Shemá, respuesta a "Gazpacho", artículo escrito por Darío Sztajnszrajber

El 28 de diciembre pasado me tomé un Gazpacho (que la inocencia me valga). Debo tener el estómago delicado, porque me afectó la comprensión y me quedan más dudas que certezas.
La “época de clonaciones,  microcirugía láser, del GPS, de las netbooks” ¿no habla más de unidad que de diversidad? ¿No es producto de una humanidad que habiéndose tomado –quizás demasiado- a pecho aquello del Dios único ahora pretende un hombre único, el Hombre Global? ¿No será que la idea del Dios único “encaja” exageradamente con la realidad que vivimos?

Cuando la naturaleza era misteriosa e indomable, se la convertía en dioses del viento, el fuego, la tierra.  Para no creer que los artefactos tecnológicos “resuelven mucho más rápido y con más eficiencia” las mismas cosas que Dios, ¿no bastará con conocer un poco su proceso de factura y, por tanto, su naturaleza dominable y definitivamente poco misteriosa?

Es muy posible que los bueyes pintaran a sus dioses con cara de buey. ¿No es una maravilla que el judaísmo se haya negado a pintar al suyo?

Si la diversidad es valiosa y merece ser preservada, ¿no estaremos yendo por mal camino al intentar absorber en nosotros mismos todos los matices? ¿No nos volveríamos, entonces, definitivamente iguales? Sólo porque no soy el otro y el otro no soy yo es que hay diálogo posible entre nosotros. El judaísmo, en ese sentido, combina la fe en la unidad con un imperativo que no obliga a todos sino sólo a quienes son parte del pacto. ¿No es ésa una buena base para aceptar lo relativo mientras se aspira al absoluto?

Si debe haber lugar para todas las creencias posibles, sin anular las diferencias ¿no hay lugar para ser judío, para creer en la unicidad de Dios? Claro que también hay lugar para no serlo, y merece respeto. Incluso cuando en ése lugar se ubiquen quienes parecen sufrir por haber dejado de ser lo que consideran perimido.

¿Necesitamos un Dios más irracional? ¿Acaso lo divino es fruto de la razón? ¿No hay suficiente misterio, irreductibilidad e inalcanzabilidad en las religiones?
Si los dioses del cuento de Nietzsche se murieron de risa ante la pretensión del único, ¿no sería su forma paradójica de darle la razón? ¿Riendo hasta morir y dejándolo solo?

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