Janucá

Como Pesaj, Janucá me resulta fascinante. Tendrá que ver con lo milagroso o mágico, con la idea de liberación y emancipación, con la construcción y reafirmación de una identidad propia.

A diferencia de Pesaj, que en grandes titulares celebra LA LIBERTAD, Janucá no está reglada. La costumbre es encender las velas día a día en forma progresiva junto a una ventana de modo de traer luz al mundo que nos rodea. Son velas de valor meramente simbólico: son para ser miradas, no para ser útiles; son estéticas, semánticas, trascendentes.

Como signo, simples, y más básico aún el fuego que producen. Tan simples que permiten construir un sinnúmero de metáforas y significados asociativos y libres, apelando al ingenio y la imaginación.

 Pesaj, por el contrario, está llena de signos y símbolos ordenados, clasificados, estructurados; Pesaj supone "orden", normas, prohibiciones (más que en ninguna otra festividad judía), un verdadero cambio de vida. Cumplir los preceptos de Pesaj a rajatabla es un desafío y una ardua tarea. Cumplir Januca es simple: el candelabro adecuado, cuarenta y dos velas, y fósforos. Las sufganiot y los latkes son opcionales. Ni hablar de los trompos.

"En aquellos días, en estos tiempos" cantamos cuando encendemos las velas. Como tantas veces en la tradición judía, el tiempo se relativiza, se neutraliza. Somos todos Macabeos, todos restauramos el Templo: aquellos días son estos tiempos. Recreamos el milagro del aceite. Más aún: volvemos a contar ocho días como en Sucot. Con el correr de los siglos, y especialmente en esta actualidad que nos toca, tan llena de estímulos y mensajes, Januca habilita sentimientos de equivalencia, de reciprocidad. En una época de luces nosotros ofrecemos también las nuestras, propias, pero compartidas. Al no ser un tiempo "sagrado" (kadosh), diferente, apartado para cierto propósito, Janucá es el tiempo más universal que el judaísmo ofrece a la humanidad.

La paradoja, sin embargo, es que Janucá celebra el triunfo de los Macabeos y la restauración de la santidad del Templo en Jerusalém. Lo que la cultura griega quería era "helenizar" el judaísmo. Dicho de otra manera, dejarlo ser pero igualarlo: judaísmo pasteurizado.

La cultura helénica, a diferencia de la romana siglos más tarde, tenía pretensiones culturalmente colonialistas. De hecho, su cultura sobrevivió largamente al imperio alejandrino y sus desmembramientos, concretamente a través del imperio romano primero y del Cristianismo después. Los romanos, por el contrario, celaban el orden político e institucional, lo cual llevó eventualmente a la destrucción del Templo y cien años más tarde Jerusalém como ciudad judía.

La paradoja radica en que en "estos tiempos" Janucá permite igualarnos al resto de las naciones del mundo occidental. Conmemoramos el triunfo de los Macabeos y la purificación del Templo, pero de hecho hemos instaurado la costumbre de las luces, reunirnos en familia, las comidas fritas para la época más fría del año (en el hemisferio norte, claro), los juegos, los regalos. Sólo nos faltó el verde, traer la naturaleza dentro de casa. Por un rato, no somos tan distintos al resto.

Navidad, que este año se celebra al otro día de finalizado Janucá, es una "marca" muy poderosa, usando términos del marketing. Es bueno saber que contamos con nuestra propia marca y que podemos compartirla. El judaísmo de los Estados Unidos ha llevado esta coincidencia a un extremo donde ambas festividades se mezclan y se igualan; basta ver series o películas. Creo que no debemos llegar a ese extremo: una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa. Pero al mismo tiempo, luces son luces, familias son familias, reuniones son reuniones, latkes son latkes... para mejor, son parve.

Celebro todas las abuelas que descubren Januca para disipar Navidad en las tiernas mentes de sus nietos. Celebro toda la movida judía que Janucá permite sin enredarnos con preceptos, religión, prohibiciones o rituales en exceso. El judaísmo no se hubiera sostenido si todas las festividades fueran como Janucá; más bien, creo que existe gracias a festividades como Pesaj. Agradezco sin embargo tener Januca una vez por año. Cuantos más cerca de Navidad, mejor. Más luz.


Jag Januca Sameaj!

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