mahmud el-Mabhuh, uno de los jefes del brazo armado de la organización integrista islámica palestina Hamás, llevó a los titulares a quien todo el mundo cree hoy fue el responsable del mismo: el Mossad, el servicio exterior de seguridad de Israel. Nadie tiene pruebas para vincularlo al hecho, más allá de la interpretación-que hicieron también expertos israelíes en el tema de Inteligencia- de que “parecía obra del Mossad”.

Israel, claro está, no desmiente ni reivindica, y su Canciller Avigdor Liberman declaró días atrás que “los árabes siempre afirman que todo lo que pasa en el mundo, lo hace el Mossad”. Sin embargo, cronistas y analistas israelíes especializados en temas de Inteligencia y seguridad, estiman que el operativo contra Mabhuh fue en efecto llevado a cabo por el Mossad.

Medio mundo ha puesto grito en el cielo. Es comprensible que países europeos que creen que pasaportes suyos han sido falsificados-según afirma la policía de Dubai-investiguen qué ha sucedido. Pero a mi se me ocurre que sería lógico que alguien pregunte no sólo si el Mossad-si es que fue el responsable de este operativo- falsificó pasaportes de otros países sino por qué mataron a Mahmud el-Mabhuh.

Puede que sea más atractivo publicar fotos y filmaciones de los supuestos agentes secretos que lo mataron, pero a mi se me ocurre que más relevante todavía es preguntarnos qué hacía este hombre en Dubai. ¿Por qué la policía de Dubai, que hasta publicó las imágenes de una mujer, supuesta miembro de la célula secreta, pagando en efectivo en el hotel, no publicó nada sobre los encuentros de este miembro de Hamás en el emirato? Lo único que sacaron de Mabhuh al público, fue la filmación en la que se lo ve saliendo del ascensor en el piso de su habitación.

Leer más...

Homeopatías contra el miedo: gratitud, aportes y vitalidad*

 

(*) Ponencia presentada en el panel llamado "Nosotros con Nosotros y Nosotros con los Otros" integrado por Pipe Stein, Eduardo Khon y Sergio Garfinkel en las Primeras Jornadas Intercomunitarias de la Comunidad Judía de Uruguay. Noviembre 2009.


Licenciado en Psicología en UDELAR.
Psicólogo Clínico.
Ha sido Presidente de la Asociación Uruguaya de Psicología Clínica, Docente de Psicoanálisis de la Facultad de Psicología de la Universidad de la República y Director de Nativ (Centro de Educación No Formal).
Desde hace años desarrolla su practica profesional en distintas modalidades con adolescentes y adultos, familias y organizaciones.



Hay un mirar que sabe discernir lo correcto de lo errado y lo errado de lo correcto.
Hay un mirar que capta cuando la obediencia es falta de respeto y cuando la desobediencia representa respeto.
Hay un mirar que reconoce los cortos caminos largos y los largos caminos cortos.
Hay un mirar que desnuda y no duda en afirmar que existen fidelidades perversas y traiciones de gran lealtad.
Ese mirar es el mirar del alma.


Rabino brasilero contemporáneo Milton Bonder.
De su libro Alma Inmoral

Lo primero es agradecer a los organizadores. Agradecer la invitación, y el esfuerzo, la posibilidad de pensar y plantear una perspectiva, para intercambiar, para charlar, para entablar diálogos y controversias, base de cualquier vínculo que se pretenda una relación.

Segundo, expresar el cariño y la gratitud que me inspira mi comunidad. Cariño, gratitud y respeto son desde mi punto de vista grandes habilitadores de pensamiento. Es que se piensa muy poco cuando lo que predomina es el miedo y la defensa (algo de lo que hablaremos).

Dicho esto paso a intentar presentar algunas reflexiones sobre este amplio y controversial tema que se nos propone en el panel. Nosotros con nosotros y nosotros con los otros.


Primero que nada querría hacerles notar o que subrayemos juntos lo indisociable, mutua y recíprocamente ligado que está el modo en que nos vinculamos con el otro con el modo en que nos vinculamos con nosotros mismos. Lo vinculado que esta la relación de uno con uno mismo, con la que uno establece con un otro semejante y con un otro diferente. A lo largo de todo lo que les diré, voy a tratar de poner énfasis en la relación entre sí de los dos términos del título del panel.

