¡Qué bueno que volviste a casa!

| Escrito por Ines Weller
Después de 1941 días de cautiverio, Guilad Shalit aterrizó en Israel
¡Y llegó la hora!!! Tan esperada. Tan soñada. Guilad Shalit, el joven más popular  y más querido de Israel, vuelve a casa en donde lo recibirán innumerables carteles con la leyenda «¡Qué bueno que volviste a casa!». Casa, en este caso, es puntualmente la casa de la familia en la pequeña localidad Mitzpé Hilá, al norte del país, pero también es la Casa Grande en que se convirtió Israel, en lo que a Guilad se refiere, durante los cinco años y cuatro meses que se prolongó su ausencia.

Escribo estas líneas la mañana del martes 18 estando sola en casa frente al televisor pero no estoy sola. Millones de personas, de ambos lados del conflicto, contamos en estos momentos los minutos, los segundos, que parecen horas… Curiosamente, como si a la realidad israelí le faltase dosis de surrealismo, en breve ocurrirá una especie de milagro: tanto del lado palestino como del israelí, se escuchará, prácticamente al unísono, un gran suspiro de alivio que vendrá seguido seguramente de un alarido de alegría.

El hecho en sí, de que a Israel llegará un único soldado mientras que los liberados del otro lado suman más de mil, no parece alterar esta simetría.  Si bien en ambos lados se escucharon voces en contra del acuerdo de intercambio de prisioneros, la gran mayoría, al menos en cuanto al lado israelí, manifestó desde hace tiempo su apoyo pleno.  Porque hace mucho que Guilad dejó de ser el hijo de Noam y Aviva, el hermano de Yoel y Adás, el nieto del abuelo Tzví, para convertirse en el hijo, hermano y nieto de todos.  No está claro si fue por la ingenuidad que refleja el rostro del ("casi ex") prisionero, la impotencia al saberlo absolutamente incomunicado, sin siquiera recibir la visita de un representante de la Cruz Roja Internacional o tal vez la silenciosa pero sólida firmeza de su familia, que con un estilo muchísimo más inglés que mediterráneo, lideraron una campaña en pos de su regreso que nos arrastró a todos

«Guilad fue trasladado de Gaza a Sinai», «Guilad está aún en Gaza», «Guilad llegó a Egipto». Comunicados contradictorios van y vienen desde la pantalla, alimentando las interminables horas de transmisión ininterrumpida de los Medios, que si bien "abrazaron" la campaña pro Guilad, muchas veces fue un "abrazo oso", como se denomina en hebreo al abrazo que comienza brindando protección y amor, y termina oprimiendo.  Y los Medios, que más de una vez asfixiaron la intimidad de la dolida familia, agobiándola con preguntas que el propio Noam definió "banales" con su estilo gentleman, prometieron "portarse bien" y aseguraron que en cuanto Guilad aterrice, se alejarán para darle un respiro. (¿Cumplirán?)

Mientras mi mirada zigzaguea entre el papel y la pantalla me doy cuenta que después de años de expresarme mediante la tecnología de avanzada, esta vez opté por los caducos papel y lapicera. Intuitivamente sentí que solo ellos, si acaso, lograrán sincronizar entre las palpitaciones y las ganas de hacer escuchar la voz interior, que tantas veces se quebró con solo escuchar el nombre de Guilad.
La espera se acorta y se intensifica a la vez. Todos esperamos a Guilad, pero nadie sabe con certidumbre a quién esperamos. La única certeza que tenemos es que no será el mismo joven que a los 19 años cayó prisionero en manos del Hamás. No solo Guilad no es el mismo. Tampoco lo es su familia. Tampoco lo son ni el ejército ni el gobierno ni nosotros, "la gente común".

Esperemos que dentro de estos cambios, que seguramente nos acompañará a todos de aquí en más, y especialmente a Guilad y a su familia, haya también una parte positiva. Esperemos que haya un mundo mejor por delante. Que este operativo de intercambio se convierta, desde una mirada retrospectiva, en un preludio de un próximo acuerdo de paz. Que el cruce triple frontera, Egipto-Gaza-Israel, se transforme en un atractivo turístico para la prosperidad pero sobretodo para la felicidad de todos los vecinos. Amén.

Confirmado: ¡¡Guilad volvió a casa!!

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