Ser

Qué me ocupa. De qué me ocupo. Encaro con las elecciones nacionales o vuelvo a sumirme en el círculo vicioso de la violencia allá, en mi otra tierra. (Me) hago preguntas o esbozo respuestas. Me ubico como víctima o como victimario. En otras palabras: me vuelvo ambigüedad, oxímoron, o sofisticada paradoja. Cómo desdoblo mi múltiple ser, mis variados intereses, mis contradictorias sensibilidades. Puedo ser mero espectador; anónimo extra; protagonista. Puedo serlo todo a la vez y no ser nada. Una rosa puede oler pero no significar; o a la inversa; o ambas. Depende quién la cuente. En suma: qué historias elijo contar cuando cierra una semana y trato, acaso con falsa humildad pero no con vergüenza ajena, encontrar sentido en lo que (me) sucede.

 Siento un cierto hastío. Tanto si hablo de política nacional en Uruguay como si hablo de atentados y represalias en Israel. Ambos asuntos son recurrentes, pero sobre todo estériles. Pareciera que ya nada fuera a cambiar. No hay discursos que remedien las realidades, cualesquiera sean ellas. Con todo su poder de generar palabras, historias, y esperanza, el Hombre no puede explicarlo todo. Habrá quienes sigan hablando y explicando, con mayor o menor brillantez o plana lucidez, pero la realidad, como los fenómenos de la naturaleza, es devastadora y nos pasa por arriba. A veces.


Otras veces podemos contarnos historias y consolarnos, confortarnos, incluso imbuirnos de esperanza. No es poco frecuente. Por el momento, siento que es un tiempo para quedarse quieto y escuchar(se): nuestro propio cuerpo, el mundo que nos rodea. Desde un tentativo silencio propio escuchar sonidos todavía ininteligibles, como cuando uno despierta de un sueño profundo. Tratar de entender.

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