La Marcha, el Tambor y la Cámara

altIntroducción

A continuación, trataremos de ilustrar el análisis audiovisual de una época, una corriente y una visión del mundo moderno. Para esto hemos decidido introducirnos en el séptimo arte e inmiscuirnos en tres grandes obras de la historia del cine. El audiovisual, como soporte histórico y poético, ha sido una de las armas intelectuales más fuertes del siglo XX. Y como tal, merece ser desglosado con sus infinitas obras y postales sobre el mundo que nos rodea, que en algún momento nos tiñó tanto de sinsabores como de orgullo. La mecanización, el urbanismo en expansión, la máquina moderna, los acontecimientos bélicos y líderes de nuevas sociedades, son algunas de las características que definen el comienzo del siglo pasado. Para realizar nuestro análisis, tomamos tres filmes representativos (provenientes en gran medida de la corriente del expresionismo alemán) y nos inspiramos en ellos para colocar la lupa sobre su contenido. Tenemos por un lado “Tiempos Modernos”,  largometraje de 1936 dirigido, escrito y protagonizado por el célebre actor Charles Chaplin; “Metrópolis” de 1926, dirigida por Fritz Lang, y “El Triunfo de la Voluntad” de Leni Riefenstahl, rodada en 1934. En el caso de esta última, se trata de uno de los documentales  propagandísticos más importantes de la historia del cine.

La maquinaria nazi en su más elevada potencia se desnuda frente a la cámara y deja espiar de cerca al espectador, la vista desde el estrado de Hitler a la hora de dar sus discursos, los desfiles y ceremonias de un totalitarismo que cambiaría la concepción política de la historia. Su autora, aunque fuertemente criticada, ha perdurado como una autoridad universal en lo que refiere a la materia del documental como formato y expresión. Las otras dos obras si bien no son documentales, reflejan cual espejo el espíritu de una conciencia humana y social, que concierne a aquellas épocas e incluso éstas. En todos los casos se trata de evidenciar no solo el presente de principios de siglo, sino también y por encima de este, como tema central, la inquietud y el signo de interrogación enorme concerniente al futuro. En el caso de F. Lang  y “Metrópolis” se plasma en la ficción, una metáfora perfecta de la sociedad moderna al igual que en “Tiempos Modernos”. El objetivo es amalgamar los tres análisis en una breve conclusión, que deje en evidencia la cercanía temática y artística de estas películas. No nos detendremos a narrar las historias o argumentos de los films, porque no es el cometido de esta instancia y aspiramos a que el lector ya los conozca, pero sí a tratar de comprender con un análisis, qué nos dicen estas obras.

Luz…

En los anales de la historia se encuentran las lecturas de los acontecimientos que dieron vida al presente actual. Por lo general, dichas lecturas son orales o están escritas en libros y viejos manuscritos archivados en bibliotecas o centros educativos. Pues el cine también conforma parte, desde hace ya más de un siglo, de estos soportes históricos. Esto no quiere decir que todas las obras cinematográficas aborden temáticas históricas o académicas, sino que el cine en sí mismo es leyenda viva y reflejo histórico de las sociedades que lo componen  y crean, al igual que cualquier obra artística de cualquier índole. Como espejo de sus sociedades, el mal llamado séptimo arte (por el capricho humano de clasificar, como si ciertas entidades no convivieran en un universo artístico retroalimenticio) refleja las emociones y reflexiones de los acontecimientos que transcurren en la realidad visible y no visible de este mundo. Pues, uno de estos acontecimientos, que tatuó sin lugar a dudas al hombre para siempre es la aparición de la máquina y sus repercusiones. El poder alcanzar lo que alguna vez fue futuro, en su máxima expresión de ciencia ficción, trajo consecuencias de toda índole, como ser inspiración artística, consecuencias económicas, sociales, culturales, bélicas, etc. El cine una vez más no escapo a esto y dio a luz una serie de obras pertinentes a este tema.

