Extracto de la 6ta Comisión Permanente, 1ero de febero 2011

¿Cuál es la sorpresa? El 3 y el 6 de diciembre, Brasil y Argentina respectivamente reconocen a Palestina como un Estado libre e independiente. Naturalmente, están en todo su derecho de hacerlo y, además, tienen sus intereses. El interés de Brasil en la región es muy claro. Hizo negocios, tiene intereses económicos y está invirtiendo en energía nuclear en Irán; también se ha relacionado con Turquía. Brasil incursionó en el Medio Oriente y tiene una intención de proyección mayor en cuanto a ser una nación que determine conflictos.

En el caso de Argentina,  el reconocimiento al Estado Palestino se verificó tres días después.   El decreto lleva la firma de Cristina Fernández y de Héctor Timerman y creo que también hace mención a las fronteras previas a la Guerra de los Seis Días del año 1967. El mismo día que Argentina sale a decir públicamente que reconoce al Estado Palestino, insólitamente, acá el señor Subsecretario, es decir, el Viceministro de Relaciones Exteriores, Roberto Conde,  señala en la prensa: “Estamos trabajando en la dirección de abrir una representación diplomática en Palestina, seguramente en Ramala. Así se lo hemos hecho saber a la Autoridad Palestina, que nos ha visitado ya en dos ocasiones en el correr de 2010. De modo que Uruguay va a seguir el mismo camino argentino en 2011”. Luego, las distintas publicaciones dicen: “El Vicecanciller explicó que ‘es una política coherente con el programa de Gobierno’, del Frente Amplio”. No tengo a mano el programa de Gobierno del Frente Amplio –quizás algún compañero frentista pueda hacer alguna referencia a este respecto– pero creo que habla del reconocimiento de la Autoridad Palestina y no del Estado Palestino aunque este es un tema que compete a otra fuerza política y no a la nuestra.

Estas fueron las palabras del Vicecanciller. Pienso que cuando se ocupa un cargo en  un Ministerio, si bien hay que cumplir las promesas electorales, se está representando a algo más que a una fuerza política, a un círculo más amplio. Naturalmente que hay que cumplir con lo que se prometió, pero estamos hablando del Vicecanciller.
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¿Qué tiene que ver Irán con todo esto? ¿Cuál es la conexión del Estado Palestino con Irán? ¿Se me puede explicar esto? ¿Por qué traer a Irán? Tenemos relaciones comerciales y económicas. Hace poco hubo un serio cuestionamiento a una delegación parlamentaria que viajó con el objetivo de profundizar las relaciones. Se agrega que esto es “porque al país le conviene, porque a su historia económica y social le convienen"; estoy de acuerdo que a la historia económica le conviene pero, ¿a su historia social le interesan las relaciones con Irán? Creo que, aparentemente, no tienen nada que ver; todos sabemos que en el conflicto Palestina–Israel juegan muchas potencias y es indudable que Irán está influyendo en la región, sobre todo, sosteniendo y armando a grupos guerrilleros que han atacado; eso es sabido. No resulta extraño para nadie –con esto no estoy descubriendo la piedra filosofal–  que desde que el Estado de Israel fue reconocido y cuestionado por los países árabes –al punto tal de que se hablaba de los tres no: no a la negociación, no a la existencia y no a la paz–, ahora, casualmente, se quiere volver a eso, es decir, en vez de los tres no tiene que ser los tres sí. Lo que a mí me importa –y creo que queda claro–  es que la estrategia de Israel para conseguir paz en la región fue ceder territorio, es decir, a garantía de seguridad y de paz. Entonces, hablar hoy de fronteras es no ser objetivo frente al conflicto, pues acá hay una mesa de negociación donde se quieren garantías de paz y de seguridad a cambio de territorios. Además, existen otros temas, como el migratorio y el reconocimiento de que Israel pueda ser un Estado judío, que importan a la historia del conflicto.