Quizás no siempre nos sea tan evidente y por tanto valga la pena repasarlo. A lo mejor si lo pensamos en términos de desarrollo evolutivo y psicológico sea más fácil verlo.
Sabemos que la relación de uno con uno mismo comienza afuera, en el vínculo que establecemos con quienes nos traen al mundo. El niño nace y crece en un vínculo y es en base a esa matriz vincular o al menos predominantemente en base a ella, en base al modo en que se lo trata, que él o ella  va conformando su vínculo consigo mismo, su forma de tratarse a si mismo. Claro que esto es así esquemáticamente hablando. Pero en todos los casos el vínculo con el otro tiene un papel preponderante.

Por otro lado quisiera hacerles notar para dejar apuntada, otra observación quizás todavía más evidente porque se puede observar cotidianamente que es que cuando uno está bien con uno mismo, consigo mismo, más o menos seguro, desarrolla una mayor capacidad vincular, tanto de aporte como de recepción. Dicho en forma simple, cuando uno está bien es más fácil llevarse bien con los demás, o al menos esa posibilidad tiene más chances. Uno puede acercarse al otro sin temor, sin desconfianza, sin dependencia, sin miedo a perderse en el otro y sin necesidad que el otro se pierda en uno.

Último punto introductorio, para que nos sirva de apunte, de parámetro reflexivo con los dos anteriores. El problema de la alteridad, de la relación con el otro es un gran tema de nuestra actualidad. Actualidad en donde la propuesta predominante como forma vincular es el vínculo de consumo, modalidad necesaria para el funcionamiento de la maquinaria productiva. Es la cosificación del otro, la pretensión de que el otro funcione como un objeto de consumo, que responda y satisfaga, so pena de ser desechado. Vínculo utilitario, efímero y fácilmente bélico, me servís o te sirvo. Este es un tema que excede totalmente el ámbito de la comunidad, hace al estado de la subjetividad contemporánea si es que aún podemos seguir nominándola subjetividad.

Tres puntos, tres parámetros reflexivos introductorios. Mantengámoslos en mente para trabajar con ellos homeopáticamente. A diferencia del remedio tradicional que aporta un agente externo al organismo, una fuerza externa para que resuelva por él, lo homeopático apunta a darle información al organismo para que éste active e insista sobre ciertos recursos propios para hacer frente a una dificultad o a un desequilibrio.

Veamos entonces la relación de nosotros con nosotros mismos como judíos.
Para eso quería contarles algo de la historia de este panel que creo significativa para pensar todo este asunto.

En mi caso particular cuando empecé a pensar en este panel, lo hice desde el lugar del que organiza y no como panelista. Terminé siendo panelista, luego de diversos acontecimientos. Lo cierto es que buscando a quien invitar con la comisión encargada de los contenidos, fuimos conversando sobre lo que queríamos saber, o mucho mejor dicho sobre lo que queríamos pensar. Surgió la idea de traer alguien con una visión crítica, gente no muy institucionalizada a los que muy llamativamente se les terminó llamando en la comisión, representantes de la visión no comunitaria. Son esos sesgos del lenguaje que el psicoanálisis nos insiste siempre en atender. Se deslizaba una equiparación entre visión crítica y visión no comunitaria, no adrede, pero así quedaba insinuada. Anotemos pues ese avatar. Luego uno de los pretendidos panelistas  que quisimos convocar en esta categoría nos empujó a formular preguntas sobre las que queríamos que hable. Por suerte lo hicimos y con esmero. Finalmente todos los así convocados, por motivos sumamente entendibles y algunos de ellos justamente que no podían venir por estar muy involucrados con la sociedad en general en este momento tan especial de ella, las elecciones, fueron declinando su participación, incluso alguno impedido-sancionado por su doble militancia. ¿Pasó algo más que meras circunstancias? Crítica, no comunitario, doble militancia. Es una pista al menos a tener en cuenta.
Lo cierto es que nos quedaron las preguntas, las valiosas preguntas. Y hoy el panel quedó conformado así. Quedamos estos, nosotros, y hoy tenemos que abordarlas estos nosotros y creo que es un orden lógico. Un énfasis certero, pues cómo nos ven seguro tiene que ver con cómo nos vemos estos nosotros. Les leo algunas de estas preguntas para que se hagan una idea por donde venían.

¿Cómo percibís la inserción de la gente judía en el ámbito no judío?
¿Cuán integrada ves a la comunidad judía en la sociedad general?, ¿debería estar más o menos? ¿Cómo ves los aportes de la sociedad general a la comunidad y viceversa? ¿Y en la política en particular?
¿Cómo son percibidos los judíos en tu entorno laboral? Específicamente ¿cómo pensás que se percibe al judío en relación al dinero?, ¿y a la ética en general?
¿Sentís alguna responsabilidad al respecto?
¿Cómo impactan los temas relacionados con Israel en los judíos? ¿el antisemitismo y el antiisraelismo?
¿Cómo percibís los vínculos intercomunitarios?


