Séfer Torá

Este pasado domingo 28 de julio de 2013, 21 de Av, 5773, la NCI de Montevideo recibió Su Séfer Torá. Es con mayúscula porque, si bien todo y cualquier Séfer Torá merece una mayúscula y es único y especial, éste es especialmente tal por haber sido escrito a lo largo de casi dos años como parte de un proceso comunitario. No se trata de un rollo traído desde Europa, ni donado por un generoso pero específico socio, ni adquirido por la comunidad ya casi terminado.

 En este caso el camino elegido fue el de escribirlo en comunidad, desde el principio, desde Bereshit. Como el largo y sinuoso camino de nuestros antepasados narrado precisamente a través de esas letras que cada uno de nosotros plasmó en el cuero, nuestra comunidad eligió recorrer su propio camino. El mismo significó un proceso, un aprendizaje, una confrontación con nuevas situaciones en la medida que el tiempo pasaba y la tarea se iba completando.

Así como los Bnei Israel que salieron de Egipto no fueron los mismos que se aprontaban para entrar en la Tierra Prometida, nosotros, los que comenzamos a escribir el Séfer, por cierto no fuimos los mismos en la víspera de este acontecimiento: entrar un Séfer Torá y colocarlo en nuestro Arón Kódesh.

La religiosidad de una persona o una comunidad puede medirse de muchas maneras. Las más simples consisten en medir la adhesión a la norma minuciosa que implican las "mitzvot" (preceptos) o al calendario hebreo en su detalle, como a qué hora encendemos las velas en cada Shabat. También podemos medir la religiosidad como actos y actitudes, y sean personales o comunitarios. Así como podemos medir "la fe" (si tal término corresponde en términos judíos) a través de la devoción en la recitación del "Shemá" o la concentración durante la "Amidá", también podemos medirla en la actitud hacia nuestros semejantes, en cómo nos vemos y ubicamos en medio del amplio arcoíris que supone el judaísmo. La creencia en un dios único supone una actitud de humildad muchas veces ausente en quienes se autodenominan como custodios del judaísmo correcto, "el" judaísmo.

Escribir un Séfer Torá en comunidad es ir un paso más allá de la última "mitzvá" de las 613. Es un acto de profunda religiosidad donde todos nos ubicamos, como frente al Monte Sinaí, como humildes y sobrecogidos receptores de La Palabra; con mayúscula no por divina sino por humana, por fundadora, por permanente, por esencial y profundamente semántica. Como bien contó el Sofer Sebastián Grimberg cuando escribimos Bereshit, se trata de pasar por las historias y los personajes como testigos directos e involucrados, no como meros lectores en medio de ceremonias más o menos propias, más o menos ajenas. Nadie nos contó, nadie nos dijo cómo leerlo ni cómo interpretarlo; lo escribimos, lo hicimos nuestro. Nunca más vigente aquello de "no está en los cielos" (Deut. 30:12), sino entre nosotros. Escribir un Séfer Torá en comunidad es un acto profunda y genuinamente religioso: se vivió en Bait Jadash, en la Escuela Integral, en el campamento de Jazit Hanoar, y en cada casa que eligió y se sumó al proyecto. Las palabras nos tocaron a cada uno como pocas veces tenemos la oportunidad que suceda. Vivir una experiencia religiosa en un sentido casi literal de comunión, comunidad, conexión con nuestros semejantes, es una experiencia de una vez en la vida. Como tal la NCI asumió este proyecto.


No ahondaremos en el paralelismo casi evidente entre construir un centro comunitario y escribir un Séfer Torá en comunidad. Muchos ya lo han mencionado, y es un símil poderoso. Muchos pueblos construyeron grandes obras arquitectónicas, empezando por las maravillosas y misteriosas pirámides de nuestros vecinos en Egipto. También el Rey Salomón supo construir un maravilloso templo que supo ser centro de la vida judía hasta el comienzo de la era común. Pero nuestra presencia en el mundo hoy no se debe a obras arquitectónicas sino a obras literarias, a la palabra. No es sagrado el espacio, sino que es sagrado el tiempo tal como lo instruye la Torá. Cada Shabat hacemos el ejercicio de consagrarlo, y varias veces durante el año. Está todo escrito, y nosotros desde la NCI lo hemos vuelto a escribir, lo hemos hecho nuestro. Más allá que uno entre más o menos seguido a la sinagoga, más allá que uno "actúe" judío sólo en Iom Kipur, este rollo de la Torá introducido el pasado domingo es testimonio fiel e indiscutible del compromiso de una comunidad con su judaísmo.

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