En el caso de Chile, que  tomó su propio camino, hay que destacar que tuvo una actitud interesante –si bien no las conformó– al convocar a las dos colectividades. Este país cuenta con una colonia de alrededor de 400.000 palestinos, por lo que la Cancillería convocó a ambas colectividades, ya que si iba a dar una opinión que internacionalmente podía pesar, lo conveniente era que no se generara un problema donde no los hay, pues no existe conflicto entre palestinos y judíos en la sociedad chilena. De todos modos la colectividad judía no quedó conforme y quizás la palestina tampoco, en función de que no se habla de límites. Pero es un buen camino hacer consultas, no es mala cosa convocar a las colectividades, sobre todo cuando están organizadas, ¡y vaya si lo están en nuestro país! La mayoría de estos anuncios los hizo el Presidente de la República en una reunión con la Liga Árabe en el Uruguay –no sé si es el nombre correcto–, oportunidad en la que también anunció que se iba a reconocer el Estado de Palestina aunque, en realidad, no sé si estaba informando o anunciando una voluntad. Entonces, señor Ministro, es muy importante saber qué es lo que se reconoce.  Por ello,  más adelante, cuando lleguemos a la etapa de las preguntas, voy a citar algunas manifestaciones del señor Ministro pronunciadas en los meses de diciembre y enero. Cabe aclarar que estas expresiones fueron más cuidadosas que las realizadas por el señor Subsecretario a una editorial –estoy seguro que el señor Ministro las leyó–, que generaron  preocupación en el Comité Central Israelita del Uruguay. El artículo de esta editorial dice así: “El hecho de que en una misma frase haya expresado el probable reconocimiento de Palestina y la voluntad del Gobierno de mantener sólidas relaciones con Irán es muy revelador y, sobre todo, muy perturbador por la correlación evidente que parece existir entre ambas intenciones”. Es natural que la colectividad judía esté preocupada por  las sólidas relaciones con Irán y su profundización, porque ha sido más que demostrada  la vinculación de agentes iraníes en los actos de la AMIA en Buenos Aires.  Nadie  discute eso; es más, Argentina efectuó una acción de denuncia muy clara en un atentado en donde mataron a miles de judíos. Esto sucedió acá cerca.

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No resulta extraño para nadie –con esto no estoy descubriendo la piedra filosofal–  que desde que el Estado de Israel fue reconocido y cuestionado por los países árabes –al punto tal de que se hablaba de los tres no: no a la negociación, no a la existencia y no a la paz–, ahora, casualmente, se quiere volver a eso, es decir, en vez de los tres no tiene que ser los tres sí. Lo que a mí me importa –y creo que queda claro–  es que la estrategia de Israel para conseguir paz en la región fue ceder territorio, es decir, a garantía de seguridad y de paz. Entonces, hablar hoy de fronteras es no ser objetivo frente al conflicto, pues acá hay una mesa de negociación donde se quieren garantías de paz y de seguridad a cambio de territorios. Además, existen otros temas, como el migratorio y el reconocimiento de que Israel pueda ser un Estado judío, que importan a la historia del conflicto.

En el caso de Chile, que  tomó su propio camino, hay que destacar que tuvo una actitud interesante –si bien no las conformó– al convocar a las dos colectividades. Este país cuenta con una colonia de alrededor de 400.000 palestinos, por lo que la Cancillería convocó a ambas colectividades, ya que si iba a dar una opinión que internacionalmente podía pesar, lo conveniente era que no se generara un problema donde no los hay, pues no existe conflicto entre palestinos y judíos en la sociedad chilena. De todos modos la colectividad judía no quedó conforme y quizás la palestina tampoco, en función de que no se habla de límites. Pero es un buen camino hacer consultas, no es mala cosa convocar a las colectividades, sobre todo cuando están organizadas, ¡y vaya si lo están en nuestro país! La mayoría de estos anuncios los hizo el Presidente de la República en una reunión con la Liga Árabe en el Uruguay –no sé si es el nombre correcto–, oportunidad en la que también anunció que se iba a reconocer el Estado de Palestina aunque, en realidad, no sé si estaba informando o anunciando una voluntad. Entonces, señor Ministro, es muy importante saber qué es lo que se reconoce.  Por ello,  más adelante, cuando lleguemos a la etapa de las preguntas, voy a citar algunas manifestaciones del señor Ministro pronunciadas en los meses de diciembre y enero. Cabe aclarar que estas expresiones fueron más cuidadosas que las realizadas por el señor Subsecretario a una editorial –estoy seguro que el señor Ministro las leyó–, que generaron  preocupación en el Comité Central Israelita del Uruguay. El artículo de esta editorial dice así: “El hecho de que en una misma frase haya expresado el probable reconocimiento de Palestina y la voluntad del Gobierno de mantener sólidas relaciones con Irán es muy revelador y, sobre todo, muy perturbador por la correlación evidente que parece existir entre ambas intenciones”. Es natural que la colectividad judía esté preocupada por  las sólidas relaciones con Irán y su profundización, porque ha sido más que demostrada  la vinculación de agentes iraníes en los actos de la AMIA en Buenos Aires.  Nadie  discute eso; es más, Argentina efectuó una acción de denuncia muy clara en un atentado en donde mataron a miles de judíos. Esto sucedió acá cerca.