Creo que estas preguntas son muy buenas y sustantivas. Son preguntas sobre las que todos deberíamos ensayar una respuesta.
Mi idea es dar quizás, para aquellos que acuerden en algún punto conmigo, apenas un aporte. Una perspectiva para pensarlas. No pretendo dar una respuesta, ni un punto de vista, simplemente una perspectiva para pensarlas. Les adelanto que esta posición me simpatiza sobre todo como dirección, como posición para relacionarnos con la sociedad en la que vivimos, plantearnos como un aporte, como perspectiva, y tratar de que nos vivan como un aporte. Sea la forma que sea que adoptemos, que nos puedan considerar un aporte.

Tomémoslas pues en general, como nos vemos nosotros. Creo que como todos los mortales tenemos cosas para resolver, para interrogar, disociaciones que intentar integrar, la ética, el dinero, la naturaleza, el diferente, la justicia, los vínculos. ¿Vivimos acorde?. Sea cual sea el camino en el que estemos con nuestro judaísmo aceptar estas preguntas supone profundizar, comenzar por mirar en nuestras familias, en nuestras parejas, en nuestros trabajos, negocios, y profesiones. En nuestras escuelas, en nuestro movimientos juveniles. ¿Cómo son las relaciones entre nosotros, con los otros cercanos, con los otros más lejanos? ¿Cómo se relacionan nuestros chicos entre sí, cómo se relacionan los hermanos en esta comunidad, los socios, cómo circulan nuestros valores en nuestras prácticas, en nuestras propuestas cotidianas?. Ahí vemos lo que luego ven los demás. No se trata de planteárnoslo como una deficiencia, sí como posibles dificultades, mejor aún como posibles desafíos. No sólo en la teoría, no sólo en los discursos, no sólo en nuestros rituales, no sólo en nuestros proyectos institucionales, sin desmerecerlos para nada, pero también, al menos hoy, en nuestras prácticas cotidianas, en la profundidad de nuestro ser, nuestro ser individual, grupal, institucional, comunitario. Quiero distinguir estas dimensiones, pues son distintas, a veces andamos muy bien institucionalmente pero uno ve que grupal e individualmente la cosa no es consistente, o viceversa. En el tema que abordamos creo que lo grupal es una dimensión clave. 

Lo que se ve, lo que se siente, lo que se respira, lo que se transmite sale de los pequeños poros. Por eso hago énfasis en esta dimensión muy práctica, muy cotidiana, muy micro, que no es ritual sino experiencia. Creo mucho en el micropoder. Creo que el poder es un ejercicio sumamente necesario, pero lo es mucho más cuando el micropoder es deficitario. No sé si me siguen, pero es algo así como que si bien entiendo insustituible a nuestro Comité Central, me interesa el comité central o la tzdaká de cada día, de cada uno, de cada acto, me interesa más el comedor, el estar, la habitación que el lobby. Insisto que el lobby es necesario, pero para nada suficiente. Es más necesario cuando los actos no hablan lo suficiente. Y a veces no hay lobby que te salve como a veces no hay actos que frenen la masiva proyección del otro. El lobby como la certificación es aquello que aparece cuando los actos se despegan de su sentido.
Entonces insisto, ¿cómo son nuestras parejas, cómo son nuestros divorcios, estamos satisfechos con cómo procesamos nuestras uniones, nuestras separaciones, podemos pretender que sean consideradas un aporte para la sociedad? ¿Y nuestros vínculos familiares, con nuestros chicos, con nuestros padres? ¿y nuestros grupos, cómo se llevan nuestras niñas entre sí, nuestros niños, qué y cómo les transmitimos sobre el diferente, sobre el otro?
¿Cómo se los ve a los judíos? Y … se los ve también como son. También dije, no dije solamente. La pregunta es entonces cómo somos, al menos esa es la primera pregunta. Bien entonces por los invitados que dijeron que no podían venir. Pues hoy, hemos empezado nosotros, pero los esperamos para la próxima.
Sigamos entonces, ¿cómo estamos posicionados frente a la tendencia actual de los vínculos, frente al consumo, frente a lo material y lo cosificante que azota nuestra sociedad, realmente tenemos una postura real diferencial, y frente a lo territorial, frente a lo especular y lo narcisista? ¿Cuál es la relación que tenemos con la espiritualidad, más allá de tal o cual ritual, podemos considerarnos con una dimensión y práctica espiritual desarrollada? ¿Cómo nos divertimos, cómo la pasamos bien, cuáles son nuestras aspiraciones? ¿Cómo nos sentimos con nuestras respuestas a estas preguntas, somos conocidos por algo de esto?
Creo que aquí se juega una parte muy sustancial de nuestra relación con el exterior, con los otros otros. En la respuesta a estas preguntas se sostiene nuestra capacidad de circulación e intercambio con la sociedad en general.
Quizás un primer y fundamental aporte a la sociedad es presentar una forma de convivencia elaborada, trabajada, diferencial, que sirva de inspiración. Creo que en muchas cosas lo hacemos muy bien, muy bien, sobre todo institucionalemente, si no vean esta jornada. Mi sugerencia es concientizarnos de eso, de su importancia y desde allí, desde esa toma de conciencia desarrollarlo más y mejor. También en otros muchos aspectos estamos más en el debe, y es cuestión de asumirlo. Lo que no aportamos es porque tampoco lo tenemos. Sería bueno trabajar en nuestros grupos… pero para asumirlo, para admitirlo, debemos vencer entre otras cosas, algunos temas que tienen que ver con el segundo punto que quiero plantearles.  El miedo en los vínculos, nuestro gran inhibidor, nuestro gran disociador.


