¿Crítico o artista?

sinagoga-kahal-zur-israel okHace unos meses comencé a leer el libro "Making Prayer Real", y como subtítulo, Por qué es tan Difícil y Cómo Superarlo.

El libro es una recopilación de artículos sobre Tefilá, se pregunta sobre la eficacia de las plegarias, ofrece diferentes miradas y experiencias. Trabaja el tema del sentido de la tefilá.

¿A quién y cómo rezamos?
¿Para qué rezamos?
¿Cuál es la Halaja de la Tefila?

 En uno de los artículos se plantea la siguiente figura, cómo nos podemos acercar a la experiencia de rezar, algunos entran en la sinagoga como artistas, otros como críticos.
No es lo mismo ser crítico que artista. El artista está comprometido con su obra, pone su pasión, su emoción y su capacidad, comparte sus dramas existenciales, busca en el interior de su ser, para compartir la experiencia universal. Se juega por mostrar lo que para él es la verdad y la belleza.

El crítico, por otro lado, se sienta frente a la expresión artística, la disecciona como un médico forense, la compara, la objetiviza y da su veredicto. Dos experiencias absolutamente distintas que involucran un aspecto de nuestro ser de un modo diferente.

Uno crea, ejecuta, vive, el otro sólo mira y opina . El primero se une a la obra, es parte suya. El segundo se separa de la obra, analiza la obra de otro.

Me gustaría utilizar esta misma metáfora no sólo en relación a la Tefilá, sino a la vida judía en general. En la vida judía, tenemos muchos críticos y nos faltan artistas. Tenemos muchos observadores, sin embargo, nos faltan realizadores. Necesitamos más gente que se juegue plenamente, que ponga manos a la obra y trabaje, transforme y cree.

Hemos escuchamos muchas veces "HAY QUE", "HABRIA QUE" "FALTA QUE" hace mucha falta que las personas digan, yo lo hago, yo lo financio, yo lo desarrollo.

En toda sociedad, son los jóvenes los que movilizan la creación, los que están desconformes de la manera en que se hacen las cosas y pretenden ser una fuerza de cambio, de crítica en el sentido de transformación activa y no en los términos que la utilizamos antes.

En nuestra sociedad de consumo, hemos acostumbrado a los jóvenes a recibir, a consumir, a ser receptivos y no proactivos, a esperar y no a actuar. Muchas veces escuchamos frases como "-¿qué es lo que recibo si voy tal o cual actividad?,- ¿qué gano?-, -¿qué me aporta?- para luego, al término, escuchar por ejemplo, que estuvo bien o estuvo conforme..

Actúan como críticos y no como artistas.

El secreto es comprometerse a desarrollar la actividad, ser parte, ser protagonista y no sólo espectador.

Uno puede entrar en un Beit Hakneset como crítico, y salir del mismo modo que entró, pero uno puedo entrar como artista, para participar de la creación colectiva que es la Tefilá y salir transformado.

Una comunidad busca conectarse con lo sagrado, que utiliza el lenguaje de las generaciones pasadas, para expresar sus propias inquietudes, búsquedas, necesidades, errores, pasiones.... y así dar significado a su existencia. Si entramos como críticos, seremos como el hijo Rasha, rebelde, de la Hagada que pregunta - ¿qué es esto PARA USTEDES? , apartándose del pueblo de Israel.

Cuando entramos como críticos en algún espacio comunitario, estamos como detrás de un vidrio en un laboratorio y nos puede ocurrir como en el cuento de Rabi Najman, en donde alguien pasó por delante de una casa, mirando hacia adentro y pensó que la familia estaba compuesta por gente loca, ya que se movían y saltaban de forma extraña, lo que el hombre no sabía era que estaban bailando y él no podía escuchar la música desde fuera.

La vida judía es otra cosa, la vida judía nos reclama a cada uno como artista. Nos invita a comprometernos totalmente, no tan sólo nuestra alma, sino nuestra mente, nuestras emociones, recuerdos y anhelos.

La próxima vez que entres en una sinagoga o en una comunidad, te invito a dejar el traje de crítico y te vistas con delantal de artista.

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