David Grossman: "La mayoría del pueblo israelí quiere paz"

“Para mí, escribir no es solamente una forma de entender mi vida, sino también una forma de  ser en mi vida. Yo sé que hay tantas cosas, temas y relaciones que no seré capaz de entender sin escribir sobre ellas. Es una deformación muy rara, pero cuando escribo, soy capaz de meterme completamente en una situación. Cuando no escribo, soy mucho menos tajante o consciente de las cosas. Escribir es la mejor y la más recomendada forma de entender a las personas. Hasta cuando se trata de alguien totalmente opuesto a mí. O hasta cuando son mis enemigos”, declara a La Vanguardia uno de los más destacados escritores israelíes, David Grossman, de 58 anos. Su libro Más allá del tiempo (Lumen), en el que hace referencia a la traumática muerte de su hijo Uri en la guerra del Líbano del 2006, acaba de ser publicado en España. Su principal modelo es Kafka.

¿Y como empezó usted a escribir? Como ocurrió?

Empecé a escribir a los 9 o 10 anos. Pero la primera motivación real para escribir fue cuando tenía 19 o 20 anos. Estaba viviendo con mi novia en Jerusalén, y nos habíamos peleado. No me acuerdo cuál fue el motivo. Ella recogió todas sus pertenencias –no tenía tantas– y se marchó a casa de sus padres en Haifa. Yo estaba destrozado. Me senté a la única mesa que teníamos en casa, y empecé a escribir una historia completamente descabellada sobre un soldado americano que desertó en la guerra de Vietnam. Acabé de escribirlo, lo puse dentro de un sobre y lo mandé a Haifa a mi novia. Ahora festejamos 35 años de casados… Así que a veces la literatura funciona…

¿Hasta qué punto Más allá del tiempo es autobiográfico?

Perdimos a nuestro hijo Uri en la segunda guerra del Líbano en el 2006. Pero no lo escribí como mi propia experiencia personal. Intenté entender cómo la muerte que entró en mi vida, la cambio, y también lo que le pasa a una persona que se enfrenta con un hecho tan hermético comola muerte. Ledije a mi esposa, “estoy condenado a ser enviado a esta isla de castigo”. Por lo menos quiero pintarlo con mis propias palabras. He leído muchos libros describiendo esta situación, algunos de ellos muy buenos, pero no me dieron la respuesta que yo necesitaba. Yo sentí que en esa situación imposible, de repente la única libertad que uno tiene es la libertad de formar su propia tragedia, con sus propias palabras.
“El niño ha muerto, pero su muerte… no murió”. Es una de las frases más estremecedoras que he escuchado…
Si, porque la muerte es una situación activa. Es una situación dinámica, no está congelada, no esta totalmente estática. Todo el tiempo hay matices y ondas que nos afectan, que nos cambian.

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Mosaico en riesgo

altLas primeras celebraciones de Yom Haatzmaut que viví en Israel, hace ya casi cuatro décadas, se destacaban por la alegría de que el país realmente existiera, que estuviera vivo a pesar de las amenazas externas y las enormes dificultades internas. Se podía ver en los ojos de la gente la satisfacción de haber concretado una proeza histórica, y la clara confianza en su capacidad de mantener y desarrollar el Estado a través de su total movilización a la causa nacional.

Yom Haatzmaut hoy encuentra un país completamente distinto: más fuerte físicamente que nunca, con una abrumadora supremacía económica y militar sobre sus enemigos cercanos, que a su vez se encuentran más debilitados y enfrentados entre sí que nunca.
Israel 2012 tiene innumerables razones y logros para festejar, pero los ojos de sus ciudadanos no brillan ya con ese destello de participación personal, del aporte y el sacrificio directos, no anónimos, del “tú y yo lo hemos hecho posible”.

Israel 2012 está más dividida y  alienada que nunca: los logros económicos se concentran cada vez más en el círculo de los nuevos potentados que como tales no vacilan en ostentar su riqueza, a pesar de las sombras sobre la ética de su acaparamiento y de la utilización de influencias para seguir aumentando sus fortunas personales. El servicio militar, orgullo antes por su universalidad y democratismo es cosa de cada vez menos y la comandancia superior cada vez más envuelta en escandalotes personales de influencia y búsqueda de promoción personal. Ya nos acercamos a que la mitad de los jóvenes no hagan servicio obligatorio, y sólo un tercio de los hombres en edad relevante hagan servicio de reservas.
En primer grado escolar, el 55% de los niños son ortodoxos o árabes, y ¿cuántos del resto tomarán sobre sus hombros la defensa del país cuando lleguen a los 18 años?

