Cuentos de navidad

Si en algo se diferencia una postura liberal de una ortodoxa en el marco de un judaísmo nombrado por medio de etiquetas es que en el primer caso no sólo nos es imposible abstenernos del tiempo y espacio en el cual vivimos sino que elegimos no hacerlo. Esto dicho en forma muy general y a modo de preámbulo, sin ánimo ni capacidad de ofrecer un análisis ni una discusión filosófica o teológica al respecto. El hecho es que en estas fechas, y ya nos sucedió el año pasado, nos sentimos atraídos a escribir sobre Navidad.

Si entendemos el judaísmo como un acto de permanente elección, está claro que la primera elección de un judío es no adoptar Navidad como “su” celebración porque la misma refiere al nacimiento de Jesús de Nazaret, luego devenido mesías y divinidad para la religión cristiana. Sin embargo, la Navidad es ineludible excepto para los judíos que viven en el mundo musulmán (casi ninguno ya) o en Israel exceptuando ciudades como Jerusalém o Nazaret. Creo que escribir acerca de la Navidad es pertinente y es válido porque en definitiva, y de eso hablábamos en nuestra editorial del año pasado (http://www.tumeser.com/-/component/content/article/39-editorial-actual/945-navidad), refiere a mensajes de reunión familiar, esperanza, renovación, y buenos deseos. Nada de lo cual nos es ajeno.

Este año me surge escribir acerca de Navidad por todos los no judíos para quienes es un día especial. Mis padres, yo mismo, y el devenir de la vida y los caminos de búsqueda que he recorrido me han regalado cientos de amigos no judíos. tumeser.com ha sumado lectores no judíos. He tenido vecinos no judíos cuando vivía en un barrio claramente no judío que marcaron e hicieron una diferencia en mí vida y la de mis hijos y familia. Trabajo día a día con una mayoría no judía. He sido parte de una familia no judía. Por todos ellos, escribir sobre Navidad me es importante. Se trata no sólo de buenos deseos, sino de buenos pensamientos.

En 1974 fui estudiante de intercambio en los EEUU en casa de una familia católica. “Religiosamente”, los llamo cada 24 de diciembre:tengo la bendición de que aun en su ancianidad puedo hablar con ellos y desearles todo el amor que tuvieron conmigo; hacerlo me reconforta, me trae recuerdos, y sensibiliza mi alma. El recuerdo de quien fuera uno de los dos abuelos de mis hijosevoca en mí la ansiedad colectiva previa a estas fechas: la expectativa por las reuniones familiares, la predicción del clima, las largas horas dedicadas a preparar la comida,  las larguísimas sobremesas. A diferencia de una festividad judía en la diáspora, Navidad es una fecha nacional en el mundo occidental: a la frenética víspera sigue un día de quietud, ocio, o dedicación espiritual y religiosa; en nuestro caso era un amanecer silencioso compartido por medio del mate pasado de su mano a la mía. Pienso en mis amigos no judíos que han sido mi refugio en tiempos difíciles, familias por elección (que he tenido siempre, judías y no) cuyas alegrías y penas he compartido por decenas de años, y en cuya mesa me he sentido uno más; amigos que penan conmigo en mis tiempos de tribulación y se alegran conmigo y mis hijos en tiempos de logros. He pasado con ellos Noches muy Buenas, sintiendo que el espíritu humano trasciende cuestiones de fe, forma, dogma, ritos, y simbolismos varios.

Hoy la vida me encuentra en una situación donde lo antedicho son recuerdos que atesoro. Hoy Navidad vuelve a ser la ilusión de los niños por los regalos en un marco donde el pluralismo se ejerce, no se predica. Si bien mis hijos ya hace mucho tiempo que no son niños y su Navidad estuvo siempre sesgada por su condición judía, hoy puedo decir que también ellos aprendieron de niños a ejercer el pluralismo, no meramente a escucharlo o predicarlo; ellos también recibieron regalos en Navidad, como en Janucá, y como el premio del afikomán en Pesaj. Hoy puedo ser parte, reclinado en un sillón, de la alegría de otros niños y así evocar en paz conmigo mismo mis recuerdos y vivencias. Estoy seguro que ningún chirimbolo, y de hecho ningún arbolito de Navidad, hará a un niño más o menos judio, ni más o menos cristiano. Creo sí en la narrativa que ese niño escucha; eso es otra historia.

Aunque no pueda, a diferencia de EbenezerScrooge,soñar las Navidades del futuro, hoy quise evocar la Navidad como momento sensible y humano. En memoria y honor de quienes quise,he querido y quiero. Como en el brillante y ejemplar cuento de Charles Dickens “A Christmas Carol” (“Un cuento de Navidad”), se trata de una oportunidad de acercarnos al otro, de segundas oportunidades para uno mismo, o como decíamos hace un año, si se me permite citarme a mí mismo: “festejar alrededor de una mesa con luz y comida. Nada más básico.”

¡Felicidades!

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