Hablando de Israel: Goldstone, J-Street, AIPAC y el espacio intermedio

La supervivencia de todas las estructuras sociales, siendo la comunidad judía una de ellas, depende de un delicado equilibrio entre la tolerancia de la diversidad por un lado y el establecimiento de límites por el otro. Cuando una estructura social define su espacio cultural e ideológico de una manera demasiado estrecha, no deja lugar para la diversidad inherente a la condición humana de expresarse, forzando a todos aquéllos que no siguen estrictamente la línea marcada, a pertenecer a otro grupo.

Una sociedad sana, que permite la libertad de pensamiento y conciencia, invariablemente tendrá que permitir también múltiples expresiones y comprensiones de sus ideales, valores e identidad. Pero al mismo tiempo, ninguna estructura social puede sobrevivir si su tolerancia de la diversidad es ilimitada.  Sin líneas divisorias que demarquen algún compromiso cultural e ideológico, no hay ningún “ahí ahí,” y la identificación y la pertenencia pierden su sentido y son imposibles.  

Una de las reglas centrales para fijar límites es que una estructura social no puede situar sus líneas divisorias en un lugar que excluya a un gran segmento de su sociedad.  Si lo hace, entonces está usando los límites para bifurcar su sociedad y no para unirla.  Una de las manifestaciones más problemáticas de los debates ideológicos que impregnan a la vida judía contemporánea es la erección de límites que permiten que la perspectiva del judaísmo de una denominación monopolice el espacio ideológico judío que debe abarcar a todos los judíos.  Este hecho es especialmente evidente en algunos segmentos de la comunidad ortodoxa, que definen la esencia del judaísmo de tal modo que la mayoría de los judíos se encuentran fuera de la discusión.

Estamos presenciando una falla  y una falta de sabiduría similar en muchos segmentos de la comunidad judía cuando se trata de definir qué constituye una relación legítima con el Estado de Israel.  Muchos judíos liberales y seculares, para quienes el pluralismo es más que evidente en cuestiones de fe y práctica, se comportan como judíos ultra ortodoxos extremos cuando se trata del Estado de Israel.  Quieren monopolizar lo que está permitido y es admisible, y de buen grado definen a grandes segmentos de la comunidad judía como inaceptables, dejándolos afuera.
Si queremos tener una comunidad viable, en la cual el amor por Israel sea una parte integral de nuestro espacio cultural compartido, necesitamos ser mucho más sofisticados y delicados tanto en la extensión de la tolerancia de la diversidad que permitimos, y en cómo  y en dónde situamos los límites.  Esta sofisticación ha estado claramente ausente en muchos de los más importantes foros de la vida judía contemporánea, sea en la Kneset israelí o en muchas organizaciones judías importantes de Norteamérica: Goldstone, Machsom Watch, Betselem, J. Street y New Israel Fund y sus seguidores, para nombrar sólo a unos pocos, han sido incluidos en el mismo paquete como enemigos de Israel y por fuera de los límites aceptables para la comunidad judía.  

Sin que importe nuestra posición respecto a cualquiera o a todas estas organizaciones arriba mencionadas, queda claro que nuestra comunidad tiene un problema estructural.  Demasiados miembros de nuestro pueblo se afilian y se relacionan con Israel  involucrándose  con una de estas organizaciones.  Un estándar de lealtad a Israel que los excluye a todos es parecido a una definición de amor a la Torá que exige nada menos que una adhesión a todas sus facetas tradicionales.  Al igual que lo que sucede con el judaísmo, no está en cuestión la medida de nuestro acuerdo con otras opiniones sino si estamos dispuestos a reconocer que tanto el amor a la Torá como el amor a Israel pueden y deben ser expresados en formas múltiples, diversas y contradictorias.

Un resultado de la falta de reflexión y sofisticación respecto a la cuestión de los límites ha llevado a una realidad polarizada e insostenibles en la cual algunos creen que cualquier cosa que sea menos que un apoyo total y completo a las políticas del gobierno de Israel es inaceptable, mientras que otros creen que no hay límites o fronteras para la lealtad y cualquier expresión o acto es legítimo, sin importar sus consecuencias.  Por lo tanto, para ambos bandos no hay diferencia entre Goldstone, J. Street y New Israel Fund, todo es igualmente aceptable o igualmente condenable.

