La filosofía cabalística del amor

alt“El amor es la mejor música en la partitura de la vida. Sin él, serás un eterno desafinado, en el inmenso coro de la humanidad." (R. Schneider)


No existe ser humano que no quiera amar, que no desee entregar su corazón a sus familiares o pareja; pero la realidad es, que no siempre sabemos cómo hacerlo. Hay multitud de referencias literarias que hablan sobre las relaciones interpersonales, porque todo lo concerniente con nuestro entorno está basado en alternar con otras personas, sea con los compañeros de trabajo o estudios, amigos,  pareja, […]. Al ir creciendo y desarrollándose el deseo de amar, el individuo aprende que le conviene cooperar y crear lazos de amor con su entorno, para ganar así lo que no puede conseguir por sus propios medios. Mientras más crece el deseo del hombre, más disfruta aprovechándose del prójimo, pensando que será más feliz si domina al resto de las personas por su propio bien. Pero al alcanzar la última etapa de su desarrollo, descubre que lo que más le falta es la capacidad de amar y otorgar ilimitadamente.

Una relación nos puede llevar desde un estado de completa felicidad, pasión, amor y demás sensaciones placenteras, a hacernos sentir plenamente vulnerable y desmembrados. Realmente podemos decir, que las relaciones son fuente de reacciones, ya que es una de las cosas más difíciles de controlar y comprender. La filosofía cabalística puede ser contradictoria a lo que normalmente tenemos concebido en lo referente a las relaciones interpersonales en el sentido amplio del concepto. En las relaciones de pareja, muchas veces nos lleva la deficiencia de nuestra autoestima a buscar “personas ideales” o “amores perfectos”, porque como no valoramos debidamente nuestra autoestima, queremos validarnos logrando amores “inalcanzables”, dejando en cambio pasar a personas que sí nos aman, porque no están de acuerdo con esos ideales. Esta dinámica interna, que está basada en el desconocimiento y la falta de autoaceptacion, puede conducir a desarrollar relaciones inmaduras.

Cuando en una relación hablamos de las “almas gemelas”, hacemos referencia a que el alma que conecta con la pareja del alma permanece constantemente centrada e inalterablemente en equilibrio, más allá de todos los acontecimientos exteriores que se puedan producir. Para entender a la otra persona debemos salir de nuestra zona de confort para introducirnos en el mundo de la otra alma. Este método no suele ser habitual a la hora de establecer una relación, sino más bien nos dejamos influir por el exterior de la persona. Los cabalistas definen, que el amor más básico está infundido por la atracción física, ya que es lo primero que nos suele llamar la atención por motivos obvios. Este tipo de relaciones se basa, generalmente, en la admiración por el otro y el sometimiento o distorsión de nuestra propia personalidad para mantener el vínculo.

Las relaciones basadas en la atracción física pueden resultar engañosas, haciéndonos creer que estamos enamorados. Las relaciones sin una conexión espiritual no pueden sobrevivir. Hoy en día es prácticamente imposible que dos personas mantengan una relación a largo plazo, a no ser que exista una conexión espiritual entre ellos. Tener una conexión de este tipo significa, que ambas partes saben cuál es el propósito de su existencia: el embarcarse en la jornada espiritual y alcanzar el objetivo espiritual de la vida. Entonces la pareja tendrá algo que realmente los conecta, y estarán en una "célula" mutua juntos.

Cuando las personas se enamoran ponen en marcha un mecanismo psicológico, que unido a los cambios bioquímicos, cambian de inmediato la manera de percibir al otro y lo que se relaciona con él. Uno de esos mecanismos es el de la protección de la personalidad que consiste en atribuir al otro, sin fundamento suficiente, cualidades, deseos o sentimientos que producen ansiedad. En el enamoramiento lo que se proyecta sobre el otro no es lo “negativo”, sino ideales y aspectos que todavía no hemos desarrollados en nosotros mismos. Un cabalista preguntaría en este caso, ¿qué es lo que me enamora de esa otra persona?