Este segundo tema es mucho más difícil aún. Los otros diferentes. Dos grandes dificultades atraviesan basalmente nuestro vínculo con ellos y desembocan en una inevitable vivencia de peligro. El otro como perseguidor y el otro como fuente de asimilación. Desde allí la relación está marcada por el miedo y por supuesto que desde allí es más que difícil avanzar, es un handicap. Handicap al que hay que prestarle mucha atención no sólo por lo que eso marca con el afuera, sino también porque es ese tipo de modelo vincular que se nos cuela para adentro, lo internalizamos también en nuestro vínculo entre nosotros, con nosotros mismos, en nuestra forma de tratar nuestras diferencias. Si vemos un perseguidor afuera, lo vamos a empezar a ver al lado y también dentro nuestro. Quiero insistir en esto pues muchas veces nos pasa inadvertido, pero hoy lo territorial y defensivo marca la subjetividad general. Siempre estamos protegiéndonos, lo cual disminuye claramente nuestra capacidad como amantes, como sujetos deseantes. Si parte de nuestras dificultades internas, en general, como individuo y como comunidad tienen que ver con nuestra vivencia del otro y del exterior y parte de las dificultades que tenemos en el exterior tienen que ver con nuestras dificultades internas.
La persecución es un gran tema. Y es un tema bravísimo de zanjar y con el que lidiar. No sólo para los judíos, es un tema bravísimo en el mundo actual, pero para cada quien con su particularidad. En nuestro caso somos todos sobrevivientes, todos, imposible estar ajeno, somos sobrevivientes como alma grupal, tribal, comunitaria. Si yo les digo que un hermano de mi abuelo sobrevivió toda la shoá en Europa, Gueto, campo de trabajo, de exterminio,  y al regresar a su casa fue asesinado por el vecino polaco que había ocupado su vivienda durante su ausencia,  ninguno de uds. puede no sentirlo en su propio cuerpo. Y con ese cuerpo partimos al encuentro del otro. Lidiamos con eso en niveles inimaginables e inconcientizables. Una sensibilidad a flor de piel, una facilidad para ver enemigos en cualquier parte y siempre cerca. No es una crítica, es una descripción. No estoy diciendo y discutiendo si es fundamentada o no, menos en la compleja actualidad, ni me meto con eso. Hoy sólo digo que eso marca profundamente nuestro vínculo con la sociedad. Y a veces no podemos ni reconocerlo pues reconocer una debilidad es mucho más difícil cuando uno tiene una marca de hostilidad en el cuerpo. Es como si dijéramos: si reconozco una debilidad, una contradicción, una falla, los “enemigos” nos matan. Y así nos transformamos en el enemigo de nosotros mismos y de nuestro desarrollo. Nos disociamos. Nos inhibimos de conocernos, de conocer al otro, y ni que hablar de dejarnos conocer y aportar.
En el transcurso de las conversaciones sobre este panel, alguien comentó que escuchó decir que los judíos son oficialistas. Me partió la cabeza y sobre todo el alma. El alma pues reconozco algo de eso, me suena, lo comprendo, una parte mía lo entiende, y lo entiende con el cuerpo. A la vez me rebela y me revela. Lo admito y a la vez no me lo admito, no me lo permito. Entiendo que generacionalmente debemos tratar este asunto, hasta encontrar nuevos equilibrios. Aceptar y admitir el miedo para que no nos domine, y para que en la búsqueda de la supervivencia física no perezcamos espiritualmente. Es un compromiso esencial de lo judío la pregunta, la interrogación, la resistencia y la propuesta, el nadar en la corriente pero contra ella. Abraham es conocido como “Abraham el hebreo” –en hebreo: “Abraham haivri” (Génesis 14: 13). “Me Ever lanzar” –del otro lado del río. Me Ever – es estar del otro lado. Podemos estar de acuerdo con el discurso oficial, pero como punto de llegada, no como punto de partida. Y esto es esencial para una buena relación con nosotros mismos. Y sé que mientras estoy diciendo esto, el miedo está trabajando entre nosotros, en mí al decirlo en ustedes al escucharlo. Pero venzo el temor al menos de admitirlo, si no me paralizo. Me interrogo.
Acá tenemos que ganar coherencia. Coherencia y cohesión, que jugando un poco podría decir que tienen el mismo shoresh. Y no me refiero a la cohesión que da la igualdad o la rigidez de pensamiento, si no a la que proviene del manejo de las diferencias y la admisión de las contradicciones y las contrariedades. Sí, tenemos un conflicto allí. Hasta acá el vínculo con el “perseguidor”.

