Once, el barrio judío de Buenos Aires, ayer y hoy

Una docena de templos e instituciones educativas; dos clubes socio deportivos, periódicos y hasta una radio propia forman parte de este barrio de la capital argentina, donde muchos judíos desarrollaron una vida cultural desde principios del siglo pasado. El pogrom de la Semana Trágica de 1919 y el atentado contra la AMIA. Borges y el club Hebraica. Testimonios de periodistas y un historiador.

Por Sebastián Scherman
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Fotos: Luis Ferrari
http://www.flickr.com/photos/luis_fer

El nombre Once no existe como tal en los registros oficiales de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Lo mismo ocurre con el Abasto y Congreso, las tres son zonas pertenecientes al barrio de Balvanera. Su denominación se debe a la terminal ferroviaria Once de Septiembre (frente a la Plaza Miserere), cuyo nombre conmemora el día de la rebelión de la provincia de Buenos Aires contra el gobierno Federal, en 1852.

Las fronteras tácitas del barrio abarcan no más de Córdoba y Pueyrredón, tal vez Jean Jaures, al norte y al oeste; y Callao y Rivadavia al sur y al este. El Once aglutina, además de gran parte de la vida judía porteña, a diversas colectividades como la peruana y coreana. De día, sus calles coloreadas con negocios textiles y de cotillón, son transitadas a paso acelerado. Por la noche descansan bajo una oscura soledad, escondidas tras una maraña de cables que, impávidos, la sobrevuelan.
La Semana Trágica

El primer y único pogrom (ataque antijudío) de la historia argentina se produjo en el Once, durante la Semana Trágica de enero de 1919, una violenta represión contra los obreros metalúrgicos de los talleres Vasena que se encontraban en huelga.  “El 9 de enero, mientras el cortejo fúnebre que trasladaba a los obreros asesinados dos días antes, atravesaba la avenida Corrientes a la altura del Once, miembros de la Liga Patriótica allanaron la Biblioteca Obrera Judía. Hubo siete muertos, mujeres violadas y se produjeron numerosas detenciones”, describe a Tu Meser el historiador Abraham Zylberman.

“En tanto muchos de los judíos inmigraron de Rusia, difundieron las ideas comunistas y revolucionarias. Esa era la justificación por la que se los atacaba, se identificaba al judío con el comunista”, plantea Zylberman. Este episodio fue registrado en el documental Un pogrom en Buenos Aires (2007), de Herman Szwarcbart.

LA AMIA


La Jevrá Kedushá, actual Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) se creó en 1894 con el objetivo inicial de “generar las condiciones necesarias para dar cumplimiento a la tradición judía”, según informa en su sito Web, www.amia.org.ar . Una de sus primeras acciones fue la fundación de un cementerio comunitario.

En 1945 la AMIA inauguró su sede de la calle Pasteur al 600. El 18 de julio de 1994 una bomba destruyó el edificio y mató a 85 personas. La mutual, que por ese entonces cumplía 100 años de su fundación, brinda servicios asistenciales, búsqueda de empleo, posee una editorial (Milá) y ofrece actividades culturales para la sociedad toda.

El atentado, aún sin esclarecer, dejó heridas que 15 años después continúan abiertas. Florencia Arbiser, corresponsal de la agencia estadounidense de noticias Jewish Telegraphic Agency (http://www.jta.org) y colaboradora de periódicos como La Nación, publicó este año “Historias con vida” (Limod) (http://amia-historiasconvida.blogspot.com/), un libro que cuenta cómo continuaron viviendo quienes perdieron un ser querido en el brutal atentado.

“La imagen más recurrente que tengo de Once es el atentado a la AMIA, en julio de 1994.  Después de los primeros días de escombros y durante muchos meses, era palpable cuánto había bajado el movimiento en aquella cuadra, con negocios cerrados y departamentos en venta”, recuerda Arbiser a Tu Meser.

“Con la AMIA reconstruida, el ritmo sigue vital y concurrido, como lo fue históricamente”, continúa la periodista, que reside a nueve estaciones de subte del barrio. “Paso por allí muy seguido: me convocan reuniones de trabajo y compras de cotillón y souvenir para los cumpleaños de mis hijos. Cada vez que paso por Once, compro algunos cakes (rosquitas) antes de salir de ese microclima con sabor a vida judía.”