La cohesión social, el crisol de las diásporas, que quizás fuera en los primeros años más consigna que realidad, pero siempre anhelo y objetivo formalmente perseguido, es ahora cosa de una colección de tribus enfrentadas por el reparto de presupuestos, cada vez más intolerantes respecto a las demás e indiferentes al bien colectivo.

Israel era un país pequeño, enfrentado a formidables desafíos dentro y fuera de fronteras, pero era poderoso porque su gente se veía directamente comprometida a dar lo mejor de sí mismos para superarlos. Israel de hoy es, a pesar de su fortaleza, un país con mentalidad de perseguido. Su dirigencia vive pendiente de amenazas y prisionera de éstas y es incapaz de proponer política alguna que no sea “romperlos por la fuerza”, que por supuesto se transforma en una profecía autorrealizante. El mundo alrededor de Israel se transforma y convulsiona, mientras que nuestra clase política es incapaz de elaborar iniciativas o incluso comprender realmente qué pasa, y se contenta con el “todo cambio es para peor”.

Israel era un país pequeño, donde cada ciudadano podía encontrar su lugar y reconocerse en el mosaico nacional, y quien sentía que su patrimonio cultural no era reflejado en dicho mosaico podía luchar para cambiarlo. Hoy Israel es un país anónimo, donde la gente ha dejado de interactuar con su prójimo, excepto en los programas “de realidad” de la TV.
Los ciudadanos de Israel no se ven ya como partes de un todo más amplio, ni a su prójimo como su socio en la tarea de la construcción nacional, sino como un competidor al que hay que aventajar a cualquier precio.

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Israel festeja sus primeros 64 años

alt"La necesidad tiene cara de hereje", dice el dicho castellano. Es solo una cara de la moneda: si bien es cierto que a veces la penuria y la escasez hacen aflorar la cara más sombría del ser humano, también lo es que, como lo dice un refrán en hebreo, cada dificultad a sortear, cada escollo en el camino, es a su vez una fuente de nuevas oportunidades. El Ministro de Ciencia y Tecnología de Israel, un hombre sabio con quien tengo el honor de trabajar, prefiere decir, al ser preguntado constantemente sobre el secreto del éxito de Israel: nada hay mejor que el filo de la guillotina acercándose al cuello para aguzar el pensamiento. En otras palabras, la necesidad hace al ingenio humano, lo nutre y lo cultiva.

Ya es ampliamente conocido que, a pesar de ser un país desértico, o justamente por ello, Israel se convirtió en pionero y líder indiscutido en aprovechamiento del agua, desalinización, irrigación y reciclaje de aguas residuales. Esta vez quiero darles otro ejemplo, mucho menos sabido y no menos apasionante, de cómo las dificultades y la situación de necesidad llevaron a Israel a superarse.
No todos saben que Israel se encuentra en la élite mundial en materia de tecnología del espacio. Es uno de los pocos países autosuficientes en las tres asignaturas básicas que hacen a la independencia en materia espacial para uso civil: la capacidad de construir satélites; la de lanzarlos con éxito al espacio y de ponerlos en órbita; y la de cargarlos y proveerlos de toda la tecnología necesaria para que saquen el máximo provecho a su misión exploratoria.

Ahora bien: por causa del movimiento de rotación de la Tierra, y para que el satélite consiga acoplarse a la órbita de nuestro planeta, todo lanzamiento al espacio debe hacerse en dirección Oeste. He aquí que ¡Houston, tenemos un problema!: al Oeste de Israel existe una serie de países hostiles, que bien quisieran echar mano de un satélite israelí caído a tierra por causa de un lanzamiento frustrado, como puede ocurrir. ¿Se convertirá el problema en un escollo insalvable, o en cambio dará pie a otra solución ingeniosa y sorprendente? Creo que intuyen la respuesta: para sobreponerse a esta contrariedad, los satélites israelíes son lanzados "a contramano" hacia el Este, sobre el Mediterráneo, y una vez entrados en órbita y ya a salvo se les imprime a la distancia un desvío de 180 grados rumbo a la dirección correcta. Para que esta difícil inversión de dirección sea factible, los satélites israelíes deben ser ultralivianos, aunque sin que la ligereza venga en detrimento de la calidad del aparato o de los delicados artefactos que porta consigo.