 

En 1927 se daría a conocer una obra que quedaría como uno de los clásicos cinematográficos y primeras manifestaciones del rubro de ciencia ficción en la historia del cine: “Metrópolis” de Fritz Lang. “Metrópolis” fue concebida en el viaje que previamente hiciera Lang a New York, donde los enormes rascacielos y arquitectura moderna de América, ya vaticinaban una enorme metamorfosis en la sociedad y la historia, junto con la asunción de una nueva potencia que amparada en el capitalismo, se fortalecía rápidamente. El film es una clara alegoría política, donde los más oprimidos viven bajo tierra y los aristócratas en la superficie del éxito, desde donde disfrutan y manipulan las nuevas tecnologías del mundo, “su” mundo. Una de las cosas más increíbles de esta película son los efectos especiales, teniendo en cuenta la época en la que  se rodó la misma y los alcances técnicos existentes para ese entonces. Debido al metraje que tenía, se vio afectada por varios recortes en su cinta, lo que provoco que deambularan por el mundo varias versiones. Pues en una de ellas  (la reeditada en el año 2000) se debe destacar la banda sonora, que le da a la película otro elemento futurista, ya que está basada en la década del 80 donde incluso se puede identificar la voz de Freddy Mercury en una pieza. Durante el período nazi, este film fue uno de los predilectos, a pesar de la descendencia judío-austriaca del autor. La historia se basa en el año 2026, donde se muestra una enorme metrópolis con autos voladores, ríos de tráfico incesante, gigantescas construcciones en forma de edificios y donde el ser humano casi ni tiene cabida en el paisaje urbano. Todo es majestuoso, mientras en lo profundo, debajo de la ciudad “vive” la clase trabajadora que instrumenta las maquinas que soportan el sistema general de Metrópolis. A costilla de ellos, los aristócratas disfrutan de los lujos de la ciudad. Esta (hoy) trillada idea, responde a una obvia alusión marxista (los de arriba y los de abajo) donde los “de  arriba” explotan a los “de abajo”.

Según algunos críticos, esta alusión de clases en la película, era más que nada una metáfora referente a la explotación que realizaba EE.UU. a los países de Europa Occidental luego de la Primera Guerra, más que a las clases sociales en sí. Como siempre, habrá tantas interpretaciones como espectadores las puedan y quieran apreciar.

Lo cierto es que el mensaje no es solo uno, hay varias lecturas entremezcladas en el film. La referencia al tiempo también es clara, aparecen en escena relojes entre las tomas de máquinas. Éstas y su funcionamiento uniforme son parte central del comienzo del film, como una forma de dejar presente la rutina, la uniformidad de pensamiento y una situación que solo se detendría con una falla en el sistema mecánico de manera accidental o la “rebeldía” de una pieza que “contagia” a las demás. Ya en el  comienzo, Fritz utiliza un plano general en el que nos muestra a los trabajadores en su cambio de turno. Muchos entran y otros salen, incluidos en una perfecta formación, similar a las hordas nazis en el film de Riefenstahl. Sinceramente,  me cuesta creer que George Romero no se haya inspirado en la estética de los rostros de los trabajadores de Lang y su forma de caminar, para poner en pantalla grande casi 50 años después “La Noche de los Muertos Vivientes” . Y es justamente esto lo que se nos dice con la escena. Estos hombres que habitan debajo de Metrópolis, no parecen tener vida, o más bien están muertos en vida. La forma de arrastrar los pies y su coreografía al caminar, se contraponen a los soldados de Hitler que parecieran estar más vivos y fuertes que nunca, pero no pierden nunca su respectiva coreografía. En la película de Chaplin, vemos también alusión a la masa  explotada y alienada (idea también marxista) cuando las escaleras del metro “escupen” a una velocidad destacable, un rebaño de ovejas. La idea de rebaño, es una metáfora que podemos aplicar en las tres obras, dado que en cualquiera de ellas, el pueblo toma el rol de víctima oprimida, o por mentiras de un régimen fascista, o explotado en una fábrica o por la aristocracia y sus lujos, como en Metrópolis. Es así que los trabajadores, al igual que en el video clip “Thriller” o en “El Triunfo de la Voluntad”, marchan como los inmensos rotores de las máquinas. Solo marchan, no piensan, no hay acción, solo estímulo respuesta ante los silbatos de cambio de turno, como en la fábrica de Chaplin.

 

El imperio comandado por Fredersen (el gran dueño de la ciudad) como muestra Fritz, tiene forma piramidal, al igual que cualquier sistema imperialista, cuanto más abajo están algunos más arriba están otros. En la película de Fritz, se hace alusión a  una sociedad no solo capitalista explotadora, sino también con características  imperialistas que en pocos años después, se verán en el régimen nazi. Así, por ejemplo obtenemos una escena de Metrópolis donde se venera el culto al cuerpo en la pista de atletismo, como uno de los pasatiempos más importantes de la aristocracia. En el documental de  Riefenstahl, “Olimpiadas”, esto se puede ver claramente. Los nazis tomaron de antiguos imperios elementos para su propia travesía. De esta forma, al igual que la esvástica (utilizada por varias civilizaciones de antaño) y las cruces, el culto al cuerpo de los griegos, es otro elemento más de búsqueda de la perfección. Ídea esta última, desarrollada también por Nietzsche en su teoría del superhombre, como aquel ser “futurista” al cual algunas “infantiles” penas humanas no lo afectarían.

