Antes de Pesaj

He estado leyendo los diferentes posteos en diferentes sitios acerca de Pesaj en la medida que nos acercamos a la que es tal vez la noche más central de nuestra vida como judíos. Son todas diferentes “lecturas” de Pesaj. Desde el escepticismo histórico y relativista del posmodernismo, donde lo mítico pareciera allanar la festividad, hasta las lecturas casi psicoanalíticas de Pesaj como metáfora de nuestra liberación de limitaciones y ataduras personales. Como los cuatro hijos de la Hagadá de Pesaj (el libro que leemos durante la cena festiva), habemos tantos hijos como comensales a la mesa; como las cuatro preguntas del “Ma Nishtaná” (“qué cambió”), hay tantas preguntas como comensales a la mesa. El simbolismo de Pesaj es tan fuerte que da lugar a infinidad de interpretaciones y vivencias. Sigamos leyendo cada propuesta que llegue a nuestras manos. Todo contribuirá a enriquecer nuestra vivencia de la festividad.

Sin embargo, Pesaj no es una festividad pasiva, donde solamente leemos. Pesaj se transita durante una semana, como el tránsito que supone salir de la esclavitud a la libertad. Pesaj es un proceso. Pesaj se come, y no se come: hay alimentos obligatorios y otros prohibidos. Pesaj es vivencial. Por eso, si vamos a leer acerca de Pesaj, vayamos primero a la fuente: intentemos año a año leer algo más o algo distinto en la Hagadá. Todo lo que se dice probablemente ya fue dicho allí, sólo que con otro lenguaje. La propuesta de la Hagadá Latina nacida en Uruguay el año pasado ya se ha convertido en un texto leído a lo largo y ancho del mundo latinoamericano y es un medio legítimo y creativo de abordar el texto en su complejidad y profundidad. Pero el texto es uno. Como todos los textos judíos canonizados, busca dotar de un contenido central y común a todos los judíos, en cualquier tiempo y circunstancia. Como todo texto judío, es tan abierto y polémico en sí mismo que incita a la diversidad y la polémica.

Por eso leo todo lo que se escribe sobre Pesaj. Pero mientras tanto voy releyendo la Hagadá buscando en qué quisiera focalizar este año, este Pesaj, para hacer de ese momento central un momento significativo. Por encima de la sopa con kneidalaj, el guefilte fish, y la compota. Que comer matzá y maror no sea un mero trámite, sino el sabor profundo de una tradición milenaria. Cuyo peso no me sofoque, sino que me libere.

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