Como sociólogo, hago buenos castings

Para el momento en que Ud. lea este artículo, estaré todavía con vida en el casting para hallar al Octavo Integrante de CQC. Desde que me recibí de sociólogo en el año 2005, mi inserción profesional ha estado acompañada de encuentros accidentales con oportunidades de acceder al estrellato televisivo. Algo de mi particular semblante y una dosis de humor ácido les sugiere a productores que Andrés Kilstein podría tener su palabra en la TV argentina. Es así como en cinco ocasiones al menos he debido dejar aplazada la tarea de completar el formulario de solicitud de la Beca Conicet para aventurarme a fortuitos castings televisivos.

Hay gente que hace colas de 30 cuadras, consigue de forma clandestina el número de teléfono de algún ayudante de vestuario y le taladra la cabeza a llamadas hasta ingresar al canal, gente que consigue colarse en recepciones, chicas dispuestas al servicio sexual. Los caminos al casting son diversos. En mi caso fue el resultado de hacerme el gracioso (cosa involuntaria que elude mi control) frente a amigos de amigos, productores de TV egresados de TEA o semejante. Y una y otra vez eran ellos los que conseguían mi celular, mediante capacidades desconocidas que sólo los productores tienen, y me convocaban a evaluar cómo quedaba haciéndome el gracioso frente a cámara.

En el 2006 estuve a un paso del mundo tinellesco de Showmatch: primero buscaron un notero (proyecto del que finalmente se bajaron) que me llevó en la misma semana a cubrir el BAF Week y el aumento de los precios en la carne vacuna con el consecuente boycott auspiciado por Néstor K. Cuando ya no buscaban más notero, creyeron que podría encajar bien en el elenco de las cámaras ocultas. Se trataba de un falso programa New Age conducido por Rolando Hanglin en el que debía representar a un delirante instructor de Yoga de la policía bonaerense. Oportunamente la víctima de la cámara oculta debía practicar un ejercicio conmigo (desplegando allí el repertorio de chistes sexuales esperable). El piloto salió muy bien. El director de actores me llamó entusiasmado y me convocó para otras varias grabaciones. Pero yo me encontraba simultáneamente en procesos de selección para el área de Marketing de compañías multinacionales (increíble, pero esa fue alguna vez mi meta como sociólogo) y decliné la oferta, que me parecía bastante inadecuada para mi auto-imagen y mi imagen hacia los demás. El productor se puso nervioso. Hizo todo lo que estaba a su alcance para convencerme: me ofreció dinero, me aseguró que sería el comienzo de una carrera artística exitosa. No cambió mi idea. Le dije que no a Tinelli. Ni Matiás Alé se da ese lujo…

En junio de ese mismo año, al cruzarme en una fiesta de casamiento a mi primo Gerardo Rozín, tuve la oportunidad de mostrarle algunas de mis maldiciones en idish. Me invitó a repetirlas en su programa de radio en La Mega. Era el mundial de fútbol y la idea era maldecir a los contrincantes de la Argentina. Así que yo mandaba apasionado un: Ale tzein zoln fun im arois faln, nor einer zol im blaibn oif tzein veitog. Y luego traducía: “que se te caigan todos los dientes menos uno y que ese te duela”. Era un hitazo radial que despertaba el entusiasmo de la audiencia. Lo hice hasta fin de año.

A fines del 2007 tuve una aparición en una emisión del programa La Liga, conducido por Daniel Malnatti, dedicada al tema de la discriminación. Allí tenía que hacer de judío…es decir, ya era judío pero tenía que exacerbar el rasgo. Abrí mi intervención diciendo: “Mi primer contacto con el judaísmo fue…bueno, en realidad yo no me contacté con el judaísmo. El judaísmo se contactó conmigo…para circuncidarme”. En esa oportunidad descubrí que mi condición de judío podía ser explotada para tener al menos 2 minutos más de aire. Si esa misma condición le dio tanto dolor de cabeza a otras personas en el pasado, porque no transformarlo ahora en una aspirina.

En enero de 2008, nuevamente me llamó un amigo de un amigo para decirme que estaban buscando gente para CQC. Me dieron la oportunidad de elegir en qué escenario probarme. Fui a cubrir un Día de los Enamorados a Pza. Serrano (donde creía que jugaría de local, pues entre las mesas vendía los fines de semana libros de mi autoría). La cita no era interesante y no creo haber hecho una buena nota. Estaba compitiendo (sin saberlo) contra Pablo, el actual notero del programa.

En octubre del 2008, otra vez luego de una fiesta repleta de periodistas en que volví a hacerme el gracioso frente a un desconocido, me llamaron para una competencia de comediantes y bizarros en el programa de por sí bizarro de Korol. Dije aforismos - divertidos y reflexivos al mismo tiempo - a un jurado conformado por el músico de un solo tema Cae, Alejandra Pradón y el Bambino Veira. Exceptuando al último, los demás quedaron anonadados frente a mi obra. Fui 4 veces, me capturaron en RSM y TVR y no me volvieron a llamar. Es lo que dura el estrellato.

En el presente estoy, por segunda ocasión, compitiendo para ocupar un lugar en CQC. Aunque quiera convencerme de lo contrario, algo en mi interior clama que las personas cobran vida una vez que aparecen en el espacio público y compartido de los medios de comunicación. Espero una vez más estar equivocado.

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