Elecciones en Israel

Gideon Levy, Haaretz 17 de noviembre de 2018

Todo el mundo sabía acerca de las nubes de sospecha se ciernen sobre el primer ministro Benjamin Netanyahu; que el ministro de Finanzas, MosheKahlon, ha llevado a la economía a un déficit y no ha resuelto los problemas de vivienda; que la ministra de Justicia AyeletShaked está incendiando la democracia; que la ministra de Cultura y Deportes, Miri Regev, está dañando la cultura e incitando contra las artes; que el Ministro de Educación Naftali Bennett está llevando religión y nacionalismo a las escuelas; que el ministro de Seguridad Pública, Gilad Erdan, está librando una guerra ridícula con medios escandalosos contra el movimiento BDS; y que la situación no es buena y empeorará aún más.

Entonces, ¿por qué razón está cayendo este gobierno? Porque Gaza no ha sido suficientemente golpeada. Porque el ejército no derramó suficiente sangre. Porque el matón no golpeó al huérfano como debería haberlo hecho. Israel está dispuesto a perdonarlo todo, excepto la moderación. Eso es también lo que aparecerá en la campaña electoral: quién dio un golpe y quién no. Quién es un héroe y quién es cobarde. Quién es Rambo y quién carece de coraje.

Esta es la razón de por qué las próximas elecciones, al igual que la mayoría de las elecciones anteriores, se han convertido en otro ritual interno sin gran importancia en el rito ficticio de la democracia israelí. En esencia, lo que ha sido es lo que seguirá siendo. La identidad del próximo primer ministro es mucho menos importante que lo que se afirmará durante la campaña electoral.

Las elecciones, en principio, serán en torno a nada. Gaza derribó al gobierno, pero ninguno de los candidatos tiene nada que ofrecer sobre el tema de Gaza, excepto palabras vacías y una venda. Una encuesta realizada por Israel Television News durante el fin de semana entre los jefes de los partidos reveló la verdad desnuda: a excepción de Meretz y la Lista Conjunta, que proponen levantar el bloqueo sobre Gaza – laúnica solución que existe – ningúnotro partido tiene nada para decir.

AviGabbay del Laborismo dijo: «Volveremos a tomar la iniciativa y tomar decisiones». Yair Lapid prometió: «Disuasión y apalancamiento económico». Bla, bla, bla, o en resumen: nada. Cuando se trata del tema más fatídico, la ocupación, sí, la ocupación, no hay «polarización» u «odio fraternal» en Israel; las opiniones apenas difieren entre sí. La centroizquierda hablará sobre el presidente palestino Mahmoud Abbas y no hará nada, la derecha no hablará: trate usted de encontrar la diferencia. Y cuando no hay diferencias en el asunto más importante de todos, las elecciones no son sobre nada en absoluto.

El resto de los temas son menos importantes. Está claro que otro gobierno de derecha continuará dañando el tejido de la democracia, que la libertad y los derechos humanos serán aún más limitados. El abuso de los solicitantes de asilo empeorará, las organizaciones de izquierda serán excluidas e incluso prohibidas. La libertad de expresión también será limitada. Estará prohibido criticar a los soldados de las Fuerzas de Defensa de Israel, algo lejos de ser inverosímil. En cuanto al apoyo público aBDS, no hay nada de qué hablar.

Una derecha que tiene confianza en sí misma es una derecha más peligrosa. Sin embargo, no se atreverá a hacer lo que está obligada a hacer: anexar Cisjordania, o al menos el Área C. Sólo continuará sentando las bases legales para un estado de apartheid, una medida que comenzó con la ley del estado-nación, pero no se atreverá a establecer oficialmente tal estado.

El ataque de otro gobierno de derecha a la democracia será malo, pero en un país en el que la mitad de sus nativos viven sin ningún derecho (los palestinos) o en condiciones severas de discriminación (los árabes israelíes), éste es un daño menos importante, para los privilegiados. Ningún gobierno alternativo previsible cambiará la situación básica de la semidemocracia para la mitad de sus residentes. Por lo tanto, las elecciones en Israel no son realmente elecciones, mientras no haya una democracia real y no haya diferencias ideológicas reales.

Un gobierno de centroizquierda mejorará la atmósfera y detendrá el deterioro. Con Gabbay, Lapid, Tzipi Livni, Ehud Barak o Benny Gantz a la cabeza del gobierno, se detendrá a menos activistas de derechos humanos en el Aeropuerto Ben Gurion y se cerrarán menos instituciones artísticas. Se pondrá fin a los ataques contra el sistema legal y Europa occidental volverá a mostrar su afecto. Algo importante, pero no crítico. No tendremos menos guerras, o menos asentamientos. Entonces, ¿qué habremos logrado?

No debemos desesperarnos. Pero las elecciones ahora no pueden inspirar grandes esperanzas, incluso si conducen a turbulencias. Ningún reemplazo prometedor está calentando al costado de la cancha. Habrá muchos eslóganes y promesas, los partidos se unirán y dividirán, los periodistas festejarán y todo funcionará en punto muerto: será sólo otro esfuerzo inútil. Una elección inútil.

Traducción: Daniel Rosenthal