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No podemos utilizar la camiseta de demócratas para algunas situaciones y sacárnosla para otras. Aquí hay un grupo de países que no respetan –por lo menos de la misma forma que lo hacemos nosotros– los Derechos Humanos, nuestras culturas y nuestro sistema de vida. Para nosotros es esencial que el pueblo vote y elija sus autoridades. ¡Esto no es poca cosa!

    En lo personal coincidí con el señor Ministro cuando manifestó que el Ministerio de Relaciones Exteriores y el Gobierno, presidido por el señor Mujica, hacen especial hincapié en el tema de los Derechos Humanos. Parafraseando a mi amigo, el señor legislador Abreu, diría: los derechos humanos y los izquierdos humanos, es decir, todos los derechos humanos. Si somos coherentes, debemos tener la actitud de pelear igual en todos los ámbitos, tanto cuando se lapidan mujeres como cuando no existen derechos. ¿Es  verdad o no? ¿Acaso esto puede llevarnos a extremar esa posición? No; coincido con algunos señores legisladores que han expresado que en oportunidad de visitar Irán, se podría haber levantado la voz ante hechos que para nosotros son incompresibles, como el que mencioné de una mujer que es enterrada hasta la cabeza y lapidada, es decir, apedreada por la gente hasta morir. Sin embargo, una delegación de nuestro país estuvo en esa zona, y nadie dijo nada.

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Como nacionalista, realmente sentiría orgullo de que mi país no ingresara en la mesa de negociaciones. Para que eso suceda, naturalmente, no tenemos que hablar de fronteras.  Si lo hacemos, hay que hablar de Estado judío, de inmigraciones y del reconocimiento del derecho de un país a ser Estado judío, a lo que tiene todo el derecho del mundo como nación y como autodeterminación de su pueblo. Si, como dijo el señor Ministro, lo hemos reconocido y no es necesario decirlo nuevamente, entonces no nos metamos en  las fronteras porque si lo hacemos, reitero, tenemos que poner como condición el reconocimiento del Estado judío que es a lo que tienen derecho como nación. Personalmente soy partidario de no entrometernos en una cosa u otra, sino de decir que queremos la paz, que todo proceso en tal sentido va a contar con nuestro apoyo y que queremos la formación del Estado Palestino. Ahora bien, no hay Estado Palestino si no hay seguridad. Si nuestro país mañana estuviera amenazado del otro lado de un río o de un cerro, defendería a mi país, a mi territorio –por supuesto que sí–, pero probablemente cedería territorios. El Ministro mostraba mapas y estos reflejan 50 años de guerra en donde se está demostrando que ha ganado Israel porque se ha retrocedido. Aclaro que no estoy ni alegre ni triste por esa situación; no me gustan las guerras. Creo que nadie quiere las guerras a excepción de algunos fundamentalistas que no quieren sentarse en la mesa de negociación porque lo que buscan es la destrucción del otro y no la negociación. El señor Presidente y el señor Ministro saben, como yo, que en esa zona no es posible abrir una instancia de negociación con mucha gente;  eso está en su constitución. En 1928 la Hermandad Musulmana  –que ahora tiene una mayor aparición en Egipto en función de los movimientos que se están estableciendo– se formó contra occidente, contra una cultura,  porque en ese entonces aún no había Estado Judío. También Hamás hace mención a la Hermandad Musulmana en su Constitución.  Por lo tanto, cuando nos referimos al territorio no es lo mismo hablar de Cisjordania que de Gaza.

    Entonces, ¿a qué Estado vamos a reconocer? El señor Ministro incursiona en la posibilidad de generar un reconocimiento de un Estado sin precisar el tema de los límites, como lo hizo Chile. Esa opción es mejor aunque no me conforma porque, igualmente, estaríamos introduciéndonos en el tema y siguiendo la posición de otros países. Ahora bien, establecer límites implica sentarse en la mesa de negociación mañana, presionar a una de las partes y tomar partido.

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