 

En los jardines del placer, Freder´s (hijo del capitalista dueño de Metrópolis) encuentra el amor accidentalmente al cruzarse con María. Aquí también Lang nos hace una guiñada, ya que no sería casual que en los oscuros recovecos del placer aristócrata (referido a lo obsceno) Freder´s encuentre a su verdadero amor, que pertenece al inframundo y está más allá de toda banalidad burguesa. María ocupa el rol, no solo de la amada, sino también de un motor de esperanza para los trabajadores. En las catacumbas del inframundo, la escuchan en sus discursos frente a una especie de altar con cruces y velas (digno de cualquier misa). La alusión al cristianismo es clara, y se encarna en el papel de María y Freder´s. Ella predica la llegada de un mediador (Mesías) entre su clase y la aristocracia, que traerá la liberación de la explotación obrera en Metrópolis. En su discurso, María cuenta a sus “fieles” trabajadores sobre la torre de Babel. Una construcción hecha para el disfrute y objetivo de unos pocos, construida con el sudor y vida de muchos. Así se presenta la comparación con Metrópolis y el despertar en razón de los trabajadores.

 

Freder´s se introduce en el mundo de los trabajadores al seguir a su amada, donde descubre la opresión que su padre ejerce sobre ellos y su inexistente felicidad. Allí los trabajadores accionan palancas y botones al ritmo de la maquina, coreografiados por una marcha constante y uniforme como la militar. En esto quizás también se inspiró Chaplin, a la hora de escribir algunas escenas de “Tiempos Modernos” ya que allí también los trabajadores mantienen un “diálogo” con la maquina, en el que se alienan y aprietan tuercas al unísono, con un toque característico de humor a lo Chaplin. Para reforzar aún más esta idea y enfatizar en la polaridad cielo-infierno, Lang nos muestra en un plano general, una gran puerta con forma de maquina y cara demoníaca,  con dientes filosos y ojos penetrantes. A su alrededor todo es rojo y lleno de humo. Los trabajadores sin romper fila marchan hacia su interior y literalmente la cara demoníaca los va tragando. En esta escena, queda claro para el espectador la idea de infierno, asociada al trabajo en serie y mecanizado, junto con la explotación continua de las clases populares. En la superficie, las calles parecen venas que transportan la sangre del sistema. Autos a velocidades muy altas circulan por ellas, mientras el corazón que es la máquina madre, bombea para dar vida al status quo.

 

Mientras tanto en la oficina de Fredersen, lo vemos realizando una video-llamada con su capataz, algo que realmente en ese momento era inalcanzable de imaginar. Este recurso también lo utilizarían en otras películas, sin ir más lejos en "Tiempos Modernos". Allí también se nos muestra una videollamada que el dueño de la fábrica realiza a Chaplin cuando éste fuma en el baño en vez de estar trabajando. Pero en este último caso, este recurso es más alusivo a las medidas de control y vigilancia panóptica (yo veo pero no me ven). En la oficina de Fredersen, la presencia de la vigilancia se encuentra más que nada representada en los ventanales enormes, en los cuales se puede apreciar toda Metrópolis a los pies de su dueño. Las puertas del despacho a su vez son enormes, dignas de un dictador imperialista que realiza todo a gran escala y deja al espectador tan pequeño como atónito. Una política que Adolf Hitler años después adoptó. Es por estos detalles que la película de Fritz Lang está lejos de ser inocente y trivial. Al sumergirse Feder´s en el mundo subterráneo, cambia por una jornada, su vida con la de un trabajador. Con el mameluco puesto, sostiene las agujas de una máquina que simula un reloj. Pero el peso de las mismas es enorme y nuestro héroe exclama lo pesado y tortuoso que es esperar que termine la jornada laboral allí. La idea de tiempo y espacio queda muy clara. Nadie puede soportar sanamente una jornada laboral bajo estas condiciones en las que las agujas del reloj no solo van en cámara lenta, sino también con un peso inhumano. El conflicto moral en Freder´s, es inminente y culpa a su padre por las condiciones en que tiene trabajando a los obreros. Algo que podría tomarse como una apología a los tres tomos de “El Capital”, pero que sin embargo, enmarcada en un formato audiovisual no resulta tan pesado como las agujas del reloj.  A su vez, el trabajador que toma el lugar de Freder´s, observa por primera vez desde la ventana de un lujoso coche, el mundo de los ricos, fruto del regalo de sus preciosos días de vida, al sistema de Fredersen.

