El discurso del rey

| Escrito por Giuliana Alpern
altSinopsis

La muerte de Jorge V y la abdicación de su hijo, Eduardo VIII, dejan al trono de Inglaterra en manos de Bertie, hijo del uno y hermano del otro. Coronado con el nombre de Jorge VI, empieza a reinar en un momento en el que su nación necesita un líder, pero el nuevo monarca tiene un problema de tartamudez que le hace parecer débil. Con el apoyo de su esposa y del mismísimo Winston Churchill, el rey se prepara con un excéntrico logopeda para pronunciar el discurso que una al país en la batalla.

Basada en hechos reales, "El discurso del rey" se traslada a la década de los 30 para contar la historia más humana de Jorge VI. La película ha sido dirigida por Tom Hooper, responsable del drama deportivo "The Damned United" y de la serie de televisión "Elizabeth I". Se trata de un filme histórico sobre los intentos del monarca por superar sus problemas de tartamudez y convertirse en la voz de la confianza de su país en los albores de la II Guerra Mundial.

El encargado de meterse en la piel del rey no es otro que Colin Firth ("Un hombre soltero"). El papel de su esposa, que se corresponde con el de la ya desaparecida Reina Madre de Inglaterra, corre a cargo de Helena Bonham Carter ("Alicia en el País de las Maravillas"), mientras que Geoffrey Rush ("Piratas del Caribe") hace las veces de logopeda real. Personalidades históricas del Reino Unido como Jorge V, Eduardo VIII o Winston Churchill reviven en el cine gracias a Michael Gambon, Guy Pearce y Timothy Spall, respectivamente. "El discurso del rey" ha sido nominada a 7 Globos de Oro, entre ellos, mejor película dramática, mejor director, mejor guión, mejor actor (Firth) y mejor actriz de reparto (Bonham Carter).

Hooper convierte al grisáceo monarca británico en un ejemplo de superación personal, en un emblema de pertinaz supervivencia ante las adversidades. Y lo hace condensando sus virtudes en una sola: la constancia. Acomplejado y despreciado por sus coetáneos por sus terribles problemas de dicción, por su crónica y traumática tartamudez; Jorge VI emerge superando sus limitaciones verbales para inspirar a toda una nación en la antesala de la guerra.

Tom Hooper tiene 38 años. Comenzó a rodar sus primeros cortometrajes con 13 años y con 20 consiguió que el Channel 4 británico emitiese una de sus obras.

Es muy conocido en el mundo anglosajón por su trabajo para televisión. Con la HBO ha realizado la miniserie "John Adams", sobre la guerra de la Independencia norteamericana, que ganó 4 Globos de Oro y 13 premios Emmy, y Longford, que recibió tres Globos de Oro.

El acierto está en la magnífica interpretación de los actores. También los secundarios: Helena Bonham Carter –en el papel de la enérgica esposa, la futura Reina Madre,  que arrastra a su marido al foniatra- y la breve intervención de Michael Gambon, que interpreta al viejo Jorge V, y que en un diálogo define muy bien el papel desestabilizador de los medios de comunicación para la monarquía: “Este artefacto diabólico lo cambiará todo. En el pasado un rey debía mostrarse respetable y no caerse del caballo. Ahora debemos entrar en todos los hogares. Esta familia se ha visto reducida a la más baja y plebeya de todas las profesiones: nos hemos convertido en actores“.

La historia es políticamente correcta y no sorprende del todo. La tartamudez, como el centro de la trama, opaca todo conflicto bélico-político y muestra a un rey que superó sus temores para liderar al pueblo británico en la Segunda Guerra Mundial. Tal vez, uno de los pocos momentos ’jugados’ del film sea la muestra de la sutil admiración de George al hombre que tuvo en vilo al planeta en esos años sangrientos: Hitler, obviamente dando un discurso.

El trabajo de ambientación de época es impecable y tampoco se le puede encontrar tacha a la fotografía o a la realización de Hooper.

Una película creada para alcanzar la carrera de los Oscar, con lo que conlleva de empuje para la taquilla, presidida por la emoción, ambientada en el pasado, que mezcle bien la trascendencia de su temática con la levedad de su engranaje narrativo, con la que nadie se sienta excluido, ni el cinéfilo exigente, ni el espectador medio, un producto de calidad, en fin, de primoroso acabado, aunque en ocasiones más aparente que solvente.

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