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Por esto estoy agradecido

altPara todo hay un momento apropiado: tiempo de duelo y tiempo de celebrar, tiempo de introspección y tiempo de congratulación, tiempo para la autocorrección y tiempo para la apreciación.  Como pueblo y nación necesitamos aprender a abrazar a cada uno de estos momentos.  Al mismo tiempo, necesitamos aprender a mantener límites y asignarle a cada uno su tiempo definido.  A pesar del dolor inspirado por Iom HaZikaron  y la nube que extiende sobre Iom HaAtzmaut, el Día de Independencia de Israel, Iom HaAtmaut en su esencia es un día en el cual debemos aprender el arte de celebrar y dar las gracias.  Un día en el cual dejamos de lado nuestra autocrítica y aspiraciones, y nos conectamos con el don que tenemos y decimos "Daieni".  

Ahora que celebramos el sexagésimo cuarto  cumpleaños de Israel, por esto estoy agradecido:

Doy gracias por el hogar que Israel me ha dado.  Aunque como judío del siglo XXI hay muchos lugares que me podrían servir de hogar, aprecio este hogar y el sentimiento de pertenencia a mi pueblo que el vivir aquí facilita.  Aprecio la lealtad que siento que mis conciudadanos tienen hacia mi, una lealtad que ha sido probada en la voluntad de dar tanto nuestras vidas como nuestros impuestos por el bienestar de todos.  Una lealtad y cariño que siento cada vez que camino por la calle y sé que a la hora de la verdad mi pueblo cuida mi espalda. No necesito vivir en Israel, quiero hacerlo.

Doy gracias por el don de poder participar en la construcción de una patria judía, un lugar donde la judeidad define no sólo la identidad nacional de la mayoría de la población, sino también las ideas y los valores que pueden dar forma a la esfera pública de nuestras vidas.  Aprecio la oportunidad de ser un actor, ayudando a dar forma a la identidad del estado judío y democrático, tanto extrayendo valores y recursos de nuestra tradición capaces y dignos de dar forma a una sociedad justa y moral, como también poder  trabajar para implementarlos y diseminarlos dentro de nuestro joven país.  

Doy gracias por el don y los desafíos del poder y la dignidad  que me brindan.  En la economía global somos todos interdependientes, y más aún un país del tamaño de Israel.  Mi habilidad de participar activamente en forjar mi destino, el tener una voz en determinar qué camino tomar, es a la vez un don inmensurable.   

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Mc Cartney en Montevideo

Pasada una semana después del recital de Paul McCartney en Montevideo, en uno de esos momentos de soledad y silencio que nos regala la rutina, volví a escuchar “Let it be”, el penúltimo disco (por ese entonces eran discos de vinilo) de The Beatles. Cuando Paul cantó “Two of us” en el concierto, un tema inesperado para mí, fue como si rescatara de mi memoria pasiva una serie de canciones y momentos que habían quedado allí guardados, inactivos, irrelevantes si se quiere, en mi vida actual, y quise recuperarlos. De pronto empezaron a sonar esos acordes contundentes a los que Paul nos acostumbró (como en “Things we said today” de su álbum “A hard day’s night”) y despertó en muchos de nosotros que estábamos allí recuerdos y sensaciones largamente adormecidas. Para muchos habrá sido con ese tema, para otros habrá sido con otros. Lo que probablemente todos compartimos fue esa maravillosa y ambigua sensación de nostalgia y vigencia, de recuerdos y realidad. Todo aquello que escuchamos miles de veces se hizo presente allí, en vivo, en la presencia de alguien que la mayoría de nosotros no imaginaba que vería alguna vez en su vida.

