"Gurvich, viaje por los tiempos judíos."

Alicia Haber es uruguaya  historiadora de arte, crítica de arte y curadora especializada en arte contemporáneo con particular énfasis en arte uruguayo, teoría del arte y museología virtual.

"La vida de José Gurvich (1927-1974) tiene tantos colores como su maravillosa paleta. Y uno de los grandes méritos de Alicia Haber ha sido y es guiarnos con sabiduría para descubrirlos. De ese modo, la visión del pintor y de su obra adquiere para todos nosotros una significación nueva." Gerardo Caetano.

"Es en el actual contexto multicultural más genérico que debe inscribirse este libro, como un nuevo esfuerzo, a través de la impronta judía en uno de los principales artistas uruguayos del siglo pasado, de rescate y reconocimiento de la diversidad cultural que ha conformado al Uruguay." Felipe Arocena


¿Cómo nace la idea de escribir el libro Gurvich, los tiempos judíos?

Yo hace mucho tiempo que vengo trabajando sobre Gurvich, esta es la cuarta publicación. Yo lo que venía notando es que siempre se habla del taller Torres García, de la Escuela del Sur, se habla de él como un artista que perteneció a cierta época, desarrolló cierta expresividad muy original. El análisis no ponía el énfasis en que todo eso estaba tan intensamente cargado de judaísmo, las experiencias israelíes y las experiencias kibutzianas. Solo lo citaban. No me parece que ponían el énfasis. Un poco porque quizás cuesta poner la judeidad tan sobre el tapete, hay una cierta cosa que de pronto resulta un poco incomprensible. A modo de anécdota a mi me llegaban los comentarios: "mirá que el no hablaba nunca de judaísmo, mirá que el no era religioso." o " mirá que era muy criollo, mirá que tomaba mate ahí en el Cerro con nosotros, el era un uruguayo como todo." Uno mira esa cantidad de cuadros, esculturas y dibujos, toda la producción, y es un artista judío hasta por los poros, cuando la palabra judaísmo aparece poco en la historia de la gente que hablaba sobre Gurvich y a mi me salta inherentemente que es judío. Es muy difícil comprender el judaísmo porque no hay que hablar que uno es judío, no hay que ni siquiera ser religioso, no hay que llevar kosher, ser judío es una cosa muy compleja y hay muchas maneras heterogéneas de serlo. Si la gente no se lo plantea o no lo sabe, queda como que Gurvich fue un hombre original dentro del Escuela del Sur.
Por eso después de todas las otras obras que yo escribí, esta fue dedicada a ese tema como un viaje a Israel al Kibutz Ramot Menashé a hablar con los javerim de el, a investigar más sobre la historia de dónde nació, cómo vivió, cómo era esa Lituania, cómo eran esos años, cómo era el vínculo con su madre. Pienso, justamente haciendo alusión a esto último, la mamá le hablaba en idish, de chiquito le cantaba las canciones en idish de cuna como sucedía en esa época, la mamá habló mal español toda la vida, o sea que en ese hogar se habló idish toda la vida. El era el nene de la mamá hasta que murió en el kibutz. Eso es huella que no hay que ser Sigmund Freud para darse cuenta. Fue el niño de su madre, la perla de sus ojos, ella le decía en idish, "goldene hand", manitos de oro. El ayudó en su hogar económicamente desde los 14 años. Esto hace suponer que el mundo de el fue judaico, después fue criollo también, pero el primer empleador de él fue un judío, fue a la escuela donde iban casi todos los niños judíos con los niños criollos del barrio Sur, mucho de ese ambiente sus padres también hablaban en idish. El idish es una patria como dicen. Yo no soy de esa generación, pero se como historiadora cómo fue esa generación. Eso se te pega en la piel, se pone debajo de la epidermis y te corre por la sangre. Proust, por ejemplo, cuando come la magdalena, todo lo que evoca de su infancia. A veces el recuerdo de una cancioncita, de una comida judía que te daba una abuela, evoca cosas. La mamá le llevaba la comida al ken del Hashomer Hatzair cuando el ya tenía como 18 años. Gurvich utilizaba el ken para pintar porque no tenía lugar ya que vivían en piezas de inquilinato. El sino estaba con la mamá en el inquilinato con otros judíos, donde se vivía una vida casi comunal, estaba en el  ken del HAshomer Hatzair lleno de otros muchachos judíos, en un barrio sur de judíos pobres y a pocas cuadras estaba el ken. En el barrio además estaban las sinagogas y las asociaciones de los obreros de izquierda. La hermana, a la que él adoraba, era fanática del Hashomer y fundó un kibutz. Estos son afectos que te hacen ser judío. Todo lo que el recordaba del shtetl de su abuelo en Lituania, y el hecho que después supo que a esa gente la borraron del mapa. Cuando el pintó el pogrom, no pintó específicamente Shoa, pero no pintó tampoco un pogrom literalmente, pintó una alusión a la Shoa que no necesitaba titular "Homenaje a la Shoa".