No se puede construir una comunidad de este modo, y el lugar de Israel en este entorno está en grave peligro.  Necesitamos una frontera, que por un lado respete la diversidad tan prevaleciente en la vida judía acerca de estas cuestiones, y que al mismo tiempo ponga límites en cuanto a qué es aceptable y qué no lo es.

El límite central universalmente adoptado a través de los tiempos fue la afiliación y lealtad al pueblo judío.  Nuestra tradición podía tolerar muchas posiciones y prácticas extremas, siempre y cuando la persona en cuestión todavía se sintiera y actuara de tal forma que todavía fuera parte del pueblo judío.  Uno de las expresiones más conocidas de este límite es la definición del hijo malvado en la Hagadá de Pésaj como alguien que se ha separado de la comunidad.  La Hagadá llega al punto de definir esta posición como herejía y un rechazo de la esencia del judaísmo.

Cualquier posición, elogiosa o crítica de Israel y sus políticas, que esté dentro del contexto de un compromiso con Israel y un deseo de verlo crecer y cumplir con su potencial, debe ser designada como estando dentro de los confines de lo aceptable y legítimo.  Debemos detener de una vez por todas la cacería de brujas intelectual y política que está impregnando a la vida judía y en la cual tanto la Izquierda como la Derecha excluyen a gente demasiado fácilmente de la conversación y por lo tanto de la comunidad. “Éstas y éstas son las palabras del Dios viviente.”  Si no hay una sola creencia o ideología que pueda agotar la palabra de Dios, del mismo modo no se le puede permitir a nadie monopolizar la categoría de amante de Israel.

Al mismo tiempo, la crítica o las acciones que representan una decisión de desconectarse de Israel y que forman alianzas con aquéllos que inequívocamente desean hacerle daño, deben ser designadas como fuera de la conversación legítima dentro de nuestra comunidad.

Tomemos al Juez Goldstone como ejemplo.  Creer que Israel había cometido crímenes de guerra en la Operación Plomo Fundido, que yo creo que es una opinión incorrecta de  los hechos, y aparentemente hasta el Juez  Goldstone cree  lo mismo ahora, no está por sí mismo fuera de los límites admisibles.  El problema de las opiniones presentadas en el Reporte Goldstone no son las posiciones adoptadas, sino el lugar donde el Juez Goldstone eligió exponer sus opiniones, i.e., dentro de la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, la cual por décadas ha estado tratando de socavar la legitimidad y viabilidad del Estado de Israel.

El Juez Goldstone ha hecho teshuvá ahora.  Es hora que las otras organizaciones, incluida J. Street, hagan lo mismo.  Ha llegado el momento que reconozcamos que hay muchas formas de amar a Israel.  Sin embargo cuando uno aboga por el boicot o sanciones internacionales para Israel, o por forzar a su gobierno a adoptar políticas que van en contra de la voluntad expresada de su gobierno democráticamente elegido, aún si creemos que lo hacemos por el bien de Israel, nos estamos situando del lado de nuestros enemigos, cuando deberíamos ser muy precavidos con ellos.

Si nuestra comunidad es lo bastante sabia como para expandir la carpa interior para hacer lugar a un amplio espectro de opiniones, debates, críticas y actos de protesta y condena, no habrá necesidad de que miembros de nuestra comunidad encuentren aliados en otra parte, y los que lo hicieran estarían por lo tanto declarando a quién le son realmente leales.  

Somos un pueblo que cree que la crítica es un acto de amor y lealtad.  También somos un pueblo que cree que hay una crítica que surge del amor, y una crítica que no.  Localizar la diferencia es uno de los desafíos de nuestro tiempo.

Fuente: www.hartman.org.il/Opinion_C_View_Eng.asp?Article_Id=657
Traducido por Ría Okret

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