 

Pero todo comienza a cambiar, cuando el amo de Metrópolis hace un pacto con  Rotwang, el científico loco y demoníaco que crea un robot inspirado en “Hel” su amada y ex esposa de Fredersen. Hel había fallecido años atrás y se había convertido en la obsesión del científico. El robot es creado para suplantar a María  y manipular a los trabajadores. Se organiza una reunión de la aristocracia, para hacer la presentación del robot en lo que denominan “la casa del pecado”, donde la idea de lo sexual y el libertinaje también está presente como pasatiempo de la clase dominante. En el film, es realmente increíble la perfección del robot, teniendo en cuenta las limitaciones de la época para la producción de ciertos efectos especiales. Es así que se necesitó la financiación de tres estudios para la realización de esta película. La escena de la transformación del robot en Maria, realmente es algo muy bien logrado y en su momento debe de haber causado impresión al espectador de la época. Aquí la temática central es la relación del hombre con la cibernética como instrumento de control y manipulación del poder. Una tecnología casi inexistente en 1927, pero que sin embargo Lang había podido vislumbrar como algo a futuro. La simbiosis del robot y el ser humano, la convivencia bajo un mismo espacio físico y espiritual, algo que según el argumento del film, llevaría a la inevitable debacle. Pero el que también tuvo una visión a futuro fue Freder´s, quien sueña con la muerte, como presagio de lo que ocurrirá hacia el final de la historia.

 

Rotwang pierde el  control sobre el robot (vulnerabilidad humana frente a la maquina) y éste comienza a inducir a los trabajadores hacia una revolución irreflexiva, sin previo análisis y organización. Como Palas Atenea y su manzana, el robot siembra la discordia y la violencia. Con un tema de fondo llamado “Destruction” los trabajadores destruyen el sistema mecánico que hace funcionar a Metrópolis y ésta muere, como lo anunciaba el sueño de Freder´s. La clase obrera quema el robot en una hoguera (creyendo que es María) por poner en peligro a sus hijos. Rotwang muere cayendo de los tejados de la catedral, luego de raptar a la verdadera Maria y tener una fuerte riña con Freder´s, cuando éste la va a rescatar. Rotwang muere por su obsesión y los trabajadores y Fredersen se toman de la mano, mediados por Freder´s (tal cual la profecía) impulsado por la moral, la ética y la justicia que inspira y despierta el amor de María. Sin lugar a dudas en esta película se destacan entre otras cosas los maravillosos juegos de montaje como ser encadenados y fundidos, la fotografía, en tonos de azul (color frío) en el inframundo y de amarillo (cálido) en la superficie. Y por último, cómo no tener en cuenta nuevamente la exaltación de los efectos especiales, algo que le da a esta obra un magistral toque de distinción.

 

Cámara…

En el año 1935 se estrenaba “El Triunfo de la Voluntad” de Leni Riefenstahl, a pedido del mismísimo Adolf Hitler. Este film, se caracterizó por ser propagandístico del partido nazi y fue registrado durante el desarrollo del congreso del Partido Nacional Socialista el 5 de septiembre de 1934 en Nüremberg. Según algunos críticos, la película fue definida  “por nazis, para nazis y sobre los nazis”. A ciencia cierta, la temática del film de Riefenstahl, fue el regreso de Alemania a la categoría de potencia mundial, comandada por un Führer (conductor en castellano y “duce” en lengua italiana), una  especie de enviado divino que los conduciría a este objetivo. Esta obra además, es considerada como una de las mejores exposiciones de documental político de la historia del cine. Decía Leni Riefenstahl, sobre el pedido de Hitler: “él quería un filme que mostrara el Congreso desde un ojo no experto seleccionando, sólo lo que fuera artísticamente satisfactorio; en términos de espectáculo, supongo que se puede decir. Él quería un filme que movilice, atraiga, impresione a una audiencia que no estaba necesariamente interesada en la política". Su autora, para esto, utilizó algunos recursos revolucionarios, que hicieron el deleite de más de un fanático a este film ultra emocional. Los encuadres con recurrencia de planos contrapicados (para exaltar la figura del Führer), las tomas aéreas, el uso de teleobjetivos (lente de alto alcance que permite dar una fotografía detallada del objeto a distancia), la profundidad de campo y el uso exhaustivo de la música dan a este film un sentido único.

