Atravesando la Gran División
Steve Lipman, The Times of Israel, 8 de marzo de 2018
Un rencor de larga data – sobre Israel, sobre las relaciones entre israelíes y judíos estadounidenses, sobre el presidente Trump, sobre si los judíos de diferentes tendencias pueden llegar a hablar unos con otros – ha dejado sus heridas dentro de la comunidad judía de los EEUU. ¿Podría el Instituto Shalom Hartman de Norteamérica (Shalom Hartman Institute of North America, SHINA), con su inusual enfoque para acercar a judíos (y a otros), ser un bálsamo en Gilead? La operación con sede en Nueva York, una rama del think tank pluralista de 47 años de antigüedad fundado por el fallecido rabino David Hartman, está ampliando su huella con una nueva sede cerca de la Universidad de Columbia que duplica en tamaño a su antigua ubicación en el centro de Manhattan. Y lo está haciendo en un momento en que el discurso político en el país se ha vuelto cada vez más tribal y las divisiones dentro de la comunidad judía, en particular sobre Israel, han obligado a buscar un terreno común.
Aquí es donde entra Yehuda Kurtzer, de 41 años, el agudo e inteligente líder de SHINA armado con una variedad de programas pluralistas que traspasan las diferencias religiosas, incluyendo las cuestiones israelíes y todo lo demás, y permiten estudiar juntos. Uno incluso lleva el título vanguardista de iEngage (traducción libre: Compromiso con la innovación). Parece algo apropiado para Kurtzer, quien fue designado presidente inaugural de Jewish Communal Innovation (Innovación Comunitaria Judía) en Brandeis antes de hacerse cargo del Instituto Hartman hace ocho años.
Sobre el significado de Israel para la vida judía, Kurtzer apunta nada menos que a “un nuevo pacto entre Israel y los judíos del mundo, elevando el discurso existente de un enfoque basado en la crisis a uno arraigado en los valores e ideas judíos”, según el sitio web del grupo. Pero hay un sinnúmero de crisis que están desgarrando las relaciones entre Israel y la diáspora. Por citar solo algunas: oración igualitaria en el Muro de los Lamentos, conversiones de rabinos destacados que no cumplen con los estándares del Gran Rabinato, un gobierno israelí que parece tener actitudes muy tibias para con los valores democráticos y está empeñado en llevar a cabo una ocupación permanente de Cisjordania y fomentar la carrera armamentista de Israel.
¿Está Kurtzer luchando contra los molinos de viento al desafiar a las ortodoxias con su doctrina del pluralismo, una que incluso va más allá de la comunidad judía e incluye conversaciones difíciles entre judíos y musulmanes? “Si es importante para nosotros, tenemos que hablar al respecto”, dijo Kurtzer durante una amplia entrevista en su oficina. Su estilo personal es tan poco pretencioso como su filosofía de gestión. Prefiere una sencilla kipá tejida y a menudo está sin corbata. Su escritorio es prolijo, con pilas con los próximos libros y artículos de revistas que están en su lista de lectura. “Si no abordamos las preguntas más difíciles que los judíos están formulando, entonces estamos perjudicando al pueblo judío”. “Es difícil orar juntos”, continúa. “Es difícil hacer activismo político juntos. Lo único que podemos hacer juntos es estudiar”.
La nueva sede principal de SHINA es donde se lleva a cabo gran parte de ese estudio. Ocupa la mitad de un piso completo en The Interchurch Center (El Centro Interconfesional), una combinación de salas de conferencias y espacios administrativos. Incluso su aspecto – casi todas las puertas y paredes de la oficina son de vidrio transparente – es intencional (y metafórico). “Refleja nuestros valores”, dice Kurtzer sobre el espacio. “Queremos ser una organización transparente”. El personal y los participantes del Instituto, señala, incluyen a “judíos de todas las denominaciones”. Es desde esta nueva posición que Kurtzer, quien se crió en una familia ortodoxa moderna pero que ahora se identifica como “igualitario tradicional”, reivindica su postulado a medida que construye su reputación como uno de los principales intelectuales públicos de la comunidad judía de los Estados Unidos. Hijo del ex-embajador de los Estados Unidos en Israel, Daniel Kurtzer, es un escritor prolífico, aunque a veces excesivamente discursivo, que publica ensayos de opinión reflexivos en publicaciones como Times of Israel y The Jewish Week, y bloguea sobre temas como liderazgo judío, identidad judía y relaciones con no judíos y “la creciente brecha de valores” dentro de la comunidad judía.
