Homeopatías contra el miedo: gratitud, aportes y vitalidad*

 

(*) Ponencia presentada en el panel llamado "Nosotros con Nosotros y Nosotros con los Otros" integrado por Pipe Stein, Eduardo Khon y Sergio Garfinkel en las Primeras Jornadas Intercomunitarias de la Comunidad Judía de Uruguay. Noviembre 2009.


Licenciado en Psicología en UDELAR.
Psicólogo Clínico.
Ha sido Presidente de la Asociación Uruguaya de Psicología Clínica, Docente de Psicoanálisis de la Facultad de Psicología de la Universidad de la República y Director de Nativ (Centro de Educación No Formal).
Desde hace años desarrolla su practica profesional en distintas modalidades con adolescentes y adultos, familias y organizaciones.



Hay un mirar que sabe discernir lo correcto de lo errado y lo errado de lo correcto.
Hay un mirar que capta cuando la obediencia es falta de respeto y cuando la desobediencia representa respeto.
Hay un mirar que reconoce los cortos caminos largos y los largos caminos cortos.
Hay un mirar que desnuda y no duda en afirmar que existen fidelidades perversas y traiciones de gran lealtad.
Ese mirar es el mirar del alma.


Rabino brasilero contemporáneo Milton Bonder.
De su libro Alma Inmoral

Lo primero es agradecer a los organizadores. Agradecer la invitación, y el esfuerzo, la posibilidad de pensar y plantear una perspectiva, para intercambiar, para charlar, para entablar diálogos y controversias, base de cualquier vínculo que se pretenda una relación.

Segundo, expresar el cariño y la gratitud que me inspira mi comunidad. Cariño, gratitud y respeto son desde mi punto de vista grandes habilitadores de pensamiento. Es que se piensa muy poco cuando lo que predomina es el miedo y la defensa (algo de lo que hablaremos).

Dicho esto paso a intentar presentar algunas reflexiones sobre este amplio y controversial tema que se nos propone en el panel. Nosotros con nosotros y nosotros con los otros.


Primero que nada querría hacerles notar o que subrayemos juntos lo indisociable, mutua y recíprocamente ligado que está el modo en que nos vinculamos con el otro con el modo en que nos vinculamos con nosotros mismos. Lo vinculado que esta la relación de uno con uno mismo, con la que uno establece con un otro semejante y con un otro diferente. A lo largo de todo lo que les diré, voy a tratar de poner énfasis en la relación entre sí de los dos términos del título del panel.

Quizás no siempre nos sea tan evidente y por tanto valga la pena repasarlo. A lo mejor si lo pensamos en términos de desarrollo evolutivo y psicológico sea más fácil verlo.
Sabemos que la relación de uno con uno mismo comienza afuera, en el vínculo que establecemos con quienes nos traen al mundo. El niño nace y crece en un vínculo y es en base a esa matriz vincular o al menos predominantemente en base a ella, en base al modo en que se lo trata, que él o ella  va conformando su vínculo consigo mismo, su forma de tratarse a si mismo. Claro que esto es así esquemáticamente hablando. Pero en todos los casos el vínculo con el otro tiene un papel preponderante.

Por otro lado quisiera hacerles notar para dejar apuntada, otra observación quizás todavía más evidente porque se puede observar cotidianamente que es que cuando uno está bien con uno mismo, consigo mismo, más o menos seguro, desarrolla una mayor capacidad vincular, tanto de aporte como de recepción. Dicho en forma simple, cuando uno está bien es más fácil llevarse bien con los demás, o al menos esa posibilidad tiene más chances. Uno puede acercarse al otro sin temor, sin desconfianza, sin dependencia, sin miedo a perderse en el otro y sin necesidad que el otro se pierda en uno.