 

Al comienzo se nos muestran diferentes placas explicativas que nos ubican en tiempo y espacio sobre lo que a continuación se va a narrar. Luego un cielo con abundancia de nubes (toma aérea desde el mismo avión del Führer) cubre la pantalla como aludiendo a lo divino y celestial (idea de perfección inmaculada). Pronto se ve la sombra del aeroplano, sobrevolando Nüremberg, viéndolo todo y un grupo de soldados marchando en una perfecta formación. La siguiente escena es el descenso de los cielos de Hitler. La muchedumbre lo aclama. En una caravana con miles de personas el líder máximo saluda su público. En un momento se toma en un primer plano, la mano de Hitler sobre su hombro y se destaca este gesto, como saludo típico del Movimiento Nacional Socialista. La música, interpretada por Wagner y la  Horst Wessel Lied (“La Bandera en Alto” - himno del partido) acompaña el comienzo del film y se fusionan de una forma prácticamente invisible para los oídos del espectador. Este detalle no es menor, ya que la música del film no solo contiene características de marcha militar que exalta la emotividad, sino también mucho instrumento de viento, lo que da la idea de un recibimiento digno de un rey de la modernidad. A esto se agregan, la aparición de los primeros planos contrapicados (plano tomado desde abajo, en un ángulo de 45° aprox.) hacia el rostro de Hitler y los soldados, como metáfora narrativa de superioridad. Al igual que los primeros planos a los niños entre la gente; el futuro de la gran nación. Aquí está la noción de tiempo y de preservación, pues el imperio del tercer Reich se supone duraría mil años. Entre la enorme cantidad de gente que ve pasar al Führer en su auto negro, se encuentran hombres mayores con su mismo “look”, la raya al costado y el bigote, como muestra de la idolatría del ciudadano común para con él. Una segunda toma aérea nos muestra luz en la oscuridad de la noche. Son las antorchas de las tropas de las SA y SS, que marchan al unísono de forma  mecánica. Esto trajo a mí, reminiscencias sobre el pasado primitivo del hombre, donde las tribus asustaban a otras en la noche con antorchas a lo lejos, antes del inevitable conflicto. El fuego en la oscuridad siempre trae consigo un halo, no solo de misterio, sino también de poderío. En lo alto del edificio la esvástica y el “Heil Hitler”, brillan en la total penumbra, como signos de un imperio que no sucumbe ante nada y su sed de inmortalidad es infinita.

Los soldados Reichsarbeitdienst (Servicio de Trabajo del Reich), trabajan orgullosos por su nueva nación y realizan un desfile de bienvenida para el Führer. Los rostros de la sangre joven riéndose, son puestos adrede en el montaje. Todo es desfile, orden, disciplina, perfección coreográfica militar, espectáculo y show.  Baldar Ion Schirach (líder de la “Juventud Hitleriana”) presenta a Hitler en el discurso inaugural y afirma: “Usted es Alemania, cuando usted actúa la nación actúa, cuando usted juzga, el pueblo lo hace”. Se mimetiza a Hitler con la nación, son los dos una misma cosa. Una cantidad de líderes hacen oratoria en el atrio. Al final, el Führer dirige una cantidad de soldados formados, que como un niño chico con soldaditos de plomo, los va alineando como el desea, mientras que del otro lado como si fueran el robot de Lang, actúan sistematizadamente ante las órdenes. La automatización de la conducta, así como en la fábrica de chaplin y el inframundo de Metrópolis, es una constante.

