Tragedia Treif

Retrato de un subrepticio romance judeo-ibérico, sito en los castillos de Castilla.

Un relato regio que ha trascendido los libros de historia y ha llegado hasta la pluma de Lope de Vega (jijijijijii jijiiijijii…. Ejem, perdón, la pluma me ha hecho cosquillas)  es el tórrido romance que el rey de Castilla, Alfonso VIII, sostuvo con Fermosa, una judía fermosísima de Toledo. Parece que después Fermosa aumentó mucho de peso por lo que Alfonso no  sostuvo más ni a ella ni a la relación y la mandó a hacer dieta… con Ravena… dicen…

Alfonso “El Bueno”

Alfonso VIII era un rey muy tolerante con moros y judíos. Bajo su reinando ambas culturas pudieron ejercer sus tradiciones y religiones en paz. Por aquella época los judíos que vivían en Toledo disfrutaban de una armonía considerable y una melodía medieval. Si bien en general la convivencia entre católicos y judíos era amable durante el siglo XII, cada tanto a algún predicador cristiano (que por la mañana se la habían quemado las tostas con aceite de oliva y tomate) se le daba por pararse en una plaza para proclamar a los cuatro vientos “que los judíos esto y que los judíos lo otro”. Al oír estas incitaciones la gente se enardecía, se metía a prepo en la aljama (judería)  dando voces y gritos sacros pasaban por el cuchillo a tres o cuatro comerciantes que anduvieran por ahí. (Algo así ocurrió en 1178 en Toledo y fue tremendo). Entonces, al escuchar estos percances el rey mandaba traer a los miembros de la iglesia y les decía “a ver muchachos si mantenemos la calma entre los feligreses que tengo que preocuparme de cosas más importantes” y ahí por un tiempo se calmaba la cosa…

Romancero castizo


Cuando corría 1179  la verdad que era muy difícil de alcanzarlo; porque el 1179 corría muy rápido y hasta llegó a ganar la medalla de oro y todo. Una tarde de ese año el rey Alfonso estaba aburrido y salió a dar una vueltita por el mercado judío de Toledo y ahí vio a Fermosa, una judía toledana, que estaba comprando limones… dicen.  

Fragmento histórico que demuestra que la autora se ha documentado: Fermosa descendía de una familia de Lucena, villa judía que supo ser próspera y espiritual hasta que fue conquistada en 1148 por los fanáticos y temibles almohades. Los almohades era gente difícil, según explican algunos expertos en el polifóm y los colchones de espuma. Lo que pasaba era que la falta de mujeres de su propia tribu les daba serios problemas de sueño: no habían suficientes almohadas para los almohades. Además no se sabe a ciencia cierta si eran mahomenos mahometanos o si eran muysulmanes. Cuando los almohades tomaron Lucena los judíos que vivían ahí emigraron a Toledo.  Fin del fragmento histórico.

Aquella tarde otoñal el Rey  se acercó a Fermosa y le dijo con acento castizo “¿Trabajas o estudias? ¿Vienes siempre por aquí, guapetona, chula, maja? ¿De qué signo eres? A que eres Libra, verdad, di, di” La chica sonrió, seguramente pensando que hasta al rey le falta imaginación en el arte del levante, pero como era guapo, llevaba corona y tenía todos los dientes, quedaron para verse más tarde y tomarse una cervecita fría junto a la Noria. Quiero aclarar querido lector, que este relato no sólo es verdad sino que además es verídico y sobre todo es cierto; de lo que se deduce que no falta a la realidad y que no es falso… dicen…
En su obra “Las Paces de los Reyes”, Lope de Vega sustituye el nombre de Fermosa por el de Raquel y en él relata el idilio entre el monarca y la bella plebeya sefardí. La pasión entre los dos jóvenes no tuvo un final feliz.

Un lector: ¡Ufa! ¡Ya nos contó el final!
Otro lector: Con escritores así se acabó la literatura. ¡¡Es el acabose!! Mejor me voy a escuchar el último CD de Miguel Bose.
Un lector: Mejor vamos a ver que están dando en el canal 4.
Autora: Oigan, que acá lo que importa no es el fin sino los medios.
Un lector: Pues yo prefiero los medios de comunicación y me voy a ver la tele.
Autora: ¿Y usted?
Otro lector: Bue… siga, siga, a ver que pasó con esos dos.