En los últimos años, bajo la dirección de Kurzter, el Instituto ha crecido en muchas dimensiones: su espacio físico se ha duplicado de casi 500 metros cuadrados a 1.000; su personal de tiempo completo ha pasado de 3 empleados a 28, con un aumento paralelo en el número de becarios y docentes adjuntos. En lugar de dos o tres programas públicos al mes, ahora ofrece más de 10, y sus actividades, que antes llegaban a unos pocos cientos de personas al año, ahora alcanzan las 10.000. El SHINA también tiene personal en Chicago, Boston, San Francisco y Los Ángeles. Los miembros se expanden dentro de la comunidad judía, difundiendo el mensaje pluralista. La gente se ha dado cuenta, poniendo a Hartman al mismo nivel que organizaciones tan conocidas como el Wexner Heritage Program (Programa de Herencia Wexner), la Melton School of Adult Jewish Learning (Escuela Melton para el Aprendizaje Judío para Adultos), el Rohr Jewish Learning Institute (Instituto de Aprendizaje Judío Rohr) y CLAL, el Centro Nacional Judío para el Aprendizaje y el Liderazgo. Ahora, dice Jonathan Sarna, profesor de historia judía estadounidense en la Universidad de Brandeis, “Hartman es un jugador”. “La educación judía adulta tiende a aumentar durante épocas de cambio”, dijo Sarna, citando un mayor interés en este tipo de programas que coincidió con el crecimiento del movimiento baal teshuvá y el judaísmo “hazlo tú mismo” de fines de la década de los años sesenta y la década de 1970.
Sobre el crecimiento del Instituto, Kurtzer dice: “En la vida judía existe una enorme hambre de conversaciones rigurosas sobre asuntos críticos. La gente está entusiasmada por las ideas, …por la creatividad intelectual. Nuestro trabajo es mejorar la calidad de la vida judía a través de las ideas”. A pesar de sus inclinaciones progresistas, Kurtzer liga su enfoque directamente a la tradición judía ancestral. Es una señal acerca de la complicada cuerda floja sobre la que está tratando de caminar. El toma y daca del Talmud – la idea de que la comunidad judía mejora a través de la discusión y el debate vigoroso con personas que tienen opiniones contrarias – es la estrella que lo guía. Ese ir hacia adelante y hacia atrás es “una de sus características”, dice sobre el Talmud. “Hay un gran hilo en la literatura rabínica que prioriza la disciplina del aprendizaje y el estudio sobre la disciplina del profeta y del monarca”. Un psiquiatra moderno podría llamar este enfoque “disonancia cognitiva”. “El pueblo judío”, enfatiza Kurtzer, “es arrastrado por la capacidad de nuestros líderes de ser los embajadores de esa idea”.
Valores compartidos de la tradición judía
Una tarde, hace poco, Kurtzer dirigió una discusión sobre “Sionismo en tensión con otros valores” en la nueva sede de SHINA para un grupo de siete jóvenes académicos. Representan el primer grupo de los “Fellows” (miembros) del David Hartman Center, hombres y mujeres cuidadosamente seleccionados que participan en un programa de capacitación de un año. Kurtzer repartió una lista fotocopiada de lecturas que incluían temas tales como la relación del sionismo y el feminismo, la legitimidad del igualitarismo y un fragmento talmúdico sobre el valor del compromiso. Durante una hora, los participantes, que representaban diversas corrientes del judaísmo y tendencias políticas, escucharon respetuosamente a Kurtzer, formulando preguntas sin alzar la voz. El pegamento, al parecer, es lo que Kurtzer llama los “valores compartidos” de la tradición judía. En lugar de concentrarse en los textos estándar de una ieshivá como la Torá o el Talmud, o en fuentes académicas seculares como en una universidad, las conferencias y videos de SHINA ofrecen una amalgama que no promueve la perspectiva de una rama del judaísmo sobre otra, sino que fomenta las discusiones sobre cuestiones tales como justicia, paz, compasión y autopreservación. En otra sesión nocturna reciente, dos docenas de académicos y empresarios de mediana edad y en edad jubilatoria que desempeñan un rol activo en una variedad de organizaciones judías, se sentaron en una pequeña sala de reuniones en las oficinas de SHINA. Bajo la dirección de Elana Stein Hain, académica residente y directora de educación para el liderazgo de la organización, discutieron sobre la “Experiencia Judía Moderna”, leyendo un texto fotocopiado que incluía extractos de la Torá, el Talmud y el Nuevo Testamento. Las dos sesiones inauguraron la serie de debates “Salon @ 475” del Instituto para un pequeño grupo de invitados (475 Riverside Drive es la dirección de The Interchurch Center, el nuevo hogar del Instituto), y los participantes tuvieron la sensación de estar participando en una clase de Talmud, pero con comentarios introductorios y un contexto histórico que generalmente no están presentes en una sesión de estudio clásica del Talmud en una ieshivá. En lugar de responder simplemente a las preguntas que hicieron los participantes, Stein Hain abrió el debate para una mayor discusión. “No estoy tratando de darles respuestas fáciles”, declaró. Es el lema de Hartman en siete palabras.
El enfoque de cuerda floja de Kurtzer es trascender las diferencias, o hurgar a través de ellas para salir por el otro lado. Dice que quiere “priorizar tanto al pueblo judío como un compromiso profundo con las ideas y los valores como medio para crear una conversación entre divisiones, incluso si no nos podemos poner de acuerdo con un consenso”. En otras palabras, estar de acuerdo en no estar de acuerdo y escuchar. “Tratamos de traer [a los programas de SHINA] una diversidad de voces para que los alumnos sepan que sus puntos de vista son tomados en serio y están siendo escuchados”, dice.
