Hebraica y Macabi

A mi amigo uruguayo-israelí Roberto Harstein

A menos de un mes de la festividad de Pesaj podemos todavía seguir haciéndonos preguntas; aún cuando recibamos la palabra revelada en el Monte Sinaí, nuestros rabinos nos enseñaron que podemos seguir preguntando(nos). De pronto suceden hechos en nuestra vida cotidiana los cuales ni siquiera notamos hasta que adquieren una cierta dimensión; una vez que esto sucede nosotros mismos parecemos querer insuflarles contenidos bastante más allá de lo que esos hechos representan. Acaso sea un tema, precisamente, de representatividad. Cuando se genera este círculo, a priori virtuoso, se desdibujan algunas de las fronteras que atraviesan nuestras vidas y quedamos atravesados por vivencias deportivas a la vez que identitarias. Sin duda, las preguntas caben, cualesquiera sean. De hecho, en cualquier tertulia o reunión comunitaria (de la comunidad judía de Montevideo) el tema Hebraica y Macabi y su reciente campeonato de la Liga Nacional de Básquetbol es obligado e ineludible. Aun para quienes generalmente lo soslayamos.

¿Por qué se torna tan importante el triunfo de un equipo cuyos jugadores y su entrenador no sólo no son judíos sino que mayoritariamente han sido contratados especialmente para esta campaña? Todos sabemos que Hebraica y Macabi representa a sus dirigentes; no a una hinchada, ni siquiera en criterio estricto a un club. Sin embargo, en el momento de merecida gloria por méritos estricta y legítimamente deportivos, todos nos contagiamos de la euforia de quienes hicieron la apuesta más fuerte: los dirigentes. ¿Qué los motiva?

Seguramente una pasión especial por el deporte del básquetbol; también la posibilidad de incidir y “armar” un equipo para ganar. Pero siendo que esto puede lograrse con cualquiera de los otros equipos que compiten en la liga uruguaya, lo judío no puede soslayarse, no es un asunto menor. Hebraica y Macabi es un símbolo aplicado a un juego. Su nombre, que resulta de la fusión de dos instituciones hace ya muchos años y a nivel internacional, tiene un peso semántico muy fuerte: Lo “hebreo” es una forma diferente y menos “perseguida” de denominar lo “judío”; además de que el hebreo es el idioma que hablamos todos los judíos y el idioma de nuestra liturgia. Lo “macabeo” refiere a una época de gloria y heroísmo, de estrategia y triunfos, de lucha por la independencia y la identidad, e incluso de milagros. Si a eso sumamos el símbolo de la Estrella de David como parte del logotipo del equipo, no cabe duda que la apelación emotiva, casi mística, es muy profunda y muy fuerte.

Cuando el equipo de básquetbol de Macabi Tel Aviv le ganó al equipo soviético CSKA Moscú en 1977 su capitán, Tal Brody, dijo: “estamos en el mapa”. El valor simbólico de aquel triunfo y aquella frase resuena hasta nuestros días. También en ese equipo había jugadores no judíos, y por supuesto varios no israelíes, como el mismo Brody. Se trataba del profesionalismo europeo a su máximo nivel. Vale transpolar la vivencia de aquel momento a este, salvando todas las diferencias. Si bien como judíos en Uruguay no estamos en un medio hostil como lo estaba Israel respecto a la Unión Soviética y la Europa detrás de la Cortina de Hierro, queda evidente una necesidad muy fuerte y legítima de marcar presencia y legitimidad, valga la redundancia. Más aun: esta necesidad no es tan relevante respecto a la sociedad no judía, para quienes, salvo excepciones, Hebraica y Macabi es un equipo más, sino que es relevante para la comunidad judía misma. Es una expresión diferente, popular, espontánea, de nuestra identidad como judíos.

No dudo que entre las razones que llevan a ese grupo de dirigentes a montar semejante empresa deportiva en el más alto nivel del profesionalismo en Uruguay estas razones que manejamos aquí están más que presentes. La contagiosa euforia seguramente ha fortalecido y renovado la consciencia judía de muchos.

· Más leídos ·

Consola de depuración de Joomla!

Sesión

Información del perfil

Uso de la memoria

Consultas de la base de datos