Los «deberes» de Biden a Bibi

Thomas L. Friedman, The New York Times, 23 de setiembre de 2023

En las últimas semanas se ha hablado mucho sobre la edad de Joe Biden. Es un anciano. Pero ¿saben qué viene con la edad, además de caminar más lentamente y olvidar algunas palabras? Sabiduría: en particular, cómo manejar un encuentro diplomático de alto riesgo sin hacer estallar las cosas (o hacer estallar las cosas antes de que uno quiera que estallen). Y eso es lo que creo que vi en la reunión cara a cara entre el Presidente Biden y el Primer Ministro Benjamín Netanyahu de Israel el miércoles pasado en Nueva York.

Muchos israelíes, periodistas y otra gente que conozco quedaron deprimidos luego de la reunión, porque Netanyahu salió y les dijo a todos lo cálida y amistosa que fue. Y Biden habló sobre los lazos inquebrantables entre Estados Unidos y el estado judío. Muchos israelíes detestan tanto a Netanyahu que querían que Biden lo reprendiera públicamente por el golpe judicial que Bibi ha montado y, cuando eso no sucedió, pensaron que la reunión fue una enorme oportunidad perdida.

Lo entiendo, lo entiendo, les dije. ¿Pero no se dieron cuenta?, pregunté. ¿Darnos cuenta de qué?, respondieron.

Mientras Biden ponía públicamente su brazo derecho sobre el hombro de Netanyahu, precisamente para desactivar cualquier ataque de los republicanos por ser demasiado duro con Israel, escuché que el Presidente estaba, DE ALGUNA MANERA, usando su mano izquierda para deslizar en privado los deberes en el bolsillo de Bibi. Parecía un mago trabajando en una función: habría que capturar el instante en un replay en doble cámara lenta para ver lo que realmente estaba sucediendo.

¿Y saben cuáles eran esos deberes? Estoy adivinando (bueno, más o menos), pero apuesto a que serían algo así:

“Bibi, tú quieres este acuerdo que normalizaría las relaciones entre Israel y Arabia Saudita. Yo también lo quiero. Pero para lograr este acuerdo, voy a tener que hacer algo realmente difícil: forjar un pacto de defensa mutua con Arabia Saudita y, tal vez, acordar algún tipo de programa nuclear civil para el Reino bajo estrictos controles. El líder saudí, el príncipe heredero Mohammed bin Salman, tendrá que hacer algo realmente difícil: normalizar las relaciones entre el país donde se ubican los dos sitios más sagrados del Islam, La Meca y Medina, con el estado judío. Y ahora tú también vas a tener que hacer algo difícil.

“Vas a tener que aceptar los términos para la normalización con Arabia Saudita, que requerirán que frenes de manera verificable los asentamientos judíos en Cisjordania, mejores las condiciones de vida y de movimiento para los palestinos allí, avances en la administración palestina sobre más de sus áreas pobladas de acuerdo con Oslo y, en general, aceptes medidas sobre el terreno que preserven la opción de una solución de dos estados, a pesar de que tu acuerdo de coalición promueve la anexión. Ahora bien: Bibi, yo, como tu querido, viejo, cercano y cálido amigo, nunca te diría cómo manejar tus cuestiones políticas y, mucho menos te pediría que hagas estallar tu loca coalición aceptando términos que los supremacistas judíos de extrema derecha en tu gabinete nunca podrían tragar. No, jamás haría eso. Porque eso sería intervenir en tus asuntos políticos. Eso no estaría bien. Solo te digo que tienes que hacer tus deberes, mi querido, viejo, cercano y cálido compadre. Y que deberás entregar tus deberes en las próximas semanas”.

Fue una clase magistral sobre cómo un presidente estadounidense enfrenta a un líder israelí a una decisión trascendental, una que le plantea a ese líder israelí el desafío más doloroso de su carrera política. Es decir: o haces estallar el gabinete extremista que has armado para mantenerte fuera de la cárcel, reemplazándolo con una coalición de unidad nacional, o haces estallar la oportunidad de paz con Arabia Saudita, algo que podría allanar el camino para la aceptación de Israel en todo el mundo musulmán.

Y Biden hizo todo eso luciendo como lo que realmente es, uno de los mejores amigos de Israel, desactivando cualquier golpe político dentro de Estados Unidos.

Por lo tanto, no voy a entrar en el debate sobre si Biden es demasiado viejo para postularse para la reelección. Solo digo que cuando se trata de diplomacia, la edad y la experiencia son sus mayores activos.

De paso les comento que yo también estoy un poco viejo, acabo de cumplir 70 años. Pero mi visión sigue siendo 20/20. Y lo bueno de ser viejo y de seguir teniendo buena visión, es que no necesito un replay del instante para ver a un mago diplomático haciendo su trabajo.

Traducción: Daniel Rosenthal