La Ruta de la Cocina Sefardí en España

Un suave  aroma a clavo de olor, canela, tomillo y miel se desprendía de las pequeñas ventanas de las juderías de toda España.  Las estrechas callejuelas del  barrio judío de Segovia no diferían mucho de las de Córdoba, Sevilla, Toledo, o Girona. 


Sobre las piedras del camino transitaban rabinos, viudas bordadoras, novias recién  comprometidas y orfebres exquisitos. En las cocinas el pisto, la berenjena, el cordero, los frutos secos y las hierbas aromáticas anunciaban el final de cada día.  Sobre la mesa de la cocina  la luz de las velas ilumina el color carmesí del vino Kosher.  Mientras las mujeres  terminaban de preparar la cena,  el atardecer cubría con su manto de cantos litúrgicos todos los rincones de la judería. Así  era la vida cotidiana de los judíos españoles  que vivieron durante 1000 años en esta tierra. Tras la partida forzada de los judíos españoles en 1492 las aljamas  quedaron postradas en un silencio de siglos.  Durante 500 años los postigos  permanecieron cerrados.  Los fogones durmieron su fuego en cenizas y las ollas se amontonaron vacías en la oscuridad de los tiempos.  

Al partir,  una receta y una llave


Las abuelas judías guardaron en sus bolsos de viaje los recetarios y las llaves de sus casas. “Algún día regresaremos a nuestro hogar”, se prometieron. Y si no lo harían sus hijas, o sus nietas…   La memoria convertida en hecho gastronómico fue heredada de generación en generación. Fue la forma que encontraron en el exilio para no olvidarse nunca su tierra.  A fuerza de cocinar el pasado buscaron establecer un futuro reencuentro con su añorada España, su añorada Sefarad.
El recetario sefardí, cuenta  por lo tanto, la historia del pueblo que lo porta, y en su camino se fue enriqueciendo y transformando.  Se incorporaron los productos, las materias primas, y las influencias culinarias de cada lugar al que iban llegando. La cocina sefardí, la original, la que no tiene influencias de los lugares que luego han habitado, es muy difícil de rastrear. Porque la verdadera cocina sefardí  surge luego de la salida de los judíos de España.  El recetario original no se conoce con certeza.  La rememoración de lo que hacían en la península se mezcla luego con la de Grecia, Turquía o Italia. La cocina sefardí  original es  100% Mediterránea.

COCINA SEFARDÍ  DE AUTOR


Hoy muchos de los restaurantes que se encuentran dentro de las juderías  presentan propuestas innovadoras. Degustar estos platos es mucho más que una experiencia culinaria, es un pasaporte a otro tiempo y a un supra-espacio definido en el cruce de las grandes culturas que habitaron este país.  Una travesía hacia aquellos aromas y sabores que alguna vez  habitaron cada uno de los barrios judíos de la península ibérica.  Estos chefs son casi arqueólogos  gastronómicos. Hurgando entre el polvo añejo del tiempo, investigando los orígenes de esta cocina y transpolando aquellas viejas recetas  medievales en exquisitos platos de restauración. La cocina sefardí es base de muchos de los platos que los españoles han estado comiendo durante años.  Por eso las ciudades que tuvieron juderías  hoy se preocupan por recuperar ese legado y darle el formato con su nombre y nominación original. Es un patrimonio gastronómico, no sólo histórico y arquitectónico. Recuperar recetas  es recuperar historia.
Frente  a esta cocina, antecede  a toda sensación el aroma a la hierba buena, la calidez del aceite de oliva, la brisa cítrica de la naranja.  La presentación que realizan los chefs españoles es una fiesta para los sentidos. Texturas, colores, aromas.  La sutil complejidad de lo simple. Dentro de lo que es la tradición la comida sefardí de siempre,  se suma la herencia ashkenazim. Los cocineros buscan que los puntos de cocción, la materia prima,  los nuevos productos  y las nuevas técnicas de cocinado, los ayuden a conseguir  un sabor que tenga una evocación  del original, pero con  texturas más atractivas a la hora de vendérsela y ofrecérsela al cliente. 

Si bien estos platos no cumplen con las exigencias del kosher  se siguen dos preceptos bíblicos básicos en el judaísmo, el de no mezclar la carne con la leche (al menos en el mismo plato), o la prohibición de comer jamón.  Los cocineros investigan mucho para encontrar las materias primas originales. De allí que en sus cartas resaltan los productos originales de recetario sefardí, como la berenga, la col, la remolacha, la coliflor, el cilantro, el perejil, el romero, etc. Especias que estaban en la zona, pero que a la vez  les recordaba su lugar de origen.  Muchas de los productos y de las especies que se usan en España tenían aromas  y  reminiscencias  a los de la tierra de Israel, donde habitaron antes de llegar a Sefarad  y cuya gastronomía tiene puntos en común con las de la península ibérica

Quizás a  fuerzas de amarguras los sefardíes desarrollaron  una pastelería rica en sabor y en variedad. Almíbar, miel, agua de azahar empapan con su dulzura los frutos secos y  los quesos suaves. La canela danza en la cúspide o en el  corazón de casi todos los postres sefardíes. Ella lleva promesas afrodisíacas al comensal.  

Por ese amor a sefaradí, mantuvieron el idioma, añoranza, de no renunciar pasado, de memoria, la gastronómica.

Muchas veces probar un plato puede traernos a la memoria aquel que cocinaba nuestras abuelas. Los judíos sefardíes mantuvieron  durante  5 siglos el idioma castellano y la tradición gastronómica, reteniendo de esa manera la memoria histórica, logrando que no se apagara la llama de su identidad, recordando, siempre recordando, aquellos aromas, sabores y texturas de su añorada España, de su añorada Sefarad.

    * Por información turístico-cultural sobre la Ruta Sefardí en España por favor escriba a: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

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