Respectus, una lúcida visión católica del judaismo

Comentario del libro “RE-SPECTUS – Judaísmo y conciencia cristiana”

de María Teresa D´AURIA –

Editado por la Confraternidad Judeocristiana del Uruguay – 303 pgs.

Si bien en  Francia y el mundo anglo-sajón se han publicado numerosos libros con una visión católica definidamente post-conciliar de las relaciones entre judaísmo y cristianismo, tales como el emblemático “Constantine´s sword” de James Caroll, la bibliografía de esta clase en español es sumamente escasa. Por ello, la aparición en Uruguay de “RE-SPECTUS” de Teresa D´Auria es un acontecimiento cuya importancia trasciende en mucho a las fronteras del país.

 El libro tiene una primera virtud : su riquísima información basada en un conocimiento erudito, fruto evidente de un estudio sistemático realizado durante muchos años.  Su segunda virtud es su aspiración profunda de comprender el punto de vista judío acerca de la larga, compleja y conflictiva relación del judaísmo con el cristianismo. Su tercera virtud es la claridad del lenguaje. Nada de ambigüedades ni de intrincados lenguajes teológicos que sirven más para ocultar el pensamiento que para revelarlo. Son frecuentes los ejemplos sencillos que permiten entender el pasado desde una óptica actual, así como el uso de la anécdota ilustrativa. Pero por sobre todas estas virtudes prima una esencial : su admirable honestidad intelectual.

La autora es una católica convencida y militante pero no oculta los aspectos oscuros de la historia de la Iglesia y realiza un balance honesto no sólo del pasado sino también del presente, sin omitir los puntos conflictivos en las relaciones actuales entre el Vaticano y el pueblo judío. D´Auria trata de explicar, no de juzgar. Pero su explicación tiene el mérito de la empatía, de la capacidad de asumir la visión judía y de comprenderla con toda su pesada carga histórica.

El libro consta de tres partes : La primera se titula “Tres llaves” y en ella la autora introduce a sus lectores (que se supone serán en su mayoría no-judíos) a conceptos judíos esenciales como “Torá” “Midrásh” y “Mesianismo”.  La segunda parte, que consta de 11 capítulos y es la más extensa del libro, ofrece, en su mayor parte, una historia de las relaciones entre el cristianismo y el judaísmo desde del primer siglo de la Era Cristiana hasta nuestros días. La actualidad está tratada con particular detenimiento. Lo prueban fehacientemente los títulos de los últimos cuatro capítulos de esta parte : “La post-guerra : Seeligsberg – El estado de Israel”, “Vaticano ll : Nostra Aetate” , “Avances y dificultades en el actual diálogo judeo-cristiano” y “Asignaturas pendientes”. La tercera parte : “De ayer y de hoy (suplemento informativo) brinda una información sencilla y sucinta acerca de conceptos fundamentales de la religión judía. El volumen se cierra con un léxico explicativo de las palabras hebreas y con el detalle de la rica bibliografía en varios idiomas utilizada por la autora, con un claro predominio de la bibliografía francesa.  estorbaran.
Vale la pena revisar a vuelo de pájaro algunos de los aspectos destacados y destacables del libro. En su capítulo sobre el cristianismo naciente por ejemplo, recuerda un dato fundamental sobre la visión que los primeros cristianos tenían de sí mismos : “Estamos utilizando, para no complicar demasiado, las palabras “cristianismo” y “cristianos”. Pero importa aclarar que tales conceptos no existían todavía. Recién en Antioquía, alrededor del año 45, empezaron a ser llamados así.

“Los miembros de las comunidades que acabamos de mencionar  se consideraban a sí mismos, desde el punto de vista religioso, como judíos (del grupo de aquellos que veían en Jesús al Señor). También los romanos lo veían así.  Cuando se quiere llevar a Pablo ante uno de sus tribunales, acusándolo de predicar en contra de la Torá, el procónsul no quiere ocuparse del caso porque opina que se trata de una querella interna del judaísmo, por asuntos de doctrina. Y, en los muy primeros tiempos, hasta las propias autoridades judías, si bien veían a los adeptos a Jesús como agitadores (no los aprobaban y trataban de acallarlos) tampoco los consideraban  como exteriores a su religión.”

Ante el problema más intratable para los católicos, el antisemitismo de los Evangelios, Teresa D´Auria da una respuesta sumamente elocuente: “No, pero sí”. Confiesa con claridad  “El gran problema con los Evangelios, en esta búsqueda de diálogo con el judaísmo, es que aquellos elementos conflictivos que eran reflejo de determinada coyuntura se integraron en un libro vuelto intocable, considerado con la mayor reverencia, leído y releído con toda solemnidad (Y, por supuesto, portador de maravillosos mensajes de vida plena.) Tenemos que asumir esa herencia difícil, aspirando a ser purificados con la verdad, con la infinita paciencia del amor”

Es sumamente elocuente el pasaje dedicado a las calumnias más absurdas reiteradas a lo largo de los siglos contra los judíos, y no lo es menos el dedicado a los debates desleales entre católicos y judíos en la Edad Media. Después de analizar la forma capciosa en que se organizaban esos debates y la desigualdad entre ambas partes, D´Auria realiza este resumen lacónico y contundente : “Constantinopla, Roma, Barcelona, París, fueron sedes de célebres “disputas”. La de París (1240) terminó con la quema, en la plaza pública, de 24 carretas llenas de ejemplares del Talmud, esa enciclopedia monumental, encarnación de la sabiduría del judaísmo. Es de imaginar la dosis de rencor que tal acto pudo haber despertado en las comunidades judías. El rey de Francia que permitió ese acto de barbarie ( Luis IX) fue canonizado”.