Ahora bien, si bien el miedo a la asimilación actúa en cuanto a los efectos se refiere en forma similar a lo anterior, se trata de algo muy distinto. La asimilación es nuestra propia neurosis y en este punto creo que la cosa podría sentirse diferente. Cuando digo neurosis, es obvio que viniendo de mí, psicólogo clínico, no la estoy minimizando, no es menos difícil ni menos real, ni menos dolorosa, no trataría así a la neurosis. Pero entiendo que es un miedo que proviene de otro lado, no del mismo cuerpo. El miedo a la asimilación que marca profundamente nuestro encuentro con el otro, nuestro temor a perdernos en el otro, sólo habla de la flaqueza de nuestras identificaciones, nos debilita profundamente, nos resta creatividad, fluidez, y por ende aumenta nuestro miedo pues proviene de e incrementa nuestras propias disociaciones. Nos inhibe, como inhiben los muros, pues muros y cercos son muchas veces signos de conflicto interior. Acá habría dos posibilidades, dos enfoques, dos fuerzas en tensión, dos concepciones de comunidad que conviven y convivirán, empujan y empujarán. Una construida y sostenida en base a muros, cercos y seguridades, muros imaginarios, y otra hecha en base a un imán, a un polo atractivo, que incluye lo incierto, apuesta a su propuesta y confía en sus aportes y en su capacidad de gustar y perdurar por su vitalidad. En la primera, en una comunidad en la que predominan los cercos, en un identidad construida en base a cercos, si uno sale, cruza el límite ya no sabe quien es pues lo que lo define es estar dentro del cerco, uno tiene un limite estricto de movimiento. En el segundo caso uno puede deambular, curiosear, pues la conexión es por así decirlo inalámbrica. En esto no hay mucho más para decir. Es obvio que una y otra tendrán posibilidades de intercambio con la sociedad general muy distintas.

Mirado desde aquí estaríamos aportando algo menos de lo que podríamos porque estamos asustados. El primer miedo se entiende y con él será difícil y no depende sólo de nosotros. El segundo es responsabilidad nuestra, de acercar el judaísmo a nuestra vida cotidiana, a nuestro cuerpo de ser y confiar, que lo vital perdura. En cuanto a la asimilación estamos asustados porque nos falta profundizar y resolver nuestros asuntos internos. Es un hermoso desafío. Que el judaísmo sea una herramienta de transformación, nuestra y de la sociedad en que vivimos, que las instituciones entren en nosotros, que las llevemos dentro y que florezcan desde nosotros, en nuestra cotidianeidad, y  no que saquemos lo mejor de nosotros para dejarlas en ellas o en sus estatutos.
Fortaleciendo eso, seguramente podremos transitar el vínculo con los otros de otro modo, seguros de lo que tenemos para aportar, con una propuesta viva, consustanciada, de la que nos sintamos orgullosos. Como oficialistas de partida no tenemos chance. Hay y han habido varios episodios de abstinencia en los que desde el punto de vista de la vitalidad es inadmisible abstenerse. Y cuando digo abstenernos no digo tal o cual posición, si no de abstenernos de tratarlos y de tratarlos en nuestra condición de judíos, de colectivo, de grupo. Si no trabajamos nuestras contradicciones, si no las aceptamos, si no las integramos, siempre vamos a tener miedo, miedo a salir afuera y que el otro nos descubra, y en ese momento o nos inhibiremos o lo acusaremos.
Miren, no sé si seremos el pueblo elegido o no, pero seguro no somos el pueblo perfecto y no debemos confundir elegido con perfecto. A mí no me gusta mucho tampoco elegido, pero entiendo su origen bíblico, admito que otros así lo vean, pero creo que a veces  esa responsabilidad nos paraliza, no nos permite analizar nuestras miserias y nuestros infantilismos, nuestras incoherencias, hablar de nuestros problemas, y usarlos para crecer. Los síntomas son siempre una gran oportunidad. Negarlos es fatal. Y la sociedad en general prefiere negarlos o aplastarlos químicamente. Nosotros podríamos aportar una contracorriente. Si no queda el silencio SHHHSHHH. Hoy la sociedad invita al miedo.
Y obviamente si tenemos miedo, no vamos y no invitamos lo suficiente. Nos encerramos. Nuestro miedo es histórico,  la historia es  muy importante pero es útil hacerla pasado, que no es sinónimo de olvido. Pasado y olvido son cosas distintas. Pero reconozcamos que la historia no se hace pasado sola, no es pasado por definición, requiere una elaboración para hacerse pasado.
En suma, la posibilidad y las características del vínculo con nosotros mismos, entre nosotros y con los otros depende de la vitalidad de nuestra propuesta. Y la vitalidad es desde mi punto de vista una forma de vínculo con lo nuevo y con lo diferente,  cuando lo nuevo y lo diferente deja de ser una amenaza y se transforma en una oportunidad.