La cámara se introduce entre las tropas, a la altura de la cintura de los soldados y recorre parte de las filas. Los niños forman parte de la banda sonora también y tocan instrumentos. Riefenstahl toma los zapatos y medias de estos seres inocentes que también marchan al ritmo de los golpes sincronizados. Desde las espaldas del Führer, la cámara se posa y nos permite apreciar las hordas a sus pies cuando les dice: “Ustedes son la sangre de nuestra sangre”, como reforzando la idea de procedencia y racismo de su partido. Estandartes muy parecidos a los del imperio romano, la cámara que baja desde el cielo hacia el águila nazi (símbolo de poderío de muchos imperios en la historia), las banderas y el avanzar de las tropas en rectángulos  perfectos, son parte de la publicidad del partido. Los fuegos artificiales en el cielo parecen bombas y presagian la mala nueva de la futura guerra. En un traveling de 180° al estrado de Hitler en contrapicado, se nos agiganta su figura y como si fuera poco, las botas de sus soldados marcando el compás con un “pum!”, como un gran metrónomo, copan toda la pantalla. Masa uniforme de soldados caminan a la par, con un andar mecánico de reproducción en serie, como las fabricas de armamento bélico que en ese momento rearmaban a Alemania. Ríos de uniformes y cascos. Todo en un montaje de técnicas provenientes del circo y del music-hall, tal como Serguéi Eisenstein predicó en sus obras literarias que debía realizarse este rubro cinematográfico. Se alternan imágenes una y otra vez de Hitler, gente en las ventanas mirando el desfile, la marcha de los soldados, Hitler y así sucesivamente, de forma totalitaria se impone la emoción, hasta la retirada de la máquina.

 

Acción…

Dos años después del “Triunfo de la Voluntad”, se estrena “Tiempos Modernos”, uno de los más famosos largometrajes de Charles Chaplin. Este film representa una de las críticas más fuertes de la historia a los sistemas industriales de Ford y Taylor. Escrita y dirigida por su protagonista, “Tiempos Modernos” refleja las formas de control, vigilancia y alineamiento del obrero dentro de las incipientes fábricas de principio de siglo. Film que alterna lo mudo con lo sonoro y no deja atrás el clásico humor que caracteriza al simpático personaje de bigote y baja estatura. Ya la primera placa del film dicta “Tiempos Modernos: una historia de industrias, de empresas individuales – de la humanidad en busca de la alegría” como forma de anunciar al espectador, que en la historia se entremezclan los sentimientos humanos con los frío del sistema industrial. Charlot, el personaje de Chaplin, trabaja en una fábrica relacionada al acero donde aprieta tornillos casi sin parar. El trabajo en serie lo está estresando cada vez más y por momentos pierde la cordura. Solo posee media hora para comer en la mitad de su jornada y luego vuelta a la máquina, donde él es un engranaje más, a repetir y repetir y repetir la misma acción. En la película, para tener más libertad metafórica, se juega con elementos futuristas como ser la gran pantalla en el baño, donde aparece el dueño de la fábrica, que de forma panóptica vigila a sus empleados. Ésta también esta presente en su ofician, desde donde todo lo ve y dirige la velocidad de producción. La velocidad en que se producía era uno de los temas que más preocupaba a los capitalistas de la época, ya que era proporcional a la cantidad de producción y por lo tanto a la ganancia. Inmediatamente después de la placa, sigue en el raccord la toma de las ovejas, a la que hacíamos referencia más arriba. Se las ve saliendo del metro en manada y en el medio de la misma se cuela una oveja negra entre las blancas, como haciendo alusión a que siempre entre el hombre masa hay uno que esta dispuesto a cambiar su vida. Esto es lo que pasará con Charlot durante el film. Él tratará de cambiar su vida una vez que se da cuenta que la vida de hombre masa no es para él.

 

Así es que nuestro personaje comienza a tener crisis de comportamiento dentro de la fábrica que lo llevarán a entorpecer la producción de trabajo en serie, ya que la labor de todos los trabajadores está estrictamente relacionada y donde uno se detenga todos se ven afectados. Una clara crítica a la modalidad “Ford” de producción. La vida del dueño de la compania, dentro de su oficina, es muy distinta. Se dispone a leer el diario y a tomar café, que le trae su secretaria. Queda bien distinguido el contraste entre el adentro de la oficina y el afuera, los dos mundos (la superficie y el inframundo).