¿Qué significa el viaje para Gurvich?

Los artistas en la época de Gurvich comenzaron a viajar fuera del Uruguay. Muchos se fueron a EEUU, viajaban a Europa que es muy común, porque Uruguay es un país muy chiquito con poco acervo cultural de museos por ejemplo. Sin embargo Gurvich  se fue a Israel, más precisamente a un kibutz. No era algo muy común. Yo me detengo en esas experiencias en el libro, quizás porque cuando yo estuve me cambió la vida. Sin embargo no hice aliá, seguí siendo uruguaya, al igual que Gurvich. En ese sentido creo que uno puede volver a la diáspora, pero hay algo que no se te va nunca, es una experiencia transcendental para un judío, sobre todo en aquellos años, en el 54 55, que era prácticamente cuando se formó el Estado. Cuando él llegó la hermana estaba sacando piedras para  crear Ramot Menashe en el 1958 y luego lo vio en el año 70 que ya era un kibutz formado. Sólo es tremendamente conmovedor, era esa Israel pujante de los años pioneros y muy socialista. Quedó maravillado con ese mundo, el pinta, primero en forma realista todo ese mundo de trabajo. El era un hombre humilde instalado en el Cerro, amaba la gente humilde, amaba el trabajo, el era como un obrero del arte que era como le gustaba llamarse. Menashé.  Votó una sola vez en su vida y su voto fue para el partido socialista. El socialismo humanista era parte de su vida, el creía en el ser, en el trabajo, en que hay que ser productivo, no militaba pero creía en esos conceptos.

Tuve la oportunidad de hablar con israelíes que conocieron a Gurvich en las épocas de sus visitas a Israel. Ellos me contaron que siempre hablaban en idish ya que Gurvich no hablaba hebreo. Contaban que tenían un gran sentido del humor, que conocía todo el Shalom Aleichem. Le había quedado evidentemente mucho del judaísmo del shtetl en el mejor sentido. El llegó a practicar los shabatot con la madre que conservaba la religión y comer todas las comidas ashkenazim. La costumbre era comenzarlo en la casa y después ir al hadar a hojel (comerdor) del Hashomer. O sea que el hacía lo religioso con la mamá y después participaba de la parte laica y secular del shabat. Son experiencias sublimes. No fue un hijo rebelde, fue el hijo amado y que amó.

El tiempo judío, al nivel iconográfico se representa a través el espiral. Cuanto de esto hay en la obra de Gurvich?

