A modo de opinión personal, Woody Allen

altAllen Stewart Konigsberg, nombre real de Woody Allen, nació el 1 de diciembre de 1935 en Brooklyn, Nueva York (Estados Unidos). Hijo de Martin Konigsberg, quien trabajó en diversos empleos, como taxista y camarero, y la contable Nettea Konigsberg, ambos de creencias judías ortodoxas. Tiene una hermana menor, la productora Letty Konigsberg.
Poco amigo de los libros académicos y no demasiado sociable, Allen pasó como pudo sus estudios primarios y secundarios.
A los 15 años se rebautiza como Woody Allen y tres años después se matricula en la Universidad de Nueva York para estudiar cinematografía, pero tras suspender un curso de producción y aburrirse como una ostra, abandona los estudios tras un semestre en las aulas universitarias, dedicándose a escribir gags para el comediante David Albert.
Poco después trabajó en el programa de televisión "Your show of shows", escribiendo para gente como Carl Reiner, Art Carney o Sid Caesar.
En 1956 Woody se casó con Harlene Rosen, de quien se divorciaría en 1962.
Precisamente, a comienzos de la década de los 60, decidió lanzarse como cómico en solitario, logrando un gran éxito con sus apariciones televisivas, sus discos de humor y sus actuaciones en el Greenwich Village.
Este creciente renombre en el mundo del entretenimiento le llevó rápidamente al mundo del cine.
La religión, el sexo, sus visitas al psiquiatra y otras ideas como la muerte son las principales obsesiones de este autor en su producción cinematográfica. Otro de los ingredientes que definen su obra es el sentido del humor.

Pequeña selección de películas con comentarios personales.

Los comienzos nunca son fáciles

Bananas, 1971.


«La única manera de ser feliz es que te guste sufrir. »  Woody Allen

Woody Allen firma contrato con United Artists, productora creada por Charles Chaplin, para filmar Bananas.
Cuando empezó en el cine, Allen no era más que un cómico que trasladaba una sucesión de gags y secuencias humorísticas a la pantalla. Por estos tiempos Coppola reinaba con la saga de los Corleone, Scorsese ya había dirigido Malas Calles (Mean Streets, 1973) y Alicia ya no vive aquí (Alice Doesn´t live here anymore, 1975), Truffau continuaba incansable del mismo modo que Fellini o Kurosawa.

Bananas, es una sátira política le sirve a Allen para dar rienda suelta a la comedia loca donde el ritmo parece ser lo más importante y que predomina por encima de todo
Plagada de un humor puramente llano y casi grotesco, ridiculiza la dictadura y todo lo que eso conlleva unido a la gente que vive de ella extrapolándola a un fenómeno mediático como el magnífico inicio donde el presidente de San Marcos es asesinado delante de toda la multitud que lo espera y los periodistas se acercan a entrevistarlo en el suelo malherido ante la aclamación popular. Allen hace que el público se lo pase bien y se ría con una dictadura, ridiculizándola hasta el paroxismo. En ese sentido sus intenciones se cumplen, aunque por otra parte hay que reconocer que en esos momentos, su creador no es más que un cómico que empieza en esto del cine con lo que su guión del mismo modo que en su ópera prima, es más una sucesión de situaciones cómicas a veces demasiado separadas que no alcanzan un buen clímax dramático debido a que tampoco le importa demasiado ya que se preocupa más en mantener un ritmo como he señalado anteriormente, que se acerque a las screwballs comedies y que sin embargo no alcanza.


La madurez siempre llega

Annie Hall, 1977

«Una comedia romántica sobre los neuróticos en las ciudades»  Woody Allen.

Woody Allen tiene una enorme aptitud para mostrarnos a nosotros mismos tal y como somos, con nuestro cúmulo de imperfecciones y contrariedades.

