Sifrei Tora

Al finalizar este Shabat comienza la festividad de Shavuot. Con ella finaliza la cuenta del Omer que suma días desde Pésaj. Si bien las tres festividades de peregrinación al templo (Pésaj, Shavuot, y Sucot) tienen un origen agrícola, la tradición las “concretizó” de modo que marquen algún evento fundacional y determinante de la identidad judía. De ese modo se garantizó su relevancia para todas las generaciones. En Shavuot celebramos la entrega de la Torá al pie del Monte Sinaí. Si pensamos en cada una de estas festividades de peregrinación en relación a nuestra identidad, Pésaj simboliza nuestro deseo de libertad y redención; Sucot simboliza nuestra diversidad y fragilidad; Shavuot simboliza nuestra palabra. No por casualidad en Shavuot leemos el Libro de Rut, una historia de conversión y aceptación por medio de la palabra. Cuando decimos que todos y cada uno estuvimos allí en el Monte Sinaí estamos diciendo que todos y cada uno, como Rut, decidimos cada día ser parte de la palabra “revelada”: recibir la Torá. Como bien se dice en círculos judíos liberales, “todos somos judíos por elección”.

En este año 2012 la comunidad judía del Uruguay está haciendo suya la palabra mediante la escritura de nuevos Libros de Torá, los mismos que guardamos en las sinagogas y sacamos para su lectura en Shabat y festividades. De hecho, no es más que copiar una vez más aquello que quedó canonizado hace miles de años. No se trata de un proceso simple y mucho menos sencillo, por lo cual implica tiempos y costos considerables. Sin embargo, adquiere un nivel simbólico especialmente profundo y removedor para todos quienes eligen ser parte del proceso, de una forma u otra. El acto de plasmar la palabra en tinta sobre el pergamino, aun cuando quien lo ejecuta es un escriba, permite que todos seamos parte y recibamos, en directo, esa palabra que veneramos, interpretamos, estudiamos, o cuestionamos, pero que es parte ineludible de lo que somos.

En Noviembre de 2011 la NCI de Montevideo lanzó su proyecto “Séfer Torá” en un acto central donde se escribieron las primeras palabras de “Bereshit”. Para las más de cuatrocientas personas que se hicieron presentes fue un momento de profunda emoción, en especial cuando comenzaron a aparecer, proyectadas en pantalla gigante, aquellas letras y palabras que todos hemos leído y repetido más de una vez. Pensando en términos de Shavuot, fue un acto de revelación, literal y simbólicamente hablando. El Sofer Sebastián Grimberg era quien escribía, pero todos estábamos escribiendo con él mediante el simple recurso de generar una cadena humana que apoyaba nuestras manos sobre el brazo del prójimo, hasta llegar al Sofer. Cuando la palabra “bereshit” apareció en pantalla ante nuestros ojos una sensación intransferible recorrió la sinagoga. Sin las imágenes tormentosas y volcánicas atribuidas al acto “original” en el Monte Sinaí, ésta fue una entrega, una revelación, de profundo contenido humano.

El domingo pasado en la sinagoga del Instituto Yavne se finalizó la escritura de un Séfer Torá traído desde Israel y se celebró su entrada en la sinagoga para formar parte del ritual cotidiano. Por fuentes directas y confiables sabemos que fue una fiesta mayor, con cantos, bailes, y mucha alegría. Si comenzar a escribir un Libro de la Torá es un momento de profunda emoción, finalizarlo es un momento de desatada alegría. Cualquiera sea la forma que elijamos vivenciar la escritura del texto, no cabe duda que el hecho en sí de llevarlo a cabo es una oportunidad de aprendizaje, de vivencia comunitaria, y de renovación del pacto. Cabe celebrar entonces que la comunidad judía de Montevideo haya sido sensibilizada hacia el acto de escribir un Séfer Torá.

En nuestra editorial de noviembre de 2011, cuando la NCI comenzó a transitar su proyecto, hacíamos referencia al acto de escribir un Séfer Torá como una “rúbrica”, una confirmación, del mismo modo que durante Iom Kipur pedimos ser rubricados en el libro de la vida. En vísperas de Shavuot es bueno saber que tantos judíos en esta relativamente pequeña comunidad están comprometidos y conmovidos por nuestra “palabra”. Esa misma palabra cuya recepción o revelación celebramos en Shavuot y hacemos nuestra cada semana cuando sacamos los rollos de la Torá para ser leídos en comunidad.

¡Jag Saméaj!

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