Bien, como decía, los hechos que rodearon la relación, las intrigas de los nobles de castilla y los celos de la reina Leonor, colaboraron para que la tragedia se suscitara. (Música tremenda en concerto alla rústica). Negros nubarrones ensombrecieron las estrechas calles de la aljama toledana. Una verdadera tragedia griega.  Bueno… griega, griega, lo que se dice griega no, porque claro, estamos ubicados en España, pero, ¡ojo! que Sófocles bien hubiese podido plasmar en sus escenarios esta historia ocurrida en el siglo XII, entre Fermosa y Alfonso VIII, descrita por Lope en el Acto III, Esc.III (ahora además de los griegos ya entraron los números romanos, yo así no puedo escribir…).
El final se precipita entre intrigas de palacio y celos maritales. A la bella Fermosa la acuchillan un grupete de conspiradores cortesanos en la víspera de Rosh Hashana. Los motivos del asesinato eran muy simples: la corte no podía permitir que el rey se separara de Leonor y nombrará reina a Fermosa, que además de ser judía (oy vei)  corría el riesgo de darle al reino un heredero circunciso (oy vey, oy vey). Un príncipe judío era casi un insulto a la corte y un problema político y religioso para Castilla.
Ahora… ¿Castigó el rey a los asesinos de su amada? ¿Salió llorando a moco tendido blandiendo la espada a diestra y siniestra por los senderos del reino para vengar a su querida? NO.  NO. Y… NO.  Un poco sufrió… dicen…  Después se levantó, se sacudió la caspa de la capa y dijo: “Bue, que-se-le-va-hacer” y se marchó para Burgos a ver a la reina Leonor, postergada durante el transcurso del infame romance. ¡Hombres!
Tras el “fermodicidio”  en la aljama de Toledo las amigas de Fermosa pensarían: “eso le pasa por meterse con un Goi”. En la Corte (y confección) los nobles suspirarían de alivio al saber que Castilla conservaría a su reina católica. En algún lugar del Olam Habah,  Fermosa pensaría: “me tenía que haber casado con Moshele el Platero, e incluso pude haber escrito una novela titulada “Platero y yo”.


Epílogo


La historia de Fermosa sintetiza el espíritu de la sociedad de aquellos tiempos. Casi 800 años más tarde la monarquía aún rige sobre España con pocas diferencias. Hoy en día la única corona que porta el rey es en su molar derecho pero el odio a los judíos en la España de antaño ha mutado actualmente en actitud hostil antisraelí. España sigue sangrando por la misma herida de intolerancia pese a los esfuerzos por parte del gobierno ibérico por estrechar los lazos con el Estado de Israel. La media española actual se manifiesta abiertamente antijudía o antisraelí. (La otra media está debajo de la cama y nunca la encuentro). Sin embargo las vueltas del karma espiritual está obrando de maneras inquietantes: a pesar de la limpieza étnica que se realizó en la expulsión y durante la inquisición, los desterrados regresan a Sefarad. Actualmente los criptojudíos, descendientes de anussim (mal llamados marranos) han comenzado ha descubrir sus orígenes hebreos y ha convertirse al judaísmo. Un fenómeno en ascenso en este país. Por otro lado los musulmanes llegan en constantes oleadas migratorias y la población “moruna” aumenta permanentemente. Los expulsados regresan física o espiritualmente al que alguna vez fue su hogar.
Este Rosh Hashana el llanto del exilio medieval permutará en cantos de bienvenida dentro de las sinagogas ibéricas y en  esa voz se revelará con toda la fuerza el regreso del pueblo judío a Sefarad.

Un lector: Bueno, nos pusimos serios en el final…
Autora: A usted no le viene nada bien
Un lector: Y usted ese vestido no le va nada mal
Autora: Ahh, bueno... ¡gracias!
Un lector: Merece… ¿nos vamos a tomar una cervecitas?
Autora: Pues… venga, vamos… conozco un sitio por aquí…





Texto extraído de la famosa obra épica  “Andanzas castizas de una turco-charrúa sefardí”.
 Vol I. Lado A. Año II.  (con altibajos y alguna que otra Sierra Nevada). Nota del autor: Por favor, manden dulce de leche Conaprole y yerba sin palitos.


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