Llegando más cerca de nuestro tiempo, la autora realiza un excelente análisis de las circunstancias históricas que permitieron el surgimiento del nazismo en Alemania, pero no deja lugar a dudas respecto al rol de la Iglesia en la preparación del clima sicológico que hizo posible la Shoá. Tampoco elude otros temas más espinosos. Por ejemplo, sobre Pío XII y su silencio frente al nazismo realiza un análisis, que, para una católica militante (cuando aún desconocemos una cantidad de documentos del Vaticano que permitirían un juicio más definido) es, aunque parcialmente discutible, de singular honestidad.  D´Auria escribe:

“Pío XII, a título privado y en voz baja, hizo bastante por ayudar a los judíos (hasta esconder a muchos de ellos en el mismo Vaticano, cuando la entrada del ejército alemán en Roma). Pero en ningún momento, públicamente y como máxima autoridad de la Iglesia, condenó claramente, las atrocidades nazis contra los judíos. Sus reprobaciones fueron tan genéricas que no podían constituir una denuncia vigorosa de eso que Juan Pablo II llama “el crimen que permanece como una mancha indeleble en la historia.”

       “Son más que conocidos los argumentos de defensores y acusadores de Pío XII: Unos suponen que una denuncia frontal no habría hecho más que empeorar la situación acarreando represalias multiplicadas Otros, en cambio, imaginan el impacto moral que hubiera tenido en el mundo entero, en los jefes de estado y en las víctimas, si, por ejemplo, el Papa hubiera decretado la excomunión para todo el que colaborara con el régimen nazi.

“Nunca podrá saberse. Lo que sí puede entenderse es que, dada la personalidad de Eugenio Pacelli era bastante lógica que actuara de esa manera. En efecto: por su formación y su carrera era jurista y diplomático. Admiraba la cultura germánica y estaba rodeado de colaboradores alemanes. Tenía terror al comunismo (que Hitler iba a combatir).  Dada su concepción autoritaria de la Iglesia no le era fácil elaborar una visión crítica del fascismo. Quería preservar la autonomía de la Iglesia institucional (que se hubiera visto amenazada si lo político y lo religioso se hubieran enfrentado). Estaba más preocupado por la suerte de los fieles cristianos que por la de la humanidad en su conjunto”.

Pero quizás el capítulo más valioso, en la perspectiva actual de las relaciones judeo-cristianas sea el número 13: “Avances y dificultades en el actual diálogo judeo-cristiano”. Sin duda, la estudiosa católica no omite los numerosos aspectos positivos desde la conferencia de Seeligsberg hasta la visita de Juan Pablo II a la sinagoga de Roma en 1986 y desde el reconocimiento de Israel por el Vaticano en 1993, a la visita a Tierra Santa en el año 2000. Pero D´Auria no oculta el carácter exageradamente tardío de estos hechos y al mismo tiempo cita con ejemplar minuciosidad una serie de puntos de fricción, tales como el conflicto por el monasterio carmelita en Auschwitz; la canonización del  Papa Pío IX, responsable por el infame caso Mortara; la beatificación del pro-nazi monseñor Stepinac; la controvertida canonización de Edith Stein, a la que los nazis mataron por judía pese a su conversión al catolicismo; algunas expresiones anti-judías en recientes traducciones católicas de la Biblia; la negativa del Vaticano a abrir sus archivos y las posturas políticas del Vaticano en el conflicto del Medio Oriente.

La parte substancial del libro termina con una cálida exhortación al diálogo y una cita particularmente expresiva de Martin Buber. Luego, la tercera parte brinda un mini-manual de conceptos religiosos judíos básicos  para no-judíos pero que resultará muy sugestivo para muchos judíos, que verán iluminados con una nueva luz viejos conceptos familiares.

Sin duda, “RE-SPECTUS” no es la última palabra sobre el tema. Aún hay lugar para una vasta bibliografía particularmente en español (No es casual que en la España actual, tan proclive al antisemitismo en su actualización antisionista, no se haya publicado nada ni remotamente similar al trabajo de D´Auria).  Hay muchos aspectos que están tocados demasiado marginalmente: por ejemplo, el alcance de la secularización de la mayoría del pueblo judío y el lugar que ocupa el estado de Israel en la conciencia judía contemporánea. De alguna manera, el pueblo judío real, cuya relación con el ritual tradicional es más una cuestión de pertenencia comunitaria que de auténtica fe, está ausente en este testimonio de una religiosa sobre un fenómeno cuya dimensión religiosa es sólo uno de sus aspectos.

Pero al margen de todo lo que pueda faltar en este libro, lo que contiene es de un inmenso valor. Está destinado fundamentalmente a los lectores católicos, que ojalá sepan valorarlo, pero puede ser muy disfrutado también por los lectores judíos. Sin duda, constituye un valiosísimo aporte al diálogo judeo-cristiano.

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