Homenajeando a los Héroes en Iom Hashoá

altEn la medida que los años pasan y el número de Sobrevivientes que camina entre nosotros disminuye, la responsabilidad de recordar y de hacer que los otros recuerden ha pasado a la siguiente generación. ¿Cómo llevaremos a cabo esa responsabilidad? ¿Qué recordaremos? ¿Qué conmemoraremos?

Podemos recordar que el mundo fue y potencialmente es un lugar peligroso para los judíos, siendo el Holocausto el eterno eco de las palabras del profeta, Bilaam: “Ellos (Israel) son un pueblo que vive aparte”. Viajamos como peregrinos a Auschwitz y Yad Vashem para conmemorar y sostener este recuerdo. Ellos nos cuentan la historia y nos ordenan, “nunca olvidar”.

Podemos recordar y ser testigos de la maldad de la cual el hombre es capaz. Sólo un mundo capaz de recordar tiene chance de evitar una tragedia similar. No queremos ver la maldad ni reconocer nuestro propio potencial para el mal. Queremos que los criminales Nazis mueran pronto, de modo que puedan ser relegados como un fenómeno aberrante. Nuevamente, peregrinamos a Auschwitz, Yad Vashem, y los diferentes museos del Holocausto para recordar y no olvidar.

En hebreo, este día es llamado “Día de Recordación del Holocausto y el Heroísmo. El pensamiento de los fundadores del Estado de Israel que eligieron el nombre fue asegurarse que recordáramos no sólo el judío como víctima sino también el judío como un valiente héroe que enfrentó la poderosa máquina de guerra Nazi en circunstancias imposibles.

En la medida que pasan los años, nos guste o no, y los horrores del Holocausto se borronean y se convierten en un recuerdo distante, también yo me conecto más y más con el recuerdo del héroe. Estos héroes, sin embargo, no son los partisanos. Mi héroe es el joven cuyo esposo o esposa, padres, e hijos fueron asesinados frente a sus ojos. Que sobrevivió a los horrores del campo de concentración y a recuerdos y experiencias inimaginables e indecibles. Que salió de los portones de la muerte y tuvo el coraje de enamorarse, engendrar hijos, y vivir nuevamente. Para este recuerdo no preciso un museo ni tengo que viajar. Aunque han disminuido en número, aun caminan entre nosotros. Son amigos nuestros o padres de nuestros amigos, miembros de nuestra comunidad, o desconocidos que nos cruzan en la calle.

Cuando los veo, frecuentemente imagino qué hubiera hecho yo. Me parece que la respuesta más honesta es que me hubiera recluido en la Antártida, lo más lejos posible del ser humano y la vida posible, a esperar la muerte que hasta entonces me había salteado. No fue ese, sin embargo, el camino de nuestro pueblo, los verdaderos héroes del Holocausto. Con los huesos abatidos y el espíritu quebrado comenzaron a vivir vidas divididas entre el recuerdo del horror y el pequeño espacio que crearon para que el horror no penetre. En este pequeño espacio comenzaron a sembrar tanto una nueva vida para sí mismos como para nuestro pueblo.

Ellos marcaron un nuevo estándar y significado acerca del significado de ser judío: el coraje de nunca rendirse, el coraje de no dejar de creer, el coraje de querer empezar una y otra vez. En ese espacio que crearon estos héroes rechazaron el pesimismo y el fatalismo y forzaron nueva esperanza en nuestras vidas.

Nosotros, la siguiente generación de judíos, que caminamos en el mundo con orgullo y dignidad y que hemos logrado tanto éxito, estamos sostenidos en sus hombros. Ellos son los gigantes que marcaron el camino. Es nuestra responsabilidad no simplemente recordar su sufrimiento sino ser dignos de la herencia de su heroísmo.

Cuando construimos una sociedad judía llena
de esperanza, optimismo, valores, y promesa, les estamos rindiendo honores. Cuando somos enemigos eternos del mal y nos rehusamos a que el lado oscuro regle nuestras vidas o defina nuestra realidad, les estamos rindiendo honores. Cuando somos una fuerza de vida y honestidad y siempre creemos que el mañana será mejor que el presente, porque haremos lo necesario para que así sea, les estamos rindiendo honores.

Estos héroes nos han pedido muy poco. Es hora de reconocer que les debemos todo.

Traducción: Ianai Silberstein.


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