Ícaro

altEl espectáculo está imaginado para un sólo y único espectador. En cada representación un sólo privilegiado tiene ocasión de vivirlo en su forma más plena. Al resto de los espectadores sólo les queda la opción de transformarse en “voyeurs”.
"Icaro" fue escrito en prisión, donde por un corto período Daniele ha descontado una pena por objeción de conciencia (al servicio militar obligatorio), y forma parte de una trilogía dedicada a la fuga, que completan los espectáculos "Dialoghi col Sonno" y "Arianna".
 
Los personajes que pueblan mis historias son clowns. A través de esta figura trato de evocar las peripecias del drama y la perenne lucha contra el destino.
El clown se hace, con fragorosa humildad, portavoz de pequeñas historias que contará luchando continuamente con la entropía, una entropía que genera caos, malentendidos, sospechas absurdas, actos ridículos, gestos patéticos, soluciones paradojales, incoherencia, exageración, riesgos inútiles, excesos de celo, paranoias, desprejuicios, estupidez, vida.
Quiero tratar de crear sugestiones para, a través de la gracia y la levedad, cumplir una de las vocaciones del teatro: acariciar. El clown me ayuda con su naturaleza, a acercarme a los ojos de un espectador, inventando así algunos instantes de intimidad.
El proyecto dedicado a la figura de Icaro quiere testimoniar la encarnizada lucha contra el destino. Es la historia de un dulce y patético tentativo de resistencia a la enfermedad y al dolor.
He escrito este espectáculo para un sólo espectador, pensándolo como un pequeño viaje iniciático. Encontrarse, tocarse, huir, transtocando por un momento la realidad, en compañía de un héroe desconocido, descubierto un poco por mágia y un poco por casualidad.
El clown es el ángel que ha perdido la inmortalidad; es el hombre patético comprometido con los pequeños acontecimientos, que dan vida a lo cotidiano; es el perdedor y el tonto-niño que trata de hacerse grandes interrogantes.
A este personaje le toca trazar la historia de todos en cierto modo, porque vive la derrota, una derrota que en el juego burlesco se anima de colores épicos.
La noche pasa  y a la noche se sobrevive, y a la muerte se sobrevive, y a la vida en sus corridas se sobrevive manteniendo la fe en la vocación de perdedor y de antihéroe que el clown encarna.
No hay entonces una denuncia sino, más que nada, una sonrisa y una caricia y quizás un gesto burlón a todo lo que uno encuentra detrás de cada esquina. Se trata de un canto dedicado a la fuga, a la fuga posible gracias a la fuerza de la invención.
En la habitación del hospital sobrevivirán a la posesión de las sábanas blancas, de los muros blancos, del toro blanco, sólo los incoherentes inventores de historias.
Espero lograr hacer  que llueva en sus ojos.

 
Daniele Finzi Pasca 
Ícaro fue estrenada en Uruguay hace 17 años y lleva más de 800 funciones.

“Muchos de nosotros venimos de cierto tipo de teatro que es lo que Grotowsky comenzó a llamar ‘teatro pobre’. Y muchas veces tenemos la sensación de que los del teatro pobre son los jodidos, que hacen eso porque no podrían hacer algo distinto. La chance que tenemos cada vez que subimos al escenario con "Ícaro" es -después de espectáculos mayores como el Soleil- demostrar que también queremos hacer cosas chiquitas, y que cuando hacemos algo chiquito no es porque no podamos hacer algo grande. Entonces, en este momento hacer Ícaro es una decisión, no nos sentimos jodidos, estamos felices de hacer cosas simples”, contó el clown con alegría.

Daniele Finzi Pasca (autor, director e intérprete) ha sido director del famosísimo Cirque du Soleil, del Cirque Éloize (de próxima presentación en el Teatro Solís) y últimamente ha presentado también en el mayor escenario del país uno de los espectáculos más exitosos de la temporada 2010, "Donka".

Partiendo del mito clásico, el autor y director ubica la acción en un microcosmos cerrado, que puede ser cárcel u hospital psiquiátrico: un sitio donde pese a todo crece la vida y con ella la utopía de dos hombres con una idea fija: escapar de ese lugar.

Cuántas veces uno tuvo ganas de escaparse, de salir volando. Literalmente. Salir volando. Y si hay que luchar contra la naturaleza habrá que ponerse a batir los brazos cinco horas diarias, o más tiempo, el que sea necesario para despegarse del suelo; es una tarea muy ardua porque no tenemos instinto para levantar vuelo, las gallinas tienen instinto para volar pero se asustan y no vuelan más que hasta ahí. En soledad todo compañero es un mundo, el mundo, y en ese sitio existimos aún después que nos sorprenda la muerte.
Daniele, ingrávido como el de un pájaro, evita el lugar común de la muerte con el objeto de acariciar la vida, porque pareciera que para él la vida no hay que tomarla a manos llenas sino dejarla en su sitio y recorrerla una y otra vez con la palma abierta.

Así, contándose historias, conteniéndose uno al otro y luchando a brazo partido por el ideal, va armándose una trama donde la magia, la poesía, la emoción y la risa se conjugan con facilidad. Escapar de aquel dédalo inexpugnable es importante: pero la gran enseñanza que va dejando la historia es la importancia de apoyar al prójimo, hacerlo crecer, y ayudarlo a volar.

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