La idealización es otro mecanismo, mediante el cual el individuo atribuye cualidades exageradamente “positivas” a los demás. En la medida en que se idealiza, se deja de dar importancia a otros aspectos que pueden no ser tan “positivos” y que otros sí perciben claramente. La negación permite descartar selectivamente aquellos aspectos de la realidad que se consideran desagradables. El individuo se enfrenta a las exigencias de la realidad rechazando aquellos aspectos que no encajan con la imagen ideal que tiene de ella. Por lo general se niega aquello que uno no puede manejar conscientemente; aquello que, por ejemplo, dejaría de justificar la intensidad de la atracción por el otro.

Simplemente podemos ver cómo se magnifica la realidad, impidiendo percibir selectivamente “lo negativo”. Con esto no quiero afirmar que las cualidades que percibimos al enamorarnos no existan en la otra persona. Cuando nos enamoramos, es muy importante tener en cuenta que las cualidades que más nos atraen del otro, probablemente están siendo magnificadas ya sea por la proyección de nuestro ideal sobre lo que es ser “maravilloso”, o porque sin darnos cuenta, vemos reflejado en el otro, como si se tratara de un espejismo, esos mismos aspectos que están en nuestro interior y que todavía no nos hemos dado permiso u oportunidad para desarrollarlos plenamente. El enamoramiento que solo está fundamentado en la atracción física no tiene vinculación alguna con el alma, porque realmente no se conoce a esa persona. La única forma de llegar a conocer al otro es viéndolo actuar, conociendo sus atributos o compartiendo experiencias.

Aparte del físico, existe la posibilidad de sentirse atraída por una persona, por su intelecto. Si tuviéramos que encuadrar en un porcentaje del 1 al 100% la atracción física o intelectual, solo alcanzaríamos en la escala un 1%, según afirman los cabalistas, ya que lo intelectual parte del cerebro, y este a su vez forma parte del cuerpo humano; sin embargo, lo que se busca es la parte espiritual que nos daría el 99% deseado para tener dicha conexión. Esta conexión espiritual, no se debe confundir con la atracción física, ya que por el simple hecho de recibir amor por una atracción física o intelectual, no significa que sea porque se haya producido esta conexión. Aunque los seres humanos no sepan ponerle el nombre adecuado a lo que buscan, lo que realmente demandan es una conexión entre las dos almas. Nuestro mundo surgió debido al rompimiento de las almas, cuando la única y unificada alma se fragmentó en miles de millones de partículas que son las almas individuales. Hoy en día estamos en el estado de separación, que percibimos en la forma de “este mundo”. En realidad, sin embargo, no existen mundos inferiores o superiores; ellos son sólo producto de la percepción humana, del grado de conexión entre las almas. A medida que fortalezcamos la conexión entre las almas, consecutivamente sentiremos todos los mundos. Ascenderemos los niveles de los mundos hasta el mundo del infinito, en donde todo es uno.   

La cábala es el método que ayuda a todas las almas a unirse en un estado corregido. Amar es un verbo proactivo. Cuando se aprende el acercamiento y a ver las afinidades que se tiene con la otra persona, se ha logrado un aprendizaje que nos capacita para amar. Cada día apreciaremos algo nuevo en esa persona que nos hará amarla más. Y como define la cábala, la conexión de las almas no se produce cuando dos personas se miran mutuamente, sino cuando éstas dirigen su mirada conjuntamente hacia el futuro. De esta forma ambos lograrán un progreso, crecer y estar el uno del otro más cerca de la fuente. Es estar el uno al lado del otro y no un cara a cara.

El cara a cara genera egocentrismo, mientras que en un camino emprendido lado a lado, se avanza hacia el futuro como un equipo. Las relaciones interpersonales exponen mucho de uno mismo. Con el método cabalístico la persona siente la suficiente confianza para decirle en un momento dado a la otra, qué es lo que debe de cambiar, sin verlo como una crítica destructiva, sino como una crítica constructiva.

¿Cómo sabemos cuándo amamos a la otra persona realmente? Nos han enseñado erróneamente, que cuando amamos a una persona nos preocupamos por ella. Sin embargo es justamente yuxtapuesto, solo si nos preocupamos por la otra persona la amamos. Es decir, preocuparnos por la otra persona siempre está en el primer lugar, y desde el momento que se comienza a generar una inquietud, a luchar por la otra persona o de asegurarnos que tiene todo lo que necesita, aunque existan elementos en ella que no nos resulte del todo grato, es en ese momento cuando empezamos a amar  a esa persona de verdad.

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