La película está elaborada con un estilo formal que transgrede constantemente las leyes fundamentales de la comedia clásica para convertirse en una especie de documental dramatizado en el que el mismo personaje ejerce las funciones de narrador, aboliendo continuamente las fronteras de la ficción para adentrarse en el espacio del espectador, dirigiéndose directamente a él en cualquier momento de la trama.  Allen consigue conversar magistralmente con su público, haciéndole partícipe de los pensamientos del personaje y provocando un juego de acción reacción que consigue la entera participación de la audiencia en la historia.  Allen muestra las calles de Nueva York en un juego maravilloso en el que todos los personajes de la diégesis participan de sus paranoias reflexivas.



Un “buen director” siempre filma una película en blanco y negro.

Manhattan, 1979


«Hubo un tiempo en que creí que amaba a mi ex mujer más que a la propia vida. Pero
ahora la aborrezco. De verdad. ¿Cómo se explica eso? ¿Qué ha sido de aquel amor?
Qué ha sido de él, eso es lo que quisiera yo saber. Me gustaría que alguien pudiera
decírmelo» Woody Allen.

Manhattan, entre otras cosas, trata de las discrepancias sentimentales de dos parejas y
una jovencita que está a punto de tomar un avión rumbo a Londres. Habla también  de la
 incoherencia, del amor, de las relaciones, las parejas, los desacuerdos. Ese banco con dos figuras en la noche frente al puente de Brooklyn, y luego esa carrera antológica por calles neoyorkinas llenas de semáforos; muestra lo fugaz del amor y las relaciones,  ayer se amó a una hermana y hoy se ama a otra distinta porque el corazón, afortunadamente, es un músculo muy elástico.



El cine es la mezcla de criaturas reales y ficcionales.

Hannah y sus hermanas, 1986


«Sólo se vive una vez, pero una vez es más que suficiente si se hace bien» Woody Allen

La película transita un trayecto circular, empieza y termina en el mismo lugar  físico –la
casa de los padres de Hannah– y en la misma fecha del año. Se muestra la vidas de una
 serie de personajes, avanza, saltando de una sub-trama a otra a modo de fragmentos
capitulares. Podría argumentarse que su personaje sirve de enlace entre todas las sub-
tramas en las que se va bifurcando la narración.

Allen compone en Hannah, personaje que encarna Mia Farrow, que  puede describirse
como sarcástico. Un personaje cuya relevancia atraviesa el plano acotado por una sola
película como Hannah y sus hermanas para convertirse en un referente continuo de la
obra del creador, un personaje que supera los límites de su naturaleza ficcional y es,
quizás, tan Hannah como Mía. Tan importante como para ocupar un lugar preferente en
aquellas palabras que se piensan o pronuncian cuando se recuerda una película.



Falso documental

Zelig, 1983


« Soy lo suficientemente feo y lo suficientemente bajo como para triunfar por mí mismo» Woody Allen

Poca gente tiene tanta credibilidad para mí como este señor bajito, judío y con gafas que vino al mundo con el nombre de Allen Stewart Konigsberg y que se hizo famoso como Woody Allen. Pocos están tan libres de sospecha como este cínico feo y sentimental, lenguaraz, mordaz y sumamente triste. Pocos me han hecho descubrir tan a menudo que me estaba equivocando o que tal vez en aquella ocasión acerté de pleno. Pocos tienen a sus espaldas y en su horizonte tantas obras maestras como él.
El salto del personaje público al personaje privado nos remite tanto a la propia naturaleza del documental en sí, como al propio empeño de Allen de desnudar, para dejarlo con muy poco, al personaje y quedarnos con la persona. Un personaje y una persona que en ningún caso existe. La pirueta formal se hace más complicada aún si cabe.


Ya en el camino de vuelta…

Poderosa Afrodita, 1995


«Acabo de conocer a un hombre maravilloso; es de ficción, pero no se puede tener todo»
Woody Allen.