Hay mucho, en realidad es un concepto torresgarciano del eterno retorno y es un concepto muy positivo que la vida siempre triunfa. El era un hombre muy vital de creer en este concepto firmemente. Los cuadros creados en el kibutz lo reflejan, cuadros que fueron pintados a su vuelta a Uruguay en el Cerro. El quedó con el mundo de vitalidad y efervescencia. Eso era el kibutz en ese momento, crecimiento, siembra, sacrificio, contacto con la naturaleza, concepto de que la vida triunfa. El sol siempre iluminando, conceptos que ya usaba Torres García pero que en Gurvich adquieren un significado diferente. El va buceando desde Israel a otros lugares y otros tiempos. En Israel se puede hacer esos viajes, ya que existe la historia bíblica en esa tierra de historia y futuro. El aparte estaba justamente en una época donde el folklore bíblico estaba muy en auge. Es así que aparecen historias de Salomón, David, Moshe, en el propio lugar donde sucedieron y de forma colectiva, rural y comunal.

Gurvich como artista multidimensional

Los testimonios extraídos son variados. Hay cuestiones que coinciden, era un hombre sencillo y trabajador, no le gustaban los lujos, no era un hombre burgués. Muchos testimonios dicen que fue muy feliz en el kibutz, el era como un obrero. Mismo viviendo en el cerro pintaba con horario, rara vez pintaba fuera de horario. Tocaba el violín y el jalil. Era metódico, era bohemio en apariencia pero no en su trabajo. En el kibutz fue pastor y hacía muy bien su trabajo, el se presentó a ese trabajo porque le permitía estar al aire libre, especular, sacar apuntes, cosas que al el le gustaba hacer. Hizo también un acuerdo con el kibutz para que el resto del tiempo pueda usarlo para crear. También le interesó mucho el proyecto colectivo del kibutz, que está muy vinculado a Torres García. El taller en Uruguay pintó murales y concebía el arte como parte de una sociedad. En Israel hizo murales, pinto los pisos del beit haieladim (jardín de infantes), hizo tablitas para que los niños jueguen, hizo mucho arte participativo. Le gustaba mucho investigar, trabajar con elementos pobres, la generosidad, bondad, ser totalmente desprendido. Con los amigos judíos de Israel, todo ese mundo idishista le salía cuando se encontraba con la gente que hablaba idish. La mayoría de esa gente era sobreviviente de los campos por lo que tuvo un contacto con la Shoa muy directo.
Era un hombre que realmente quería libertad y autonomía. Quería audacia, riesgo aventura, cambio, innovación. El no quería quedarse haciendo un manierismo de la Escuela de Torres García. Evidentemente los viajes, el hecho de irse a un lugar que no sea el centro de Montevideo (Cerro), el hecho de estar enriquecido por otras culturas, el hecho de haber mirado muchos maestros como El Bosco, Bruegel, Chagall, Miró, etc. y la apertura natural que el tenía, hizo que hiciera un arte poco atado a la ortodoxia torresgarciana. Hay teorías que dicen que los judíos se atan poco a las ortodoxias porque han sido diaspórico.

¿Qué significó para Alicia Haber este libro?

Yo he escrito de muchos artistas uruguayos, Solari, Cabrera, y me he emocionado mucho. Pero es obvio que esto toca una fibra en mí muy particular. Esto toca la vivencia y conocimiento que yo he querido profundidad. Es como ponerse el sello que ya tengo puesto. Mi amor al judaísmo a mi identidad y al arte, y una cuarta cosa que es el amor al estudio. Esto me permitió estudiar sobre identidad, judaísmo, historia de Israel, para mi se abre un cambio nuevo del estudio, sobre el folklore israelí, Ben Gurion bajo otras luces. Me siento muy afín al mundo de poder festejar las fiestas en forma comunal y en forma más amplia que la familia. También los años me han hecho valorar la diáspora. Las cosas han cambiado y este acercamiento a la historia de Gurvich me abrieron las perspectivas porque yo vengo del los años 60 donde las cosas eran negras o blancas. Todos podemos tener múltiples identidades ser muy judíos y muy uruguayos por ejemplo. Además que somos muchas personas a lo largo de una vida, no somos una sola persona, porque cambiamos a lo largo de nuestras vidas. El arte de el fue una serie de apuestas al cambios y sumatorias del vivencia. Yo apuesto al cambio y el libro también tiene ese propósito para impulsar a esta sociedad que cambie.





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