Último punto introductorio, para que nos sirva de apunte, de parámetro reflexivo con los dos anteriores. El problema de la alteridad, de la relación con el otro es un gran tema de nuestra actualidad. Actualidad en donde la propuesta predominante como forma vincular es el vínculo de consumo, modalidad necesaria para el funcionamiento de la maquinaria productiva. Es la cosificación del otro, la pretensión de que el otro funcione como un objeto de consumo, que responda y satisfaga, so pena de ser desechado. Vínculo utilitario, efímero y fácilmente bélico, me servís o te sirvo. Este es un tema que excede totalmente el ámbito de la comunidad, hace al estado de la subjetividad contemporánea si es que aún podemos seguir nominándola subjetividad.

Tres puntos, tres parámetros reflexivos introductorios. Mantengámoslos en mente para trabajar con ellos homeopáticamente. A diferencia del remedio tradicional que aporta un agente externo al organismo, una fuerza externa para que resuelva por él, lo homeopático apunta a darle información al organismo para que éste active e insista sobre ciertos recursos propios para hacer frente a una dificultad o a un desequilibrio.

Veamos entonces la relación de nosotros con nosotros mismos como judíos.
Para eso quería contarles algo de la historia de este panel que creo significativa para pensar todo este asunto.

En mi caso particular cuando empecé a pensar en este panel, lo hice desde el lugar del que organiza y no como panelista. Terminé siendo panelista, luego de diversos acontecimientos. Lo cierto es que buscando a quien invitar con la comisión encargada de los contenidos, fuimos conversando sobre lo que queríamos saber, o mucho mejor dicho sobre lo que queríamos pensar. Surgió la idea de traer alguien con una visión crítica, gente no muy institucionalizada a los que muy llamativamente se les terminó llamando en la comisión, representantes de la visión no comunitaria. Son esos sesgos del lenguaje que el psicoanálisis nos insiste siempre en atender. Se deslizaba una equiparación entre visión crítica y visión no comunitaria, no adrede, pero así quedaba insinuada. Anotemos pues ese avatar. Luego uno de los pretendidos panelistas  que quisimos convocar en esta categoría nos empujó a formular preguntas sobre las que queríamos que hable. Por suerte lo hicimos y con esmero. Finalmente todos los así convocados, por motivos sumamente entendibles y algunos de ellos justamente que no podían venir por estar muy involucrados con la sociedad en general en este momento tan especial de ella, las elecciones, fueron declinando su participación, incluso alguno impedido-sancionado por su doble militancia. ¿Pasó algo más que meras circunstancias? Crítica, no comunitario, doble militancia. Es una pista al menos a tener en cuenta.
Lo cierto es que nos quedaron las preguntas, las valiosas preguntas. Y hoy el panel quedó conformado así. Quedamos estos, nosotros, y hoy tenemos que abordarlas estos nosotros y creo que es un orden lógico. Un énfasis certero, pues cómo nos ven seguro tiene que ver con cómo nos vemos estos nosotros. Les leo algunas de estas preguntas para que se hagan una idea por donde venían.

¿Cómo percibís la inserción de la gente judía en el ámbito no judío?
¿Cuán integrada ves a la comunidad judía en la sociedad general?, ¿debería estar más o menos? ¿Cómo ves los aportes de la sociedad general a la comunidad y viceversa? ¿Y en la política en particular?
¿Cómo son percibidos los judíos en tu entorno laboral? Específicamente ¿cómo pensás que se percibe al judío en relación al dinero?, ¿y a la ética en general?
¿Sentís alguna responsabilidad al respecto?
¿Cómo impactan los temas relacionados con Israel en los judíos? ¿el antisemitismo y el antiisraelismo?
¿Cómo percibís los vínculos intercomunitarios?


Creo que estas preguntas son muy buenas y sustantivas. Son preguntas sobre las que todos deberíamos ensayar una respuesta.
Mi idea es dar quizás, para aquellos que acuerden en algún punto conmigo, apenas un aporte. Una perspectiva para pensarlas. No pretendo dar una respuesta, ni un punto de vista, simplemente una perspectiva para pensarlas. Les adelanto que esta posición me simpatiza sobre todo como dirección, como posición para relacionarnos con la sociedad en la que vivimos, plantearnos como un aporte, como perspectiva, y tratar de que nos vivan como un aporte. Sea la forma que sea que adoptemos, que nos puedan considerar un aporte.