En este Uruguay próspero de los últimos años nos estamos dando el lujo de cumplir algunos sueños largamente postergados: el ejemplo más claro es el futbol, donde si bien no se repitió un “Maracaná”, en términos relativos estamos sin duda hoy en el mejor momento de la historia de ese deporte en nuestro país. Los méritos son de dirigentes, técnicos y jugadores, en el orden que cada uno quiera asignarles, pero no hay duda que la coincidencia de un tiempo de vacas gordas con los éxitos deportivos no es casual. Del mismo modo, no es casual que McCartney desembarque en nuestras orillas. De última, la ecuación es puramente económica. Vale la pena preguntarse si se trata de un sueño o de realidad: porque en la medida en que Uruguay fue avanzando en el pasado Mundial de Sudáfrica la gente fue dándose cuenta de que se sentía como un sueño, pero era una realidad; de igual modo, en la medida que avanzaba el generoso concierto de McCartney los límites entre sueño y realidad se hacían más y más difusos.

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El arte teatral

La producción de arte teatral continúa en las circunstancias más severas, incluso en dictaduras. Luego de que el Partido Nazi subiera al poder en Alemania y estableciera su Tercer Reich (1933-1945), los artistas de teatro profesionales y amateurs trataron de mantener sus habilidades escénicas. Los actores alemanes que no eran judíos continuaron trabajando en sus profesiones y los artistas de teatro judíos de Alemania también encontraron puestos creativos para su arte. Los nazis impusieron leyes de censura y condiciones sobre la actividad cultural, en especial para los judíos, en Alemania y la Europa ocupada durante la época del Holocausto. Sin embargo, hubo una gran producción cultural, incluso en lugares donde uno consideraría que la creatividad es imposible. Los distintos tipos de teatro y los eventos musicales relacionados perduraron en una organización únicamente para judíos hasta 1941: el teatro judío Kulturbund de la Alemania nazi; en los primeros campos de concentración para prisioneros políticos; en los campos de tránsito e internamiento; por toda Europa Occidental, como en Westerbork (los Países Bajos); en los guetos anexados como Varsovia, Lodz, Cracovia y Vilna; en el gueto modelo de Theresienstadt; y en los campos de concentración y centros de matanzas como Dachau y Auschwitz-Birkenau. Incluso después de que terminara la Segunda Guerra Mundial, los actores reclusos organizaban funciones en idish en los campos de refugiados como Bergen-Belsen.

Definición del arte teatral
La actividad teatral de ese momento no cesó luego de que Hitler asumiera el poder. Sin embargo, cuando se habla de la función teatral de los judíos durante la Shoá, es fundamental adoptar una definición amplia de “actividad teatral”, dada la política de estado alemana represiva, que se volvió genocida contra los judíos. El término “teatro” implica la presencia de un público además de un artista. El “arte teatral” implica el proceso por el cual los guiones, como los libretos de ópera y los textos de las obras, se convierten en la presentación de la canción y el diálogo. La actuación se puede llevar a cabo con escenografía, vestuario y accesorios de escena o sin todo ello; o los actores pueden leer el guión en voz alta sin efectos escénicos. El teatro de marionetas, los sketches (habitualmente con música, a veces con baile) y la recitación teatral de poesía entran en la categoría de ‘arte teatral’. Todos estos aspectos eran esenciales para las revistas teatrales y cabarets que se realizaban en los clubes nocturnos de todas las capitales europeas antes de la Segunda Guerra Mundial. Los teatros de revista del gueto de la Europa ocupada por los nazis a principios de 1940 utilizaban muchos de estos elementos, que se desarrollaron a partir de antiguas tradiciones europeas de la preguerra.

A diferencia de otras formas de arte, la función teatral es la más transitoria; el teatro sucede en vivo, mientras miramos. Sólo existe en tiempo real. El público o los “testigos” viven historias o una serie de imágenes que habitualmente tratan algún aspecto visiblemente humano. Esto genera una comunión entre los integrantes del público y los involucra en lo que representan los actores. Los temas de una obra y su espectáculo refuerzan la cualidad comunitaria que existe en el teatro. Los artistas teatrales habitualmente se apoyan en el cruce natural de las artes y colaboran con los músicos, con los escritores y con los artistas prácticos o plásticos. La función de teatro, ya sea en un auditorio específicamente designado, en un campo al aire libre o en la esquina de una barraca, crea un espacio en el cual todos los presentes comparten un vínculo, aunque sea temporario. La flexibilidad del teatro como modo de expresión y su apertura a la posibilidad de soñar hicieron que esta forma de arte fuera propicia para la gente encerrada en los guetos y en los campos de concentración durante el Holocausto.

