Iom Kipur: ¿Por qué no funciona fuera de la sinagoga?

El judaísmo es una religión aspiracional que, a la vez que acepta la realidad del fracaso, confía en la capacidad humana de trascender y alcanzar niveles de excelencia en nuestras vidas cotidianas. "Sed santos, porque yo, Dios, vuestro Señor, soy santo." (Levítico 19:2) "Tu serás para mí un reino de sacerdotes y una nación santa." (Éxodo 19:6) Éstos son apenas dos de los ejemplos más claros de la calidad aspiracional de nuestra tradición y de su inmenso respeto por la capacidad inherente con la que cuenta el ser humano. Como seres creados a imagen y semejanza de Dios, no hay nada que no podamos hacer, un factor que generó una tradición definida por las mitzvot y las expectativas.
  Una manifestación significativa de este futuro es la mitzvá de la teshuvá. Tenemos la expectativa de que la gente evalúe honestamente el contenido y la calidad de sus vidas, lamente y admita sus fracasos, y se comprometa a encaminarse en una nueva dirección. Esta expectativa es llevada a su punto culminante durante Iom Kipur, cuando el vidui (confesión) que se encuentra en el núcleo de la liturgia de Iom Kipur nos enfrenta a las realidades de nuestros pecados y nos desafía a enfrentar con honestidad lo que hemos hecho con nuestras vidas.

Por lo tanto es profundamente preocupante tener que reconocer el fracaso profundo de Iom Kipur como una fuerza motora para el cambio. La pasión, la seriedad y la devoción que nos acompañan a muchos de nosotros a lo largo de Iom Kipur se va apagando progresivamente hasta convertirse en una especie de amnesia mientras rompemos el ayuno y retornamos a nuestro comportamiento habitual.
 
Iom Kipur es una historia de éxito de las sinagogas. Aparece más gente que en cualquier otro día, golpeándose el corazón con gran devoción mientras gritan "Ashamnu". ("Hemos pecado.") Sin embargo, más allá de su impacto en el horario de verano en Israel, el impacto de Iom Kipur en la vida judía parece ser muy marginal.
  Esto no es un fenómeno nuevo. Quizás sea lo que se encuentra detrás de la crítica de Isaías sobre el pueblo judío y sus días de ayuno: La gente realmente ayuna, "mata de hambre a sus cuerpos", y "se viste de arpillera y ceniza", pero éste no es el día de ayuno que Dios desea, sino más bien un día en el que "se abran los grilletes de la iniquidad, se suelten las cuerdas del yugo y se libere a los oprimidos.” (Cap. 58) Parafraseando a Isaías, la calidad del arrepentimiento no es juzgada de acuerdo a lo que uno haga en Iom Kipur, sino por lo que uno haga después. El problema con Iom Kipur en la sinagoga es que es demasiado abarcativo y exhaustivo. Crea el mito de exponer toda nuestra vida y comportamiento para que sean juzgados, confrontándonos con cada uno de nuestros fracasos y arrepentirnos de todos ellos. La lista de pecados en el vidui es demasiado extensa como para incidir en la vida de una persona real. Está muy bien para una oración y dentro del entorno aislado de la sinagoga. Pero como fuerza para facilitar el cambio en la vida real, la naturaleza abarcativa de nuestro servicio lo torna imposible de ser un factor significativo en la vida cotidiana.

Cambio, crecimiento y mejora raramente son apariciones radicales, sino que son procesos lentos y graduales. Como nos enseña Maimónides en su "Guía de Perplejos", la transformación radical alejándose de lo que uno está acostumbrado es imposible. (3:32) De acuerdo a Maimónides, Dios y la tradición judía tuvieron paciencia inmensa con la mentalidad esclava e idólatra de la gente que salió de Egipto y no se les obligó a aceptar o adoptar creencias o prácticas radicalmente diferentes de aquellas a las que se habían acostumbrado. Nosotros tenemos que hacer lo mismo, tanto con nosotros mismos como con los demás. Si queremos que Iom Kipur sea la fuerza que nuestra tradición aspira que sea, tiene que dejar de ser el final y la culminación del proceso, para pasar a cumplir la función de ser el comienzo. El propósito de las listas “con todo incluido" no puede ser pedirle a una persona que revise toda su vida, sino pedirle que cree un “menú” a partir del cual cada uno pueda encontrar una dimensión, una cualidad, en torno a la cual pueda comprometerse a trabajar. Iom Kipur debe dejar de ser un foro para las declaraciones de Rosh Hashaná y en lugar de ello convertirse en un catalizador para una nueva cultura dentro de la comunidad judía, una cultura que fomente la responsabilidad individual, la reflexión y el compromiso de ser una persona de teshuvá. Como persona de teshuvá uno se compromete con el camino permanente y difícil de tener aspiraciones cada vez mayores de uno mismo. Como una persona de teshuvá uno no se ve a si mismo como un ideal ni se engaña a si mismo creyendo en cambios de la noche a la mañana.
 
Nuestra tradición nos enseña que, "No te corresponde completar la tarea, pero tampoco eres libre de desistir de ella”. No hay situación más relevante para aplicar este proverbio de "Pirkei Avot", la “Ética de Nuestros Padres”, que cuando emprendemos la tarea de construir una vida de valor. Saquemos este año la teshuvá de la sinagoga, desconectemos Iom Kipur de su multitud de rituales y coloquémoslos en la base de nuestras vidas cotidianas.

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