Tomémoslas pues en general, como nos vemos nosotros. Creo que como todos los mortales tenemos cosas para resolver, para interrogar, disociaciones que intentar integrar, la ética, el dinero, la naturaleza, el diferente, la justicia, los vínculos. ¿Vivimos acorde?. Sea cual sea el camino en el que estemos con nuestro judaísmo aceptar estas preguntas supone profundizar, comenzar por mirar en nuestras familias, en nuestras parejas, en nuestros trabajos, negocios, y profesiones. En nuestras escuelas, en nuestro movimientos juveniles. ¿Cómo son las relaciones entre nosotros, con los otros cercanos, con los otros más lejanos? ¿Cómo se relacionan nuestros chicos entre sí, cómo se relacionan los hermanos en esta comunidad, los socios, cómo circulan nuestros valores en nuestras prácticas, en nuestras propuestas cotidianas?. Ahí vemos lo que luego ven los demás. No se trata de planteárnoslo como una deficiencia, sí como posibles dificultades, mejor aún como posibles desafíos. No sólo en la teoría, no sólo en los discursos, no sólo en nuestros rituales, no sólo en nuestros proyectos institucionales, sin desmerecerlos para nada, pero también, al menos hoy, en nuestras prácticas cotidianas, en la profundidad de nuestro ser, nuestro ser individual, grupal, institucional, comunitario. Quiero distinguir estas dimensiones, pues son distintas, a veces andamos muy bien institucionalmente pero uno ve que grupal e individualmente la cosa no es consistente, o viceversa. En el tema que abordamos creo que lo grupal es una dimensión clave. 

Lo que se ve, lo que se siente, lo que se respira, lo que se transmite sale de los pequeños poros. Por eso hago énfasis en esta dimensión muy práctica, muy cotidiana, muy micro, que no es ritual sino experiencia. Creo mucho en el micropoder. Creo que el poder es un ejercicio sumamente necesario, pero lo es mucho más cuando el micropoder es deficitario. No sé si me siguen, pero es algo así como que si bien entiendo insustituible a nuestro Comité Central, me interesa el comité central o la tzdaká de cada día, de cada uno, de cada acto, me interesa más el comedor, el estar, la habitación que el lobby. Insisto que el lobby es necesario, pero para nada suficiente. Es más necesario cuando los actos no hablan lo suficiente. Y a veces no hay lobby que te salve como a veces no hay actos que frenen la masiva proyección del otro. El lobby como la certificación es aquello que aparece cuando los actos se despegan de su sentido.
Entonces insisto, ¿cómo son nuestras parejas, cómo son nuestros divorcios, estamos satisfechos con cómo procesamos nuestras uniones, nuestras separaciones, podemos pretender que sean consideradas un aporte para la sociedad? ¿Y nuestros vínculos familiares, con nuestros chicos, con nuestros padres? ¿y nuestros grupos, cómo se llevan nuestras niñas entre sí, nuestros niños, qué y cómo les transmitimos sobre el diferente, sobre el otro?
¿Cómo se los ve a los judíos? Y … se los ve también como son. También dije, no dije solamente. La pregunta es entonces cómo somos, al menos esa es la primera pregunta. Bien entonces por los invitados que dijeron que no podían venir. Pues hoy, hemos empezado nosotros, pero los esperamos para la próxima.
Sigamos entonces, ¿cómo estamos posicionados frente a la tendencia actual de los vínculos, frente al consumo, frente a lo material y lo cosificante que azota nuestra sociedad, realmente tenemos una postura real diferencial, y frente a lo territorial, frente a lo especular y lo narcisista? ¿Cuál es la relación que tenemos con la espiritualidad, más allá de tal o cual ritual, podemos considerarnos con una dimensión y práctica espiritual desarrollada? ¿Cómo nos divertimos, cómo la pasamos bien, cuáles son nuestras aspiraciones? ¿Cómo nos sentimos con nuestras respuestas a estas preguntas, somos conocidos por algo de esto?
Creo que aquí se juega una parte muy sustancial de nuestra relación con el exterior, con los otros otros. En la respuesta a estas preguntas se sostiene nuestra capacidad de circulación e intercambio con la sociedad en general.
Quizás un primer y fundamental aporte a la sociedad es presentar una forma de convivencia elaborada, trabajada, diferencial, que sirva de inspiración. Creo que en muchas cosas lo hacemos muy bien, muy bien, sobre todo institucionalemente, si no vean esta jornada. Mi sugerencia es concientizarnos de eso, de su importancia y desde allí, desde esa toma de conciencia desarrollarlo más y mejor. También en otros muchos aspectos estamos más en el debe, y es cuestión de asumirlo. Lo que no aportamos es porque tampoco lo tenemos. Sería bueno trabajar en nuestros grupos… pero para asumirlo, para admitirlo, debemos vencer entre otras cosas, algunos temas que tienen que ver con el segundo punto que quiero plantearles.  El miedo en los vínculos, nuestro gran inhibidor, nuestro gran disociador.


