La luz del Zohar antes de las restricciones eléctricas Primera Parte


La luz del Zohar antes de las restricciones eléctricas
Primera Parte
Nota: No habrá Segunda parte, porque nunca fueron buenas. Por lo que en el próximo número habrá una Tercera Parte.

Por Alejandra Abulafia
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Aquí estamos en versión cibernética lo cual nos proyecta al mundo, de forma que más lectores podrán tener el infortunio de leer mis reflexiones. Esto por supuesto conlleva la peligrosa posibilidad de que alguno de ellos note que la mayor parte del tiempo no tengo la menor idea sobre lo que estoy escribiendo y me demande ante el Tribunal de lo Contencioso y Administrativo. Huiré antes que esto ocurra, pues si me encuentran estoy perdida, aunque no sé como voy a estar perdida si me encuentran. De esto no cabe la menor duda. La mayor duda ya entró y también entró la duda mediana. Por eso mismo, no hay lugar para la duda más pequeña. (…….. espacio de tiempo para que el lector relea las frases anteriores y comprenda el chiste… aunque es tan malo que no vale la pena). Dicho esto procedo a sumergirme en el fondo del asunto que hoy nos compete desde esta tierra ibérica otrora Sefarad. ¿Piensa el lector que nuevamente traeré a colación los agónicos sonidos del dolor del destierro inquisidor? ¡NO! ¿Hablaré de las conversiones en masa (fila) y del bautismo con decilitros de agua bendita? ¡NO! ¿Hablaré del largo brazo de la Inquisición que abrazó con fuego autosacramental (y motosacramental, omnibusacramental y tractorsacramental)? ¡NO! ¡NO! Y ¡NO!
Hoy dirigiremos la máquina del tiempo a tiempos más felices (metáfora h.g.wellsiana). Tiempos en los que en la Península Ibérica se podía respirar, se podía estudiar, se podía vivir en definitiva, en armonía con musulmanes y cristianos. Un tiempo de luz, de mucha luz, (hasta que llegaron las cuentas de la UTE y hubo que apagar las escaleras mecánicas y la iluminación nocturna de los locales públicos). Estamos hablando del SXIII, esperemos que el SXIII no hable de nosotros, quien sabe lo que diría.  En aquellos tiempos bla bla bla bla. y la sabiduría bla bla bla y la ciencia, la filosofía, las artes y la religión bla bla bla. Como pueden ver en la figura 15 del power point a mis espaldas los árabes y los judíos supieron desarrollarse en armonía en las tierras españolas, contribuyendo ambas religiones al crecimiento espiritual e intelectual de la región.

Toledo, Córdoba, Barcelona, Granada  y Sevilla fueron algunas de las ciudades en las que prosperó la sabiduría hebrea, de donde salía buena parte de la guía espiritual para los judíos de todo el mundo. Córdoba y Toledo albergaban la esencia importada de Jerusalén. De hecho el nombre Toledo deviene de “Toleddot” palabra hebrea que significa “Generaciones”. Ambas ciudades fueron testigos del surgimiento del movimiento místico judío, conocido hoy como Cabalá.. (Para otros la cábala es llevar un llavero de conejo a la primera cita con una chica) .

Nota muy subjetiva: Personalmente (si escribo yo que más que personalmente puede ser pero en fin) percibí mucho más la presencia de aquel judaísmo místico en Córdoba que en Toledo. La pequeña sinagoga cordobesa, próxima a la mítica estatua de Maimonides arrancó de mi alma sensibilidades mucho más profundas que la de la tan exaltada Toledo. Pero bue… cada uno… es cada uno… no como Atila el Huno, que era tan bárbaro que no sabía la tabla del dos.

Psicodelia sefardí

Tal vez el té en aquella época tenía efectos secundarios,  la sopa de hongos venía muy cargada o ciertos canales de luz se revelaron sobre el fotograma místico español. Lo cierto es que los rabinos sefardíes de los siglos XI,  XII y XIII estaban enchufadísimos. Toda iluminación esotérica que pululaba por la estratosfera metafísica era captada por los judíos españoles. En este contexto surge el Zohar,  libro místico de cabecera de todo cabalista que se precie de serlo. Gracias a un curso de lectura veloz puede leer en 15 minutos todos los tomos del Zohar. Se que algo de las diez sefirot decía… La cuestión es que a pesar de que este libro se le adjudica a Shimon bar Yojai en el siglo II, la autoría permanece siendo un misterio. Muchos afirman que se debe probablemente a Moisés de León perteneciente a la generación del SXIII. ¿Mintió Moisés para que la gente reconociera las enseñanzas de su publicación? Mmmmm … mentir… mentir … no. Digamos que era común en aquella época referirse a un sabio como inspirador profético para revelar sabiduría. Es probable que Moisés haya sentido la guía de este antiguo sabio para la elaboración de lo que fue la base del Zohar como lo conocemos hoy. Alrededor de su origen hay muchas leyendas. Alrededor de sus hojas hay muchos leyendos o lectores se puede decir de las dos maneras  (¿?)

 Y aquí un hecho curioso (para mí claro),  Moisés de León dedicaba sus obras a Rebí Todros Abulafia, un protector de las artes y mecenas de muchas de las publicaciones cabalistas que conocemos gracias a su generosidad. Si Moisés de León viviera, todo el mundo hablaría de él, porque ya tendría más de 800 años.

 El Zohar fue posible y surgió gracias a su contexto histórico y al territorio en el que se desarrolló, a la armonía y el intercambio científico y filosófico con el pueblo árabe y el clima de paz que pudieron disfrutar los judíos en aquellos tiempos. Este misticismo sefardí según Ariel Bensión, “ no reveló una filosofía mística en sí, sino más bien, una penetración de la ley con doctrinas místicas; una revelación de la Tora como fuente del misticismo creado por Dios –antes de la creación del universo- y escrito en caracteres de fuego negro sobre fuego blanco. Cada una de las letras hebreas es un poder espiritual. Un eslabón de la cadena que enlaza los mundos”. (Por favor por mayor explicación de lo anterior diríjase al Cabalista de su barrio). 

Texto extraído de la famosa obra épica  “Andanzas castizas de una princesa turco-charrúa sefardí”.
 Vol II. Lado B. Año III. Nota del autor: Por favor, dos kilos de bizcochos surtidos (excepto galleta dulce), alfajores triple Punta Ballena y cinco kilos de asado a las brasas.

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•La fuente de la que bebió este cántaro: El Zohar y la España de las tres religiones. De Ariel Bension.
Desde Madrid

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