El saber y el sabor

ENCUENTROS CON SABOR, Pequeño tratado sobre la excelencia francesa, de Alain Ducasse. Tusquets Editores. Colección Los 5 sentidos, Barcelona, 2009. 248 págs.

En las Bellas Artes existe solo una fórmula mágica: savoir faire, saber hacer. Nada más y nada menos que eso. Entre las Bellas Artes se encuentra, por supuesto, la gastronomía. Alain Ducasse es conocido en el mundo civilizado por saber hacer de la gastronomía su vocación, su profesión y su arte. Y, con la gastronomía, Alain también ha desarrollado hasta el refinamiento el antiquísimo arte de la hospitalidad: dirige dos hoteles en provincia. Nacido en 1956 en Castelsarrazin, estudió en Bordeaux y ha dedicado su vida al arte del sabor en todos sus aspectos. 
“Encuentros con sabor” sitúa al lector en el centro de la mejor tradición francesa, le hace sentir la amabilidad constante y a la vez diversa y estimulante de su espíritu. El lector debe imaginar por un momento un festín griego de la Antigüedad en donde están implicados todos los parámetros, todas las posibilidades de la sensualidad, de la carnalidad, de la condición corporal viva y latiente que constituyen un camino directo para acceder a la esencia. En medio de la orgía de sentidos aparece la trufa, su forma turbadora y su misterio. “Hay en la trufa una dimensión casi mística”, afirma el autor.

Luego nos informa que en Perigueux pueden conseguirse de las mejores, junto a las excelsas aves de Francia. Pero eso es tan solo un ejemplo. Ducasse nos hace visitar el Mediterráneo, saborear sus fresas, el destilado de sus olivas y sus quesos; las maravillas de Las Landas (su región natal); la brisa de salitre de Noirmoutier; la mantequilla de Bretaña; el ombligo central de Francia en la ruta del damasco; unas insospechadas confituras de la Alsacia. Ya sobre la página doscientos comenzamos a saber de los vinos, a presentirlos mediante la palabra. Ningún paisaje se le escapa a Ducasse en estos encuentros con sabor, ni las playas ni los campos. Incluso, salta el océano y se dirige a Córcega, encima de la italiana Sardegna. Sí, allí, donde nació aquel glorioso y breve emperador, el Corso, Napoleón, que solía obsequiar a Marie Antoinette delicadísimos bulbos de confitura que imitaban a la perfección los frutos puros de la tierra.

 El libro es rico en lugares y manjares. Sólo una duda se le presenta al lector uruguayo: ¿este hedonista y placentero Alain Ducasse será sobrino nieto o pariente de algún modo de nuestro notable poeta, abuelo del surrealismo francés, gloria de la literatura universal, Isidore Ducasse? ¿Será posible? Isidore Ducasse, poeta franco-uruguayo, firmaba sus textos como Conde de Lautreamont, vale decir: L’autre a Montevideo, el otro en Montevideo. No sería de extrañar que los delirios y prodigios de palabras y sentidos escritos por el franco-uruguayo tuvieran su legítima descendencia en algunas páginas de estos “Encuentros con sabor”, de Alain Ducasse.

 Bon appétit.

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