Out of Joint. A propósito de crujido (la destrucción del lenguaje) de Emmanuel Taub. Parte I

gritarle a la pared hasta que duela

después

soplar tres veces

y esperar que el lobo

traiga

los chanchitos para la cena

* Nota: Este texto ha sido concebido mediante la inclusión de citas détournées. Quisiera señalar aquí que el texto que comienza con “los desequilibrios sistémicos…” y termina en “deja vacío al mundo de la vida” pertenece a la Teoría de la Acción Comunicativa de Jürgen Habermas y la cita en inglés más extensa pertenece a Mark Zuckerberg. Hay otras referencias ocultas pero dejo su detección al sabio y sagaz lector.

El experimento hombre ha fracasado. Que el mundo occidental se halla en una ineluctable fase de decadencia que corre el albur de arrastrar a una agotada especie humana hacia una languidecente letanía evacuatoria de toda forma de vida parece hoy una triste pero inevitable constatación que no se le escapa a nadie. Inútil glosar esta realidad con el desusado, malgastado y penoso vocabulario de la burocracia cultural que es sólo el patético intento de unos animales que balbucean para sí mismos la experiencia de su propio horror (último avatar de un narcisismo enfermizo). Lo único duradero que los hombres han logrado construir en los milenios durante los cuales se extendió su irrisoria historia son instituciones destinadas a devorarlos a  sí mismos. Institución – Institutio no significa otra cosa que una disposición ordenada y fundante de conductas osificadas, por extensión, método, sistema, doctrina. Institutor como sabían ya los viejos y astutos romanos es, en el fondo, un mero administrador. Lo único en lo que el hombre ha sabido persistir es en administrar. Todo el resto son escombros, más o menos rescatables, en un valle de trabajo y humillación constantes.

Lo que antaño se conocía como historia está hoy out of joint, des-centrada, des-ajustada, des-quiciada, des-armándose, des-organizándose en una entropía que es indudablemente satírica como espectáculo cósmico y profundamente insoportable como realidad individual. Hoy también, sobre todo hoy, el lenguaje cruje, chilla, grita, se resquebraja y se pudre en sus propias excrecencias, en la inmundicia que lo inunda, en la infecta y hedionda materia que transmite por doquier en un habla fuera de foco. Un filósofo profundamente des-quiciado que festejó nuestro acceso a un presente sin salida pensaba que la solución del enigma de la vida en el espacio y el tiempo reside fuera del espacio y del tiempo. Desde entonces, un cierto murmullo acosador y rezumbón no ha cesado de machacar la obstinada cuestión de si es posible salir fuera del lenguaje.

Hoy podemos responderles: el lenguaje está out-of-joint. El lenguaje ya nos ha expulsado fuera de sí. Hemos sido literalmente, evacuados de los intestinos del lenguaje. Por primera vez, se puede definir al hombre como el huérfano errante, el fantoche miserable, la migaja excrementicia de un lenguaje. Este es el único resto posible. Somos los restos pútridos de la digestión del lenguaje. Pero al lenguaje no le fue fácil deshacerse de nuestra tóxica y pérfida presencia. ¿Vida tóxica? ¿Emociones tóxicas? ¿Autoayuda tóxica? Tanta basura le insuflamos al lenguaje que en el crepúsculo de nuestra historia nos escupió, nos evacuó, vuelvo a repetirlo, literalmente.

Pero en este proceso de expelencia el lenguaje se quebró, se rompió brutalmente, se des-gajó para siempre y por siempre jamás. Out of joint. A la humanidad siempre le gustó el rimming con el demonio y el macho siempre desagotó su impelente fuerza sobre cualquier víctima que encontrara a su paso (no importa si era varón o mujer – ¿qué sentido hubiera tenido distinguirlos?). A los filólogos le gustan los poetas. Leamos uno. Antiguo: los antiguos siempre son prestigiosos y los filólogos aman el prestigio (como cualquiera, ¿no?). Horacio, ¿por qué no?

“Cuando la entrepierna azuza y tienes a mano un esclavo y una esclava, ¿sobre quién saltas enseguida? ¿No preferirás que se te reviente, no? ―Por supuesto que no. Me gusta el sexo fácil y asequible”.

La ilusión no tarda en disiparse. Desde entonces, la situación no sólo no ha mejorado sino que se ha agravado sustancialmente mutando y aumentando víctimas. Pues bien, finalmente, el lenguaje crujió, reventó, expulsó, evacuó y se quebró. Nos abandonó por siempre al desierto de la bruta realidad. Bienvenidos al mundo. Contémplenlo y explórenlo. Ya no queda mucho tiempo. La tierra también sabe eliminar su excedente de putrefacción. Y sus métodos higiénicos sólo tienen la costumbre de dejar lo que se conoce como fósiles. Nada más. Y ya ningún dios puede salvarnos y ningún lenguaje nos espera para jugar al pastor. Nadie más podrá volver a repetir, con tono silvestre y apacible, construid desde él la morada del hombre. El lenguaje está out of joint. Perdió su quicio al des-hacerse de nosotros. Hoy todas las lenguas de la tierra han sido invadidas por una epidemia implacable y corrosiva: la exposición del lenguaje luego de la evacuación de sus hablantes lo hizo permeable a su propia muerte. Por ello, cualquier lengua de hoy no tiene, a pesar de la superficial apariencia en contrario, otro valor distinto que el de las antiguas lenguas muertas del pasado.

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