Pesaj I

“Who am I?” Tal parece ser el leit-motif de la película “Les Miserables”. ¿Quién soy? A lo largo de la vida de uno de los protagonistas, Jean Valjean, se suscitan hechos y cambian las circunstancias de modo tal que la pregunta se reitera una y otra vez. ¿Quién soy? En premeditado contraste, el otro protagonista Javert, representa la ausencia total de preguntas y el exceso de certeza: “I am Javert!” Valjean es un hombre que lucha con sus instintos y contradicciones, que anhela lo justo y lo bueno, aunque se reconoce débil y falible. Javert no tiene matices: se reconoce sólo en función de su rol. Cuando debe enfrentar la duda y la compasión prefiere no ser a ser aquello que no reconoce.

A dos semanas de la festividad de Pesaj cabe la pregunta de Valjean: ¿Quién soy? O tal vez a algunos les quepa la certeza de Javert: no soy, por tanto me excluyo. La Hagadá de Pesaj que leemos no una sino dos veces quienes no vivimos en Israel, como si tuviéramos que duplicar nuestro esfuerzo, está hecha de preguntas, opciones, y una certeza. Por un lado, las preguntas clásicas están formuladas en el “MaNishtaná” mientras que hay varias situaciones que ofrecen diferentes lecturas acerca de la celebración, su significado, y sus valores. La certeza, por otra parte, es simple: cada judío debe sentir que fue uno mismo el que fue liberado de la esclavitud en Egipto: no es una historia que contamos sino que recreamos.

Pesaj es acerca de identidad: “esclavos fuimos en la tierra de Egipto y dios nos liberó”. Somos esclavos liberados, y ello condiciona nuestra identidad. Igual que sucede con Valjean, así como nunca estaremos libres de nuestra condición, nunca podremos hacer oídos sordos a las necesidades del prójimo. Pero cuando nos juntamos alrededor de una mesa a cumplir el precepto de Pesaj de contar la salida de Egipto, cada uno es cada cual. Es en ese momento de lectura donde cada uno se hace la pregunta “who am I?” Cuál de los hijos, cuál de los rabinos, cuál de las plagas, cuál de las copas de vino. Cuándo y en qué momento somos aquello que nos reconocemos ser.

En ese momento de intimidad en medio de la narrativa colectiva cabe preguntarse si no somos un poco como Javert que prefiere no ver, no evolucionar, no transformarse. Si acaso no quedamos aferrados a prejuicios y creencias tan arraigadas que se tornan en profecía auto-cumplida. Cuando en realidad estamos celebrando la libertad, el libre albedrío, y precisamente la liberación de la idolatría, la magia, y la esclavitud en busca de la singularidad y un colectivo pactado y consensuado.

Tal vez sea tiempo de propuestas previo a esta instancia de liberación: ¿quién soy? Aunque no podamos, como Javert, afirmarlo con contundencia fatal, podemos hacer el ejercicio de pensarlo, pensarnos, y preguntarnos: ¿qué ha cambiado este año? Acaso seamos un poco más libres.


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