Un nombramiento histórico: la primera generala

altAntes que nada, un llamado de atención a la Real Academia Española: la definición del término «generala» –f. coloq. p. us. Mujer del general– que hace tiempo perdió vigencia, resulta anacrónica a la luz de las novedades en lo que al ámbito miliar israelí se refiere.

El hecho ocurrió a fines de mayo, cuando una flamante generala se apoderó de los titulares locales: Beni Gantz, el Jefe del Estado Mayor del ejército de Israel (Tzáhal) decidió, con el aval del Ministro de Defensa, Ehud Barak, (hay quienes afirman que en realidad fue bajo su presión) nombrar, por primera vez en la historia de las Fuerzas de Defensa de Israel, una generala.

En principio, se trata de un acontecimiento militar interno –que sin duda refleja un paso adelante de la sociedad israelí, en lo que al estatus de la mujer se refiere–. Pero, dado que Israel es el único país del mundo en el que el servicio militar de las mujeres es obligatorio por ley, la desafiante decisión tuvo repercusión también en el exterior.

Como todas las cosas, también esta asignación se puede mirar desde varias perspectivas, como por ejemplo, festejar el precedente o lamentar su tardanza, ya que transcurrieron más de seis décadas hasta la ruptura del techo de cristal en esta parcela de la lucha de las mujeres por la igualdad.

Si bien se comenta que en las altas esferas militares hay quienes fruncieron el ceño en reacción al nombramiento, quienes lo hicieron, lo hicieron  puertas adentro, conscientes de que lo políticamente correcto es su aprobación.


Efectivamente, la militar Orna Barbivay, de 49 años, madre de tres hijos, a punto de debutar como generala y asumir el cargo de Directora del Cuerpo de Recursos Humanos del Estado Mayor, fue «bendecida» (en hebreo se usa comúnmente el verbo bendecir en la connotación de felicitar) por un aluvión de personalidades de la cúspide político-militar, pasando en un santiamén, en lo que al público general se refiere, del anonimato al estatus de celebridad.

Uno de los primeros en felicitarla fue el presidente Shimón Perés, que le dijo a Barbivay, «Te designaron al cargo por derecho y no por caridad, ya que en todas las funciones que  asumiste en Tzáhal te desempeñaste en un altísimo y exitoso nivel. Estoy convencido de que vas a representar un ejemplo para muchas mujeres que elegirán seguir tus pasos». Asimismo, Peres afirmó que considera que la decisión representa un importante paso para fomentar el estatus de la mujer y por tal motivo felicitó a Gantz y a Barak por haberla tomado. No es arriesgado apostar que Peres no es de los fruncidores de ceño secretos, ya que el equipo que lo secunda en su agitada agenda presidencial está formado casi íntegramente por mujeres.

Curiosamente, contados días después del celebrado nombramiento, se anunció una nueva ruptura de techo, esta vez el que se hizo añicos fue el del Servicio Penitenciario de Israel: Ofra Klinguer, fue nombrada comandante, rango paralelo al de general en el ejército. Curiosamente, además del nombre de pila y las circunstancias semejantes, ambas comparten edad, situación familiar, cantidad de hijos y viven en la misma región del país (al sur de Tel Aviv).

Para seguir con la buena racha, ya hay quienes presionan al Jefe de la Policía para que se suba a la ola feminista que baña los recintos tradicionalmente más machistas de la sociedad israelí e incorpore también él una mujer a la cúspide de la organización.

Sin intención de arruinar la fiesta ni desmerecer la trascendencia de estos bienvenidos nombramientos, Israel 2011 está aún muy lejos de la fama de precursora, en lo que a equidad de género se refiere, que se le pegó desde los tiempos de Golda Meir, única mujer que ocupó el cargo de Premier israelí, y ya pasaron varias décadas desde entonces. Esta situación sobresale a la luz del creciente número de mujeres presidentas o jefas de gobierno alrededor del mundo, como las que ejercen actualmente en Alemania, Argentina, Brasil, Costa Rica, etc.

Aún así, cabe destacar en este contexto el importante cambio que Tzáhal llevó a cabo en el año 2001, al anular la Fuerza de las Mujeres, pasando las soldadas a formar parte integral de las diferentes Fuerzas del ejército, cambio que se cristalizó precisamente, con el objetivo de fomentar la igualdad de oportunidades para las mujeres, –que constituyen una minoría en la organización– y fomentar su inserción en una mayor variedad de funciones (incluidas las combatientes) algunas de las cuales hasta aquel momento les estaban vedadas.

Paralelamente, y a raíz del reconocimiento de que esta equidad era entonces (y a pesar de los grandes avances, aún lo sigue siendo en cierta medida) más una expresión de deseo que una realidad, se creó  la función de Asesora del Jefe del Estado Mayor para Asuntos de Mujeres, que tiene a su cargo la política, gestión, investigación, formación e información referente a la participación de las mujeres en el ejército, y representa una autoridad de referencia para las militares víctimas de discriminación, violencia, acoso sexual y demás delitos, dada su condición de mujer.

¿Y cuál es el anhelado siguiente paso? Que se destituya a la asesora por falta de trabajo.

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