Este segundo tema es mucho más difícil aún. Los otros diferentes. Dos grandes dificultades atraviesan basalmente nuestro vínculo con ellos y desembocan en una inevitable vivencia de peligro. El otro como perseguidor y el otro como fuente de asimilación. Desde allí la relación está marcada por el miedo y por supuesto que desde allí es más que difícil avanzar, es un handicap. Handicap al que hay que prestarle mucha atención no sólo por lo que eso marca con el afuera, sino también porque es ese tipo de modelo vincular que se nos cuela para adentro, lo internalizamos también en nuestro vínculo entre nosotros, con nosotros mismos, en nuestra forma de tratar nuestras diferencias. Si vemos un perseguidor afuera, lo vamos a empezar a ver al lado y también dentro nuestro. Quiero insistir en esto pues muchas veces nos pasa inadvertido, pero hoy lo territorial y defensivo marca la subjetividad general. Siempre estamos protegiéndonos, lo cual disminuye claramente nuestra capacidad como amantes, como sujetos deseantes. Si parte de nuestras dificultades internas, en general, como individuo y como comunidad tienen que ver con nuestra vivencia del otro y del exterior y parte de las dificultades que tenemos en el exterior tienen que ver con nuestras dificultades internas.
La persecución es un gran tema. Y es un tema bravísimo de zanjar y con el que lidiar. No sólo para los judíos, es un tema bravísimo en el mundo actual, pero para cada quien con su particularidad. En nuestro caso somos todos sobrevivientes, todos, imposible estar ajeno, somos sobrevivientes como alma grupal, tribal, comunitaria. Si yo les digo que un hermano de mi abuelo sobrevivió toda la shoá en Europa, Gueto, campo de trabajo, de exterminio,  y al regresar a su casa fue asesinado por el vecino polaco que había ocupado su vivienda durante su ausencia,  ninguno de uds. puede no sentirlo en su propio cuerpo. Y con ese cuerpo partimos al encuentro del otro. Lidiamos con eso en niveles inimaginables e inconcientizables. Una sensibilidad a flor de piel, una facilidad para ver enemigos en cualquier parte y siempre cerca. No es una crítica, es una descripción. No estoy diciendo y discutiendo si es fundamentada o no, menos en la compleja actualidad, ni me meto con eso. Hoy sólo digo que eso marca profundamente nuestro vínculo con la sociedad. Y a veces no podemos ni reconocerlo pues reconocer una debilidad es mucho más difícil cuando uno tiene una marca de hostilidad en el cuerpo. Es como si dijéramos: si reconozco una debilidad, una contradicción, una falla, los “enemigos” nos matan. Y así nos transformamos en el enemigo de nosotros mismos y de nuestro desarrollo. Nos disociamos. Nos inhibimos de conocernos, de conocer al otro, y ni que hablar de dejarnos conocer y aportar.
En el transcurso de las conversaciones sobre este panel, alguien comentó que escuchó decir que los judíos son oficialistas. Me partió la cabeza y sobre todo el alma. El alma pues reconozco algo de eso, me suena, lo comprendo, una parte mía lo entiende, y lo entiende con el cuerpo. A la vez me rebela y me revela. Lo admito y a la vez no me lo admito, no me lo permito. Entiendo que generacionalmente debemos tratar este asunto, hasta encontrar nuevos equilibrios. Aceptar y admitir el miedo para que no nos domine, y para que en la búsqueda de la supervivencia física no perezcamos espiritualmente. Es un compromiso esencial de lo judío la pregunta, la interrogación, la resistencia y la propuesta, el nadar en la corriente pero contra ella. Abraham es conocido como “Abraham el hebreo” –en hebreo: “Abraham haivri” (Génesis 14: 13). “Me Ever lanzar” –del otro lado del río. Me Ever – es estar del otro lado. Podemos estar de acuerdo con el discurso oficial, pero como punto de llegada, no como punto de partida. Y esto es esencial para una buena relación con nosotros mismos. Y sé que mientras estoy diciendo esto, el miedo está trabajando entre nosotros, en mí al decirlo en ustedes al escucharlo. Pero venzo el temor al menos de admitirlo, si no me paralizo. Me interrogo.
Acá tenemos que ganar coherencia. Coherencia y cohesión, que jugando un poco podría decir que tienen el mismo shoresh. Y no me refiero a la cohesión que da la igualdad o la rigidez de pensamiento, si no a la que proviene del manejo de las diferencias y la admisión de las contradicciones y las contrariedades. Sí, tenemos un conflicto allí. Hasta acá el vínculo con el “perseguidor”.