Centro de la vida social judía


La vida cultural judía se expresa en clubes sociales y deportivos como la Sociedad Hebraica Argentina (1929) y Macabi. El barrio también cuenta con una docena de templos y escuelas y Ieshivot o academias religiosas; instituciones como el IWO (http://www.iwo.org.ar), que tiene como objetivo investigar, difundir y conservar materiales documentales relativos al judaísmo, y la Casa Cultural Simon Dubnov, así como las redacciones de medios comunitarios entre los que se destacan el periódico Mundo Israelita  (1923) (http://www.mundoisraelita.com.ar) y la radio FM Jai (http://www.radiojai.com.ar). No faltan los restaurantes kosher. Incluso, dentro del shopping del vecino barrio Abasto se ubica el único Mc Donald´s en Argentina supervisado por un rabino.

Bernardo Ezequiel Koremblit, vecino del barrio y Ciudadano Ilustre de Buenos Aires, integró a los 17 años la redacción del viejo diario Crítica de Natalio Botana; durante años ejerció el cargo de Director de Cultura de Hebraica, donde dirigió su revista Davar. “Allí Borges publicó por primera vez algunos de sus poemas, como Spinosa, Israel y Cansino Assens, además de artículos y ensayos”, comenta Koremblit, en diálogo con Tu Meser.

“En Hebraica, Borges presentó libros de diversos autores. Era un gran amigo, humilde, sencillo”, señala el académico, quien también recuerda que “en 1934 la revista antisemita Crisol se refirió al autor de Ficciones como de una ´ascendencia judía maliciosamente ocultada´. Borges contestó con un artículo publicado en la revista Megáfono, titulado ´Yo judío´”.

Once, cine y literatura

El barrio aparece representado en películas y libros. Entre ellos se destacan “El abrazo partido” (2003): la historia de Ariel, un joven judío (interpretado por Daniel Hendler) que trabaja junto a su madre en una mercería de una galería de Once y está iniciando los trámites para conseguir la ciudadanía polaca y emigrar a Europa. Ariel se reencuentra con su padre, que hace varios años se fue a luchar a la Guerra de Yom Kippur. En la película aparecen los personajes de la galería y el barrio, que dan cuenta de la diversidad cultural en la que está inmerso.

La dirección de “El abrazo partido” estuvo a cargo de Daniel Burman, un cineasta interesado en la temática judía. El guión fue escrito en coautoría con Marcelo Birmajer, autor del libro de cuentos como El Once, un recorrido personal (Alfaguara, 2006).

Burman también dirigió uno de los diez cortos que integran el largometraje 18-J (2004), cuyas historias homenajean a las víctimas del atentado a la AMIA.

Ayer y hoy

La inmigración judía del siglo XX -como todas las corrientes inmigratorias a la Argentina- contribuyó con un vasto legado cultural al desarrollo del país. Junto con otros barrios como Villa Crespo, el Once fue escenario de ese proceso. “El teatro en idish, tuvo su apogeo durante los años ´40 y ´50. Actores estadounidenses como Maurice Schwartz, Iosef Buloff y Iaacob Ben Ami viajaban especialmente para realizar sus presentaciones en teatros como el IFT (Idisher Folks Teatrer, Teatro Popular Idish), el Corrientes y el Soleil. En el tango se destacaba Guebel Katz, el ´Gardel Judío´”, relata Zylberman.

El historiador también recuerda que hasta fines de los ´70 la AMIA era sede del Mes del Libro Judío y destaca en el barrio la presencia de dos diarios en idish: “Después de la I Guerra Mundial y hasta mediados de los ´60 el Once acogió las redacciones de Di Presse, en la calle Castelli, que pertenecía a los obreros; y Di Idishe Zeitung, en la calle Lavalle. Ambos se imprimían seis días a la semana.”

Si bien la mayoría de las instituciones culturales, sociales y educativas judías tienen sede en el Once, Zylberman remarca el verbo pasado: “El ascenso económico y social provocó migraciones. Once era un país donde latía la cultura judía, un mundo de tradiciones. De aquella rica vida cultural, sólo quedan edificios y fantasmas.”

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