El Llanero Solitario

El "sueño americano" está basado en el esfuerzo personal, la defensa a ultranza de la propiedad privada, y el respeto a rajatabla de los derechos individuales El polémico uso de las armas en los EEUU es uno de los ejemplos de esta percepción; la polémica en torno al tema radica en el derecho a la auto-defensa, y por lo tanto, al porte de armas. El Estado está al servicio de la persona, no a la inversa. La persona debe ser libre de cooperar e incidir en su sociedad, el Estado no puede imponérselo por medio de impuestos. Cada uno es dueño de su destino. La tradición cultural, literaria, y cinematográfica estadounidense refleja estos valores en relación al individuo en el seno de la sociedad en que vive. El héroe estadounidense es un ser solitario que enfrenta sucesivos desafíos, y los supera.

 A veces la "unidad" puede ser una persona determinada; una familia; una dupla policial; un capitán de barco; un animal; un justiciero en el Lejano Oeste. Kung-Fu o MacGyver; La Familia Ingalls; Starsky & Hutch; el capitán Ahab en "Moby Dick"; Lassie o Rintitin; o El Llanero Solitario (en su versión televisiva de los años sesenta). Cualquiera de estos personajes están obsesionados con la moral y la justicia y transcurren su vida (ficcional) en su persecución con una perseverancia admirable. Salvando el trágico final de Ahab, el resto de los personajes cumple su propósito, y es precisamente esto lo que los motiva a seguir: capítulo tras capítulo persiguen el bien y evitan el mal. Claro que hay diferencias sustanciales entre la profundidad de "Moby Dick" y la de "El Llanero Solitario", pero en definitiva la meta es una: justicia.

En ese sentido, su propia percepción de su rol en el seno de las naciones tiene algo bíblico: creen ser "luz para los pueblos"; creen, como decía Benedetti, que pueden "exportar" democracia. Podemos no estar de acuerdo, pero lo cierto es que lo creen. Ningún imperio se sostiene si no cree en sí mismo ni se percibe como centro y sostén de ciertos valores en el mundo. Desde comienzos del siglo XX a hoy esto es lo que creen amplias mayorías del pueblo estadounidense.

El FBI desembarcó en Suiza la semana pasada como El Llanero solía hacer en los pueblos asolados por el crimen en el "Far West". Suiza es uno de los países más "civilizados" y democráticos del mundo, pero es el sistema americano el que cruza una vez más el océano para poner orden una organización básicamente "europea". Lejos de irse a casa, los "yanquis" vienen por más. Que la gran mayoría de los acusados sean miembros de FIFA por medio de organizaciones nacionales sudamericanas o centroamericanas no es casualidad: la corrupción campea en todos los niveles de algunas sociedades, con mayor o menor virulencia. Es un secreto a voces, un statu-quo intocable e inabordable. Hasta que desembarcan ellos, con su sistema jurídico, sus recursos, su ejecutividad, y su sentido de que quien delinque, paga.

Desde estas orillas rioplatenses hemos sido testigos mudos de la corrupción en el mundo del fútbol organizado. No lo sabíamos con certeza pero era voz populi. La pasión es tal que el tema no es la corrupción sino el gol: a diferencia de los estadounidenses, en el Río de la Plata se juega al fútbol no para fomentar el trabajo en equipo sino para simplemente existir. El fútbol es ilusión, esperanza, euforia, y pasión; la justicia, sea de la naturaleza que sea, corre por otros andariveles: no toquemos el fútbol. En Uruguay, concretamente, parte de nuestra identidad nacional está sostenida en Maracaná.

Nadie puede saber cómo seguirá esta historia. Quién será el próximo presidente de FIFA, cómo se detendrá la corrupción, cómo se organizará el mundo y el negocio del fútbol de aquí en más. Lo cierto es que los estadounidenses no producen cracks, pero quiebran el lomo de una organización a priori inaccesible, autónoma, autoritaria, si se quiere hasta despectiva del propio público que la sostiene: el hincha, el espectador, el hombre de la calle que habla cada lunes del partido del domingo. Brasil, Argentina, Uruguay, seguirán produciendo Neymares, Messis y Suáreces exportados a los viejos países colonizadores; pero la justicia llega a lomos de un corcel blanco y grita "hi-yo-Silver!"

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