Agunot

El tema de las "agunot" (mujeres que no consiguen obtener el "guet"-divorcio bajo el rito judío-de sus ex esposos) es un tema candente para la mujer judía, en especial para la que se mueve en círculos ortodoxos. Sin embargo, puede afectar por igual a cualquier mujer judía que se casó en una ceremonia religiosa judía y quiere finalizar esta relación. Muchas mujeres han quedado atrapadas en esa suerte de limbo cuando sus ex esposos, habiendo terminado todo otro tipo de vínculo, se aferran a la potestad de otorgar el "guet" (o no) para hacer miserables a sus esposas. O sin ir tan lejos ni suponer mala intención, cuando se dan situaciones difusas y excepcionales donde no puede comprobarse un "guet" y la mujer queda atrapada en esa figura condenatoria que le impide recomponer su vida.

 Nos consta que mujeres orgullosamente ortodoxas se sienten particularmente molestas con esta "halajá", esta ley judía. Es un tema que trasciende tiendas dentro del judaísmo.

La semana pasada apareció en la prensa de todo el mundo la noticia de que el Rabinato de Uruguay (el que representa al Rabinato de Israel) comenzará a pedir un acuerdo pre-nupcial de modo que, cuando una pareja se divorcie por la ley civil, se otorgará el "guet" a la mujer.

La iniciativa merece un aplauso generoso. Sobre todo, a quienes tuvieron el coraje y la tenacidad de presentarla y bregar por ella. Todos sabemos que las normas pueden ser eludidas, violadas, olvidadas, o guardadas por años en cajones de modo que nunca incidan en la realidad. De modo que merece reconocerse también el mero hecho de anunciarla e implementarla. Por simple y lógica que parezca nadie hasta ahora, en estas latitudes, había pasado la línea entre exigir un documento así y dejar todo en las manos del futuro "divorciante". En especial cuando sabemos de las pasiones y enconos que atraviesan un divorcio, por más razonable que sea. Es que el problema son los no-razonables. Por eso el Rabino Benzion Spitz, a cargo del Rabinato de Uruguay, merece una mención especial. Desde su posición de privilegio y poder, y manteniéndose fiel a su forma de vida judía, ha quebrado algunos tabúes tan viejos como esta comunidad.


La ley judía, la "halajá", es siempre pasible de discusión. Muchas veces es anacrónica. Otras simplemente irrelevante al mundo de hoy. Algunas de sus normas son una de las causas principales de que muchos judíos quieran tener poco que ver con esa forma de vida, negándose a estudiar, diferenciar, optar, elegir. La medida del acuerdo pre-nupcial no cambia la ley, pero prevé una situación y la soluciona de antemano. Porque en el fondo, a todos nos está claro que por más legítima que sea la ley como "halajá", no es sólo injusta sino perversa. Una norma no es justa o correcta porque es "halajá" sino porque es, moralmente y de acuerdo a los criterios de su época, justa y correcta. Valga la redundancia.

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