Ahora bien, si bien el miedo a la asimilación actúa en cuanto a los efectos se refiere en forma similar a lo anterior, se trata de algo muy distinto. La asimilación es nuestra propia neurosis y en este punto creo que la cosa podría sentirse diferente. Cuando digo neurosis, es obvio que viniendo de mí, psicólogo clínico, no la estoy minimizando, no es menos difícil ni menos real, ni menos dolorosa, no trataría así a la neurosis. Pero entiendo que es un miedo que proviene de otro lado, no del mismo cuerpo. El miedo a la asimilación que marca profundamente nuestro encuentro con el otro, nuestro temor a perdernos en el otro, sólo habla de la flaqueza de nuestras identificaciones, nos debilita profundamente, nos resta creatividad, fluidez, y por ende aumenta nuestro miedo pues proviene de e incrementa nuestras propias disociaciones. Nos inhibe, como inhiben los muros, pues muros y cercos son muchas veces signos de conflicto interior. Acá habría dos posibilidades, dos enfoques, dos fuerzas en tensión, dos concepciones de comunidad que conviven y convivirán, empujan y empujarán. Una construida y sostenida en base a muros, cercos y seguridades, muros imaginarios, y otra hecha en base a un imán, a un polo atractivo, que incluye lo incierto, apuesta a su propuesta y confía en sus aportes y en su capacidad de gustar y perdurar por su vitalidad. En la primera, en una comunidad en la que predominan los cercos, en un identidad construida en base a cercos, si uno sale, cruza el límite ya no sabe quien es pues lo que lo define es estar dentro del cerco, uno tiene un limite estricto de movimiento. En el segundo caso uno puede deambular, curiosear, pues la conexión es por así decirlo inalámbrica. En esto no hay mucho más para decir. Es obvio que una y otra tendrán posibilidades de intercambio con la sociedad general muy distintas.

