Gaza explosiva

Hace ya muchos años el profesor Meir Sternberg, por entonces un joven PhD de la Universidad de Tel-Aviv, me deslumbró con sus conferencias acerca del ordenamiento temporal en ficción. Sus citas referían obras tan dispares como “Emma” de Jane Austin, “Lolita” de Nabokov, y “Al faro” de Virgina Woolf. Pasados más de treinta años desde entonces pude recuperar su libro “Expositional Modes and Temporal Ordering in Fiction”, publicado en 1978 como producto de su exhaustiva investigación. Esto no sólo provocó en mí nostalgia sino que me enfrentó una vez más a la importancia de la organización de un texto, cualquiera sea. Más relevante se torna cuando no se trata ya de ficción sino de textos periodísticos, notas televisivas o simples resúmenes informativos. Todo esto a colación de la reciente y (esperemos que cuando ésta editorial se publique) ya terminada escalada entre Hamas en la Franja de Gaza e Israel. Cuando esta semana vi y escuché la presentación de la noticia en un informativo televisivo en un canal uruguayo no pude sino pensar, y reaccionar, acerca de cómo una narrativa ordenada manera sutilmente distinta cambia la perspectiva de los hechos. 

Si bien podemos decir que el conflicto árabe-israelí tiene un comienzo borroso donde ambos pueblos reclaman derechos similares sobre una misma tierra -que de hecho ya comparten aunque en forma por demás hostil y violenta-, los hechos que se suceden unos a otros tienen inicios puntuales e identificables. Siempre una narrativa puede manipularse, de hecho esto es un recurso tan antiguo como el Hombre, pero con el caudal de información disponible hoy en día podemos rápidamente hacernos una composición de tiempo y espacio que permita delimitar responsabilidades. Siempre y cuando nos interese tomarnos el tiempo para ello. Cuando se trata de información masiva, la manipulación es un recurso altamente eficaz para generar opinión pública favorable u hostil a los intereses de uno. Lamentablemente Israel y el mundo judío se han visto en dificultades para contrarrestar la narrativa anti-israelí o antisemita.

La escalada a la que hacemos referencia comenzó por ataques desde Gaza a una muy amplia zona del sur de Israel. Las represalias han sido exitosas en la medida que han dado en los blancos elegidos y disminuido notoriamente las bajas civiles, el mayor problema del ejército israelí en Gaza, donde la densidad de población es altísima y las fuerzas armadas de Hamas se ubican estratégicamente detrás de la población civil. Sin embargo, la noticia que disparó esta editorial comenzaba narrando los ataques del ejército israelí a Gaza para luego referirse a los ataques de misiles desde Gaza a Israel; una simple y efectiva estrategia de comunicación donde la información es correcta, pero no ajustada a la realidad, porque la realidad contiene un factor tiempo. Usando el viejo y tan repetido dicho matemático, “el orden de los factores SÍ altera el producto”.

Esta escalada rompió un statu-quo sostenido hace ya un tiempo prudencial, aunque ambas partes, y todo el mundo, saben que esta situación no conduce a ningún lado. El inicio de hostilidades por parte de Hamas dio razones al gobierno de Israel para un legítimo ataque; pero más aún: reforzó la postura de que no hay con quién hablar. Parecería que ambas partes están prisioneras de su propia ideología y compromisos políticos que los mantienen en el poder, mientras ambas poblaciones civiles padecen las consecuencias. No hablo sólo de consecuencias bélicas, sino económicas y sociales. Si extendemos la mira un poco más allá del horizonte próximo hay amenazas más serias que pueden conducir a escaladas de dimensiones inimaginables. Es de esperar que los recursos “exposicionales” o lingüísticos prevalezcan sobre el uso de la fuerza y el poderío militar.

Si pensamos en términos de narrativa, Israel conoce estas historias que llegan desde Gaza: están plasmadas en los libros de Jueces y Reyes en la Biblia; también conoce las historias que traen una amenaza desde lo que hoy es Irán: están plasmadas en el Libro de Ester, que leímos la semana pasada. El recurso narrativo es siempre retórico en el sentido de que no sólo ordena y explica hechos sino que nos convence acerca de sus bondades o perjuicios; crea opinión pública en un sentido o en otro. Sin embargo, hoy contamos con un recurso en acelerado crecimiento a través del caudal y cruzamiento de la información. La narrativa se ha vuelto un ejercicio más rico y complejo. Si por cierto es tan fácil manipular, también es fácil corregir la información inadecuada. Es una tarea constante y desgastante, pero la batalla en este campo esta largamente planteada. Los recursos para darla están a nuestro alcance.

Por suerte hay individuos e instituciones judías abocadas a esta tarea. Si no nos dejamos caer en el facilismo persecutorio, resulta una tarea sumamente desafiante, que implica un delicado equilibrio entre el partidismo explícito (primera razón por la que se asume el desafío) y una pretendida aunque imposible objetividad. Ésta surge del fecundo cruce de hechos y opiniones. En última instancia, y aunque no es ficción, se trata de ordenar un determinado material de la forma adecuada.

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