Janucá

La naturaleza de la festividad de Janucá que celebramos esta semana es paradigmática de lo judío: altamente simbólica, compleja en sus múltiples significados, y “domesticada” para propósitos hogareños y educativos. Con esto me refiero a que generalmente tendemos, en el afán de transmitir un mensaje simple y efectivo, a despojar a las festividades de sus aristas más filosas en beneficio de las más redondeadas; a quedarnos con un par de elementos amigables en desmedro de otros no tanto, o a desnaturalizar los ritos hasta el punto que no sabemos cuál es su significado original. Como los niños son el centro de nuestra atención, tendemos a infantilizar las celebraciones. Es absolutamente válido.

Iom Kipur no es acerca de ayuno, perdón, y balances, sino acerca de comer: antes y después. RoshHashaná es acerca de manzanas, jalá dulce y redonda, y comer. Pesaj es cuatro preguntas y el afikomán, pero sobre todo derramar gotas de vino durante el conteo de las plagas aunque el trasfondo trágico de las mismas haya quedado muy, muy relegado. Shavuot es comer lácteos; de hecho, casi no existe para la mayoría de los judíos no observantes. Janucá es acerca de la no-Navidad: nuestras luces propias y jugar con las perinolas. Y comer “bolas de fraile”.

Para mí Janucá es acerca de la luz propia. El tema de la “helenización” me resulta especialmente fascinante y desafiante. El sutil equilibrio entre vivir como judío sin excluirme del mundo me resulta un desafío. Creo que debería decirlo al revés: cómo vivir como la mayoría sin excluirme de lo judío.

La lucha de los Macabeos fue disparada por una cultura internacional que intentaba prevalecer (de hecho lo hizo) y anular los espacios diferentes, como el judaísmo. Si bien fue en términos de levantamiento en armas, heroísmo, y sangre, alimentada por una buena dosis de fanatismo, el disparador fue cultural: judío y griego no son la misma cosa. En un mundo que se estaba “globalizando” a través de los grandes imperios de occidente (Alejandro el Grande y luego Roma), la tendencia a igualar era irresistible. Resistir era heroico. El esfuerzo macabeo duró poco más de un siglo, no exento de luchas fratricidas, absorbido por las intrigas políticas del momento; pero significó el último “estado” de independencia judío hasta el siglo XIX. La cultura griega prevaleció a través de Roma y luego el Cristianismo, y el judaísmo se preservó a través de la labor de “los rabinos” y toda la literatura y ley que generaron.

Por todo ello Janucá es relevante para mí. Porque a más de dos mil años de aquellos episodios nos permite reafirmar nuestra condición de judíos en medio de un mundo globalizado y sumamente atractivo. La cuestión está en no caer en el fanatismo macabeo ni en la sobre simplificación del milagro. Creernos “macabeos” es cometer el muy griego pecado de “hybris” (http://es.wikipedia.org/wiki/Hibris); creer en los milagros es pecar de ingenuos. No hay nada milagroso en la supervivencia del pueblo judío. Sí hay un esfuerzo sostenido por generaciones a través de la educación y la trasmisión de valores y formas de vida. El desafío hoy, y a pesar de todo las chances son buenas (al menos mucho mejores que entre 200 a.e.c y 1800 de nuestra era), es ser judíos y ser ciudadanos del mundo occidental. Es una segunda oportunidad y no estaría bueno perderla.

El fanatismo existe en todas las tiendas, propias y “griegas”. Los fundamentalismos son opuestos al espíritu de Janucá tal como quiero entenderlo. Predican un mundo dividido en blanco y negro, en buenos y malos, en perseguidos y perseguidores, cuando todos somos un poco de cada cosa. El fundamentalismo, judío, islámico, cristiano, o como se llame, se basa en el entendido de que los valores se preservan a través de la exclusión y el dogma. Las luces que encendemos en Janucá nos recuerdan quienes somos en medio de un mundo que hace todo por masificarnos. No hace falta temer y luchar contra un enemigo para preservar nuestra identidad. Hay que cultivarla con la luz interior: la que encendemos en Janucá, en cada víspera de Shabat, hasta cuando recordamos a nuestros seres queridos. Confío en la luz, no en la oscuridad o el oscurantismo.



· Más leídos ·

Consola de depuración de Joomla!

Sesión

Información del perfil

Uso de la memoria

Consultas de la base de datos