Mirado desde aquí estaríamos aportando algo menos de lo que podríamos porque estamos asustados. El primer miedo se entiende y con él será difícil y no depende sólo de nosotros. El segundo es responsabilidad nuestra, de acercar el judaísmo a nuestra vida cotidiana, a nuestro cuerpo de ser y confiar, que lo vital perdura. En cuanto a la asimilación estamos asustados porque nos falta profundizar y resolver nuestros asuntos internos. Es un hermoso desafío. Que el judaísmo sea una herramienta de transformación, nuestra y de la sociedad en que vivimos, que las instituciones entren en nosotros, que las llevemos dentro y que florezcan desde nosotros, en nuestra cotidianeidad, y  no que saquemos lo mejor de nosotros para dejarlas en ellas o en sus estatutos.
Fortaleciendo eso, seguramente podremos transitar el vínculo con los otros de otro modo, seguros de lo que tenemos para aportar, con una propuesta viva, consustanciada, de la que nos sintamos orgullosos. Como oficialistas de partida no tenemos chance. Hay y han habido varios episodios de abstinencia en los que desde el punto de vista de la vitalidad es inadmisible abstenerse. Y cuando digo abstenernos no digo tal o cual posición, si no de abstenernos de tratarlos y de tratarlos en nuestra condición de judíos, de colectivo, de grupo. Si no trabajamos nuestras contradicciones, si no las aceptamos, si no las integramos, siempre vamos a tener miedo, miedo a salir afuera y que el otro nos descubra, y en ese momento o nos inhibiremos o lo acusaremos.
Miren, no sé si seremos el pueblo elegido o no, pero seguro no somos el pueblo perfecto y no debemos confundir elegido con perfecto. A mí no me gusta mucho tampoco elegido, pero entiendo su origen bíblico, admito que otros así lo vean, pero creo que a veces  esa responsabilidad nos paraliza, no nos permite analizar nuestras miserias y nuestros infantilismos, nuestras incoherencias, hablar de nuestros problemas, y usarlos para crecer. Los síntomas son siempre una gran oportunidad. Negarlos es fatal. Y la sociedad en general prefiere negarlos o aplastarlos químicamente. Nosotros podríamos aportar una contracorriente. Si no queda el silencio SHHHSHHH. Hoy la sociedad invita al miedo.
Y obviamente si tenemos miedo, no vamos y no invitamos lo suficiente. Nos encerramos. Nuestro miedo es histórico,  la historia es  muy importante pero es útil hacerla pasado, que no es sinónimo de olvido. Pasado y olvido son cosas distintas. Pero reconozcamos que la historia no se hace pasado sola, no es pasado por definición, requiere una elaboración para hacerse pasado.
En suma, la posibilidad y las características del vínculo con nosotros mismos, entre nosotros y con los otros depende de la vitalidad de nuestra propuesta. Y la vitalidad es desde mi punto de vista una forma de vínculo con lo nuevo y con lo diferente,  cuando lo nuevo y lo diferente deja de ser una amenaza y se transforma en una oportunidad.

Esta jornada es un ejemplo de las posibilidades nuevas. Lo es institucionalmente y lo fue grupalmente, al menos en el grupo en el que yo participé. Se trataron con éxito pero no sin trabajo todo tipo de diferencias. Fue una verdadera práctica, experiencia.

Y cierro con algo de Walt Withman, al que nunca había leído hasta que encontré esta frase en un epígrafe de un libro del querido pensador, maestro y mejor amigo Janan Nudel al que aprovecho para homenajear y agradecer.
Withman  dice: “Me contradigo y qué, soy inmenso y contengo multitudes”.
Janan siempre decía: “Uno sólo puede transmitir lo que está vivo en uno”.

Conocer gente como Janan también es parte de la práctica viva de mi pasaje por la comunidad por eso va nuevamente para ella mi gratitud.
Es que sin gratitud no hay aporte, y sin aportes no hay vitalidad. Gracias, espero haber aportado. A mí me aportó escribirlo.




· Más leídos ·

Consola de depuración de Joomla!

Sesión

Información del perfil

Uso de la memoria

Consultas de la base de datos