Sipur

La visita a Montevideo de la Profesora Rajel Elior de la Universidad Hebrea de Jerusalém cerró un tiempo comunitario. Su fascinante narración de la narrativa judía, y en especial su metáfora del telar que se teje en forma vertical primero para intercalar la trama horizontal después, fueron un bálsamo de judaísmo profundo y significativo después del frenesí perseguido y perseguidor de los últimos dos meses. Un día antes, un encuentro multitudinario generado por una nueva generación de jóvenes judíos había aliviado, en forma colectiva, la angustia que muchos habíamos sentido en forma individual.  No sólo se demostró y aclaró que un "beit hakneset" (sinagoga, literalmente "casa de reunión") no es únicamente un lugar de rezo, sino que reforzó el valor del "minián", el valor de estar en comunidad. Como se desprende de ambos eventos, somos un pueblo de paz y justicia y de valores morales que trascienden tanto nuestra consciencia de ello como el tiempo que nos toca.

Esos valores son una construcción colectiva y milenaria. Es allí donde al final del camino abrevamos consuelo.

Tomando las palabras de Rajel Elior, del mismo modo que según los cabalistas el mundo está creado por tres significados complementarios de una misma raíz (SPR), a saber "sefer, sefar, y sipur" (texto, cifra, y narrativa), en dos días la comunidad judía del Uruguay reunió datos, estadísticas, análisis, y generó su propia historia: de las tribulaciones del pasado inmediato al consuelo y la esperanza de un futuro mejor. Salvando las enormes distancias con las desgracias que en el siglo XIII que dieron lugar al lenguaje cabalístico, las consecuencias del conflicto en Gaza en el mundo judío en general y en Uruguay en particular demandaron un enorme esfuerzo de encuentro y generación espontánea.

Finalmente, la historia que elegimos escuchar en Montevideo la semana pasada fue una historia de paz y redención. Prevaleció un mensaje de empatía y sensibilidad. Reforzamos nuestra dimensión moral. Apelamos a nuestro afán de justicia. Atrás quedaron los discursos combativos, agresivos, hasta xenófobos que surgieron en tiempo de guerra. La larga y creativa tradición de dieciocho siglos de exilio se hizo significativa para muchos de nosotros, aun sin que supiéramos que estábamos apelando a ella.


En quince días es Rosh Hashaná. Estoy seguro que llegamos al mismo con una sensibilidad y percepción diferente. Estoy seguro que los toques del shofár, sean de premonición, de quiebre, o de redención, tendrán un eco diferente al de años anteriores. Vivir nuestra vida judía plenamente nos da este tipo de oportunidades: resignificar las vivencias más duras en el marco de una tradición que no cede.

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