Esta jornada es un ejemplo de las posibilidades nuevas. Lo es institucionalmente y lo fue grupalmente, al menos en el grupo en el que yo participé. Se trataron con éxito pero no sin trabajo todo tipo de diferencias. Fue una verdadera práctica, experiencia.

Y cierro con algo de Walt Withman, al que nunca había leído hasta que encontré esta frase en un epígrafe de un libro del querido pensador, maestro y mejor amigo Janan Nudel al que aprovecho para homenajear y agradecer.
Withman  dice: “Me contradigo y qué, soy inmenso y contengo multitudes”.
Janan siempre decía: “Uno sólo puede transmitir lo que está vivo en uno”.

Conocer gente como Janan también es parte de la práctica viva de mi pasaje por la comunidad por eso va nuevamente para ella mi gratitud.
Es que sin gratitud no hay aporte, y sin aportes no hay vitalidad. Gracias, espero haber aportado. A mí me aportó escribirlo.




Ofra Jaza

(Tel Aviv, 19.11.1957 – íd., 23.2.2000), de quien estos días se cumplen 10 años de su prematura desaparición, fue quizá la más popular de entre las voces femeninas que brindara Israel, y sin duda la primera en trascender los límites del país y darse a conocer internacionalmente. Fue ampliamente reconocida por su peculiar combinación de ritmos judeo-yemenitas y música pop, aderezada con textos en hebreo yemení, árabe, inglés y francés, que la hicieron acreedora a lo largo de su carrera de 16 Discos de Oro y Platino, así como de la única nominación de un cantante israelí al premio Grammy.


Ofra Jaza nació en el seno de una familia tradicional de origen yemení, e irrumpió en la escena musical internacional en 1983, cuando representó a Israel en el Festival Europeo de la Canción, Eurovisión, en el que consiguió un meritorio segundo puesto con su canción Jai (“Vivo”). Al año siguiente lanzó su disco Yemenite Songs, ícono de la carrera musical de la artista, basado en los poemas del rabino Shalom Shabazi, (1619-1679), el más grande de los poetas judíos del Yemen. En 1994, a pedido del entonces Primer Ministro Itzjak Rabin, cantó en la ceremonia en que se le impuso el Premio Nobel de la Paz en Oslo.

Ofra Jaza compartió escenario con decenas de destacados artistas de primer nivel mundial, entre ellos Michael Jackson, Whitney Houston y Paul Anka; e israelíes como Yehudit Rabitz, Gidi Gov, Yafa Yarkoni y Shoshana Damari. Además, varios de sus temas se transformaron en emblemas de la sociedad israelí, como la mencionada Jai o Le'órej hayam (“A lo largo del mar”), coreada por el público en la manifestación multitudinaria en repudio al asesinato de Itzjak Rabin, y hoy en día parte integral de la conmemoración de Yom Hazikarón, día de recordación de los muertos en las batallas de Israel.

Leer más...

Adio Kerida

Desde Madrid.

Forlán, el Atlético Madrid, la comida Sefaradita y la matemática especial.

El Estadio Calderón luce bajo el cielo madrileño banderas azules, blancas y rojas.  La barra brava del Atlético  se agita en las gradas, fervientes, al equipo de sus amores.

