Pascua

Antes que nada: Jag Hapesaj (Kasher) VeSameaj!

Que Pesaj sea kasher es inherente a la festividad; está escrito. Sin embargo muchos celebran igual y se conforman con el guefilte-fish, la matzá, y el "kiguel" de papá. Lo de "kasher" es para los "religiosos"; lo de "sameaj" es para todos, porque todos nos sentamos alrededor de una mesa, todos contamos (algo de) la historia, y todos celebramos. En lo personal, si bien cada año que pasa aprendo algo más acerca de lo "kasher", si sólo cuento el cuento, daieinu!

En estos días visito familia en la Andalucía profunda: Sanlúcar de Barrameda, a orillas del lorqueano río Guadalquivir; orillas de las que zarpó Cristóbal Colón. Por aquí no hay ambigüedades: esta semana es "santa", lisa y llana. Literalmente: llena de Vírgenes, Jesúses, Santos, mucha algarabía, solemnidad, y devoción.

La principal manifestación de la Pascua Cristiana por estos lares son las procesiones.

Se construyen enormes y costosos (lo que llamaríamos nosotros en Uruguay) carros alegóricos con escenas de la vida de Jesús a los que se denomina "pasos" y efectivamente con ellos se pasea en la procesión por toda la ciudad. Cada hermandad construye el suyo y tiene su turno para desfilar. Cargar con estos enormes escenarios móviles supone un honor mayor, además de un esfuerzo físico muy respetable. El "paso" va rodeado de músicos y escolta, todos uniformados y producidos. Sin despreciar nuestro Carnaval (no tiene nada que ver en su espíritu), estamos hablando de producciones dignas de Broadway en su esplendor y recursos.

Dicho todo lo antes descripto, la pregunta es: ¿qué tiene que ver esto con Pesaj? Intentaré entre paseos, reencuentros y charlas interminables esbozar una respuesta, o tal vez deba decir: una aproximación, una intuición. Amerita, pero las circunstancias no lo permiten, una elaboración mayor a la que me aboco hoy.

La respuesta más simple tal vez sea: "¡qué difícil es ser judío!" Dicho en idish sonaría tanto mejor. Pero estoy en España y tengo la misma sensación que tuve hace treinta y cinco años cuando recorrí por entonces Castilla y no precisamente en Semana Santa. Qué difícil resulta no ya "ser" judío sino vivir como tal en una tierra donde la cristiandad echó tanta raigambre. Si la idolatría es el pecado mayor del judaísmo, qué difícil no trasgredir. Qué difícil distraer a los niños no ya de las ingenuas navidades que conocemos en Uruguay, por ejemplo, sino de toda esta celebración que inunda y desborda calles, casas, y balcones. Cómo compite Pesaj con la Pascua cristiana; difícil. Aun considerando que el Seder de Pesaj, la Agadá de Pesaj, y todo el ritual judío es de por sí complejo y fascinante. Pero sentarse detrás de las ventanas mientras alrededor se desarrollan otros mitos, no es cosa fácil.

Cuando me asaltan estas reflexiones puedo tal vez empezar a entender a "nuestros sabios de bendita memoria" (Jaza'l) que interpretaron y codificaron la ley y así fueron creando las condiciones para que el judaísmo no sólo se transformara sino que sobreviviera. Parte del sistema está diseñado para dotar al pueblo de las herramientas que le permitan mantenerse apartados de las mayorías. Empeño no menor tal como lo intuyo en estos días. En una época donde los judíos liberales nos integramos y abrimos a la sociedad, vale por un momento sentir cómo pueden diluirse ciertos límites.

Celebrar Pesaj es construir los límites desde dentro. No desde la prohibición de la idolatría sino desde el culto de nuestra narrativa y tradición. Creo que podemos contemplar los "pasos" y admirarlos, hasta sentir una cierta fascinación, sin comprometer nuestra vocación por contar acerca de la salida de Egipto. Y todo el que se extienda en el relato, alabado sea.

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