La línea entre el heroísmo y el fanatismo

A medida que Jánuca y su celebración llegan a su fin, tenemos la oportunidad de reflexionar acerca de la implicancia de esta festividad en nuestras vidas como judíos, en especial aquí en Israel. Jánuca es la festividad sionista por excelencia.  Es en esta festividad  más que en ninguna otra que el “nuevo judío” que está siendo creado en la Tierra de Israel encontró a sus héroes y el heroísmo que estaba buscando como modelo para los valores sobre los cuales el Estado de Israel debía ser fundado.  A diferencia de Pésaj cuando Dios peleó nuestras batallas, y Purim, donde el heroísmo se expresó en apelar al rey a pesar del peligro personal, en Jánuca, con Judas el Macabeo, Israel encontró al guerrero que estaba buscando.  Los macabeos sin embargo fueron héroes cuando se trataba de luchar contra los asirios, pero fanáticos cuando se trataba de luchar contra los judíos helenizados de su tiempo.  ¿Cuál es la diferencia entre un héroe y un fanático? ¿Es solamente una cuestión de perspectiva, según la cual a veces el héroe para una persona es el fanático para otra? Tanto el heroísmo como el fanatismo comparten en su esencia una disposición a luchar y sacrificarse por sus valores y principios.  A veces trágico y a veces victorioso, hay una pureza en el carácter del héroe que corta a través de la ambivalencia ideológica y el temor personal y le hace tomar una postura firme, y al hacerlo nos recuerda los valores con los cuales deberíamos estar comprometidos, y que los valores sólo merecen ese nombre cuando estamos dispuestos a pagar un precio por ellos.

Lo que distingue al fanático del héroe no es la naturaleza de los valores por los que están dispuestos a luchar sino la intransigente naturaleza de su lucha.  Aunque un héroe está dispuesto a sacrificarse especialmente a sí mismo, el heroísmo requiere proporcionalidad entre el valor y su costo.  Es cuando ese costo es transformado en, “a cualquier costo,” en especial para otros, es que las cualidades del fanático emergen.  

Uno de los grandes desafíos que enfrenta el moderno Israel es que tenemos internalizado demasiado bien la complejidad de los macabeos.  Hemos ciertamente desarrollado y cultivado el valor del heroísmo.  Confrontados con las constantes amenazas externas para nuestra supervivencia, el moderno Israel ha producido generación tras generación de jóvenes ciudadanos que han estado dispuestos a pagar el precio individua más alto, su vida, para que Israel pudiera ser establecido, sostenido y protegido.  

Nuestro problema es que para la mayoría de los israelíes la expresión de los valores del heroísmo está demasiado a menudo confinada a enfrentar a nuestros enemigos externos, mientras que cuando se trata de los valores e ideales de Israel como un estado judío y democrático, todas las señales de heroísmo se disipan y en su lugar hay timidez y pasividad.  Al mismo tiempo en ciertos segmentos dentro de nuestra sociedad, se ha desarrollado un ethos de heroísmo vis a vis a la naturaleza y calidad de nuestras vidas dentro de nuestras fronteras, una visión del futuro de Israel que es ajena y alienante para la mayoría de los israelíes. 

La vasta mayoría de los colonos y de los ultra-ortodoxos tienen una visión clara del Israel que buscan y están dispuestos a sacrificarse ante todo a sí mismos, por los valores en que creen.  Aunque podemos estar en desacuerdo con estos valores, el heroísmo que demuestran en realizarlos genera mucho respeto y es uno de los fundamentos para su éxito y también para el complejo de inferioridad que sentimos hacia ellos.  

El fracaso del 80 por ciento restante de la sociedad israelí descansa en el hecho de que últimamente no ha producido suficientes héroes propios con una visión de los valores necesarios para crear una democracia judía liberal como así también los valores que le dan primacía a la gente por sobre la tierra, y al Estado sobre ideologías y lealtades tribales.  Cuando se encuentran con el heroísmo ideológico y la agenda de los colonos y los ultra-ortodoxos la mayoría de Israel capitula.

La falla no está en el sistema político sino en una combinación de debilidad ideológica y falta de una agenda comprensiva de valores y una deficiencia en heroísmo cuando se trata de la política interna israelí.  Esto a creado un letal coctel para el futuro de la sociedad israelí, un coctel que parece haber anestesiado a gran parte de Israel y hecho que una gran parte de Israel acceda a exigencias hechas por aquéllos a quienes parece importarles estas cuestiones más que a ellos.

Pero el problema es aún más serio.  La timidez de la mayoría de Israel está permitiendo que el heroísmo de los colonos y los ultra-ortodoxos se transforme en fanatismo.  Cuando no se nos desafía, ni se nos fuerza a enfrentar los límites de nuestros propios argumentos, siempre habrá alguien que interprete esto como una licencia para cruzar la línea.  

Tanto el movimiento de los colonos y el ultra-ortodoxo necesitan pensar seria y profundamente acerca del lugar y valor que Israel como un Estado juega dentro de su Torá y que requiere de ellos este valor, tanto como ciudadanos y como judíos.  Hasta que hagan esto no pueden renunciar a su responsabilidad por los fanáticos que están brotando entre ellos.

Sin embargo, nosotros no podemos esperar hasta que se desarrolle una Torá así.  Si queremos héroes que sean judíos liberales tenemos que empezar primero  con el cultivo de una nueva Torá y una agenda de valores para Israel. Sin una Torá y una agenda no hay nada porque luchar y el heroísmo no tiene ningún fundamente en que apoyarse.  Sin ese heroísmo nos encontraremos siendo la presa de los ideólogos de la minoría y de los fanáticos que están amenazando el futuro de nuestro país.  

Nuestros rabinos enseñaron que cuando dos personas están sujetando una prenda y una dice yo la encontré, y la otra también dice, yo la encontré, una dice es toda mía y la otra también dice es toda mía, la solución debe ser que la prenda sea  dividida en partes iguales.  La clave para el dictamen de que la prenda debe ser dividida está en el hecho de que ambas partes reclaman que es toda de ellas.  

Sólo cuando la sociedad israelí tenga dos visiones que compitan por su futuro – cada una con sus héroes, cada una queriendo definir el futuro de todo el Estado – aprenderemos a dividir y a hacer espacio los unos para los otros.  De no ser así, la visión judía liberal y democrática será constantemente barrida por lo entrega total  y las pasiones de aquéllos que creen más en su visión.

Lamentablemente, todavía necesitamos el heroísmo de los macabeos en esta continúa guerra por nuestra supervivencia, sin embargo hay que expandir la expresión de este heroísmo no en el sentido rabínico de: “Quién es un héroes aquél o aquélla que controla sus pasiones,” sino en un heroísmo que está dispuesto a luchar por los valores de Israel como un estado judío moderno, liberal y democrático

Traducido por Ría Okret

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