No pertenecen al Real Madrid, el otro cuadro local, más fino y silencioso durante los partidos. Los hinchas del Atlético Madrid son apasionados y se manifiestan con cánticos, bombos y trompetas. ( Kilomberos, bah… )

La noche moja el césped con una lluvia constante y molesta. Pero a diferencia de mis tardes en el Estadio Centenario, hoy tengo la suerte de estar bajo techo.  Cosas del primer mundo.

De pronto aparece en el escenario deportivo Forlán, dispuesto con garra charrúa y  -los mejores abdominales del fútbol local- a dar fiera batalla contra el cuadro Galatasaray, de Turquía. El encuentro terminó sin vencido ni vencedores. No fue la Batalla de las Piedras.  Pero  el 1 a 1 del final dejó a los participantes en un estado de ánimo neutro como el ph de un jabón de glicerina. En el transcurso del evento cada vez que Diego Forlán tocaba la pelota el estadio gritaba a viva voz: “ ¡Uruguayo, uruguayo!” . Ante esta muestra de afecto ibérico mi piel se pone de gallina, o debido al frío, como un caldo de gallina… Knorr.

Sentada allí,  en el barrio que rodea el río Manzanares, recuerdo que al otro lado del océano, rodeando otro Río, plateado de lunas estivales, se encuentra mi Montevideo querido. (Cuando yo te vuelva ver…) Allí debajo de las luces amarillas palpita mi barrio; con su sol dorado quemando las arenas de Pocitos Beach. Cierro los ojos y casi puedo verlos: la costanera alborotada de cerveceros que dejan pasar el tiempo acodados sobre los muros de la rambla. A los sospechosos de siempre, amantes de lo ajeno, a los conchetitos de zapatillas deportivas y pelito al costado. A las chicas solteritas y cachondas, riendo como gallinas cluecas bajo la palmera de Ibarbourou. A los ciclistas estivales que salen a darle pedal a la vida y a los niños de semáforo, haciendo malabarismo con una infancia perdida y en luz roja.

Leer más...

Gloria de perdedores, BCG

Este espectáculo aniversario, que está inspirado en los 25 años de carrera del grupo, comienza en tono ceremonioso, con un Jorge Esmoris muy protocolar, que lee un discurso a diplomáticos y las autoridades nacionales. La pieza oratoria, llena de contrasentidos, estalla inmediatamente en una locura general, en la que no falta el clásico recorrido por las contradicciones del Uruguay, lo que el país quiere ser y no es, los mitos y los problemas que parecen insuperables.

Jorge Esmoris, el fundador y cabeza del grupo, define el aniversario como un pretexto, "o un marco legal", para organizar un espectáculo que si bien tiene referencias a la historia de la revolucionaria murga teatral, no busca ser en absoluto nostalgioso.

"No hacemos un raconto. Hay un guiño al principio, un monologuito de nuestra carrera por el carnaval uruguayo, con los momentos fuertes de la BCG, no solamente en el carnaval sino también en el teatro. Buscamos los pasajes donde pudiésemos desplegar toda esa fuerza de tener una banda de siete músicos, buen equipamiento técnico y un escenario acorde", sintetiza Esmoris.

Leer más...

¿Hay un retorno de lo religioso?

Siempre recuerdo el discurso de Aristófanes en El Banquete de Platón, cuando explica la naturaleza del amor como la restauración de una armonía original. Hombres cortados en dos que se desviven por hallar su otra mitad y retornar a su condición previa y plena. Siempre supuse que el amor tenía algo de religioso, algo de búsqueda infinita por lo infinito; pero no me había detenido a pensar que podía tener algo que ver con el retorno. Uno ama lo que no tiene, agregará Sócrates páginas después, pero lo ama porque en algún sentido creyó haberlo tenido. O cree que es posible la plenitud. O cree que las carencias deben ser satisfechas. De algún modo, se suele leer el retorno de lo religioso como un regreso al pasado. Como si una supuesta paz primigenia se hubiera perdido con la modernidad. Como si la deriva del hombre moderno legitimara la superioridad del mundo tradicional. Está claro que en un mundo materialista, hiperconsumista y neoindividualista se produce un vaciamiento de sentido generalizado, y está claro también que se sigue creyendo que frente al vacío, la única opción es aferrarse a lo rígido; pero no podemos dejar de ver que la crisis actual es el final de todo un proceso que tiene su origen en las dogmáticas religiosas tradicionales para continuar con la prepotencia del mundo secular. Creer que el retorno del pasado a secas o el aferramiento a las grandes verdades absolutas resuelve el problema es como querer apagar el fuego con el mismo líquido que lo causó: el Dios que vuelve no puede ser el mismo Dios que desató la crisis. La aparente oposición entre la fe y la razón deja de lado el elemento en común que las identifica: tanto el creyente como el ateo están seguros de algo. La cuestión es repensar el valor de las certezas, y más que el valor, su precio. ¿Cuánto le ha costado a lo humano el absoluto?
Por ello, se puede pensar el retorno de lo religioso de un modo no dogmático, descargado de su valor de verdad absoluta. La condición finita del ser humano lo compele a continuar con su búsqueda infinita. Buscar es un motivo religioso primordial, en la medida en que nos asumimos en nuestras limitaciones. Religión puede ser etimológicamente religare, y por ello religarnos con el supuesto Creador, como puede ser también relegere, que en uno de sus sentidos puede llevar a la idea de una relectura incesante ante la ausencia de un sentido primordial. Tal vez el Dios que vuelva sea el que no pudo desplegarse: el Dios protagonista de nuestros relatos.