Kurtzer reconoce la promesa, y también las trampas, de un enfoque así. La ventaja, dice, “es que la erudición que se obtiene [de discusiones así] ha sido una lectura intelectualmente honesta de la tradición”. ¿La desventaja? La falta de voluntad de algunas personas para cuestionar opiniones preestablecidas y escuchar opiniones contrarias: parecía estar diciendo que demasiada disonancia cognitiva puede ser contraproducente. “Nuestro enfoque a veces no es suficiente para lo que necesitan”. Gran parte de la programación de SHINA está orientada a los líderes de la comunidad judía en lugar del amjá, el “judío de la calle”. Se trata de crear una especie de versión pluralista del Ejército del Rebe, el nombre popular de los emisarios del fallecido Lubavitcher Rebe, que llega a los cuatro rincones del planeta y difunde el mensaje judío de Jabad. Este enfoque, dice Kurtzer, “reconoce la capacidad de los líderes para fortalecer a los integrantes del pueblo. Si enseñamos a 150 [líderes], se llega a miles y miles de judíos”.
Como parte de su concentración sobre Israel, SHINA patrocinará en breve “Israel @ 70: Judaísmo y Democracia”, una serie de programas dedicados al 70 aniversario del estado judío para toda la nación. Y el sitio web del Instituto ofrece videos sobre temas de actualidad; uno reciente presenta a Stein Hain hablando sobre “Canon judío y privilegio masculino”. Otra nueva programación incluyó un webinar, “Lo que los israelíes necesitan entender: una perspectiva judía estadounidense”, con el autor Yossi Klein Halevi, un miembro senior de Hartman en Jerusalén, y el rabino Shira Koch Epstein, director ejecutivo de “14th Street Y here”.
“Lo que me atrajo” de la invitación para convertirme en miembro de Hartman “fue la oportunidad de aprender de estos excelentes académicos y pensadores”, dijo Shira Billet, Ph.D. estudiante de pensamiento judío moderno en la Universidad de Princeton. Al igual que otros miembros, Billet va a la oficina de SHINA una vez a la semana; ella planea enseñar estudios judíos a nivel universitario. “Nos están mostrando nuevos métodos de enseñanza”, dijo Billet. “Seré una mejor docente”. Nahum Twersky, un consultor de marketing jubilado que asistió a la primera reunión de Salon, dijo que integra las lecciones que aprendió allí y en sesiones anteriores en SHINA a su trabajo como consultor con organizaciones sin fines de lucro judías. El rabino Daniel Burg, un rabino de púlpito en la Sinagoga Beth Am en Baltimore, llevó iEngage a su congregación hace unos años cuando observó que los miembros de su sinagoga “encontraban cada vez más difícil tener conversaciones significativas sobre Israel”, a menudo sin estar dispuestos a escuchar las perspectivas de los demás. Varias docenas de personas, tanto de la izquierda como de la derecha política, participaron en el encuentro inicial de iEngage en Beth Am; no hubo peleas a puñetazos, y en los años siguientes patrocinó dos veces más a iEngage, según dijo el rabino Burg. Agregó que notó el mismo efecto cada vez: aunque los miembros de la sinagoga no modificaron sus puntos de vista, “todos ellos pudieron aprender juntos respetuosamente”. ¿Y llevar adelante discusiones sobre Israel sin rencor? “Por supuesto. La gente se comprometió con la relación entre judaísmo y la democracia… la gente en nuestras clases casi siempre ha sido respetuosa… [creciendo] en el área de la empatía y el aprecio por las posiciones o narrativas de los demás”.
Los participantes musulmanes en las actividades del Instituto también han elogiado su efecto.
Wajahat Ali, un periodista, dramaturgo y activista musulmán que participó en la Iniciativa de Liderazgo Musulmán del Instituto Hartman, que fue lanzada hace cuatro años, dijo que las reuniones del programa con “personas de ambos lados” de la división judío-árabe han aumentado sus contactos, ampliado sus escritos y ayudado a “aprender cómo manejar narrativas conflictivas en tu cabeza”. Parvez Ahmed, un profesor de finanzas de la Universidad del Norte de Florida, nacido en la India y activista musulmán, que participó en varias actividades educativas del Instituto Hartman, dijo que, al igual que muchos participantes musulmanes, ha recibido algunas críticas de correligionarios musulmanes. “¿Te están lavando el cerebro?” preguntan; ¿estás disminuyendo tu compromiso con la causa palestina?” Su respuesta: “Si tienes un desacuerdo con alguien, tienes que tener una conversación con esa persona”.
Es un comienzo, pero Kurtzer está pensando en algo más grande y a mayor plazo. “Si pensamos solo en términos de crisis a corto plazo”, dice, “estamos defraudando a nuestros líderes”, y a la comunidad. “Nuestro trabajo requiere un arco realmente largo”.Theodore Parker, el ministro unitario del siglo XIX, en un pasaje famoso parafraseado por Martin Luther King Jr., observó: “No pretendo comprender el universo moral; el arco es largo, y por lo que veo, estoy seguro de que se inclina hacia la justicia”.
Kurtzer está apostando a que, además, se inclina hacia el pluralismo.
Traducción: Daniel Rosenthal