El teatro en la Alemania nazi: La Kulturbund judía
En un principio, justo meses después de que Adolf Hitler asumiera como Canciller alemán, los artistas de teatro judíos y los músicos de Berlín fueron expulsados de los centros culturales de Alemania. Su única salida cultural fue la Kulturbund (Asociación Cultural) de la comunidad judía alemana, luego llamada “Kulturbund para los judíos de Alemania”. La organización cultural se estableció con la aprobación de oficiales nazis del Ministerio de Propaganda e Ilustración Cultural de Joseph Goebbels. Bajo la dirección del musicólogo Dr. Kurt Singer, una red de asociaciones culturales (dispersas por todo el Reich de Hitler, con base en Berlín), abrió teatros con eventos musicales y teatrales para suscriptores judíos desde octubre de 1933 hasta septiembre de 1941. Sólo los judíos podían actuar, asistir y hacer críticas de producciones de obras, óperas, cabaret y conciertos orquestales en los teatros auspiciados por la Kulturbund. El repertorio teatral y musical estaba restringido fundamentalmente a obras escritas o compuestas por artistas judíos no alemanes, aunque algunas excepciones eludían la ubicuidad del sistema de censura. Una asociación cultural relacionada, compuesta principalmente por emigrantes judíos de origen alemán, se abrió en los Países Bajos, en el teatro “Joodsche Schouwbourg” de Ámsterdam, a principios de 1940. Luego, el teatro mismo se transformó en un sitio de deportaciones (julio de 1942), ya que los judíos eran deportados a lugares custodiados, como guetos y campos de concentración controlados por los nazis. El estilo de actividad teatral que se llevaba a cabo en esos sitios era diferente del de la Kulturbund judía.

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De Hamás a Israel

El libro «El hijo de Hamás» publicado hace dos años en EE.UU. es el testimonio autobiográfico de Mosab Hassan Yousef (31), palestino e hijo del Sheik Hassan Yousef, uno de los líderes fundadores de la organización terrorista islámica que gobierna la Franja de Gaza.

El contexto en que se desarrolla el relato es sin duda altamente explosivo y no menos polémico: el sufrimiento palestino bajo la ocupación israelí, el radicalismo religioso e ideológico de Hamás que frustra cualquier intento de solución negociada del conflicto, y por último, la corrupción, oportunismo y bandazos políticos de la Autoridad Palestina en los tiempos en que Arafat decidió romper el proceso de paz y desencadenar la segunda intifada.

En tales circunstancias, las posibilidades de que un joven como Mosab escapara de una visión maniquea de su mundo, de que dejara de ver las cosas en términos de blanco y negro, de universos que se oponen e intentan destruirse mutuamente, eran sin duda muy pocas. Más aún si se considera que fue aprehendido por fuerzas israelíes y trasladado a prisión en calidad de adolescente peligroso en los días de la primera intifada, cuando la violencia le parecía la única herramienta para combatir al enemigo israelí.

Las penurias físicas y morales que sufrió entonces en nada prefiguraban que se convertiría en un personaje dispuesto a lanzarse a la insólita aventura de salvar vidas humanas a toda costa y evitar la radicalización del conflicto en el cual tanto palestinos como israelíes sucumbían en medio de un espeluznante terror.




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¿Por qué Iom HaShoá resuena en la actualidad?

altIom HaShoá resuena en la actualidad no como una sustancia sino como una forma. La fecha es una invitación a pensar más allá de la amenaza palpable, a no eternizar el pasado pero tampoco el presente. Iom HaShoá transmite la impetuosa presencia de la identidad negativa, no como recuerdo de lo que fue, sino en su apertura potencial, en la medida en que descubrimos en las imágenes de la tragedia el modo en que lo “judío” designa una imposibilidad de la humanidad, la exclusión del universal que presta ilusión de coherencia a un todo barrado/fallido.