Leer más...

Envidiable osadía israelí

Antes que nada, una aclaración: el fútbol nunca fue mi 'cup of tea'. Pero aún así, el enigma acerca de la identidad del nuevo entrenador de la selección israelí, me quita el sueño desde hace unos días. Si el tema me tiene así de alterada, imagínense las ojeras de los jugadores, dirigentes e 'hinchas'.

Supongo que el asunto se habrá venido cocinando desde hace tiempo pero en mi cotidianidad irrumpió de la noche a la mañana, durante un programa de actualidad, que escuchaba mientras cocinaba. El tema del día era la conferencia de prensa que había convocado el ex jugador de fútbol Eyal Berkovitz para autopostularse para el cargo de entrenador nacional.

Berkovitz es uno de los pocos nombres y caras del deporte nacional que conozco. Con el correr de los años lo habré visto un par de veces, pero nunca asi, hablando de manera tan efusiva, impetuosa y sobretodo "dugrit" (sin pelos en la lengua), dejando en claro que lo políticamente correcto está más allá de su persona.

Mientras escuchaba a Berkovitz lanzar al aire de manera tan atropellada su candidatura ("sólo el que se atreve, logra lo que se propone. Si me quedase en casa esperando que me den el nombramiento, no me lo darían nunca") –a la vez que, preso de su propio furor, tiraba al piso las hojas de su discurso nunca pronunciado– tuve por un momento la fantasía de que no era el ex futbolista quien hablaba, sino un personaje imaginario y satirico, creado de manera grotesca a imagen y semejanza del arquetipo del tzabar (nativo de Israel): audaz, arrojado y resuelto. Y perdón por generalizar, pero no pude evitar la tentación.

Leer más...

Cesar Pavón, el acordeón klezmer del subte argentino

En su recorrido, la línea B de subterráneos de Buenos Aires hace escala en los dos barrios más ligados a la colectividad judía: Once y Villa Crespo. El dato parece no pasar desapercibido para César Pavón, un acordeonista de treinta y tres años que recorre los vagones alegrando a sus pasajeros con un insólito repertorio de música klezmer.
    
El camino que llevó a este músico a conectarse con los centenarios sonidos de los judíos europeos comienza en Laguna Paiva, una localidad de la provincia argentina de Santa Fe donde creció. Desde chico mamó el chamamé, ritmo típico de la zona Litoral, estimulado por familiares músicos: su padre es guitarrista y su abuelo integró una orquesta típica. Estudió música y siendo pequeño debutó en Buenos Aires, en el Sindicato Argentino de Autores y Compositores (SADAIC), apadrinado nada menos que por María Elena Walsh.

Con Andrés Segovia, hijo del reconocido chamamecista Zitto Segovia (1953-1989), comenzó  a viajar seguido a Buenos Aires, donde hizo sus primeras armas tocando en trenes, subtes y peñas folcklóricas.  Finalmente, contra viento y marea, decidió afincarse en la Reina del Plata. “En el subte arranqué con un guitarrista que conocí mientras yo vendía artesanías. El primer día hicimos 47 pesos cada uno, estábamos re contentos”, recuerda.

Sin embargo, los primeros tiempos no resultaron fáciles, hasta llegó a dormir en la calle. Hace menos de dos años, luego de transitar por pensiones logró alquilar por primera vez un departamento en el que vive junto con su mujer Laura y la hija de ambos, Luz Morena, de cinco años. Como no podía ser de otra manera, la pareja se conoció en el subte. Ella trabajaba en una panadería cercana a la estación Federico Lacroze, él deleitaba a los pasajeros con tangos de Piazzolla, pasos dobles,  valsesitos o chamamés. “Fue amor a primera vista”, asegura.
 

Leer más...

· Más leídos ·

Consola de depuración de Joomla!

Sesión

Información del perfil

Uso de la memoria

Consultas de la base de datos