En la escena siguiente, el patrón elige un obrero para probar un nuevo producto que les proporcionaría mayor velocidad a los obreros para almorzar, lo que se traduce en menos tiempo para  descansar y por lo tanto más tiempo para trabajar; más producción, más ganancia. Obviamente el obrero elegido es Charlot, a quien como un conejillo de india y frente a todos sus compañeros y patrones, se le hace probar la máquina. Todo termina en un desastre, en cual el personaje principal se come tuercas y metales a prepo, luego que se descompone el artefacto. Una vez más, se presenta la idea crítica del trabajador como parte de la máquina y el engranaje. Pues la máquina es parte de él y él es parte de la maquina. Se funden de tal manera en la que la psiquis del obrero no se puede desprender del funcionamiento rítmico del proceso industrial. Luego se reforzará esta idea, en la escena en la que Chaplin se introduce dentro de la máquina y recorre sus enormes engranajes, debido a la obsesión que le hace perseguir un tornillo que aún esta flojo y él debe ajustar. Aquí en esta escena, la película adopta una gran belleza estética, lograda por la vista interna de la máquina y el trayecto que el personaje recorre dentro de ella. Claro esta que la crítica y el transcurso narrativo de la película, siempre esta acompañada por el humor especial de Charles Chaplin, que nunca parece detenerse, debido a que solo su estudio coreográfico de movimientos, se vuelven risorios.

 

Rápidamente el personaje enloquece  luego de introducirse en el interior de la máquina. Toca fondo con este episodio y su cordura estalla. Es despedido y llevado a un hospital psiquiátrico, donde como todo individuo inadaptable al “coherente” sistema burgués, se le tratará de corregir y volver a “colocar en su lugar”. Una vez curado, Charlot vuelve a la sociedad, pero esta vez se nos muestra la misma, fuera de los muros de la fábrica. Su tránsito automovilístico y peatonal, sus grandes construcciones, etc., parecen perder al personaje en la muchedumbre. Un automóvil pasa por delante de él, cuando se le cae una bandera (que nos damos cuenta de su color rojo, aunque el film es en blanco y negro) y éste la recoge y corre por la calle para devolverla al conductor. Pero como conductor queda él, de una marcha sindicalista que justo da vuelta la esquina y se coloca por accidente exactamente detrás. Confundido con un líder sindicalista revoltoso, las fuerzas policiales lo detienen. Charlot vuelve nuevamente a la institución para ser corregido, pero esta vez a la cárcel. En un tiempo, luego de demostrar a las autoridades de que es un buen hombre salvando al jefe del establecimiento de un motín, nuestro pequeño héroe accede a una mejor celda. En esta “suite” carcelaria está solo, puede leer el diario y tiene los privilegios, que un buen amigo del jefe puede tener. Luego de un tiempo, vuelve a la tan anhelada libertad (aunque en lo sucesivo no será la última entrada que tendrá a la cárcel). Una vez en la calle, se topa con quien lo acompañará hasta el fin de la película, su amada. Ambos emprenderán una historia de amor de ciudadanos pobres que se burlan de la aristocracia de una manera inocente, al estilo Chaplin. Sueñan con tener una casa decente y vivir juntos en ella al igual que la gente que puede hacerlo. Pero siempre la policía como institución represora, cortará los sueños de esta pareja. Siempre estarán allí para recordarles que son un estorbo. Compartirán una casa abandonada de madera, en la que depositarán sus anhelos. El hambre los llevará a robar. Pero también impulsados por su sueño, buscarán trabajo para poder seguir un camino correcto. Así comienzan a trabajar en un restaurant con show, donde Chaplin terminará accidentalmente cantando y ella bailando. Aunque una vez más, son buscados por la policía por un pasado delictivo que les dificultará una y otra vez el poder realizar un futuro. La chica se desesperanza, se trata de dar por vencida y Charlot está ahí para darle fuerzas para seguir. Con ella intentará reconstruir su vida y poder ser un hombre feliz en una sociedad infeliz. Ante todo el film es un gran mensaje de esperanza y optimismo, aunque también una fuerte crítica a la sociedad moderna y sus formas de control y vigilancia.

 

The End

Sin lugar a dudas si usted ha llegado hasta esta página de la presentación, ha observado más de una similitud entre estos tres films.  La mecánica como forma de vida, la alienación humana, la marcha, el ritmo, métodos totalitarios engendrados por el fenómeno de la repetición, el futuro, etc…  son algunos de los elementos que a grandes rasgos confluyen en todas estas obras. Como ya dijimos, reflejo de las sociedades modernas, ilustran los métodos y mecanismos de control y poder sobre las sociedades “rebaño”. Otras obras, luego de éstas, como “The Wall” de Alan Parker, ilustrarían en años venideros, temáticas no iguales pero sí muy similares. ¿Cómo olvidar aquella escena animada donde los martillos rojos y negros caminan a la par, como soldados nazis, en un plano contrapicado?. Es evidente en el caso de Chaplin, que éste se inspiró en más de una idea  de F. Lang y su “Metrópolis” para llevar a cabo “Tiempos Modernos”. Lang, por su condición de judío, tuvo que dejar el continente europeo debido al auge de los nazis. Y allí estaba  Leni Riefenstahl, haciendo realidad los deseos de Adolf Hitler con la película propagandística de su partido.

