5776

¿De qué hablamos cuando hablamos de “judaísmo”?

 

A pocos días de Rosh Hashaná y Iom Kipur (y Sucot y Simjat Torá, aunque para muchos con Kipur se termina el año judío – cuando de hecho recién empezó) cabe hacerse la pregunta del título. Cuando hablamos de “judaísmo”, o jugando con el lenguaje, cuando hablamos “judío”, de qué hablamos. A diez días de finalizar el año de la creación 5775º, hablamos acerca de reunirnos: dónde, con quién; por suerte los judíos fuera de la tierra de Israel disponemos de dos noches para hacer “x” cantidad de combinaciones. El “cómo” es más sencillo: la gran mayoría reunidos alrededor de una mesa, y muchos reunidos en las sinagogas. El lado espiritual y el lado material. Está más o menos claro qué comemos, seamos ashnazies o sefaraditas: la tradición es milenaria y terminante. Al final del día, para muchos Rosh Hashaná es acerca de sabores y aromas, asociaciones a un pasado idílico de abuelos y primos, padres y hermanos, escuela y tnuá. Hablamos de cultivar y construir memoria, construir narración.

 

Seis meses más tarde nos reuniremos una vez más en torno a una (larga, cuanto más mejor) mesa para entonces sí, específicamente, contar la historia de la salida de Egipto y comer los alimentos mandatados para esa festividad. A nuestra memoria espontánea y creativa sumamos el rigor de la narración canonizada. Aun así, muchos de nosotros podemos ser el hijo “malvado”, o el hijo “inocente”, o simplemente, el hijo “qué no sabe preguntar”. En cualquiera de los casos, somos el hijo qué no termina de entender de qué hablamos.

 

A lo largo del año (sí, éste que se inicia, 5776) la vida nos encontrará llenos de desafíos acerca de cuáles son los temas que nos hacen judíos. Desde el entorno, hostil o amigo, o desde el seno de nuestro pueblo, cada día un judío debe elegir no sólo qué temas aborda como tal, sino cómo encara su quehacer cotidiano. Aunque no nos demos cuenta, permanentemente estamos hablando acerca de “qué hablamos cuando hablamos, somos, judíos”.

 

Lo judío se nutre de numerosas vertientes interconectadas entre sí. No podemos deshojar la margarita y también quedarnos con la flor. Entre tanta disyuntiva, es la flor la que deja de ser. De igual modo, no podemos deshojar al judaísmo de los pétalos que lo enmarcan y protegen: sea religión, gastronomía, tradición, sionismo, hebreo, comunidad… a diferencia de la flor, no todos los pétalos son iguales y proporcionados, pero todos son, tienen una razón de ser. Cuando una margarita queda con su último pétalo está a punto de no ser. Cuando un judío dice que su judaísmo sólo radica en su Sionismo o en su apego a cierta gastronomía, poco le queda como judío.

 

Antes de pensar si seremos inscriptos en el libro de la vida, vale la pena preguntarse qué libro hemos escrito nosotros este año. De qué hemos hablado cuando hablamos de judaísmo. ¿Nos hemos limitado al estricto, riguroso, axiomático cumplimiento de los preceptos en un afán detallista y obsesivo? ¿O hemos hablado acerca de ellos para entender su dimensión moral y ética y, acaso, elegir incorporarlos a nuestras vidas? ¿Hemos hablado de lo prohibido y lo puro, o hemos, como dijera Santiago Kovadloff, “interrogado” el texto para obtener nuevas respuestas a viejos dilemas? ¿Nos hemos sometido a la autoridad rabínica (cualquiera sea) o hemos abrevado en su sabiduría?

 

En 5770 (2009), coincidiendo con una interesante experiencia comunitaria de “presentación de proyectos” para que todos conociéramos cómo se construía judaísmo en nuestra comunidad, presentamos TuMeser, un sitio web que sustituía a “radiomaná”, un proyecto de radio en vivo. Han pasado ya casi seis años y seguimos empeñados en plantear cuál es el discurso judío que pretendemos, que buscamos, en el entendido de que la meta es elusiva siempre y se trata de proyectos por aproximación. Como hemos dicho repetidas veces, TuMeser no es acerca de Shoá o Antisemitismo, ni acerca de Actualidad Israelí (el nombre es muy tnuatí pero todos entendemos de qué hablamos), ni cubrimos actividad comunitaria, ni contamos Premios Nobel, ni nos interesa si Carlos Tanco es judío o no; TuMeser trata de ser: reflexivo; analítico; cuestionador; apolítico y apartidario; cultural (judío y no judío); y sobre todo, trata de asomarse a los grandes dilemas morales de nuestro tiempo.

 

Fue ese mismo año 2009 cuando asistimos por primera vez al Shalom Hartman Institute de Jerusalém, fundado por el rabino David Hartman z’l y dirigido por su hijo Donniel. Nunca nos quedó tan claro como entonces (luego asistimos tres años más) que ese, el discurso “Hartman”, era lo que estábamos buscando. Encontrarlo no es garantía que uno lo haga propio, pero al menos encuentra una dirección.

Limud Uruguay, como parte de Limud Internacional, que nos invitó a sumarnos este año, apunta en la misma dirección: los temas judíos no se agotan en el guefilte-fish o las burekas. A diferencia de TuMeser, que es un proyecto absolutamente personal, Limud es un proyecto colectivo donde confluyen una variedad enorme de intereses con un punto de partida claro: aprender y enseñar. Es voluntario y diverso. Planificarlo y realizarlo conlleva un aprendizaje en sí mismo. Cada uno puede traer su “discurso” para compartirlo con quienes quieran escucharlo; a su vez, los asistentes eligen de la gama de temas y propuestas ofrecidas. Tal vez el año siguiente ellos quieran compartir su propio discurso, su forma de entender ciertos temas dentro de “lo judío”.

 

El judaísmo es diálogo: desde Dios con los patriarcas y Moshé Rabenu, pasando por los profetas frente al pueblo, y siguiendo la mejor tradición rabínica de los “pares” que discutían y construían “halajá”. Si “halajá” es “caminar”, está claro que el camino se hace, como dijera el poeta, “al andar”. Por eso es importante elegir “de qué hablamos cuando hablamos de judaísmo”: de nuestra elección y las respuestas de nuestros semejantes surgirá el nuevo discurso. Aferrarse a discursos paralizantes o perimidos aporta conocimiento, tradiciones, sabores, pero poco contribuye a generar un presente y un futuro más creativos, más cuestionador, más inquieto. TuMeser desde lo individual, Limud desde lo colectivo, han sido para mí excelentes respuestas a mi pregunta inicial. Por suerte, las respuestas son muchas y diversas.

 

Shaná Tová!

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