Israel "es"

Este viernes por la tarde recibí el mail semanal del Departamento de Prensa de la Embajada de Israel en Uruguay; titula: "Israel es tecnología: Instituto Technion y la misión de la CUTI" (Cámara Uruguaya de Tecnologías de la Información). El título me llamó la atención: Israel, ¿ES tecnología? ¿Así la definimos? Me resisto a ello. Leí la nota completa acerca de la instalación de un instituto liderado por el Technion en China así como la inminente visita de autoridades uruguayas a Israel para conocer su desarrollo tecnológico in situ.

No soy ajeno al fenómeno de la alta tecnología israelí: muchos de mis amigos trabajan en el sector; cuando viajo del aeropuerto Ben-Gurión por la autopista 4 hacia el norte reconozco cada año nuevos edificios de "high-tech". Sé que detrás de esos edificios está, del lado este, la Universidad de Bar-Ilan, líder en estudios académicos judíos, y del lado oeste el barrio ultra-religioso Bnei Barak. Israel es tecnología, "high-tech", y "start-up nation". Es, sin embargo, algo más que todo eso.

En un mundo vertiginosamente tecnológico no es extraño que nos encandilen las pantallas "touch" ni las estéticas "apps" de nuestros celulares. De hecho, la tecnología es tan fantástica que tiene un efecto mágico: como Alí Babá, hablamos y el objeto obedece. El simple hecho es que resulta mucho más fácil y cómodo hablar de los avances tecnológicos de Israel que de su creciente tribalismo interno y su aislamiento internacional. Temas que no se resuelven mediante algoritmos o fórmulas, microchips o el desarrollo de materiales cada vez más sofisticados. A falta de una calle Corrientes o una Broadway, las luces que nos encandilan, a la vez que ocultan el Israel profundo, son las luces de la alta tecnología. Como señala la nota de la Embajada, el 48% de las exportaciones de Israel son en este rubro; de modo que como motor de la economía es fundamental. Toda esta tecnología está aplicada (y por qué no originada) en las necesidades de supervivencia del país, cada vez más sofisticadas. Estoy de acuerdo y celebro el desarrollo y liderazgo tecnológico de Israel, pero me resisto a enunciar que Israel "es" tecnología.

En mi época de estudiante en Israel pertenecí a las otras disciplinas, las humanidades: literatura, semiótica, historia. Puedo decir que estudié bajo algunas de las mentes más brillantes de su época; baste mencionar una memorable conferencia del gran lingüista Román Jakobson allá por 1977 en la Universidad de Tel-Aviv. Aprendí ya entonces que, además de contribuir con "high-tech", las universidades israelíes y sus académicos contribuían con una herramienta fundamental para el desarrollo humano: las traducciones. Por nuestra versatilidad en lenguas, ya instalados en nuestro Estado con nuestras universidades, podíamos hacer contribuciones fundamentales en acercamiento y conocimiento de culturas, idiomas, e ideologías. Desde el Prof. Itamar Even-Zohar, que con apenas cuarenta años entonces dominaba ocho idiomas fluidamente, hasta la joven Dr. Yael Renan, que tradujo "Ulysess" de James Joyce al hebreo, pude conocer un espacio y un tiempo absolutamente ferméntales.

En 2009 asistimos en familia a la ceremonia de graduación como Ph.D de mi hermana en la Universidad de Bar-Ilán; la universidad "religiosa". No obstante, es allí, en la Facultad de Psicología, donde mi hermana pudo escribir su doctorado sobre el desarrollo de bebés prematuros. Recuerdo que me asombró la cantidad de Ph.D otorgados en los estudios judaicos; no es de extrañar en una Universidad con esas características, pero me gratificó ver las decenas de personas dedicadas a la investigación bíblica, talmúdica, y seguramente otros objetos de estudio que ignoro. Lo mismo puede decirse en el campo de la arqueología, la medicina, los estudios estratégicos (militares, políticos), la historia, y por qué no, las letras. Más que tecnología, Israel ES estudio y profundización.

Si solamente nos focalizamos en el desarrollo de herramientas tecnológicas perderemos de vista la dimensión humana a la cual estas herramientas sirven. Los judíos no hemos sido, tradicionalmente, creadores de tecnología. Nuestras grandes contribuciones a la humanidad están en el campo del pensamiento orientado a los grandes dilemas del hombre: la moral, la ética, la vida cotidiana. Nuestras grandes contribuciones no se basan en la ciencia empírica sino en el lenguaje. El desarrollo tecnológico es posterior. Cuando decimos que "Israel es tecnología" estamos ignorando las disciplinas que nos trajeron hasta nuestro tiempo.

Además de los Premios Nobel en campos científicos por suerte también se ganan en Economía, una ciencia más "humana". También tenemos nuestros Premios Nobel de la Paz, merecidamente ganados y compartidos. Supimos tener un Premio Nobel de Literatura hace cincuenta años; dada la coyuntura política actual difícilmente se repita, aunque no falte merecedor.

Sobre todo, tenemos el lujo de que el Presidente del Estado de Israel sea una figura de la talla que ha adquirido, pasados sus ochenta años, Shimón Peres. De político y gestor, de disciplinado servidor de su país y su pueblo, supo trascender cuando fue su oportunidad. Cuando lo veo actuar no sólo me siento orgulloso, sino que tengo la clara sensación de que el hombre se apoya siempre con un pie en cada uno de los lados de las múltiples dicotomías que atraviesan el Estado. Si puede decirse que Israel es tecnología, también puede decirse que hoy Shimón Peres es Israel. Pragmático, realista, profundamente humano y solidario, sionista, tradicionalista, y plural. ¿Acaso el hombre está libre de conflictos? Siempre somos algo más y algo menos de lo que gustamos llamarnos.

 

· Más leídos ·

Consola de depuración de Joomla!

Sesión

Información del perfil

Uso de la memoria

Consultas de la base de datos