Poderosa Afrodita combina muchos elementos de la obra humorística previa de Woody Allen con unos cuantos ingredientes nuevos, que tampoco figuraban en su obra "seria", donde se puede ver una gran influencia de Bergman.
El protagonista, Lenny, que interpreta él mismo, es un judío, culto, admirador de Groucho y de los apellidos más ilustres del jazz, un persona común dentro de la fábula de personajes de Woody Allen. La esposa de Allen –perdón: de Lenny –se llama Amanda (la actúa Helena Bonham-Carter) y quiere adoptar un chico. Como Amanda es dominante, su deseo se corporiza prontamente en un bebé abandonado, al que bautizan Max. La pareja empieza a desgastarse y Lenny a obsesionarse con la idea de encontrar a la madre natural de la criatura.

Melinda y Melinda, 2004

«Sólo se vive una vez, pero una vez es más que suficiente si se hace bien » Woody Allen.
Allen toma un motivo muchas veces muy sencillo y trabaja sobre él a modo de ligeras variantes temáticas, colorísticas y tonales. De ahí se desprende esa sensación de homogeneidad y coherencia a lo largo, sobre todo, del último tramo de su filmografía, una vez ya definitivamente asentado su universo creativo en lo que afecta a núcleos argumentales, personajes, escenarios, situaciones, etc. Esa coherencia y continuidad, que llamaríamos «autoral» -es uno de los pocos cineastas de su generación en que tiene sentido mantener ese concepto eminentemente europeo - ofrece la constancia de un cierto clasicismo personal que conduce al espectador a una paradójica y ambigua situación entre por una parte la impresión del «déjà vu», el regusto nostálgico de los buenos momentos vividos en compañía del cineasta neoyorquino, la pequeña incertidumbre ante las variaciones que hayan podido introducirse en ese nuevo capítulo de la filmografía y, por otra parte, una leve sensación de monotonía, causada tal vez por la apariencia monotemática de buena parte de sus films, cansancio incluso de quien sabe bien lo que va a encontrarse en la nueva película, o añoranza de cuando esos mismos mimbres y su manera de manejarlos se ofrecía con toda su resplandeciente novedad y singularidad, sobre todo en el panorama del cine norteamericano.

Cuando Woody Allen conoció a Scarlett Johansen

Match Point, 2005


«La única manera de ser feliz es que te guste sufrir» Woody Allen

Match point narra la dramática historia del ascenso en sociedad de un joven y de las te-rribles consecuencias de su ambición. El protagonista se debate entre dos mujeres y al no hallar una salida opta por una solución desesperada.
La historia de un ex campeón de tenis arribista de la buena sociedad londinense, que hará cualquier cosa por mantener el estatus con-seguido, se plantea a partir de una metáfora tenista, que después desarrolla brillantemente. De esta forma, cuestiona la suerte, esa delgada línea que puede separar la victoria o la derrota en un partido, el éxito del fracaso en la vida.
Esta ascensión social y sus con-secuencias, a un mundo que el director conoce muy bien, le sirven para reflexionar sobre parte de sus temas habituales: la pareja, la infidelidad, la muerte o el sentimiento de culpa.


Scoop, 2006


«No se preocupen si no les gusta esta película, ya tengo preparada la siguiente»  Woody Allen

Después de Match Point, que es una de las películas “menos suyas” de todas las que ha hecho, ha vuelto a esos diálogos punzantes, a ese personaje lleno de dudas y miedos y a aparecer él mismo interpretándolo, ya que en su anterior trabajo no era así.
Este periodista que ha fallecido se encuentra en “el otro lado” con una secretaria que dice haber sido envenenada por su jefe, un joven aristócrata al que ella cree el famoso Asesino del Tarot, como él no puede investigarlo, dada su condición de muerto, consigue materializarse en la función de un mago y avisar a una joven estudiante de periodismo que hará los honores con la ayuda del mago en cuestión, pero la realeza británica ya se sabe como es y ella quedará sumida en la duda entre las pruebas recogidas y el atractivo del aristócrata. La trama es solamente una excusa para poner a los personajes en una serie de difíciles situaciones y el resultado final de la historia y sobre todo su desenlace parecen muy forzados, como si hubieran estado rodando y de repente hubieran dicho que la película se tiene que acabar y punto.

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