 

Señores: Bienvenidos al Sistema Capitalista y su recurso de Reproducción

Algo que también se repite en las tres películas, es justamente el concepto de la repetición. La rutina forma parte intrínseca de este concepto en el ámbito social. El ejecutar una y otra vez determinadas acciones, es propio de los regimenes totalitarios. Así, tanto los trabajadores en la fábrica de Chaplin y bajo Metrópolis, como los coreografiados desfiles nazis, son una secuencia infinita de movimientos sincronizados y ajustados a una “maquinaria” que no podría funcionar si algún tornillo se zafara. Es la misma idea que se trasluce en el viaje que Charlot hace dentro del engranaje de la fábrica, como si él fuera una tuerca más de todo ese sistema. La repetición también es del compás y tiempo que marcan las botas de los soldados al caminar, del tic – tac del reloj que sostiene Freder´s al llegar al mundo de los obreros en Metrópolis y de las jornadas laborales de Charlot en la fábrica. Las sociedades posmodernas se nutren de esta característica totalitaria, desde la música electrónica, con el “pum” reiterado y marcado, las imágenes repetidas mil veces en TV, las rutinas sociales y podríamos seguir enumerando ejemplos. En todos los casos, se trata de imposiciones implícitas, que por el mero hecho de la repetición, convencen a cualquier receptor, imponiéndole cualquier cometido.  Así, por ejemplo, una canción repetida mil veces en la radio o una transmisión como fue la de la caída de las torres gemelas, repetida durante días la 24 horas, pueden convencer a la masa de determinados propósitos. Quizás parezca que me estoy yendo de tema, pero créame que no. El tema de la reproducción es tan viejo como la imprenta Gutemberg, o quizás más. Si bien los hombres son parte misma del sistema, como Charlot es parte mismo del engranaje de la máquina,  no conviene que estos sean imprescindibles. Es por eso que son sumamente reemplazables (sale uno entra otro) y eso los jóvenes de este país lo sabemos muy bien. Los trabajadores en estos sistemas totalitarios son sustituibles como cualquier soldado en la guerra. La idea de la institución social como asilo esporádico o permanente de aquellos intelectos que aún no están preparados para vivir en sociedad. Intelectos que como “engranajes”, están fallando y deben ser “reparados” fuera del sistema. Esto permite el desarrollo uniforme e ininterrumpido del mismo. Así el ejército, el hospital psiquiátrico, la escuela, etc… De ahí la crítica que hiciera Chaplin en la película a las instituciones como fábricas de manutención y conservación del individuo no mecanizado.

El futuro, aunque  desalentador para la humanidad, es altamente tecnologizado. En el caso de la Alemania nazi, hay que tener en cuenta la nación destruida que había dejado la primera guerra (el pasado). Nace así un “mesías” que promete prosperidad (a cualquier precio). El futuro, en los tres casos, está planteado como un buen augurio pero no para todos, sino para la clase dominante, es decir, la minoría. El recurso de la torre de Babel en Metrópolis, no recoge la idea bíblica de que servirá para que los hombres lleguen al cielo, sino de que los hombres esclavizan hombres para la construcción piramidal del disfrute de unos pocos faraones. Al poder económico se le suma el poder bélico como forma de perpetuar en la cima. Muchos teóricos afirman que hoy vivimos bajo un sistema fascista moderno y moderado, ya que potencias como EE.UU. aplica el mismo recurso para perpetuar en la “grilla”. A esto se le agrega el nuevo esclavo del siglo XX, el obrero. Así está planteado en “Tiempos Modernos” y “Metrópolis”, al igual que en El “Triunfo de la Voluntad”, queda claro quién es el amo.

De esta forma llegamos al final de nuestra exposición. Sin duda todo este tema es muy basto y rico y podríamos seguir pintando las hojas de tinta por mucho rato más, con innumerables films que gritaron las mismas inquietudes, de las que aquí hacemos referencia. Mientras estas u otras expresiones artísticas nos sigan narrando y abriendo los ojos sobre nuestro presente y futuro social, estaremos advertidos. Que así sea.
 


· Más leídos ·

Consola de depuración de Joomla!

Sesión

Información del perfil

Uso de la memoria

Consultas de la base de datos