La Crisis Ultraortodoxa del Coronavirus

Rabino Menachem Bombach, The Times of Israel, 8 de octubre de 2020

En las últimas semanas, Israel se ha visto abrumado por cómo se disparan las tasas de infección por COVID-19. Según Ronni Gamzu, el zar del coronavirus de Israel, más del 40 por ciento de todos los nuevos casos de coronavirus se encuentran en miembros de la comunidad jaredí (ultraortodoxa). Sin embargo, según la oficina de estadísticas del gobierno, la comunidad haredí representa tan solo alrededor del 12 % de la población israelí (un número que se espera que aumente drásticamente, hasta llegar aproximadamente el 25 % de la población para 2048). Esto nos muestra que durante los tiempos del coronavirus, incluso un pequeño grupo de personas puede tener un impacto enorme en el futuro de la nación.

¿Qué es lo que explica las dramáticas tasas de infección en la comunidad jaredí? ¿Cómo es que nos hemos metido en una situación que no solo amenaza vidas humanas sino que toca los nervios políticos y sociales más sensibles y está provocando una gran brecha entre los diferentes sectores de la sociedad israelí?

Para empezar, es importante tener en cuenta que, si bien existe una tendencia a considerar a los miembros de la comunidad ultraortodoxa como un todo y a culpar a todos los haredim por el aumento de la infección en Israel, existen diferentes facciones dentro de la comunidad haredí. La comunidad haredí se divide en tres facciones principales: la lituana (ashkenazí), la jasídica y la sefaradí. Las comunidades haredíes lituano-ashkenazí y sefaradí en general se cuidan de acatar la ley nacional israelí (es decir, en términos generales, porque hay quienes rompen el molde en cada uno de los grupos). Tanto el rabino Gershon Edelstein, que dirige la secta haredí lituana, como el rabino Yosef, que dirige la secta haredí sefaradí, hicieron un llamamiento inequívoco contra las grandes reuniones y exigieron el cierre de las sinagogas.

La facción jasídica, sin embargo, está dividida en sus prácticas: algunos grupos jasídicos son muy cuidadosos en cumplir con las leyes nacionales mientras que otros son menos obedientes. El Admor de Karlin, el principal “rebe” de la comunidad jasídica Karlin, que ha sido una figura asombrosa en Israel durante los últimos 40 años, tiene un compromiso inquebrantable con las leyes del Estado. De manera similar, el Admor de Gur se adhiere estrictamente a la ley del país. Sin embargo, junto con los jefes de estas dinastías jasídicas, hay otros admorim que son menos exigentes en lo que tiene que ver con cumplir con las regulaciones establecidas por el gobierno israelí.

Si bien no defiendo a nadie que no cumpla con las reglas – de hecho, condeno ese comportamiento en los términos más enérgicos – creo que para empezar es fundamental tener una idea de por qué aquellos que están violando las reglas pueden estar tan equivocados. Para comprender por qué tantos miembros de la comunidad jasídica, de la que soy miembro, se están infectando con COVID-19, es necesario mirar más allá de las condiciones de vida hacinadas que caracterizan a la comunidad y comprender la cosmovisión primaria, profundamente arraigada, que subyace en el discurso de la comunidad haredí y el comportamiento en consecuencia.

Hay tres tipos de razones principales por las que los líderes de algunas de las facciones jasídicas han renunciado a la lucha contra el coronavirus:

Prácticas: Algunas de las facciones consideran que COVID-19 es un decreto celestial que no se puede combatir y creen que es solo cuestión de tiempo hasta que todos contraigamos la enfermedad, después de lo cual tendremos inmunidad de rebaño. Al mismo tiempo, quienes se adhieren a este enfoque toman medidas para proteger a las personas mayores y a otros miembros de la comunidad que se encuentran en alto riesgo, con el fin de minimizar el daño causado por la enfermedad. Esto explica el alto número de casos entre los jóvenes estudiantes de las ieshivotde la comunidad ultraortodoxa y las bajas tasas de mortalidad entre los miembros mayores de la comunidad (al menos en este momento).

Espirituales: A algunas facciones jasídicas les preocupa que el cierre de las instituciones comunitarias como las ieshivot y las sinagogas dañe la vida espiritual de la comunidad. Temen que, como resultado de tales cierres, aumentarán los miembros que se desvían de su estilo de vida ultraortodoxo, que el sistema educativo se desintegrará y que las relaciones matrimoniales se tensarán como resultado del confinamiento de las parejas en sus casas, al no poder seguir con sus rutinas cotidianas.

Sicológicas: En tiempos de incertidumbre, es necesario crear estabilidad. Algunos de los líderes rabínicos de las facciones jasídicas quieren que se prosiga con las rutinas de oración y estudio para proteger sicológicamente a sus seguidores. En las comunidades jasídicas, se cuentan muchos relatos sobre el gran “mesirutnefesh” – autosacrificio y fuerza de carácter – de varios santos rabinos que continuaron su servicio a Dios y siguieron rezando y estudiando Torá incluso en situaciones de extrema dificultad. Los líderes rabínicos de estas facciones esperan que las generaciones futuras consideren el comportamiento de la comunidad durante la pandemia del coronavirus como un brillante ejemplo de perseverancia frente a la adversidad.

El problema con esta lista de razones es lo que falta en ellas. En las comunidades que no cumplen con la normativa sanitaria impuesta por el gobierno para minimizar la propagación del coronavirus no hay conciencia de que no vivimos solos, sino que formamos parte de una sociedad más grande. No se entiende que somos parte de una nación, que nuestras acciones afectan a nuestro entorno y que a veces no podemos tomar decisiones solo por nosotros mismos. No se reconoce el hecho de que Israel tiene órganos rectores, sistemas profesionales, investigadores, funcionarios de salud pública y médicos que están formulando políticas y cuyas posiciones están siendo revisadas constantemente porque las decisiones que se toman en esta área tienen un impacto crítico. Algunas facciones jasídicas no toman en consideración en absoluto estas variables.

Por mi parte, yo mismo no sé cuál es la forma correcta de lidiar con la pandemia. Afortunadamente, las decisiones sobre cómo manejar el caos actual y sus consecuencias no están en mis manos. Sin embargo, si queremos ver cambios en la forma en que se abordan desafíos similares en la comunidad haredí en el futuro, es esencial que se agregue un plan de estudios generales básico a la educación ultraortodoxa. Debemos asegurarnos de que las generaciones venideras continúen su estudio de la Torá y los estudios religiosos, pero que también aprendan sobre educación cívica y tengan un conocimiento y comprensión de la ciencia y la estadística. Estos estudios aumentarán su conciencia y sensibilidad cívicas.

Traducción: Daniel Rosenthal