El judaísmo se erige como una identidad negativa. El concepto puede ser comprendido de diversas maneras: identidad negativa por constituirse mediante el señalamiento y aislamiento destructivo de un enemigo, es decir, la acción hostil de un Otro que tiene efecto en la formación de un Nosotros; identidad negativa, siguiendo a Slavoj Zizek (1989), si entendemos que “judío” designa, en cuanto marca ideológica, a la porción de la comunidad que no encuentra lugar en la totalización a nivel imaginario de dicha comunidad y permanece, como un elemento éxtimo (externo pero constitutivo del cierre totalizador e imaginario del cuerpo social); o también identidad negativa, en la versión que más aplicación encuentra en el debate expuesto, en términos territoriales: la existencia territorial de los judíos como colectivo con aspiraciones nacionales y no como individuos aislados, ha sido calificada de ilegítima en cuanto lugar se establecieran, lo que les ha costado constantes expulsiones y matanzas.

La identidad negativa está acompañada de rasgos trágicos y fatalistas. Arnoldo Liberman parece reflejar en sus palabras la idea condensada en la frase del refranero idish “Zeier shver tzu zain an id” (¡Qué difícil es ser judío!). Así lo expone el escritor: “…ser judío parece ser, antes que nada, eso, una dificultad, una ansiedad, por lo menos en su aspecto más vívido. No intento, claro, desconocer otros caracteres (una cultura, una idea, un sentido de comunidad), pero son posteriores: una cultura, una idea, un sentido, construidos desde un hecho básico y primario: la comunidad del riesgo, la hostilidad histórica, el abandono del mundo”.  José Itzigsohn también manifiesta la identidad negativa en el desajuste entre el judío y su simbolización socio-histórica: “Desterrados de la vida de Europa por asiáticos, malqueridos en Asia por europeos, morenos en Alemania, rubios y de ojos azules en Palestina”.

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Diana Sperling: El Dios de Spinoza: ¿herejía o profecía?. Primera entrega

Una aproximación a la noción de Dios en la "Ética" del filósofo holandés del Siglo XVII, noción que le valió el herem (excomunión) y el desprecio de la comunidad. Un Dios expurgado de todo rasgo de personalidad, de todas las características míticas y de la facultad de premiar y castigar, reducido así a sus aspectos estructurales, ¿es de verdad diferente al del texto bíblico? ¿Por qué un rebelde como Spinoza hace depender todo su sistema de ese Dios? ¿De qué Dios se trata?

Las conjeturas de un ataque a Irán

altA la vista de los múltiples artículos y análisis que se vienen escribiendo de un tiempo a esta parte con respecto a un posible ataque israelí sobre Irán, sorprende un titular como el del Nuevo Herald que el 28 de febrero de 2012 anunciaba que “Israel podría atacar a Irán sin aviso”. La información, proveniente de la agencia Associated Press, explicaba que “oficiales israelíes dicen que no avisarán a Estados Unidos si deciden lanzar un ataque preventivo contra instalaciones nucleares iraníes”.

Pero lo que esos “oficiales israelíes” ignorarían es que, a estas alturas, no parece demasiado relevante que Israel avise o no a Estados Unidos: cualquier ávido consumidor de información ya sabe cómo y cuándo será el ataque. Se lo explican a diario sus medios de referencia.

No importa que, tal y como Sara Lemel escribía para Prensa.com de Panamá, “nadie a excepción de la cúpula política sabe si realmente Israel está dispuesto a golpear a Irán”, los periódicos, las radios, las televisiones buscan a diario referencias para adelantarse a los acontecimientos y poder ofrecer a su público futuribles con sabor a realidad.

Por lo general en los medios serios se mencionan analistas, militares, miembros del gobierno, etc... Y probablemente todos y cada uno de ellos sean muy fiables. Sin embargo, visto en su conjunto, la sensación que se transmite es que a más información, mayor confusión.

Por ejemplo, si Israel no piensa avisar de su ataque tal y como recogía AP, ¿cómo es posible que otros medios incidan en que Israel no pueda atacar en solitario? Una de dos: o avisa y cuenta con ayuda externa, o bien no avisa a nadie y se lanza a la aventura bélica en solitario.

Con respecto al cuándo y al cómo, el 1 de febrero de 2012, Lluis Bassets hacía su personal apuesta en las páginas de El País:

“Será en verano, época guerrera por excelencia. En mitad de la campaña presidencial, con Obama y Romney enzarzados en la pelea decisiva. Un tiempo de transición, por tanto, en el que se abren las ventanas a iniciativas inusuales. Todo será muy rápido, con bombardeos de precisión realizados por aviones no tripulados. Después vendrá la respuesta, que puede convertirse en guerra. Cuando todo termine, nada será como antes.”

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