Lo que ningún rabino en el mundo fuera de Israel jamás diría (O lo que Israel puede aprender de la judería mundial)

altAl despertarnos esta semana nos encontramos con otro asalto al judaísmo y a la democracia de parte de rabinos que ocupan puestos oficiales dentro del rabinato israelí.  A diferencia del pasado, sin embargo, la gran mayoría de los israelíes de un amplio espectro de creencias religiosas y políticas, incluyendo a nuestro primer ministro, condenaron su dictamen que declaraba en esencia que era ilegal desde un punto de vista judío permitirles a no judíos vivir próximos a sus conciudadanos israelíes judíos. Los israelíes no se quedaron callados, titulares en los periódicos, editoriales y peticiones han fluido continuamente dando expresión a la repugnancia que la mayor parte de los israelíes siente.

Dada esta respuesta con una base tan amplia, la pregunta que debe hacerse es: ¿Por qué está sucediendo esto otra vez? ¿Por qué los rabinos en Israel son continuamente susceptibles a esta clase de fallas morales e ideológicas, que nunca parecen acosar a sus colegas, ortodoxos y liberales por igual, que viven en otras partes del mundo?

Una explicación, que fue reflejada en  la crítica rabínica ultra ortodoxa en Israel en contra de estos rabinos, es que los rabinos en Israel están libres del temor de preocuparse acerca de “qué dirán los goim,” y si sus comentarios incitarán respuestas antisemitas.  Los que dan esta explicación  consideran que el “regalo” de la soberanía es que los judíos hoy en día pueden ser desinhibidos y libres y finalmente descender a la insensibilidad moral y al fanatismo e intolerancia a los que siempre aspiramos pero estábamos impedidos de practicar.

Aunque esta explicación puede haber sido cierta de la vida de la Diáspora durante siglos, ya no refleja la naturaleza de las experiencias ni de las motivaciones  judías.  La mayoría de los judíos en el mundo han dejado el exilio no por medio de una aliá a Israel, sino abrazando a sus comunidades como sus nuevos hogares.  Para los judíos alrededor del mundo, el no judío ya no es solamente o no lo es en absoluto un adversario que amenaza nuestra existencia.  Son amigos que nos han recibido como miembros con todos los derechos en sus sociedades.  Los judíos han correspondido abrazando al mundo más amplio y comprometiéndose con él en una nueva sociedad.  No al mundo como una dicotomía nosotros-ellos, sino como un lugar del que quieren aprender y al que quieren contribuir.

Ningún rabino en el mundo prohibiría jamás vivir como buenos vecinos con el no-judío, no simplemente porque una resolución así es políticamente autodestructiva, sino porque no refleja los valores y experiencias que hoy en día definen la naturaleza de la vida judía fuera de Israel.  Alrededor del mundo, el judaísmo está creciendo y floreciendo, especialmente en Norte América, en medio de una esfera pública, multi religiosa, compartida, en la cual nuevos niveles de respeto, cooperación y aprendizaje tienen lugar todos los días.

Ésta no es la experiencia de los israelíes.  Aunque rechazan instintivamente la inmoralidad racista de estos pocos rabinos, nuestra actitud hacia los no judíos muy a menudo refleja la del shtetl de la Edad Media.  A pesar de nuestro poder, a menudo nos sentimos amenazados y puestos en peligro por la población árabe, tanto en Israel como alrededor de nosotros.  Esto no quiere decir que muchos de estos sentimientos carezcan de causa real.  La paz y la consistencia todavía tienen que convertirse en valores centrales en la definición de la vida en el Medio Oriente.  Sin embargo uno de los desafíos más grandes que está enfrentando el Israel moderno es no permitir que el conflicto del Medio Oriente transforme a Israel en el mayor ghetto de la historia judía, donde la mentalidad de ghetto aún prevalece.  No podemos permitir que se fomente un judaísmo que aspira a alienarnos más de nuestros vecinos y que permite ideologías racistas y separatistas.  No podemos excusar e ignorar este tipo de expresiones, aun si son una minoría, porque las posiciones en minoría que son ignoradas hoy, pueden convertirse en la herencia de la mayoría mañana.  Ya no podemos seguir permitiendo que nuestro gobierno haga la vista gorda y financie por consideraciones políticas a ideologías judías, rabinos, maestros o colegios, que socaven la fibra moral del judaísmo y el carácter democrático del Estado de Israel.

Nos hemos embarcado en un proyecto trascendental – construir una patria para el pueblo judío, un lugar donde los mejores valores judíos definan la esfera pública, un lugar donde todos los judíos del mundo, aquellos que viven en Israel y aquellos que encuentran sus hogares en otras partes, participen porque están interesados y tengan un rol en la formación del futuro de esta sociedad.  Nosotros, los israelíes debemos aprender que tenemos mucho que aprender del judaísmo de los judíos de todo el mundo.  La experiencia de construir judaísmo en un contexto de minoría ha aumentado nuestra sensibilidad moral y nos ha abierto a algunos de los mejores valores e ideas que el mundo tiene para ofrecer.  En cuanto a los judíos del mundo, la oportunidad creada por el Estado de Israel de tener la total responsabilidad por una sociedad y que posiciona al judaísmo en un escenario mundial como nunca antes lo tuviera, crea oportunidades sin paralelo para la innovación, el orgullo y la experiencia judíos.  Sus vidas como judíos pueden ser mejoradas y enriquecidas por esta experiencia.

La oportunidad, sin embargo, trae consigo grandes desafíos.  La grandeza no es hereditaria, necesita ser ganada.  Los judíos con principios morales en Israel y alrededor del mundo deben tenderse la mano para asegurar que todos estamos beneficiándonos de la experiencia de los otros.  Debemos asegurarnos que nuestra respuesta a aquellos que están creando un judaísmo en Israel que es indigno de nuestra tradición ni prevalezcan ni se les permita ocupar puestos en que representen a nuestro pueblo, a nuestro país y a nuestra fe.

Nosotros la mayoría, tanto en Israel como en el resto del mundo, debemos vernos, debemos tendernos la mano y construir avenidas de cooperación siempre nuevas para que seamos dignos de las oportunidades que nos han sido dadas en el mundo moderno y lo bastante fuertes como para responder a los desafíos.

www.hartmaninstitute.com/
Traducido por Ría Okret


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